Juego guayaquileño de los años 1.940 al 50. El Suertero se situaba en cualquier esquina de barrio o en algún parque o plaza principal y comenzaba con los llamados:
Venga a ver como el indio le pega a la india
En la punta de la cococha ( la cabeza )
Porque le encontró mojados
Los pelitos de la bizcocha
(los curiosos se reían)
A la carga cargador
Que la lancha está vacía
Como el mico a la papaya
Como la garza al pescado
Como este que está a mi lado
Que es mi cuñado
(los curiosos volvían a reír)
No le tenga amor a la plata
Que viene el diablo y le jala la pata
(cuando alguien se alejaba del grupo)
Instalado el mantel con las figuras en juego que eran animales y objetos, el suertero hacía que los curiosos pusieran sus monedas – casi siempre pesetas que equivalían a veinte centavos de sucre – sobre el cuadrado de su preferencia. De una bolsa o a través de una ruleta con dibujos, que se hacía girar, empezaban a salir las figuras premiadas. Entonces se le daba al ganador una suma igual a su apuesta, pero cuando salía el Diablo con los siete mil cachos ganaba la banca y el suertero se quedaba con todas las apuestas que aún seguían sobre el mantel. El diablo se anunciaba de variados modos pero siempre con mucha gracia, por ejemplo: Podía ser el cachudo de tu padre (risas de los presentes)
La gracia del juego consistía en que el suertero gritara los versos picantes que a continuación se copian y que hiciera bromas de subido calibre a los apostantes. Todo era jolgorio y la gente se interesaba más en las conversaciones, en las bromas con las señoritas que pasaban cerca y en los demás detalles del juego, más que en ganar propiamente dinero, pues se sobrentendía que el suertero debía ser premiado por su gracia.
Los gritos:
El Chulo (Un pájaro con el pico largo)
El chulo tira que jala
el ombligo de doña Pascuala
La calavera
La calavera de tu abuela
que en un tiempo dio candela
El Sapo
El sapito de tu ñaña
tan chiquito y cómo gana
El Perro
Celín celedonio
pariente del mismo demonio
También había otro grito para el perro
Celín se llamaba el perro
Celedonia la perrita
Y a la hijita que tuvieron
le pusieron Celenita
La Culebra
La Culebra está liverde
que entre las piernas se pierde
(de la ñaña de este) risas, bromas y empujones.
Una tijera
Tris tras
las orejas para atrás
El Barco
El Barco de alta mar,
no me hagas fracasar
porque mañana me voy a casar
con la ñaña de este (y señalaba al más bobo)
Otra vez risas y chistes de subido calibre.
El Tigre
El Tigre caripintado
que hace ganar de lado y lado
El Rey
El Rey Pepino
que mete goles argentinos
Grito que se puso de moda en l.947 cuando el sudamericano de fútbol en Guayaquil
El Diablo con los siete mil cachos
Terminaba la ronda y el suertero recogía las apuestas.