435. El Chulo, Juego De Suertes

Juego guayaquileño de los años 1.940 al 50. El Suertero se situaba en cualquier esquina de barrio o en algún parque o plaza principal y comenzaba con los llamados:

Venga a ver como el indio le pega a la india

En la punta de la cococha ( la cabeza )

Porque le encontró mojados

Los pelitos de la bizcocha

(los curiosos se reían)

A la carga cargador

Que la lancha está vacía

Como el mico a la papaya

Como la garza al pescado

Como este que está a mi lado

Que es mi cuñado

(los curiosos volvían a reír)

No le tenga amor a la plata

Que viene el diablo y le jala la pata

(cuando alguien se alejaba del grupo)

Instalado el mantel con las figuras en juego que eran animales y objetos, el suertero hacía que los curiosos pusieran sus monedas – casi siempre pesetas que equivalían a veinte centavos de sucre – sobre el cuadrado de su preferencia. De una bolsa o a través de una ruleta con dibujos, que se hacía girar, empezaban a salir las figuras premiadas. Entonces se le daba al ganador una suma igual a su apuesta, pero cuando salía el Diablo con los siete mil cachos ganaba la banca y el suertero se quedaba con todas las apuestas que aún seguían sobre el mantel. El diablo se anunciaba de variados modos pero siempre con mucha gracia, por ejemplo: Podía ser el cachudo de tu padre (risas de los presentes)

La gracia del juego consistía en que el suertero gritara los versos picantes que a continuación se copian y que hiciera bromas de subido calibre a los apostantes. Todo era jolgorio y la gente se interesaba más en las conversaciones, en las bromas con las señoritas que pasaban cerca y en los demás detalles del juego, más que en ganar propiamente dinero, pues se sobrentendía que el suertero debía ser premiado por su gracia.

Los gritos:

El Chulo (Un pájaro con el pico largo)

El chulo tira que jala

el ombligo de doña Pascuala           

La calavera

La calavera de tu abuela

que en un tiempo dio candela          

El Sapo

El sapito de tu ñaña

tan chiquito y cómo gana                

El Perro

Celín celedonio

pariente del mismo demonio               

También había otro grito para el perro

Celín se llamaba el perro

Celedonia la perrita

Y a la hijita que tuvieron

le pusieron Celenita

La Culebra

La Culebra está liverde

que entre las piernas se pierde

(de la ñaña de este) risas, bromas y empujones.              

Una tijera

Tris tras

las orejas para atrás

El Barco

El Barco de alta mar,

no me hagas fracasar

porque mañana me voy a casar

con la ñaña de este (y señalaba al más bobo)

Otra vez risas y chistes de subido calibre.

El Tigre

El Tigre caripintado

que hace ganar de lado y lado                    

El Rey

El Rey Pepino

que mete goles argentinos                             

Grito que se puso de moda en l.947 cuando el sudamericano de fútbol en Guayaquil

El Diablo con los siete mil cachos

Terminaba la ronda y el suertero recogía las apuestas.