Durante la década de 1.940 se cantaba en las escuelas y colegios el Himno Nacional en su actual versión, es decir, el Coro y la primera estrofa. En ciertas ocasiones solamente, nos hacían entonar la canción Patria tierra sagrada poema ed Manuel María Sámcjez Baquero escrito en nueve cartetos y acompañamiento musical del Maestro Sixto María Durán, aunque solo se entonaban los cuartetos séptimo, octavo y noveno // Patria, tierra sagrada / de honor y de hidalguía / que fecundó la sangre / y engrandeció el dolor. // Por tus cruentos martirios / y tus dolientes horas, / por tus épicas luchas / y tu aureola triunfal. // Por tus noches sombrías / y tus bellas auroras / Cubreme siempre ¡Oh Patria / con tu Iris inmortal. //
I todo iba bonito hasta que el 2.007 el Economista Rafael Correa comenzó a trastocar todo creyendo que con eso íbamos a tener una Patria nueva y conbsiguió que en la mayor parte de las funciones públicas (desfiles, inauguraciones, eventos, etc,) se reemplace al Himno Nacional con Patria tierra sagrada. Canción que adoptó como canción de su partido político Alianza País desvirtuando a esta bellísima melodía en su esencia pues siendo una canción de profundo contenido cívico y patriótico, no puede ser impunemente manoseada con fines políticos.
También de mi juvenilia de los años cuarenta se cantaba la Marcha de las Américas que también se llamaba Himno del Panamericanismo de letra y música pegajosita y compuesto para ser ejecutado por bandas militares. Fue puesto de moda en el Ecuador en 1.942 cuando entramos a la guerra contra los países del Eje y de uso obligatorio en escuelas y colegios y el que no la cantaba era castigado, hasta que, al finalizar la Guerra en 1.945, en vista que ya no era necesaria a la política internacional de los Estados Unidos se fue olvidando paulatinamente y hoy solo la recordamos los viejos. // Un canto de amistad / de buena voluntad / unidos nos tendrá eternamente. // Por nuestra libertad / por nuestra lealtad / debemos de vivir gloriosamente. // Un símbolo de paz / que alumbrará el vivir / de todo el continente americano. // Muestra de optimismo / muestra de lealtad / será este Canto / de buena voluntad. // Argentina, Brasil y Bolivia, / Colombia, Chile y Ecuador, / Uruguay, Paraguay, Venezuela, / Guatemala y El Salvador, / Costa Rica, Haití, Nicaragua, / Honduras y Panamá, / Norteamérica, / México, Perú, / Cuba y Canadá // son hermanos soberanos / de la libertad. // Después se acordó el autor que había dejado fuera a la República Dominicana y la incorporó, pero la versión original fue la que se utilizó en nuestro país.
Cuando en 1.949 ingresé a un Colegio religioso había que saber de memoria el Himno de Cristo Rey, del padre Julio Matovelle Pesantes, fundador de los Oblatos, que dice así // Cristo Rey, vírgen María / oye el clamor de mi cantar / dile a tu hijo / Oh madre mía / que soy su esclavo hasta expirar. // Ah, no desoigas madre / el grito de mi fe / a Cristo adoro que es nuestro Padre / a Cristo adoro que es nuestro Rey, // ¡Cristo es mi Rey? / con este grito / se ha de formar la juventud / en las escuelas sea bendito / que el Él es maestro de la vitud. // Cristo es mi Rey / con ansia clame / el mundo fiel lleno de ardor / mientras el grito de gente infame / quitarme quiera, gloria y honor. // ¡Cristo es mi Rey? / su nombre santo / defienda siempre el dulce hogar. / Sea en la vida mi luz, mi encanto / y mi corona al expirar. //
Este Himno de la década de 1.920 era obligatorio en las procedsiones religiosas del día de Cristo Rey, festividad instituída a nivel mundial por el Papa Pio XI en s Encíclica del 11 de diciembre de 1.925.
Como las procesiones fueron prohibidas en Guayaquil por la Intendencia de Policía, debido a su tinte político contra los gobiernos laico – liberales de entonces que prec onizaban al Estado independiente de la Iglesia y la existencia del delito y ya no del pecado, el Obispo Carlos María de la Torre >Nieto las realizaba al interior de la American Park con la participación de los estudiantes de escuelas y colegios confesionales, vistiendo uniformes de parada como era de estilo en las ceremonias más solemnes, pero al ascender de la Torre al arzobispado de Quito, esta procedsión casyó en desuso y en mis tiempos de estudiante – los años cuarenta – ya había desaparecido, quedando únicamente la costumbre de embanderar las ventandas de los domicilios con el cuadri del Cristo Rey adornado con flores y focos que se prendían para llamar la atención de los transeúntes y muchas familias salían a recorrer las calles del centro para mirar los Cristo Reyes y decidir cual era el mejor, el más bonito, el más grande, el más lujoso y a qué familias pertenecían porque la ciudad aún era pequeña y todos nos conociamos.
El día dedicado a Cristo Rey no es fijo porque se celebra el último domingo del “amnum” o quinto domingo anterior a la navidad, de manera que su fecha oscila entre el 20 y el 26 de noviembre y con él se cierra el año litúrgico de la Iglesia.
En la antigüedad el Cristo Rey se confundía con el Pantocrator o dios todopoderoso que se veneraba en las iglesias bizantizas y que aún sigue en boga en la religión griega ortodoxa y también se le confundía con el Sagrado Corazón de Jesús ciua advocación fue introducida en el Ecuador por la Compañíka de Jesús desde la consagración de nuestra república en 1.874 por obra del jesuita Manuel José Proaño Vega.
Otros Himnos y Oraciones también solíamos cantar a coro en el colegio, pero eran sacados de la música popular española, en todo de acuerdo con la ortodoxia imperante durante el franquismo, que nos llegaba a través de sacerdotes y monjas. Recuerdo a Marcelino Pan y Vino que después fue hasta película, donde un huerfanito criado en un convento hablaba con un Cristo crucificado que adopta por padre. Otra canción de moda hablaba de un caballero que declaraba el amor que profesaba a su santa madre y le decía a su esposa que en cambio a ella la había encontrado en la calle. Finalmente, la de un joven torero que dedicaba su faena a la Vírgen al salir a enfrentar la muerte en el ruedo, pidiéndole prptección pues tenía que cuidar a su ancianita progenitora. I por la vida del toro a quien hay que pedir? otras más, pero todas de la misma laya ¡Oh térmpora, Oh mores.