412. Arizaga Luque y La Juliana

El 9 de Julio de 1.925 estalló en Quito y Guayaquil la llamada revolución Juliana, golpe dado por militar jóvenes altamente politizados, contra el gobierno del Presidente Gonzalo S. Córdova y cuando los líderes liberales de Guayaquil fueron consultados para conformar la Junta de Gobierno, se negaron a ello pero dieron los nombres de varios jóvenes notables de la ciudad, que fueron electos, Francisco Arízaga Luque entre ellos, pues había seguido de cerca los acontecimientos y apoyaba a sus amigos los oficiales del Marañón con quienes jugaba futbol los fines de semana, cuando éstos asumieron el poder.

Formado en Quito un gobierno plural compuestos por Luís Napoleón Dillon, José Rafael Bustamante y Modesto Larrea Jijón representantes de la sierra, Francisco Arízaga Luque, Pedro Pablo Garaycoa Cabanilla y Francisco Boloña Rolando por la costa, Francisco Gómez de la Torre por el ejército y Julio E. Moreno en la secretaría, los miembros se alternaban en la presidencia. Arízaga desempeñó la cartera de Educación Pública y “puso de manifiesto su sana intención política y su propósito patriótico en momentos de agitación y violencia. Fomentó la cultura popular, reformó los planes de estudio, mejoró los presupuestos universitarios, creó el Conservatorio de Música y la sección de Bellas Artes de Guayaquil, laboró por la alfabetización del campesinado, elevó los sueldos del magisterio y cuando la autonomía universitaria era sólo una aspiración, luchó por ella y la consiguió”. También estuvo por corto tiempo encargado del Ministerio de Relaciones Exteriores y el 1 de abril de 1.926, al entregar el Poder a una Segunda Junta, igualmente civil, volvió a Guayaquil.

En 1.927 recorrió con su familia varios países de América y Europa; siempre le gustó vivir bien, brindar y agasajar. Era uno de los más notables y acreditados civilistas del país. Su personalidad, don de gentes y elegante oratoria le abrían las puertas del triunfo profesional. En 1.932 compró varias manzanas de terreno en el Barrio del Centenario y poco después una villa en la Avda. Amazonas de Quito pues su figura política era conocida a nivel nacional como se demostró en 1.938 y en 1.945 al ser electo presidente de esas dos Asambleas Nacionales Constituyentes, por lo cual se ha dicho que Arízaga Luque es la figura democrática más importante en esos años, que fueron cruciales para el Ecuador y el mundo.

Nacido en Barranco, balneario de Lima, el 6 de febrero de 1.900 mientras su padre estaba desterrado por el régimen liberal de Alfaro; pero a los pocos días fue inscrito en el consulado ecuatoriano. Falleció en Guayaquil, en su villa del barrio del Centenario, la noche del 22 de octubre de 1.964. 

Caballeroso, romántico, culto y deportista, simpático y gran conversador, su personalidad dominaba en las reuniones, además sabía inglés y francés, traducía a Walt Withman y tenía gestos de gentil anfitrionía como lo demostró en una hermosas kermes del parque Seminario organizada por el Belén del Huérfano, al presentarse a la joven María Lola Murillo Arzube con un ramito de flores en la mano que recién había arrancado y así fue como inició un idilio que le llevaría al matrimonio.

Desde 1.920 había principiado a escribir en “El Guante” y en 1.922 en “El Universal” bajo el seudónimo de “Max Smeir.” El 22 de Agosto de este último año contrajo matrimonio y entró a trabajar en el estudio de su tío político el Dr. Rómulo Arzube (Febres) Cordero, Procurador de Sucesiones del Guayas, quien lo dirigió en su tesis doctoral, que tituló: “Sucesión por causa de muerte en el derecho civil ecuatoriano” y “para la matanza da obreros del 15 de Noviembre se le hizo en la garganta un nudo de rabia y de sed de justicia, tal vez entonces sus sienes pensativas fueron de las primeras en soñar en un nuevo Ecuador.”

En 1.924 graduado de abogado, se especializó en Sucesiones y puso estudio aparte en los altos de 9 de octubre entre Pichincha y Pedro Carbo. El éxito profesional no se hizo esperar, fue contratado como jefe del Departamento Jurídico del naciente Banco La Previsora, sus artículos constituían lectura obligada en la ciudad. Estaba en la primera fila para ocupar posiciones políticas en el país.