En 1.942 el Dr. Leopoldo Izquieta Pérez acababa de inaugurar el Instituto Nacional de Higiene cuando asistió a la Conferencia Sanitaria Panamericana en Washington, al regreso se acercó a la gobernación y devolvió cinco dólares que le habían sobrado de los viáticos, manifestando: Lo que a uno no le pertenece debe ser devuelto a su dueño. Cierto periodista presente le preguntó ¿Cómo ha podido Ud. concluir el edificio del Instituto casi sin contar con rentas? Lo hice con mi cajita de lata, donde suelo guardar el dinero, depositando allí lo que me tocaba robar.¡Así era la honorabilidad antañona¡Otras de sus famosas frases: Bajando tras perder una elección: El hombre verdadero no se conmueve ante la adversidad. La noche antes de morir, le dijo a su sobrino que le cuidaba y se alarmó al verle intranquilo. ¡No te preocupes todo se resuelve solo¡ murió al día siguiente. Era un carácter.
El 22 de abril de 1.937 el dictador Federico Páez expidió un Decreto que establecía la obligación de obtener una “Patente” para la elaboración y venta de productos químicos y farmacéuticos en el país, encargando el control de tal función al Instituto Nacional de Previsión Social, al que se autorizó a fundar los laboratorios necesarios para el control, análisis y estudios que demandaren dicho dictamen.
Izquieta Pérez desempeñaba el cargo de Director General de Sanidad y objetó el Decreto por cuanto el Instituto de Previsión nada tenia que hacer en el ámbito sanitario, pues el estudio de los productos químicos y especialidades farmacéuticas, su análisis y control, eran funciones netamente sanitarias, debiendo por consiguiente estar a cargo de la Sanidad.
Páez acogió la objeción y el 17 de agosto dictó un Decreto modificatorio encargando a la Sanidad el Registro y Control de Especialidades Farmacéuticas y Medicamentos en general, incluyendo Artículos de tocador con propiedades terapéuticas.
Para financiar este cometido que incluía la instalación de un laboratorio, el Gobierno creó impuestos y tasas sobre dichos análisis, confiando también su recaudación, manejo o inversión a la Sanidad, con carácter de rentas descentralizadas. La indeclinable rectitud de Izquieta Pérez en la recaudación de los impuestos y tasasy en el cuidado de los fondos hizo que en 1.939 pudiera disponer del dinero para iniciar la construcción del laboratorio y cuando empezaron a escasear los fondos comprometió su crédito con el Banco de Descuento, obteniendo un préstamo de S/. 120.000.
Su mentalidad avanzada y afán patriótico de servicio hizo que el laboratorio a construirse fuera un INSTITUTO DE INVESTIGACIÓN al servicio de la salud pública del país, no un simple laboratorio de análisis y control de medicinas. Para lograrlo buscó asesoramiento técnico y tuvo conferencias con diversas fundaciones internacionales de Salud. Con el Dr. Eugenio Suárez, Director del Instituto Bacteriológico de Chile de paso por Guayaquil hizo elaborar los planos por arquitectos chilenos para la edificación del primer cuerpo del Instituto. Con el Dr. D. Long, Comisionado viajero de la Oficina Sanitaria Panamericana, consiguió que esta Organización se interese en el proyecto y de la Fundación Rockefeller logró una ayuda que resultó decisiva.
En 1.940 la edificación estaba al terminarse en los mismos terrenos que ocupaba el antiguo laboratorio de Sanidad y antes había estado el Lazareto de Fiebre Amarilla, terrenos que obtuvo fueran ampliados por la Junta de Beneficencia. La Fundación Rockefeller envió al doctor Lewis W. Mackett, quien concretó la ayuda ofrecida: a) Suministro de equipo básico para los laboratorios por una suma de 30.000 dólares, b) Pago de honorarios por dos años a un especialista en Salud Pública, c) Concesión de becas de especialización de profesionales en el exterior, siendo una de ellas para la persona que debiera ocupar la Dirección del Instituto luego del periodo de organización. Para esta última fue designado por Izquieta Pérez, el joven Dr. Juan Montalván Cornejo. Posteriormente viajaron becados a los Estados Unidos los Dres. Roberto Nevares Vásquez, Vicente Mosquera Ferrés, José Crusellas Ventura, Luís Fernando Gómez Lince y Daniel Uriguen Bravo y al Uruguay a seguir un curso de bacteriología entérica el Dr. Clodoveo Alcívar Zevallos, d) Subvención para el Instituto por el valor de $120.000 en el primer año, con el compromiso por parte del Gobierno del Ecuador a aportar en el mismo año, igual suma.
En los primeros meses del 41 fueron trasladados al nuevo local el laboratorio de la Sanidad que funcionaba en el Lazareto de peste y el Laboratorio de Ratas y Pulgas relacionado a la Campaña Antipestosa que funcionaba en el llamado Corralón de la Sanidad de la Avenida Olmedo y Chile. El 23 de Octubre se promulgó la LEY DE CREACIÓN DEL INSTITUTO NACIONAL DE HIGIENE y fue contratado como director el Dr. Atilio Macchiavello Varas, graduado en Harvard, también llegaron los equipos de laboratorio. El 42 cuando la tifoidea atacó Guayaquil el Instituto combatió los casos de rickettsiosis, tifus exantemático clásico, Tifo murino, tracoma, bubónica, etc y se logró detener el avance de la mortífera peste.
El 43 se inauguró los Departamentos de Bacteriología e inmunología, de Patología tropical y entomología, de Vacunación BCG contra la tuberculosis y de elaboración de vacunas antivariólicas (viruela) de Química y bromatología para análisis e inscripción y control de especialidades, de Patología y Diagnóstico y preparación de medios de cultivo La fundación Rockefeller amplió su ayuda para combatir en los campos el paludismo, la anquilostomiasis y la fiebre amarilla selvática y se logró un aporte económico del Servicio Cooperativo Interamericano de Salud Pública para la ampliación del pabellón central del edificio y dos laboratorios complementarios.
El Instituto a través de los tiempos siempre prestó invalorables servicios a la salud pública. Al cumplir setenta años el 2.012 producía masivamente seis tipos de vacunas, sueros y reactivos que cubrían el amplio espectro de las necesidades nacionales, pero el Presidente Rafael Correa dictó el Decreto 1290 de creación del INSPI. Instituto Nacional de Investigación de Salud Pública y el ARCSA. Agencias Nacional de Regulación, control y vigilancia sanitarias, bajo el control del Ministerio de Salud Pública ambos con sede en Quito.
Ya no existe el Instituto. El INSPI acaba de demostrar su ineficiencia durante el presente Coronavirus pues mientras las muestras se tomaban en nuestra ciudad, su procesamiento se realizaba únicamente en Quito y los resultados se conocían en dos semanas creándose la confusión, la ineficiencia y el caos ¿Quien responde de los muertos?.