El 7 de febrero de 1.870 un violento incendio consumió la “Casa consistorial de Vinces” que para entonces tenía más de cien años de construida; las pérdidas fueron cuantiosas, desapareció el archivo y las actas de Cabildo. El Concejo se trasladó a una casita pequeña ubicada al frente y con vista a la plaza pública, donde los concejales sesionaron algunos meses con gran incomodidad.
El Dr. Ignacio de Piedrahita Racines, dueño de las haciendas “San Lorenzo”, “San Javier” y “Carreras Largas” propuso al Concejo permutar el antiguo solar municipal con otro de mayor extensión, de su propiedad, ubicado en la esquina de la plaza y la Municipalidad aceptó la oferta.
El 8 de marzo de 1871 el alcalde Juan Cueva y el escribano público Pacífico Barba hicieron los pregones de ley y no habiendo opositor ni ofertantes, se llevó a cabo la permuta, levantándose un acta que se protocolizó e inscribió como título de propiedad para ambas partes.
Piedrahita y el Dr. Isaias Gómez Carbo ayudaron a la Municipalidad con dinero y el nuevo “Palacio” se terminó en 1.878, decorado en sus interiores y exteriores con motivos clásicos y hermosas tallas de madera que aún se observan a pesar de los maltratos recibidos en tantos años de existencia. El Dr. Gómez Carbo obsequió a la Municipalidad la magnífica biblioteca de su propiedad, que aún está en servicio en los bajos del citado Palacio.
La historia del solar es como sigue: El 2 de Agosto de 1.849 comparecieron en Guayaquil ante el escribano José María Solanos, los hermanos Justo, Isidro y María Teresa Alavedra y Figuerola, como únicos herederos de su abuelo materno del Dr. Isidro Ignacio de Figuerola y García de la Peña, para vender a José Antonio Paredes y Olmedo, unos terrenos que iban “desde la población del estero de Vinces hasta el viejo pueblo de San Lorenzo, a uno y otro lado del río perdido de Baba” anotando como los más valiosos los que estaban ubicados dentro de la “población nueva de Vinces”, que habían pertenecido al susodicho Figuerola y luego a su hija María Ignacia, mujer de Gerónimo Alavedra y Corominas, natural de la villa de Monserrat, en Cataluña.
Dña. María Ignacia había mantenido en vida una Capellanía de tres mil pesos sobre una huerta de cacao conocida por eso con el nombre de “Huerta del Señor”, porque sus réditos iban a beneficio de la iglesia y especialmente a mantener la devoción a la imagen de nuestro Señor que se venera en la iglesia del pueblo nuevo de Vinces. Esta capellanía había sido fundada por el abuelo de ella el Dr. Juan Antonio de Figuerola y Paduani, natural de la isla de Córcega y primero de su apellido en llegar a estas comarcas.
Con la independencia el Dr. Figuerola, su hija, yerno y ocho nietos Alavedra emigraron a Lambayeque en el norte del Perú, donde vivían unos primos Figuerola uno de los cuales llegó a ocupar interinamente la Presidencia – el Dr. Justo Figuerola Estrada – y allí vivieron muchos años desterrados por Bolívar, por realistas impenitentes. Durante esa ausencia sus propiedades de Vinces quedaron al cuidado de un esclavo fiel llamado “Taita Mina”, que años más tarde cuidó con gran devoción al anciano Dr. Figuerola, cuando viudo de la señora Justa Calisto y Muñoz entró a clérigo, ejerció entre Vinces y Palenque, encegueció largos años y murió casi centenario, de Protonotario apostólico de San Nicolás Tolentino del Palenque.
El esclavo “Taita Mina” parece que no administró bien, durante su tiempo varios intrusos ocuparon parte de esos terrenos. “Taita Mina” vivía en Vinces con sus hijos Diego y Agustín García Figuerola, en una casa de madera construida “desde el pie de la Loma donde tuvo su casa el Dr. Figuerola – y que después destinó para casa Parroquial – y lindaba con la del Dr. Pedro Alcántara Bruno, abogado de la Real Audiencia de Buenos Aires, dividiendo estos dos solares un callejón como de dos y media varas, desde el estante de la casa del Dr. Figuerola, teniendo al fondo la “posada del esclavo José Gabriel Calisto Figuerola, a) “Taita Mina”, y al frente la calle Real, que sale al camino de Baba y por un costado la cerca de Dn. José Galecio y al otro costado las huertas de Dn. Nicolás Gómez Cornejo, vecinos distinguidos de Vinces.
Es de suponer que el Dr. Figuerola, había liberado a sus esclavos, dándoles alguna ayuda económica y que éstos vivían en sus terrenos, donde habían construido casas y hasta mantenían el negocio de la Posada.