397. El Comité De Protección De Los Inmigrantes Judíos

Max Wassermann Taub nació en Edimburg, Austria – Hungría, el 15 de mayo de 1900 por la frontera de Austria con Hungría. Fueron sus padres legítimos Noe Wassermann, acomodado agricultor que exportaba trigo a Rusia y falleció en 1933 y Doris Taub, naturales ambos de Edimburg. Fue el menor de una familia judía compuesta de cuatro hermanos.

De catorce años fue enrolado en el ejército Imperial Austro – Hungaro como soldado de infantería y enviado al frente ruso, le tomaron prisionero en un combate en que también fue herido. Llevado a Rusia, vivió durante un año en casa de un médico que le cuidó. Allí aprendió a hablar ese idioma, sabía el alemán su idioma natal y el húngaro por estar la propiedad de su padre en ese territorio.

En 1917 cesaron las hostilidades por la revolución bolchevique y pudo salir en tren a Hungría, allí se encontró con un estado de revolución permanente hasta que el Partido Comunista tomó el poder. Wassermann no era político y atendiendo a un llamado de parientes viajó a Holanda y trabajó como representante de la fábrica de sombreros italianos Borsalino confeccionados con finos paños, cuya representación consiguió para Holanda y los países escandinavos.
Fueron tiempos difíciles, la pobreza asolaba la Europa de la postguerra, Vivía en Amsterdam, no tenía temperamento religioso ni practicaba alguna religión.

Hacia 1920 la fábrica Borsalino instaló su propia representación en Holanda haciendole competencia desleal; quizá, por ese motivo, en 1923 tomó la distribución en Buenos Aires donde existía una comunidad judía poderosa y empezó a vender los Borsalinos por mayor y menor hasta que una familia italo – argentina logró la representación y se volvió a acabar el negocio.
Liquidado su contrato y previo pago de una compensación, viajó a Santiago de Chile en 1925 donde no le fue tan bien, y habiendo encontrado a su amigo Abraham Duhl se pusieron de acuerdo en venir al Ecuador, país pequeño pero con grandes posibilidades, pues estaba por firmarse un contrato con Colombia para la libre importación y exportación de productos.
En 1926 arribaron a Guayaquil e instalaron la fábrica de muebles “Pacifische Mobel Frabrik” en un solar ubicado en la manzana de 9 de Octubre, García Moreno, Avda. del Ejército y Hurtado, bajo el sistema Ford, donde cada operario se especializa en construir una determinada pieza y luego se ensamblaban todas para lograr el producto.

Lamentablemente la planeada exportación nunca se realizó porque no se firmó el convenio bilateral Colombo – ecuatoriano y tuvieron que instalar un almacén para vender los muebles en P. Ycaza y Córdova.

En 1927 contrajo matrimonio con María Angélica” Ceballos Loza, quiteña, en quien tendrá cuatro hijos. En 1931, liquidado el negocio, comenzaron a importar piezas de loza y de hierro enlozado y a venderlas por mayor y menor en el mismo almacén. La sociedad se mantuvo hasta 1.935 en que el Sr. Duhl viajó a Chile; Wassermann continuó con el negocio hasta 1.952, que salió del país, encargándolo a su paisano Erwin Hess.
En años anteriores a la Segunda Guerra mundial, dado su carácter jovial y extrovertido, hacía vida de sociedad y asistía a las reuniones del Club Alemán, antiguamente conocido como Germania, que funcionaba en el segundo piso de P, Ycaza y Córdova.

Después de la muerte de su padre en 1933, su único hermano pasó a Karishad, Checoeslovaquia, con su madre y dos hermanas, donde se establecieron. Allí vivieron con mucha comodidad, pero al suscitarse los primeros síntomas de agresividad del nazismo, Wassermann les escribió desde Guayaquil aconsejándoles salir a tiempo, sin que le hicieran caso. Nunca más se volvió a saber de ellos, desaparecieron en la guerra como tantos millones de judíos asesinados en las calles o en los campos de concentración.

En 1935 le visitaron varios miembros de la Comunidad de New York con el objeto de ofrecerle la presidencia del Comité de Protección a los Inmigrantes Judíos, gravísima responsabilidad que significaba la vida de miles de seres humanos. Wassermann aceptó sin titubear, sabiendo que tal cargo le ocasionaría una merma en sus actividades mercantiles y quizá hasta numerosos enemigos.
Por entonces terminó su matrimonio en divorció y pasó a vivir en Rocafuerte entre Junín y Roca. En la planta baja funcionaba su almacén y en los altos se instaló con sus hijos hombres, pues las mujercitas quedaron con la madre.
De la comunidad consiguió dos ayudantes y un secretario. El primero que tuvo fue Werner Kemplerer y el segundo un Dr. Jackobson.

En 1938 gestionó con Adolfo H. Simmonds y el Arzobispo Carlos María de la Torre que la Asamblea Nacional Constituyente apruebe una ley por la cual se abrieron las puertas de nuestro país a la inmigración judía fijando una cuota de diez mil familias que se dedicarían únicamente a la agricultura.
Esta ley derogó el decreto dictatorial dictado en Guayaquil, el 18 de Enero de 1937, por el General Alberto Enríquez Gallo, que ordenaba la salida en treinta días del país a los ciudadanos de orígen judíos que no se estuvieren dedicando a labores agrícolas.

La coordinación sionista se realizaba entre New York y Europa y así fue como empezaron a llegar cientos de refugiados que habían perdido sus comercios y capitales pero salvaban sus vidas en el nuevo mundo. Al finalizar la guerra el año 46 muchos de ellos viajaron a otros países llamados por sus familiares y/o amigos, pero una buena parte se afincó en el Ecuador donde viven sus descendientes hasta ahora.

En 1940 se cambió a Clemente Ballén y Pedro Carbo, y trasladó el almacén a Luque y Pedro Carbo, funcionando con el nombre de M. Wassermann. El 41 recibió la visita de los hermanos Robert y John Reed de la Comisión Interamericana contra la Quinta Columna y desde entonces ambas oficinas marcharon Juntas en la lucha contra el nazismo.
Ese año contrajo segundas nupcias con Mary Cohen, natural de Wuppertal – ErbefeId, Alemania, quien había llegado al país como inmigrante judía. Ella se hizo cargo del negocio mientras él dirigía la campaña a nivel nacional. Tuvieron familia y fueron felices.

Dedicaba a los inmigrantes casi todo su tiempo ayudándoles a entrar al país, tramitando sus visas, consiguiendo ropa, alimentos y alojamiento porque algunos venían desprovistos hasta de lo más mínimo. La mayoría llegaban extenuados psicológicamente dejando en Europa a parientes y familiares que sabían que morirían irremediablemente. Otros querían suicidarse y entonces era el amigo el que les aconsejaba e infundía valor. Finalmente, en muchos casos, cuando se trataba de profesionales que no tenían experiencia comercial, debía orientarlos en el mundo de los negocios y hasta enseñarles rudimentos de contabilidad. No faltando quienes utilizaban su tiempo como traductor, pues no sabían el idioma español, que lograron aprender con mucha dificultad y a través de diccionarios y lecciones.

En 1946, tras la terminación del conflicto, finalmente volvió a la normalidad. Un año después viajó a comprar hierro enlozado en el Japón, llamado por su amigo Tadao Sato, a quien había conocido y tratado en Guayaquil antes de la guerra. Fue el primero en viajar al Japón de la postguerra, hizo buenos negocios y logró introducir la mercadería japonesa, sobre todo hierro enlozado, en el mercado nacional.

En 1952, más por complacer a su esposa, debido al calor que la enfermaba en Guayaquil, viajó a New York con ella y con todas sus hijas, pero no se acostumbraron por las distancias. El 53 pasaron en vapor trasatlántico a Bremen. 

El 54 se instalaron en Amsterdam y desempeñó el Consulado General ad-honorem del Ecuador en dicho puerto. Su hija Kladdy Wasserman casó con Edward Van Huist y pusieron una importación de tejidos del Asía (Japón, Taiwán, Hong Kong), ganando mucho dinero.

Con su hijo político Wim Pronk, esposo de Doris Wassermann, fundó un negocio de pieles. Con un cuñado: Max Cohen, trabajó en Dusseldorf, importando equipos dentales de los Estados Unidos. Con Peter OIsner, marido de otra Cohen, que trajo de Israel, puso una óptica exitosamente en Berlín.

Tantos negocios le obligaban a viajar mucho, sobre todo al lejano oriente. Pasaba las vacaciones en México con su señora en casa de su amigo Pohorille, a quien había conocido en el Ecuador, pues también estaba casado con una dama quiteña. El había sido cuñado de un Ministro de Guerra del Paraguay y gozaba de gran fortuna lograda en negocios de armas durante la guerra del Chaco en 1936.
De sus hijos: Kurt Wassermann vivía en México dedicado a la exportación de productos minerales, Carlos Wasserman era Presidente de un banco en New York y Katty Wasserman estaba casada en Miami con el guayaquileño Enrique Intriago Dunn, todos con hijos.

Retirado desde 1978 en Amberes con su esposa y con la familia de una de sus hijas, tenía por costumbre hacer negocios y obsequiárselos a sus parientes, pues nunca fue avaricioso con el dinero, que usaban sanamente, sin extralimitarse, hasta que el 26 de Octubre de 1986 falleció de ochenta y seis años de edad, en la Clínica Israelita de esa ciudad belga, a consecuencia de un derrame cerebral.
Jovial, activo, inteligente, dinámico y servicial, tales sus características principales. Nunca consideró sus acciones en pro de los inmigrantes pues era de carácter modesto, aunque sabía la importancia de esos servicios. Su conversación sabrosa en anécdotas y episodios vividos en Sudamérica.
En lo personal era más bien gordo, sin llegar a obeso de estatura mediana, tez blanca y pelo café. Fue muy amigo del Dr. Carlos Palacios Sáenz, su colaborador durante la guerra.

Su hijo Carlos le recuerda con afecto y de él he tomado la siguiente anécdota. Iban en un tren a Quito Adolfo H. Simmonds, Juan Emilio Murillo y Max Wassermann. A Murillo comenzó a molestarle una muela. Wassermann le recomendó que dijera tres veces: A mí no me importa el dolor de la muela, lo que aceptó Murillo más por llevarle la cuerda y al terminar el tercer ‘A mi no me importa el dolor de muela, Wassermann le contestó rápido: “A mí tampoco”, dejándole chasqueado y ¡Oh sorpresa! de la risotada que lanzó Murillo al verse burlado como un niño, se le pasó el dolor o por lo menos ya no se acordó tanto de el y siguieron los tres viajeros conversando amigablemente.