36. Cosas de mi tierra, las inundaciones

Contaba el sabio Teodoro Wolf que hace un millón de años el golfo de Guayaquil llegaba hasta Santo Domingo de los Colorados y Manabí era una isla, pero que las tierras de aluvión que bajan de la Cordillera de los Andes sirvieron de relleno. Por eso la zona norte de la cuenca del Guayas (Santo Domingo, Quevedo) es más alta que la zona sur (Babahoyo) Igualmente predijo que a futuro el golfo desaparecerá, Guayaquil quedará encerrada y la isla Puná se unirá al perfil costanero.

Cuando arribaron los españoles los cerros Santa Ana y del Carmen se transformaban en islas durante la estación invernal, que duraba seis meses de diciembre a mayo, con lluvias torrenciales debido a la proximidad de los bosques. Fueron nuestros mayores los que hicieron habitable la zona, rellenando los pantanos, construyendo caminos, calles y plazas.

Durante los primeros años los vecinos vivieron en el cerro, aunque no faltaban los valientes que se lanzaban a habitar en las faldas y sus zonas aledañas a fuer de que en cada estación invernal se inundaran sus viviendas. Uno de los Caciques Caiche de Daule tuvo casa de madera y techo de paja en la esquina de Julián Coronel y Rocafuerte, que entonces era solo un Callejón llamado del Tigre, pues que para evitar visitas nocturnas el bueno de Caiche a las seis de la tarde soltaba un  tigrillo que tenía amaestrado y no había ladrón ni enamorado de sus hijas que se atreviera a transitar por la zona, que años más tarde pasó a ser  conocida como la boca del pozo, por  un ojo de agua dulce que fluía naturalmente y por el  pozo artesiano que construyó el vecindario.

La primera plaza pública llamó de Santo Domingo por la iglesia y convento de ese nombre, luego se prolongó hacia el río y formó la plazoleta de la Pura y Limpia Concepción por una capilla donde se adoraba la imagen de madera de la virgen del Soto, cuya cofradía fundaron los hijos del Capitán Toribio de Castro y Grijuela, a) el de la mano santa, por un milagro recibido de niño cuando habitaba en la villa de Iruz en Vizcaya.

Con el paso de los años nuevos pobladores fueron ubicándose a lo largo de una calzada que llamó la  Calle Ancha y habitando otros callejones – hoy solo queda el callejón Magallanes – y formaron las famosas quintas que eran solares grandes con árboles frutales y residencias de madera – las últimas que subsistieron fueron la quinta Medina donada por sus propietarias al Dr. Abel Gilbert para la construcción de la clínica Guayaquil, la quinta Roditti, la quinta Pareja con su famosa puerta de fierro,  rellenada y urbanizada en 1.946 por nustra municipalidad, durante la alcaldía del Dr. Rafael Mendoza Avilés, y la quinta de Antonio Madinyá vendida al Dr. Roberto Leví en 1.932 quien la rebautizó como Quinta Piedad. La calle Ancha fue ampliada con un puente de madera mandado a reconstruir por el Corregidor Jerónimo Boza para visitar por las noches a su amante doña Petra Tomalá del Castillo

En 1.693 el Cabildo decidió trasladarse a la Ciudad Nueva en Puerto Cazones (Municipalidad de hoy) y numerosos vecinos armaron sus bártulos y se vinieron al centro, formando con el tiempo el primer barrio del Astillero (entre las calles Diez de Agosto y el después llamado Estero de san Carlos   que se rellenó en 1.892 para formar la actual Avenida Olmedo) después de eso las industrias se trasladaron a la calle de las Industrias, hoy Eloy Alfaro su continuación el nuevo barrio del Astillero. Todo en la otra orilla.

Para la independencia en 1.820 la actual Boyacá era la última del plano urbano, es decir, los extramuros y por eso servía para las curtiembres que como se sabe tienen un olor penetrante. La parte posterior de la Catedral era ocupada por el cementerio. Luego nada más, pampa solamente, sartenejas inundables, sitio para ganado.

Las aguas del estero Salado se unían a las de la ría en las altas mareas formandose una gigantesca laguna que el gobernador Vicente Rocafuerte en 1.842 terminó, haciendo construir un contén de tierra, hoy calle Lorenzo de Garaicoa; sin embargo, en cada invierno, las calles seguían inundándose por falta de drenaje, vease los dibujos de Virgilio Jaime Salinas, hasta que el gobierno contrató a la compañía White y los trabajos de saneamiento.

La actividad mercantil de Guayaquil se realizaba en el centro (Calle Pichincha o del Comercio y sus aledañas) Los bienes de consumo arribaban en canoas, balandras y balsas al malecón donde existía un mercadillo frente a la Municipalidad, que dio paso al Mercado Sur. Las damas y sus domésticas iban de noche a aprovisionarse de alimentos pues era mal visto que lo hicieran de día. Cascarear mangos en el malecón de la ría era una actividad usual, así como pescar desde las casas de Las Peñas, barrio que se tenía como extremadamente saludable por la brisa y el paisaje, de manea que algunas familias pudientes poseían casa de descanso que ocupaban entre las tardes del viernes y las del Domingo que regresaban a la ciudad.