337. La Crisis Liberal De 1923

Cuando Víctor Manuel Rendón Pérez regresó a Guayaquil en 1.920, después de servir al país en el consulado General en París, como Jefe de la Misión Especial ante el Rey Alfonso XIII de España y en calidad de miembro de la II Corte Internacional de La Haya, numerosos intelectuales sé dieron cita en el barco para presentarle sus respetos y brindarle una calurosa bienvenida.  Entonces el viejo diplomático les recitó un poemita suyo compuesto para la ocasión, muy folklórico, por cierto, que causó desasosiego y comenzaba así: VENGO A GUAYAQUIL. // Vengo a Guayaquil /a vestirme de dril / a comer perejil … y de allí le resultó el apodo de Perejil con que se le conoció desde entonces y su fama de poeta bucólico que gustaba de cantar endechas a nuestros campos y en general a los carmenes floridos del litoral. Para colmos, un chusco también puso su granito de arena y le sacó estos malos versos: A Perejil. // De Samborondón las ollas / de Daule los aguacates / y de perejil / los disparates…//

I pasaron los días y una tarde que don Víctor Manuel estaba en la suite que alquilaba en el Gran Hotel, fue visitado por su amigo personal el Presidente electo Dr. José Luis Tamayo, quien le propuso el Ministerio de Relaciones Exteriores para ejercerlo desde agosto que se posesionaría en Quito. Rendón agradeció la deferencia, pero no dijo ni que si, ni que no, porque su salud estaba algo delicada debido a que sufría de presión arterial elevada y la altura de Quito no le hubiera asentado y en ésta duda se mantuvo hasta que pocos días antes de que Tamayo inaugurara su período, le mando su excusa. Por esta razón el electo Presidente tuvo que escoger de apuro, nombramiento que recayó en la persona del Dr. Nicolás Clemente Ponce, político conservador, quien aceptó encantado y de inmediato se entregó en manos del Arzobispo de Quito, el inteligentísimo Dr. Manuel María Pólit, convertido de la noche a la mañana en el poder tras el trono, pues hasta los palanqueadores tenían que visitarle para conseguir algo en ese ministerio.

Esta situación causaba repugnancia en el partido Liberal que por primera vez veía disminuidos sus derechos y el asunto se volvió candente cuando el Diputado de Esmeraldas, coronel  Pedro Concha Torres,  denunció al país lo que consideraba un crimen de lesa patria, es decir, la designación del Dr. Alberto Muñoz Vernaza como Ministro Juez de la Corte Superior de Justicia del Azuay. Cabe indicar que Muñoz Vernaza había sido Jefe Militar de Cuenca en 1.887 durante el fusilamiento del héroe liberal Luis Vargas Torres y al decir de los diputados esmeraldeños sus manos estaban tintas de sangre y como Concha era hermano de madre de Vargas Torres y cuñado del Presidente Tamayo, el asunto tuvo enormes resonancias políticas a más de las familiares. En otras palabras, constituyó un escándalo nacional, aunque Muñoz Vernaza de todas maneras se posesionó y comenzó a actuar como si no le importara en lo más mínimo la situación poco honrosa en la que había caído el Presidente de la República por causa suya.

a finales de año ocurrió la masacre del 15 de noviembre de 1.922 y el gobierno comenzó á tambalear. Tamayo comprendió lo difícil de su situación y formó un gabinete de concentración llamando a colaborar a numerosos conservadores que habían estado alejados de la política desde hacía más de un cuarto de siglo, propiamente desde el 95. Era, pues, el principio del fin de la era liberal por el acercamiento a sus mortales enemigos los conservadores. El Arzobispo batió palmas porque veía acrecentar su poder y los dirigentes del partido de las luces convocaron a una Asamblea que se instaló en el teatro Sucre donde pronunció un vibrante discurso Luis Napoleón Dillon, despertando la indignación de los delegados, que designaron una comisión de notables para que se traslade al Palacio de Gobierno con el fin de convencer al Presidente Tamayo de la necesidad de volver al seno del partido, pero las negociaciones no prosperaron y los liberales se fueron a la oposición, acusando a Tamayo de sujeto engreído y hasta de tránsfuga; sin embargo éste se defendió declarando que la formación del  nuevo Partido Nacional u oficialista era una necesidad de los nuevos tiempos y que todos los ecuatorianos podían formar parte de él y colaborar con su régimen. Demás está decir que muchos lo hicieron y no se crea que por egoístas intereses personales, no señor, lo hicieron por patriotismo.

La Asamblea Liberal de 1.923 aprobó una Declaración de Principios que sirvió de Ideario Político por años. Entre los autores intelectuales de tan importante documento esta Pío Jaramillo Alvarado, quien adoptó el seudónimo de Petronio para abrir fuego contra el régimen desde las páginas del Diario El Día de Quito y pronto hizo popular su columna, al punto que se constituyó en el primer opositor del gobierno. 1923 fue un año de terribles luchas políticas y significó para el liberalismo ecuatoriano el principio de la crisis general del partido,

En 1.924 la juventud liberal propugnaba un cambio, pero los viejos se impusieron y sacaron adelante la candidatura del Dr. Gonzalo S. Córdova quién triunfó casi sin oposición por ser el candidato oficial, pero estaba muy cansado, sufría del corazón y se agitaba con gran facilidad, no era ni la sombra de lo que había sido en su juventud, cuando fusil al hombro había luchado en los campos de batalla por el triunfo del radicalismo ecuatoriano. Durante su breve período presidencial (10 de agosto de 1.924 al 9 de Julio del 25) pasaba mucho tiempo en Guayaquil donde el clima y el nivel del mar le era benigno para su mal cardíaco, evitando casi de continuo permanecer en la altura. Finalmente fue derrocado por una revolución de militares jóvenes. Dicen que al serle exigida la renuncia en su despacho comentó a sus ministros ¡Mientras más conozco a los hombres, más quiero a los animales ¡

Quince años después, el día 9 de octubre de 1.940, moría en Guayaquil Víctor Manuel Rendón, conforme lo había predicho, porque era muy patriota. Meses antes había publicado un Curriculum Vitae y allí consta el siguiente poema final titulado ¿Qué importa? / / Cuando vine a la tierra nada traje / nada tampoco, de los galardones / obtenidos en premio a mis acciones / he de llevarme en el supremo viaje. // No iré, de los gusanos, al ultraje, / con el bordado frac de áureos galones, / ostentado en patrióticas funciones / será el sudario mi único ropaje // Los ecos del aprecio y simpatía / que, dentro y fuera de la Patria mía, / suenan, tal vez, honrando mi memoria. / no impedirá pudrirse a mis despojos; / mas ¿Qué importa señor, si tus enojos / no excluyen mi alma de tu eterna gloria? // y ordenó que lo enterraran amortajado para que se cumpliera su inspirado deseo de morir con humildad !