305. Orígenes Y Consecuencias Del Día Del Trabajo

A partir del invento de los motores a vapor se empezó a sustituir la mano de obra artesanal por otra obrera especializada. Las grandes ciudades de Europa y los Estados Unidos vieron el crecimiento de una inmensa clase proletaria que se debatía en la más absoluta pobreza y a los niños realizando labores impropias de su edad.

Pronto surgieron voces de protesta, exigiendo reivindicaciones, el aumento de los escuálidos salarios, el establecimiento de la jornada de ocho horas para el trabajo, ocho para el sueño y ocho para el hogar.

La mayoría de los obreros empezaron a unirse en filiales que en el siglo XIX era lideradas por elementos socialistas y anarquistas. En 1884 la American Federation de los Estados Unidos exigió la jornada de ocho horas. El 1 de mayo del 86 sus 200.000 afiliados declararon la huelga en Chicago. El día 2 de la policía disolvió una manifestación de 50.000 obreros. El 3 se enfrentaron los huelguistas a los rompehuelgas contratados por la parte patronal; se produjo una pelea campal, intervino la policía, hubo 6 muertos y varias docenas de heridos. El periodista Adolf Fischer del diario Arbeiter Zeitung redactó una proclama impresa en 25.000 volantes que comenzaban así: ” Trabajadores, la guerra de clases ha comenzado. Ayer frente a la fábrica Mc Cormick se fusiló a los obreros. ¡Su sangre pide venganza!” y convocaba a un acto de protesta para el día siguiente, 4 de mayo en la plaza Haymarket, a las 7 y media de la noche. El alcalde Harrison otorgó el permiso.

20,000 trabajadores se congregaron a las a la hora señalada pero explotó una bomba entre los 180 policías que custodiaban el acto, matando a uno y dejando varios heridos. Entonces se multiplicaron los disparos a quemarropa contra la multitud, el número de obreros “fusilados” fue incontable. Al día siguiente las autoridades declararon el estado de sitio y comenzó la cacería de miles de trabajadores y dirigentes sindicales acusados de socialistas y anarquistas, pues se pensó que la bomba había sido arrojada por algún obrero anarco — sindicalista, de los muchos que trabajaban en Chicago. Los prisioneros eran torturados, otros fueron despedidos de las fábricas, acusados de complicidad en el asesinato del policía.

El 21 de junio se inició un juicio contra los líderes del movimiento obrero de Chicago, tres de los cuales fueron condenados a largas penas de prisión (Samuel Bielden, inglés, cadena perpetua. Oscar Neebe, americano, quince años. Oscar Schwab, alemán, cadena perpetua) y cinco a ser ahorcados casi enseguida, el 11 de noviembre (George Engel, alemán. Adolf Fischer, alemán. Albert Parsons, americano. Agust Spies, alemán. Louis Lingg, alemán, quien se suicidó dentro de su celda pocos momentos antes de la ejecución, fumando un cigarrillo que contenía dinamita y voló en pedazos). Aparte por esos días residía en Chicago el ilustre patriota cubano José Martí, que no se ha referido el suplicio de los dirigentes obreros: “Los cuatro salen de su celda. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las manos por la espalda con esposas, les ciñen  los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca, como los catecúmenos cristianos. Abajo está la concurrencia sentada en hilera de sillas delante de cadalso, como en un teatro. Firmeza en el rostro de Fischer, plegaria en el de Spies, orgullo en el de Parsons. Engel hace un chiste a propósito de su capucha. Spies grita: La voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera decir yo ahora. Les bajan las capuchas, luego de una seña, un ruido, la trampa cede y los cuatro cuerpos caen y se balancean en una danza espantable”.

Con el juicio se quiso castigar al movimiento anarquista internacional, la mayoría de los enjuiciados eran inmigrantes intelectuales pobres (alemanes, rusos, italianos, irlandeses, españoles, polacos y profesaban esa ideología política).

Mas, el levantamiento obrero de Chicago fue de tal proporción que obligó a los sectores patronales norteamericanos a otorgar la jornada de ocho horas diarias a varios cientos de miles de sus trabajadores, impulsando los obreros indiferentes a afiliarse a las organizaciones sindicales.

En 1889 el Congreso Mundial Obrero de París declaró al 1 de mayo como día Universal del Trabajo. Federico Engels en la edición de 1890 del Manifiesto Comunista, lamentó que no estuviera vivo Carlos Marx para festejar este triunfo del proletario.

EL 1 DE MAYO EN ECUADOR

La fecha había pasado totalmente inadvertida en nuestro país hasta que en 1913 se formó en Guayaquil un comité obrero, bajo la presidencia del notable bibliógrafo nacional Dr. Carlos A. Ronaldo Lobatón, quién solicitó al presidente Leónidas plaza Gutiérrez, la declaratoria del 1 de mayo como Día del Trabajo, con carácter festivo y nacional. Haciéndose eco de tan feliz iniciativa, numerosos periodistas comenzaron a escribir sobre la importancia mundial de la fecha; finalmente el ejecutivo expidió la ley en 1915.

Ese 1 de mayo los obreros sindicalistas desfilaron por primera ocasión: veinte y siete organizaciones sindicales, tres bandas de música, tres escuelas de la sociedades obreras, un carro alegórico y los miembros del Comité del Día del Trabajo, siendo el artífice de la elaboración del desfile el líder obrero Agustín Freire y Icaza, quién se encontraba formando organizaciones obreras en Guayaquil, Daule, Progreso y bajada de Chanduy. Aparte colaboraba en la sociedad de Cacahueros de Tomás H. Briones, la de Gasfiteros y plomeros de José Ignacio Guzmán Silva, de Carpinteros, de Tipógrafos -que personalmente dirigía-, de Costureras, que presidía su esposa Clara Aurora Potes de Freire, la Sociedad Hijos del Trabajo, fundada años atrás por el líder cubano Miguel Albuquerque Vives.

Agustín Freire Icaza (1883 — 1950) habiendo quedado huérfano de padre a temprana edad, estudió tipografía en la Escuela de Artes y Oficios de la Sociedad Filantrópica del Guayas, graduándose con tan buenas notas que sus superiores le permitieron quedarse trabajando allí en premio a sus merecimientos. Bombero de la compañía Ecuador, figuró en 1889 entre los fundadores del Club de Trabajadores Guayas, de instrucción, recreo y beneficencia de larga trayectoria entre el obrerismo. De larga trayectoria entre el obrerismo. Anualmente se encargaba de organizar picnics a diferentes sitios, saliendo temprano y en canoas, porque no existían aún las carreteras. En 1912 ocupó la presidencia. Estimable, servicial y afectuoso, afiliado al partido Liberal, conformó la Junta Provincial del Guayas. Culto y hasta victoriano en sus maneras, ocupó por largos años la dirección de la Imprenta de la Filantrópica y la cátedra de Tipografía.

En 1920 desempeñó la Secretaría de la Junta Organizadora del II Congreso Nacional Obrero reunido en Guayaquil, que puso final al antiguo sistema de las Sociedades de Auxilios Mutuos, para dar paso al moderno sindicalismo, más acorde al avance de los tiempos, terminando con las diferencias de Edad Media entre maestros de talleres, operarios y obreros. Ese año asistió como diputado al Congreso Nacional y obtuvo la Ley Reglamentaria de Trabajo, que fijó en ocho horas la jornada diaria, con descanso los domingos. Muy posterior fue la ley que dictaminó que los sábados no se trabaje, llamada también del Sábado inglés.

EL 1 DE MAYO EN ECUADOR

La fecha había pasado totalmente inadvertida en nuestro país hasta que en 1913 se formó en Guayaquil un comité obrero, bajo la presidencia del notable bibliógrafo nacional Dr. Carlos A. Ronaldo Lobatón, quién solicitó al presidente Leónidas plaza Gutiérrez, la declaratoria del 1 de mayo como Día del Trabajo, con carácter festivo y nacional. Haciéndose eco de tan feliz iniciativa, numerosos periodistas comenzaron a escribir sobre la importancia mundial de la fecha; finalmente el ejecutivo expidió la ley en 1915.

Ese 1 de mayo los obreros sindicalistas desfilaron por primera ocasión: veinte y siete organizaciones sindicales, tres bandas de música, tres escuelas de la sociedades obreras, un carro alegórico y los miembros del Comité del Día del Trabajo, siendo el artífice de la elaboración del desfile el líder obrero Agustín Freire y Icaza, quién se encontraba formando organizaciones obreras en Guayaquil, Daule, Progreso y bajada de Chanduy. Aparte colaboraba en la sociedad de Cacahueros de Tomás H. Briones, la de Gasfiteros y plomeros de José Ignacio Guzmán Silva, de Carpinteros, de Tipógrafos -que personalmente dirigía-, de Costureras, que presidía su esposa Clara Aurora Potes de Freire, la Sociedad Hijos del Trabajo, fundada años atrás por el líder cubano Miguel Albuquerque Vives.

Agustín Freire Icaza (1883 — 1950) habiendo quedado huérfano de padre a temprana edad, estudió tipografía en la Escuela de Artes y Oficios de la Sociedad Filantrópica del Guayas, graduándose con tan buenas notas que sus superiores le permitieron quedarse trabajando allí en premio a sus merecimientos. Bombero de la compañía Ecuador, figuró en 1889 entre los fundadores del Club de Trabajadores Guayas, de instrucción, recreo y beneficencia de larga trayectoria entre el obrerismo. De larga trayectoria entre el obrerismo. Anualmente se encargaba de organizar picnics a diferentes sitios, saliendo temprano y en canoas, porque no existían aún las carreteras. En 1912 ocupó la presidencia. Estimable, servicial y afectuoso, afiliado al partido Liberal, conformó la Junta Provincial del Guayas. Culto y hasta victoriano en sus maneras, ocupó por largos años la dirección de la Imprenta de la Filantrópica y la cátedra de Tipografía.

En 1920 desempeñó la Secretaría de la Junta Organizadora del II Congreso Nacional Obrero reunido en Guayaquil, que puso final al antiguo sistema de las Sociedades de Auxilios Mutuos, para dar paso al moderno sindicalismo, más acorde al avance de los tiempos, terminando con las diferencias de Edad Media entre maestros de talleres, operarios y obreros. Ese año asistió como diputado al Congreso Nacional y obtuvo la Ley Reglamentaria de Trabajo, que fijó en ocho horas la jornada diaria, con descanso los domingos. Muy posterior fue la ley que dictaminó que los sábados no se trabaje, llamada también del Sábado inglés.

Tras la masacre del 15 de noviembre de 1922 guardó prisión por varios días. El 31 fue Concejal del Cantón Guayaquil. El 49 fue declarado Artesano Benemérito, por los asistentes del Congreso de Trabajadores, Artesanos y Obreros. Ya se encontraba enfermó a consecuencia de una caída y la rotura del fémur, pero trabajó hasta el último día de mi vida, falleciendo al ingresar a los talleres de la imprenta de la filantrópica, el 26 de diciembre de 1950 a consecuencia de un infarto, pues se había agripado y sufrió un vértigo una avenida de Guayaquil y una calle de Daule llevan su ilustre nombre.