285. Los héroes de Torres Causana

A principios de l.903 el Comandante Lauro Guerrero (Catacocha, Provincia de Loja, 1.873) se encontraba de guarnición en el Napo cuando se supo que el gobierno peruano pretendía la zona del río Aguarico. El día l3 de mayo cuatro soldados ecuatorianos tomaron posesión de la desembocadura del Curaray con el objeto de establecer una aduana. El gobierno peruano – alegando que esa zona estaba dentro de su jurisdicción territorial –  despachó tropas que los apresaron y llevaron a Iquitos donde en breve obtuvieron su libertad. El 23 de mayo, el Dr. Melitón Porras, Ministro peruano en Quito, provocó una conferencia con el Canciller Miguel Valverde, para demarcar una línea provisoria de frontera en las tierras del bajo Napo. Poco después diez soldados ecuatorianos llegaron al punto de Angoteros. Enterados los peruanos de este avance, salieron noventa soldados de Iquitos a bordo de la lancha Cahuapanas. El 25 de junio se encontraron y produjo el combate, cuatro ecuatorianos murieron, otros cuatro fueron tomados prisioneros y quedó destruido el establecimiento – también llamado hacienda – propiedad del colono ecuatoriano Ignacio F. Peñafiel y avaluado en 77.700 pesos. Hubo reclamaciones diplomáticas, se llegó a un acuerdo y el asunto fue sometió al arbitraje, que por falta de interés de las partes quedó sin efecto.

A principios de l.904 Guerrero recibió 10.000 sucres en Quito para el pago de los sueldos de los empleados de la región del Napo, pero a causa de un descuido de los tripulantes de la canoa en que viajaba, ésta zozobró perdiéndose el dinero, Guerrero salvó milagrosamente la vida a pesar que no sabía nadar. Sus superiores en le ordenaron que se estacione en el oriente con doce soldados de cada uno de los batallones Carchi, Guardia de Honor y Pichincha, a fin de impedir la continuación del avance peruano por el río Napo. Salieron el 27 de junio Guerrero y sus treinta y seis hombres por la zona de Tumbaco a Papallacta, enfilaron a Baeza y tras largas caminatas arribaron al río Aguarico con víveres, armamentos, municiones y un pequeño cañón marca Wilfort con sistema de antecarga y que al ser usado no cumplió con su cometido. Encontrado el Comandante territorial Carlos Saa Rivadeneira, éste envió el 26 de Julio una Nota al Comandante peruano acantonado en el sitio Torres Causana o Solano, recientemente bautizado por ellos como Bolognesi, conminándole a desocuparlo. Contestó el Jefe Juan F. Chávez Valdivia diciendo que se hallaba en tierra peruana.

El día 27 Guerrero tomó un atajo por la selva a fin de sorprenderlos y a las nueve de la mañana del 28 de Julio, que celebraban el día nacional, fueron avistados. El Jefe ecuatoriano envió al Comandante Vicente M. Bravo intimando la desocupación del lugar, pero le dijeron que pronto llegaría el Prefecto de Iquitos con quien tendría que hablar. Con esta respuesta, Rivadeneira dispuso el combate porque tenía órdenes expresas del gobierno para realizar el desalojo y dividió a su gente en dos guerrillas. La primera bajo las órdenes de Lauro Guerrero y la segunda con Vicente M. Bravo a la cabeza.

Iniciado el choque armado los ecuatorianos desalojaron al enemigo, pero se iban quedando sin municiones. El ruido hizo que los soldados del destacamento peruano Santa María arribaran a marcha forzada dos horas más tarde y los nuestros tuvieran que retirarse ordenadamente al interior de la selva. Guerrero había visto izada la bandera peruana y a pesar de haber recibido una herida se acercó, logró arriarla y cuando iba a izar el pabellón tricolor una descarga de fusilería le tendió en el suelo.

Terminado el combate los soldados peruanos repasaron a los muertos y heridos con bayoneta calada. Más tarde consiguieron kerosene y quemaron los cadáveres, pero no tuvieron el valor necesario para internarse en la selva a perseguir a los sobrevivientes en su honrosa retirada.

En Torres Causana murieron veinte jóvenes soldados ecuatorianos, el Teniente Coronel Lauro Guerrero Becerra y el Comandante Adolfo S. Rivadeneira. Nuevamente hubo la consabida reclamación diplomática peruana en Quito y de no haber sido por el arribo de Ramón Menéndez Pidal, Comisionado del Rey Alfonso XIII de España en virtud del arbitraje de l.887, debido a la exaltación del populacho en las principales ciudades del Perú y Ecuador, ambas naciones habrían ido a la guerra.

Al estallar la revolución del 5 de junio de l.895 en Guayaquil, Lauro Guerrero Becerra se enroló en el ejército liberal y asistió al combate de Loja el 29 de julio siguiente contra el Encargado Arístides Rivadeneira Ponce. El 29 de agosto de l.896 combatió en Cajanuma a la reacción ultramontana del centro de la república y batió en Tulcán a los guerrilleros enviados por el Obispo Schumacher que habían repasado la frontera norte y amenazaban avanzar a Quito. Su heroico sacrificio en Torres Causana le convertiría en Héroe Nacional.