27. El Neoindigenismo

La conquista española destruyó a las sociedades andinas que habitaban los actuales territorios de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y el norte de Argentina y Chile, cuyas nobles y respetables instituciones tenían cuatro mil años de desarrollo autónomo. La conquista trasplantó a estos territorios otras costumbres exógenas al medio, creando un caos social sin precedente, inicio de una terrible situación de opresión, marginación y explotación de la raza vencedora sobre la vencida, panorama que aún no termina.

En la Costa ecuatoriana los pequeños núcleos indígenas urbanos desaparecieron y los individuos supervivientes (cholos) y los amestizados del centro del Litoral (montubios) no pudieron resistirse, de manera que viven, hablan, comen, visten y piensan a la usanza de los blancos, con mayor razón ahora que sufren la diaria influencia de diarios, revistas, cines, radios, canales de TV, banda ancha de Internet, etc., todo contribuye a globalizarlos. 

No ha sucedido lo mismo en los valles interandinos donde los mestizos han adoptado un sincretismo cultural en la vida cotidiana, manifestaciones religiosas y costumbrismos populares. En los páramos, en cambio, se encuentra una permanente actitud rebelde, vital y hasta evolutiva en el campesinado – son los hatun runas – que les ha permitido organizarse en patrones no occidentales llamados comunidades, con su propia lógica, dinámica, categorías, mecanismos de sobrevivencia y reproducción, de manera que los sociólogos neoindigenistas han creado soluciones políticas nuevas a fin de paliar el aislamiento y pobreza en que habitan.

Una de ellas no desestima el elemento mágico, pues la mentalidad primitiva conserva recuerdos sencillos e ideales de un pasado de justicia y equidad, muy de acuerdo a lo expuesto por el inca Gracilazo de la Vega en sus Comentarios Reales, de allí que ciertos mitos como el “Inkarri”, que bajo el simbolismo de la resurrección del caudillo inca expresa la reconstitución del pueblo indio. Estos nuevos modelos de aprensión del universo indígena se han puesto de moda como mecanismos de identificación en Ecuador con los mensajes en quichua; en Venezuela no faltó quien asumió la categoría de un nuevo mesías andino, Sendero Luminoso quiso volver al pasado en el Perú.

Otros estudiosos han visto en la solidaridad evangélica un mejor modo de acercamiento al indigenado. Leonidas Proaño avizoró con gran generosidad una sociedad equitativa y justa, basada en una simbiosis americana de lo indígena y lo europeo, pero la cúpula eclesial no le comprendió, lo persiguió soterradamente, fue acusado de agitador social peligroso. Su derrota final advino con la política implacable de Juan Pablo II que terminó con la URSS en Europa y con la Iglesia de la Liberación en Hispanoamérica.

Tampoco han faltado los literatos como Gustavo Alfredo Jácome que en su novela Porqué no vuelven las garzas abrió el neoindigenismo literario en el Ecuador presentando el caso del otavaleño viajado y estudiado en universidades del exterior que vuelve a su pueblo graduado de médico, casado con una gringa y dispuesto a ayudar a los suyos, quienes lo rechazan de plano, pues más parece un colonialista. Finalmente, al buscar las raíces profundas de su identidad se casa con su hermana como hacían los antiguos y comete incesto según las leyes de los blancos, ocasionando la reacción del padre Imbabura y la vergüenza de las garzas que en gesto poético y dramático se alejan por siempre del lago en que habitan para nunca más volver.

Algunos cientistas sociales como el profesor alemán creador del Socialismo siglo XXI, han pensado que con fórmulas magistrales se pueden corregir las distensiones seculares de los pueblos, experimentando con las naciones del Tercer Mundo como si fueran conejillos de Indias. Y claro está, ocurren fracasos clamorosos como el caso Venezuela, donde los dictadorsuelos autócratas no se cansa de dar palos de ciego.

Mientras tanto la globalización va minando a las comunidades con sus adelantos científicos que las sacan del atraso cultural en que viven, poniendo a su disposición nuevos aparatos de aprendizaje que las comunican con el mundo al instante. Aquí cabe preguntar qué es mejor para las comunidades, si la mimetización con el mundo real de occidente o continuar en el estado de inercia social en que se hayan todavía.