El 10 de agosto de 1938 la Asamblea Nacional Constituyente designó Presidente Interino de la República al doctor Manuel María Borrero y González, hasta que la propia Asamblea promulgue una nueva constitución y elija al primer mandatario de la nación por un período de cutro años.
El recién electo, político sagaz, patriota, sobrino nieto del doctor Antonio Borrero y Cortázar, el desgraciado magistrado que sufriera los estragos de la revolución de 1876, había desempeñado la presidencia de la Corte Superior de Justicia y era abogado de mucho prestigio en Quito.
Los borreristas guayaquileños pidieron dos ministerios: el de Educación Pública para el connotado médico doctor Leopoldo Izquieta Pérez y el de Hacienda para José Carbo Puig, que entendía mucho de números y finanzas. El jefe del partido oficial en el puerto era Eduardo Molestina Sotomayor, hombre sincero y caballeroso, que nada pidió para sí. Entonces se entabló una carrera para obtener de la Asamblea la presidencia Constitucional por cuatro años. Borrero tenía numerosos partidarios que le instaron a abrir campaña.
A mediados de septiembre de 1938, el Presidente Interino tuvo conocimiento que no estaba solo en el camino a la presidencia y que su competidor era el doctor Francisco Arízaga Luque, Presidente de la Asamblea Nacional Constituyente; esto, forzosamente, los situó en campos opuestos, abriendo un paréntesis de lucha entre ambos.
Al principio nada ocurrió; mas, un día, ciertos amigos de Borrero le avisaron que los partidarios de Arízaga utilizaban los servicios del telégrafo interno del palacio, situado al lado del despacho presidencial, para la campaña del presidente de la asamblea.
EL INCIDENTE DE LOS TELEGRAMAS
Borrero montó en cólera. ¿Cómo es posible que se lo atropello de tal manera? Esto lo impedirá inmediatamente y fue donde el telegrafista y le increpó:
—Señor, desde este momento no se pasa ningún telegrama sin mi visto bueno.
—Así se hará, señor Presidente. Fue la respuesta.
A las pocas horas entró Arízaga al despacho:
—Presidente, usted ha ordenado …. que no se pase ningún telegrama mío o de la Asamblea.
—No, doctor Arízaga, solo he dicho que todo telegrama que se pase tenga mi visto bueno.
—Esto constituye un desaire a la Asamblea.
— Tómelo como usted desee.
Se rompieron las hostilidades, Arízaga concurrió a la Asamblea y se quejó del desaire, amenazando renunciar y hasta sus opositores conservadores se alzaron en defensa de la institución acordando por unanimidad concederle a Arízaga un voto de confianza. La pugna entre ambos poderes se agravó con este ridículo incidente, muy comprensible si examinamos con detenimiento el período histórico en que se produce, pero, la tensión aumentó amenazando crisis.
LOS CARABINEROS DE ENRIQUEZ GALLO
Entre las instituciones que dejó la fenecida dictadura del General Alberto Enriquez Gallo (1937-1938) estaba el Cuerpo de Carabineros o soldados con carabinas, tomado de la Italia fascista del Duce Mussolini, que con sus legendarios carabinieri sembraba el terror y por qué no decirlo, también el orden, en la Italia de su tiempo.
Este cuerpo del ejército ecuatoriano escogido de entre lo mejorcito, constituía en 1938 un verdadero peligro para la Asamblea porque apoyaba al Presidente Interino en todos sus actos y decisiones, debido a que él les firmaba los roles de pago y de rancho, teniendo especial cuidado de que recibieran sus sueldos al día y a raíz del incidente de los telegramas la Asamblea adoptó la siguiente resolución:
“No podrá ser electo presidente constitucional de la República el actual Presidente Interino y quien ejerza, al momento de la elección, la presidencia de la Asamblea”.
El primer golpe se había dado. Era fácil comprender que la resolución estaba dedicada a Borrero porque le impedía llegar al poder por cuatro años, abriendo en cambio las puertas a Arizaga, que sólo tenía que encargar la presidencia de la Asamblea al momento de la elección.
RESOLUCIONES Y ASONADAS MULTIPLES
Borrero se indignó; aspiraba a que la historia se repitiera en esta ocasión como había sucedido en el pasado con los mandatarios Interinos que había tenido Ecuador, que fueron electos Presidentes Constitucionales por las Asambleas Nacionales.
Al día siguiente amenazó con renunciar el cargo. La noticia corrió por las calles de Quito y los carabineros persiguieron a los diputados de la Asamblea cuando se retiraban después de la sesión, ante la risa de numerosos transeúntes que contemplaban la escena.
Algunos diputados no lograron ganar la calle y trataron de trepar al techo del Palacio presidencial, porque la Asamblea sesionaba en el ala derecha del edificio, contigua al despacho de Borrero, que muy solícito les abrió las puertas del gabinete y conversó con ellos. Mientras tanto y en las calles empedradas de Quito resonaban los cascos de la caballería, dando sable a los incautos diputados.
Fruto de esta charla de Borrero y los diputados fue la sesión extraordinaria en que el diputado José Antonio Gómez González pidió a la Asamblea que se aclarare la moción en el sentido de que nada tiene de ultrajante para la persona del Presidente Interino, ni está dedicada a él, ya que la integridad moral del Doctor Borrero estaba por encima de cualquier duda. Pero la resolución siguió vigente, con aclaración y todo …
BORRERO RENUNCIA AL MANDO INTERINO
En estas circunstancias ya no era posible esperar una elección presidencial tranquila; uno de los dos candidatos deberá apurar el fiel de la balanza en su favor y el destino señaló a Borrero pues Arízaga no tenía mayoría para su elección por la tenaz oposición que le hacía el sector conservador; pero, a su vez, contaba con suficiente votos como para impedir la elección de Borrero. Algunos hablaban de candidatos de transición y a esas alturas, el 1 de diciembre, el Presidente Interino sorprendió a todos.
A las 4:30 de la tarde llamó a sus ministros al despacho y les dio la noticia de que había renunciado el mando, sin mayores comentarios. Minutos antes, a las 4:15, había llamado a su primo Octavio Muñoz Borrero, que era Diputado, entregándole un sobre cerrado con la condición de que lo leyera en la Asamblea a las 5, lo que así ocurrió, con gran conmoción en todos los semblantes.
La Asamblea estaba formada por tres sectores políticos definidos: Conservador, Liberal y Socialista, iguales en número por resolución del ex dictador Enríquez Gallo, que los convocó por lista; Borrero tenía el apoyo conservador y el socialista y era liberal afiliado. Mas, en este último sector no confiaba, porque obedecen al Doctor Arroyo del Río que desde Guayaquil lo dirigía por medio de su leal amigo el Diputado Aurelio Mosquera Narváez, Presidente de la Junta Suprema del partido en Quito.
INTERVINO EL DOCTOR HUMBERTO ALBORNOZ
Existía el temor de que los carabineros allanaran el local de la Asamblea y proclamaran la dictadura de Borrero con el beneplácito de las mayorías populares que lo apoyaban incondicionalmente. La idea no era nueva para él y ya se la habían propuesto en numerosas ocasiones. Primero fueron los mismos Diputados conservadores cuando no pudieron hacer mayoría en la Asamblea, luego, los jefes del batallón de Carabineros, pero Borrero en ambas ocasiones contestó; Yo entro por la puerta y no salto por la ventana. Soy un Borrero.
A las 10 de la noche del primero de diciembre seguían los diputados discutiendo. Por un momento parecía que el grupo oficialista conseguía mayoría para la elección del Presidente Constitucional por cuatro años en favor de Borrero, contando con numerosos votos liberales y conservadores; mas, Humberto Albornoz, ayudado por su hermano Miguel Ángel, viendo que la suerte estaba echada, agotó el último cartucho y visitó al bloque socialista en su calidad de Diputado Liberal. —Saben Ustedes, los liberales y conservadores nos hemos puesto de acuerdo para votar por el doctor Borrero. El grupo oficialista ha pedido nuestros votos. ¿Qué les parece?
—Muy mal, porque los partidarios del Doctor Borrero no deben actuar a espaldas del bloque socialista. Eso es traición.
—Pues, así parece. ¿Se dejarán ustedes postergar así no más?
—Qué ocurrencia, de nosotros nadie se burla. Vamos donde Aurelio Mosquera a ver si es cierto.
Y los socialistas corrieron donde el Jefe de la Suprema Liberal que les recibió sonriente. Nada sabía, todo ignoraba el doctor Mosquera, hombre ecuánime que les oyó y dio la razón. Por último. Albornoz pidió a los socialistas detener el triunfo de la traición, votando por Mosquera Narváez. ¡Éxito completo! Consignó apoyo Mosquera y lo sacó Presidente Constitucional de la República para el período comprendido entre los años 1938 – 1942. Solo que, pocos meses después. Mosquera murió en el palacio suicidándose con un veneno que él mismo mandó a preparar a una botica cercana y tomando la dosis en tal medida, que le permita agonizar dos días para que el Dr. Arroyo del Río, presidente de la Cámara del Senado, pueda viajar de Guayaquil a Quito por ferrocarril y no se produzca un vacío de poder.
Borrero había gobernado cinto diez días y la Asamblea cerró una cruenta batalla.
EL INCIDENTE DE LA CARTA SECRETA
Quizá el más importante suceso del interinazgo de Borrero fue el retiro de la delegación peruana de Washington y su regreso a Lima, abandonando la Fórmula Mixta de arreglo pacífico de la controversia peruano ecuatoriana sobre problemas fronterizos. Esto ocurrió inesperadamente el día 28 de septiembre de 1938 mediante anuncio por radio, desde la capital del Rimac, efectuado por el Canciller peruano Doctor Carlos Concha.
La razón de la ruptura de conversaciones tuvo su origen en una fenomenal equivocación de nuestro Ministro Plenipotenciario en Lima, Gonzalo Zaldumbide; que, impresionado por los desfiles militares que presenciaba desde la ventana de la legación y llamado al país para conformar la Junta Consultiva del Ministerio de Relaciones Exteriores durante los meses de Enero a Marzo de 1938, tuvo la debilidad de aconsejar al General Enríquez la necesidad de “limar asperezas” con el presidente peruano, permitiendo el traslado de las negociaciones de Washington a Lima.
El Canciller ecuatoriano Doctor Luis Bossano fue cómplice de este error que liberó a los Estados Unidos de su responsabilidad en el conflicto, como arbitro de la llamada Fórmula Mixta, poniéndonos mansamente en manos del ejército peruano. Bossano debió oponerse a la tesis de Zaldumbide, pero, lejos de ello, la aceptó y patrocinó, redactando y firmando el cable que se envió al Presidente Roosevelt y luego llegó al extremo de guardar el secreto por casi un año hasta que saltó la liebre.
PERU RETIRO SU DELEGACION DE WASHINGTON
En octubre de 1938 el doctor Homero Viteri Lafronte, Jefe de la Legación ecuatoriana en Washington, envió un cable indicando que los peruanos habían abandonado la ciudad y consecuentemente renunciado al arreglo pacífico de la controversia fronteriza entre nuestra Patria y el vecino país del sur.
Borrero se comunicó directamente con el Presidente de los Estados Unidos, manifestando que tal viaje constituía un desaire al pueblo norteamericano y para su excelencia. Pocas horas más tarde, asombrado, leyó la respuesta, que traducida dice:
“Nada tengo que hacer. En archivo consta cablegrama del General Enríquez Gallo indicando que trasladará delegación ecuatoriana a Lima.” Esto era el colmo… peor no podía marchar nuestros problemas internacionales porque en la Cancillería no se encontró la copia numerada de tal documento. Bossano, Enríquez Gallo y Zaldumbide, “entre gallos y media noche”, manejando en secreto el asunto, ni siquiera se habían tomado el trabajo de dejar constancia de la comunicación de marras.
El Presidente Benavides del Perú, en cambio, de la carta de Enríquez Gallo que le entregara Zaldumbide, hizo sacar copias y una de ellas envió a Roosevelt.
TODOS EN QUITO Y ZALDUMBIDE EN PURUHANTA
Borrero llamó en sesión reservada a Enríquez Gallo, que trató de aclarar en lo posible su error. Bossano se escondió en una hacienda y se salvó de la reprimenda, luego escribió un opúsculo titulado: “La última etapa de las Discusiones Limítrofes” en el que explicó su conducta en este asunto sin convencer a nadie de su inocencia. Zaldumbide fue llamado a Quito donde permaneció algunos días y viendo que no se le reincorporaba al servicio concurrió al despacho presidencial y pidió permiso para ausentarse a la hacienda “Puruhanta” de su propiedad.
—Sí, Gonzalo, patrón tiene que ir a su propiedad. Fue la respuesta tajante que recibió del Presidente Interino. Y hasta allí fue el célebre autor de “Égloga trágica”.
“Volvía de muy lejos, al cabo de largos años de ausencia y mayores distancias de olvido. …” como dice en su Égloga.
EL INCIDENTE FRONTERIZO DE MATAPALOS
A los pocos días llamaron por teléfono a Borrero desde Hualtaco, en la frontera con el Perú, para indicarle que los peruanos habían invadido la isla de Matapalos perteneciente a Ecuador y que- los colonos nacionales la abandonaron con sus mujeres e hijos. En esos momentos llegaba la lancha …. se oyen tiros en la isla ….
Señor Comandante, contestó el primer mandatario ecuatoriano: Palo con los peruanos, que no se escapen….
A las pocas horas, otro mensaje: Señor Presidente, no ha quedado un peruano, se los pasó a machete. ¡Qué rico Presidente! Con Borrero el 41 otra hubiera sido la guerra.
Mas la política se impuso y después de este incidente el Ministro de Relaciones Exteriores del Ecuador, Doctor Julio Tobar Donoso, que había sucedido a Bossano, aconsejó el regreso de Zaldumbide a Lima, por cuanto no era posible que no tuviéramos representante en dicha ciudad y si pedía Ecuador el “agreement” del gobierno peruano para otro Ministro, de fijo que no lo concederían por el asunto de Matapalos que le había llegado al alma. Así es que Borrero, haciendo de tripas corazón, tuvo que llamar a Zaldumbide de Puruhanta y lo despachó al Perú, no sin antes pegarle una repucheta, que el otro se aguantó sin chistar.
Así terminó la Fórmula Mixta que duró desde 1924 hasta 1938 sin mayores incidentes, pero que sirvió para preservar nuestras fronteras del aleve ataque peruano por la mediación pacífica de los Estados Unidos. Ya sin este conten, tres años después, los precisos para planificar el ataque, nos invadió el vecino del sur en 1941.