244. Las Discusiones De Dos Obispos

En 1900 los conservadores derrotaron a los liberales en Colombia y tomaron el poder. El Obispo de Portoviejo doctor Pedro Schumacher permanecía exilado en Samaniego, pequeña población fronteriza ubicada a pocos kilómetros de Tulcán, sin atreverse a regresar a territorio ecuatoriano; pero, siempre activo y decidido, aprovechó la feliz oportunidad que se le presentaba para formar tres batallones de línea que puso bajo el mando de los Coroneles Rosendo Rodríguez, Fidel Arturo y Leonidas Fajardo. Con ellos esperaba entrar triunfante en Quito, como había ofrecido a las congregaciones que lo apoyaban y a las beatas que lo mantenían. (estaba en su derecho)

El pequeño ejército abrió operaciones con el auxilio de ochenta civiles enrolados en la población de Samaniego, a donde se había trasladado monseñor Schumacher con un contingente de guerrilleros conservadores presididos por el doctor Aparicio Rivadeneira Ponce, el General José María Sarasti, los doctores Camilo Daste y Alejandro Ponce Elizalde y los Coroneles Alejandro Zavala, Julio del Hierro y Antonio Grijalva. El 22 de mayo atacaron Tulcán ero fracasan y son repelidos por fuerzas regulares del ejército ecuatoriano que les infligen una severa derrota. Todos huyen y repasan la línea divisoria, dejando heridos, prisioneros, vituallas y pertrechos en poder de los defensores de la ciudad.

Schumacher vio perdida su cruzada, que iniciara con tan buenos auspicios; mas no será la última vez que intentó derrocar al gobierno. Por lo pronto creyó prudente cambiar de táctica y se lanzó contra el doctor Federico González Suarez, Obispo de la Diócesis de Ibarra, a quien consideraba  su enemigo personal desde 1888. Por otra parte nadie ignora que entre ambos existía una antigua rivalidad, fruto de las ideas que profesan: González Suarez es moderado y Schumacher intransigente, un «Torquemada en pastilla» como le gritaban sus muchos enemigos.

LA CARTA AL VICARIO GENERAL

I como dicen que a la ocasión la pintan calva, nueve días después Schumacher leyó una carta que acababa de dirigir González Suárez al Vicario General de la Diócesis de Ibarra doctor Alejandro Pasquel, con motivo del viaje que realizó a Quito para tomar la palabra en los solemnes funerales del Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre, cuyos restos mortales acababan de ser trasladados de la Iglesia del Carmen Moderno a la Catedral.

La misiva se publicó en casi todos los diarios del Ecuador  porque contiene numerosas ideas calificadas de de tergiversaciones de la verdad. En su parte principal dice: Nuestros sacerdotes se han de mantener muy por encima de todo partido político. Cooperar de un modo u otro a la invasión colombiana sería un crimen de lesa Patria y nosotros los eclesiásticos no debemos sacrificar la Patria por la Religión …

COMENTARIOS EN PRO Y EN CONTRA

Los conservadores que andan con el rabo entre las piernas huyendo por los montes y escondiéndose de las pesquisas del ejército, dejan oír sus voces de protesta contra González Suárez. tildándole de obispo traidor y masón, vendido a Alfaro por treinta monedas. Los liberales, en cambio baten palmas y lo aplauden estruendosamente cuando sube al pulpito de la Catedral de Quito y habla de Sucre, pasando a otros tópicos de actualidad.

El 5 de Junio y al conmemorarse en la República un aniversario más de la revolución liberal de Guayaquil, el diario El Radical de Ibarra imprime la Carta con otros escritos de González Suárez. En nuestro puerto El Patriota comenta que tan ilustrado Obispo no puede ser otra cosa que liberal radical. González Suárez se ve obligado a indicar que por su condición de prelado católico no esta afiliado a ningún partido político.

En Lima el Obispo de Loja, José María Massiá y Vidiela, español de nacimiento e intransigente como pocos, grita que González Suárez es abogado de Alfaro, que la sotana de jesuita le quedó estrecha con su desmedida ambición y que por eso la lanzó fuera en 1870 y que había llegado – en el colmo de los colmos – a aceptar una invitación a almorzar en el palacio presidencial con el presidente masón.

Massiá tiene ochenta y cuatro años de edad y vive en el Perú por causas políticas, prácticamente desterrado. No es la primera vez que esto le ocurre, tuvo una experiencia previa con Veintemilla en 1876; pero a pesar de sus años sigue siendo el mismo ser impetuoso de sus mocedades.

TEOCRACIA O DEMONOCRACIA

De todos los escritos de la época ninguno tan virulento como el titulado Teocracia o Demonocracia que hace circular desde Colombia el doctor Schumacher. En este opúsculo el prelado indica que existen dos formas de gobierno antagónicas, la una viene de Dios y es la Teocracia, porque el Gobierno está dirigido por Obispos, sacerdotes y elemento católico y conservador, en cambio la otra es obra del demonio y se llama Demonocracia o Liberalismo.

No hay término medio, o Dios o el Diablo. No se puede servir a dos señores y en la sociedad civil cristiana que Schumacher estableció en Manabí desde 1884 hasta 1895 puso en práctica este axioma; la democracia liberal fue perseguida aún fuera de los límites provinciales, violándose hasta el secreto de confesión con tal que el gobierno teocrático permaneciera fuerte y activo. Por algo expresó el Presidente Plácido Caamaño lo siguiente: En Manabí no necesito soldados porque tengo al Obispo, queriendo indicar que el doctor Schumacher, por su celo y diligencia para administrar y gobernar la Provincia, hacía valer su autoridad imponiendo orden por sobre los funcionarios públicos, tan exitosamente, que había acabado con toda oposición.

LA PASTORAL ACLARATORIA AVIVA LOS ANIMOS

El 19 de junio González Suárez, habiendo regresado de Quito, publicó una Pastoral dirigida a los fíeles de su diócesis en la que defiende el derecho que tiene como Obispo a indicarles lo más conveniente. De esto se aprovecha el Obispo de Pasto, fray Ezequiel Moreno Arias, para comentar a su antojo las opiniones de nuestro compatriota y ridiculizarlo.                           

Tomemos al acaso el gracioso episodio de los santos capuchinos pintados al óleo en el convento que esta Congregación tiene en Pasto.                                                     

SAN LORENZO Y SAN FIDEL

Desde años atrás los capuchinos que regentaban el Colegio Bolívar de Tulcán abandonaron el territorio nacional con destino a Pasto llamados por fray Ezequiel, que quiere mejorar la educación en su diócesis. González Suárez lo sabe y arremete contra los capuchinos, acusándolos de políticos y revoltosos: Locura muy grande es echar mano de la espada para defender el Evangelio…Ilustra la frase con el recuento que los santos Capuchinos más queridos en la orden: San Lorenzo de Brindis y San Fidel de Sigmaringe, ambos militares en perenne lucha contra los infieles. En un óleo están pintados los ejércitos austríaco y turco en reñida lid y al medio San Lorenzo de Brindis, con hábito religioso y espada en mano, arrojando fuego por los ojos, ataca a los musulmanes y los destruye. En el otro aparece San Fidel de Sigmaringe en los cielos, igualmente disgustado, cae sobre los protestantes alemanes que meses antes le han quitado la vida y que ahora luchan contra las fuerzas del Archiduque de Austria en afán de extender la reforma a esas regiones europeas.

Pues bien, fray Ezequiel se hace fuerte en ambos cuadros y da duro a González Suárez en otro opúsculo titulado: Con Dios, por la religión y la Patria. El prelado de Ibarra contesta que junto a San Lorenzo y a San Fidel, pintarán en el futuro a los Obispos Moreno y Schumacher, pero no con espadas, sino con fusiles, porque los tiempos han cambiado. Schumacher declara que será feliz si muere luchando por la religión; González Suárez contesta con una pregunta ¿Será mártir el que muere en guerra a todas luces injusta? respondiéndose a continuación que la ignorancia es el flagelo más fuerte de los fieles ecuatorianos.

Por último unos anónimos sujetos imprimen una carta en la que lo acusan de amargado contra la religión, a pesar de ser Obispo, por cuanto desde joven siempre fue causa de escándalo, indicando que el primero ocurrió en 1875 en la Oración Fúnebre de Homenaje a García Moreno, que pronuncia en Cuenca por mandato del Obispo Remigio Estévez de Toral.

NO FUI DE SU PARTIDO

Efectivamente, esa rara intervención pública de González Suárez ocurrió el 21 de Agosto de 1875 cuando toma la palabra y cuenta que: Un día comparece delante de David un hombre amalecita de raza y le refiere haber dado muerte a Saúl ¿Cómo, siendo extranjero, te has atrevido a matar al ungido del señor? Dícele el rey y ordena darle muerte.

Luego prosigue indicando que un crimen, debe ser reprobado por todo hombre de conciencia recta. He aquí por qué la muerte sangrienta y atroz con que se ha sacrificado al ilustre presidente (se refiere a García Moreno) llena de horror a todos los ecuatorianos, tanto amigos como adversarios políticos del difunto y dando al olvido todo otro recuerdo, ha condenado la República a la execración, a los autores del crimen.

Aquí se nota una comparación entre el amalecita y Rayo, ambos extranjeros y una leve alabanza al tirano que podría ser tomada como reproche a su desaforada ambición presidencial. Hay dos frases muy significativas. 1) «adversarios políticos» (que los tenía muchos porque la mayoría nacional no pudo jamás disculparle la traición constitucionalista de García Moreno en 1869, cuando derrocó al Presidente Javier Espinosa sin motivo alguno), y 2) «Dando al olvido todo otro recuerdo» (clara mención de los malos pasos del sangriento dictador contra sus víctimas: Borja, Maldonado, Viola, los veintisiete fusilados sin fórmula de juicio tras la sorpresa de Jambelí, Ayarza, Ycaza y Wright no han sido olvidados y siguen en la conciencia de un ecuatoriano de la talla intelectual de González Suárez).                                      

El resto de la Oración Fúnebre también es importante y revela la sana crítica del historiador. Dice … tuvo defectos notables… no fui de su partido, como es notorio … cometió faltas políticas pero estamos muy cerca de él para juzgarlo…

ALGUNAS ANECDOTAS AL RESPECTO

Cuentan que en una ocasión que González Suárez intervino en un certamen filosófico, por ciertos conceptos un poco duro para España, que lanzó despreocupadamente, es reprendido por el superior de la Comunidad de los jesuitas, que lo hace a instancias de García Moreno, como fiel ejecutor de todos sus gustos. De allí el distanciamiento entre ambos personajes. Poco después González Suárez salió de la orden y solicitó a los Obispos de Ibarra y Quito que lo admitan en sus Diócesis, sin conseguirlo; pues nada se movía contra la voluntad del presidente. Solo el doctor Estévez de Toral en Cuenca le tendió las manos y lo llamó, salvando la carrera eclesiástica del joven seminarista.