A mediados del siglo pasado vivían los Roldós y Baleta en Vilassar de Mar, en tierras de Cataluña, dedicados al negocio de cabotaje en dos bergantines en los que transportaban personas, correo y mercaderías. La familia habitaba en “Can Toni”, casa ubicada en la carrera de San Lorenzo, llamada también de “Sac” por ser calle sin salida. Antonio Roldós, el mayor de los hermanos, ingresó en 1858, de escasos 16 años de edad, en la marina española, en calidad de grumete agregado en el bergantín “Roger de la Flor”. En 1860 se examinó de 2do. Piloto. En 1862 comandó el bergantín “Triunfo” de propiedad de su padre. En 1866 es 1er. piloto y para 1870 Capitán de la Corbeta “Avelina” que realizaba viajes de Barcelona a las Antillas, costas del Brasil y Río de la Plata. Para 1875 ya recorría el Pacífico y visitó por primera vez Guayaquil donde fue cordialmente recibido por su primo Segundo Jaime Puig Mir a quien no veía en muchos años. Por esta época los padres habían muerto en Villassar de Mar y Antonio estaba hecho cargo de sus hermanos menores. En nuestro puerto dejó a Jaime, el menor de todos, al cuidado de Puig Mir y viviendo en la casa del Ingenio San Pablo, cerca de Babahoyo, para que allí estudie, trabaje, adquiera una profesión y se “haga hombre” como decían los antiguos.
Posteriormente Antonio continuó su carrera de marino en la ruta del norte de Africa, la Guinea y Archipiélago de las Filipinas. En 1879 contrajo matrimonio en Vilassar de Mar. Para 1895 es Capitán del vapor «Isla de Mindanao» que transporta el correo interno de las Filipinas. Declarada en 1898 la guerra entre los Estados Unidos y España, armó su vapor con varios cañones de mediano alcance, le recubre los flancos con planchas de acero y asistió al combate naval de «Cavite» que, como se sabe, fue contrario a las naves hispanas. El «Isla de Mindanao» fue cañoneado y hundido, pero su capitán Roldós logró poner a salvo a la marinería, bajando a tierra y la organizó en guerrillas con el nombre de Compañía Armada «Mindanao» combatiendo ferozmente con ella por espacio de varios meses hasta la rendición de Manila y consecuentemente capitulación del ejército español. En Septiembre de 1899 arribó Antonio Roldós y Baleta a Barcelona y se encuentra con la noticia de que su esposa ha fallecido creyéndole muerto en campaña al no tener noticia cuyas por espacio de tantos meses. Al mismo tiempo el gobierno español le recompensó con la Medalla al Mérito Militar, la Reina le armó Caballero de la Real y Distinguida Orden de Carlos III y de la de Isabel La Católica y la Sociedad Española de Salvamento de Náufragos le concedió la Medalla de Plata. En 1899 obtuvo su retiro como «Héroe de Guerra» y se instaló definitivamente en Vilassar de Mar, estimado de sus coterráneos y amigos, siendo el marino que mayores condecoraciones había obtenido por méritos de campaña, entre los de dicha población. En 1909 falleció de 67 años y está enterrado en el cementerio de Vilassar de Mar, donde el gobierno ordenó la colocación de una Plaza de Mármol.
UN CAPITAN A VELA
Jerónimo Roldós y Vilán también era Vilassanés como su primo Antonio y quizá fue el Capitán más anecdótico y popular de fines de siglo pasado en toda la marina mercante española. Su ingenio y chispa, así como su religiosidad y bravura, eran conocidos en las rutas que traficaba anualmente y le dieron en llamar «Seyor Jeroni», nombre que luego fue conocido entodas partes y que le acompañó hasta la tumba.
Nació en Vilassar de Mar en 1857; su carrera como marino fue larga y fructífera. De 30 años de edad comandó el bergantín goleta «Amazonas». En 1893 la Corbeta «Galeota». En 1895 el bergantín goleta «Alfredo». En 1905 la corbeta «Lorenzo». En 1906 la «Vilassar». En 1908 la «Ramón Planiol». En 1914 la «María». En 1918 la «Luis». En 1920 el pailebot «Vilassar de Mar» hasta su retiro en 1923, falleciendo en Vilassar de Mar 5 años después, en 1928.
Era muy aficionado a construir barcos a vela dentro de botellas de cristal y los hacía con suma perfección, dedicándoles muchas horas de vigilia. Algunos de ellos se encuentran actualmente en el taller del Museo Marítimo de Barcelona y se conocen como «hotel listes». Cuando estuvo de comandante de la brisbarca «Vilasar» magnífico velero de hierro construido en Inglaterra, muy bien cortado y muy corredor, de propiedad de la «Casa Mir y Cía.», inició la costumbre de juzgar penalmente a los marineros que blasfemaban, obligando a la tripulación al rezo diario del santísimo rosario previo a la cena, y lo dirigía él, personalmente, entonando los misterios con su fuerte voz de barítono.
En otra ocasión y durante un gran temporal ordenó la desarboladura del Vilasar pero como la operación entrañaba mucho riesgo, personalmente le dirige habiendo sido lanzado fuera de la borda por acción de las olas, logrando aferrarse a una de las barandas cuando ya todos lo creían perdido. La nave se ladeaba continuamente y el pobre Roldós en cada ocasión, pero de un salto verdaderamente gigantesco logró volver a cubierta, ante el asombro de la marinería.
Como había comenzado a trabajar con sus primos los Mir, familia muy religiosa, decía Roldós que aquella devoción al rosario la había aprendido de los Capitanes Feliú Roig y Borotau y de su hijo Antonio Roig y Mir, de quienes también decía que aprendió a conversar con sus subordinados, a los que reunía una hora en cubierta para conversar con ellos, como de padre a hijos, en la más franca camaradería y confianza, matizando las charlas con chistes y consejas que hacían las delicias de los marineros. A esto llamaba Roldos: «El Casino».
Nunca aceptó traficar con esclavos, como se decía en aquellos días con no poco eufemismo «Cargar piezas de ébano», una de las más lucrativas empresas que practicaban los capitanes de Vilassar de Mar y, en general, de toda la costa catalana. Inglaterra tenía prohibida la trata de negros y sus numerosos buques patrullaban las costas occidentales de África con tal fin; sin embargo, más numerosos aún era los aventureros de todas las nacionalidades que comerciaban con reyezuelos y caciques del litoral, comprándoles prisioneros para traerlos a Cuba, Brasil, Jamaica, las antillas y norteamérica.
Roldós decía que el mar era menos peligroso que la tierra y como prueba de ello aseguraba a continuación, que fue en tierra donde se había enamorado y casado. Ya retirado en Vilassar y .anciano, era notorio que todas las mañanas «paldejaba el cigar havá y tomaba una copeta de rom» en el portal de su casa. (1).
Por el contrabando tampoco le dio, a pesar que el Capitán Peré Mas y Roig, mejor conocido como «Pigat» había amasado una considerable fortuna de dicha manera. Roldós decía que un «Can Toni» no podía mentir y parece que logró cumplir su objetivo, porque cuando murió en 1928 en Vilassar de Mar, no hubo vecino de los contornos que no concurriera a su entierro, debiéndose realizar una colecta entre ellos para sufragar parte de los gastos de sus funerales, dada la pobreza del decesado. Sus nietos habitan actualmente en la misma casa y lejos ya de la marina, han adquirido fortuna con el cultivo a gran escala de los hermosos claveles que crecen en las marismas de la región.
(1) Todas las mañanas fumaba un cigarro y bebía una copita de ron.