A causa del juego de ajedrez murieron los dos últimos Incas del Tahuantinsuyo: Atahualpa y Manco Inca y aunque parezca el dato falso y novelesco, es verdadero, como lo han demostrado numerosos historiadores:
La captura de Atahualpa se efectuó el 15 de noviembre de 1.532 en Cajamarca y su injustificable ejecución el 29 de agosto del año siguiente, o sea que entre su prisión y muerte transcurrieron diez largos meses que el Inca pasó encerrado en una gran habitación del Palacio de esa ciudad, recibiendo las visitas de los conquistadores que iban a acompañarlo por las tardes, más para cuidar que no escape que por otra razón. Entre todos los contertulios brillaba Hernando de Soto con quien el Inca hizo “grande y buena amistad” y para no aburrirse los españoles jugaban al ajedrez en dos toscos tableros pintados al carbón y con piezas de barro que habían mandado a fabricar. Se jugaba rápido pues que así era la costumbre, de donde no debía caerles el versito que dice: // El uno jugar y el otro dormir / ¡Oh qué gentil! / no comer ni apercibir / ¡Oh qué gentil! / Uno ronca y el otro juega / ¡I así va la brega! // Ricardo Palma.
A nadie se le había ocurrido enseñar el movimiento de las piezas a Atahualpa, quien veía sin decir palabra, pero una tarde fatídica para él, mientras jugaban el tesorero Alonso Riquelme y el Capitán Hernando de Soto y cuando éste iba a mover un caballo para atacar el flanco de su enemigo, sintió que el Inca le tocaba el brazo y decía: “No capitán no….. el Castillo.”
“De Soto estudió el movimiento y luego de una breve pausa movió dicha pieza y en dos jugadas más concluyó la partida con el consabido “Jaque mate” para el tesorero; quien, vengativo como un gitano quizá por descender de moros de las Alpujarras, jamás olvidó la vergüenza de verse derrotado por un novato en el Juego Ciencia.
Un mes después Pizarro convocó un Consejo de Justicia para juzgar la conducta de Atahualpa y determinar si lo dejaban libre o condenaban a muerte y veinticuatro jueces sacados de entre los principales capitanes de la conquista discutieron el asunto, trece lo declararon culpable y solo once proclamaron su inocencia, ajusticiándole en aquella ciudad. Uno de los trece fatales votos fue depositado por el tesorero y algunos más salieron de los ajedrecistas que concurrían por las tardes a la pieza del Inca y que, como los reyes no pueden rozarse con la plebe, habían sido despreciados; pues al tratar de jugar con Atahualpa, éste les contestaba invariablemente “No gracias, yo juego muy poquito y vuestra merced mucho….” pero no lograba engañarlos, de suerte que salían muy disgustados y hasta verdes de las iras y así concurrieron al famoso Consejo donde lo condenaron a muerte.
Ajusticiado Atahualpa con la pena del garrote que consiste en una cuerda anudada al cuello de la víctima y torcida varias veces desde atrás hasta hacerle saltar los ojos por la presión que se ejerce, de manera que el Inca en su afán de defenderse llegó hasta arañarse el rostro que terminó ensangrentado, el Imperio quedó sin cabeza visible y Pizarro viendose rodeado de indios vengativos se movió con su tropa y avanzó hacia el Cusco en 1.534, no sin antes ofrecer que reconocería sus derechos y propiedades a los principales Caciques, a quienes decía que había vengado la muerte de Huáscar, matando a su asesino.
Acto seguido proclamó a uno de los hermanos de Huáscar, jovende dieciocho años, llamado Manco, quien pocos meses después se disgustó con Juan y Hernando Pizarro y huyó con algunos de sus súbditos a Vilcabamba donde estableció la capital y al año justo recibió la visita de varios españoles que le pidieron su ayuda en la guerra contra los Pizarro. Manco Inca los ayudó enviando gentes para que pelearan por el bando de los almagristas y cuando estos fueron derrotados, a los que lograron huir les dio cordial refugio en su corte de Vilcabamba, contándose entre los principales a los Capitanes Diego Méndez y Gómez Pérez, que españolizaron al joven emperador enseñándole las costumbres peninsulares y el idioma castellano, pero una fatídica tarde en que Gómez Pérez jugaba al ajedrez con Manco Inca, delante de dos o tres mirones, el emperador que no era tan inteligente como su medio hermano Atahualpa, quiso enrocar su rey cuando ya lo había movido en una jugada anterior y al ver esto su contrario, exclamo “Es tarde para ese enroque, señor fullero”, que en buen castellano significa “tramposo” y en oyendo tamaño insulto el Emperador decidió no dar su brazo a torcer por principio de autoridad, pero su contrincante, dirigiéndose a Diego Méndez, volvió a insultarlo. “Mire Capitán, con la que me sale este indio hijo de puta.”
I se armó Troya, porque Manco Inca alzó la mano y asestó un tremendo bofetón al atrevido, sacandole de la silla donde estaba; mas, el español, que no era ningún pintado en la pared sino soldado y de los buenos, rápido y con su daga asestó dos mortales puñaladas al monarca, que a los dos días pasó a mejor vida.
Esta escena había sido observada por la guardia indígena que salió de su sitio y mató a los españoles. Al cadáver del asesino arrojaron fuera de Vilcabamba y saliendo en tropel no dejaron español vivo en quinientas millas a la redonda, vengando la muerte del último Emperador, asesinado por ajedrecista y por chambón.
Olaf Holm ha sostenido, aunque solo por deducciones, que el último Emperador murió jugando Tectana, juego parecido al ajedrez y muy usual en el Incario.