153. Los Patriotas Del Quiteño Libre

NOCHE DEL 19 DE OCTUBRE DE 1833 LOS PATRIOTAS EL QUITEÑO LIBRE FUERON MASACRADOS EN LA OSCURIDAD

En 1832 para contrarrestar el periódico el Quiteño Libre, el presidente Flores fundó varios en Guayaquil, Quito y Cuenca, ridículizando y calumniando a sus opositores, dejando a un lado lo serio y entrando en lo personal. La sociedad del Quiteño Libre nunca se rebajó a ese plano y estando próximo el Congreso de 1833, sus miembros a nombre del Partido Nacional, presentaron para diputado a Vicente Rocafuerte, recién llegado en febrero de México, quien tenía 51 años, amplísima experiencia como diplomático y político internacional. Salió electo y concurrió a las sesiones en representación de la provincia de Pichincha. En septiembre, Flores presentó su informe asistido por el ministro de Hacienda, Juan García del Río, natural de Cartagena de Indias, a quien Rocafuerte síndico de aventurero y tal fue el tumulto, que la reunión se postergó para el día siguiente. Pero Rocafuerte cayó enfermo con gripe y alta fiebre y no pudo asistir. Entonces los ministros de Flores pidieron la concesión de facultades extraordinarias para el ejecutivo y tratado el asunto muy a la ligera, en veinte minutos se aprobó la ley y entró en vigor.

ENGAÑO Y EMBOSCADA

El 14 de febrero, Flores había mandado apresar a los miembros del Quiteño Libre, pero como la mayor parte logró ocultarse a tiempo sólo fueron detenidos Roberto Ascázubi, los coroneles Landa y Alejandro Vargas-Machuca, y Pedro Moncayo extranjero. Pero la marinería y los jefes se sublevaron y fueron puestos en libertad, mientras Rocafuerte, quien también iba preso al destierro, al llegar a Naranjal fue liberado y conducido a Guayaquil en triunfo, haciéndose cargo de la revolución que se denominó de los Chihuahuas, por el cariñoso apodo mexicano con el que le trataban sus amigos.

Flores maquinaba en Quito la destrucción de los restantes miembros del Partido Nacional mediante el asalto al cuartel del batallón Vargas, para lo cual los engañó a través del sargento Segundo Medina, que la noche del 19 de octubre hizo salir a los patriotas en número no mayor de cien, para que cayera ninguna horrible emboscada preparada de antemano. Cabe indicar que el taimado Flores ese día viajo a Latacunga pretextando atender asuntos personales y dejó en palacio al vicepresidente Modesto Larrea Jijón, en compañía del asesor de gobierno Vicente Ramón Roca y del ministro de Hacienda Juan García del Río. Los dos últimos estaban al tanto del plan pero Larrea parece que no, dada su natural bonhomía que rayaba en la simplicidad. Por eso a medianoche se le veía caminando nerviosa mente y hablando solo pues le habían dicho que posiblemente estallaría una revolución -sin entrar en mayor detalles-, pero que no debía preocuparse pues estaba todo controlado.

EN LA DÉBIL PENUMBRA

Era cerca de la medianoche cuando Halla, que iba a caballo, se presentó en la plaza de la Independencia encabezando el grupo y por eso fue el primero en ser herido por un disparo proveniente del pretil del palacio presidencial. Quedó sin vida en el pavimento empedrado de la plaza -sólo tenía 42 años de edad-, al tiempo que los soldados abrían fuego a mansalva contra el grupo del pretil de la catedral y la caballería del Gobierno salía de las calles aledañas y atacaban con lanza a los fugitivos que huían al comprobar que les habían sorprendido. Todo fue rápido y en silencio pues los caballos tenían envueltos en paños los cascos. Una penumbra cómplice que a veces rota por la débil luz de unos pocos faroles sirvió de marco a tan feroz carnicería.