100. El Milagroso fluido varioloso

En 1780 el Dr. Jenner editó un folleto en Inglaterra exponiendo sus experiencias con la terrible peste de viruela, azote de la humanidad desde las más lejanas épocas y casi siempre mortal enfermedad. Jenner había descubierto que los campesinos afectados de cow—pox por contagio de las vacas que ordeñaban, eran inmunes a la viruela, sufriendo únicamente de pequeñas pústulas en las manos que duraban pocas semanas. En consecuencia, según Jenner, existía la posibilidad de escoger entreel cow—pox y la viruela, siendo el primero un mal inocuo y temporal y la segunda dolencia terrible que si no mataba dejaba marcado al sujeto para el resto de su vida. Jenner, experimentando con ganado enfermo de cow—pox, logró obtener muestras de pus que inoculó en el hombro de algunos niños, inmunizándolos. Se había descubierto un método preventivo, originado en las vacas y por eso se llamó “Vacuna”.

Pero no se crea que todo era fácil pues a veces el fluido varioloso o pus se debilitaba o perdía y había que volverlo a obtener de las vacas o de los seres humanos, directamente de las pústulas y muchos padres se horrorizaban y asqueaban con tales inmundicias.

En la Audiencia de Quito se supo de estos progresos casi inmediatamente por que fue tanto el revuelo causado por Jenner en el mundo, que su vacuna dio que hablar en todas las cortes europeas y en sus colonias americanas. Espejo en 1785 comentó el asunto, refiriéndose al método de vacunación del español Francisco Gil, basado en los trabajos de Jenner. En sus reflexiones sobre la Viruela aconsejaba el aislamiento de los enfermos y la vacunación de los niños. Mientras tanto Carlos IV de España, habiendo leído la obra del médico italiano Careno, traductor de Jenner, se interesó en obtener hilachas de seda humedecidas en el fluido vacuno y las hizo pedir al extranjero. En 1801 estaban en Madrid y la Gaceta oficial consignó el agradecimiento real. Para 1802 se comenzó a vacunar en las colonias americanas y a raíz de una fuerte epidemia en Bogotá su Cabildo solicitó la vacuna.

En España contestaron que ya la habían despachado a Guatemala pero que por la demora del viaje las hilachas llegaron pasadas y que mejor seria enviar médicos y niños para que el fluido no perdiera vigor, designándose al Dr. Francisco Balmis y Berenguer, que el 3 de noviembre de 1803 salió de la Coruña, a bordo de la goleta “María Pita”, presidiendo la primera expedición internacional sanitaria que se conoce en la historia de América, compuesta de niños huérfanos de ocho a diez años de edad de promedio, tomados de la Casa de Desamparados de Madrid y de los doctores Manuel Julián Grajales, José Salvany, Ramón Ochoa y Antonio Pastor, que acompañaban en calidad de Ayudantes.

Los niños eran vacunados de brazo a brazo con fluido que se obtenía de pequeños cristales con oquedades, sellados y lacrados, para la conservación del germen hasta por diecisiete meses.

Llegados a Tenerife vacunaron a cientos de niños y siguieron a San Juan de Puerto Rico donde se repitió la operación. Después estuvieron en la Guayra y en Caracas y enfilaron a Campeche, Veracruz y México a donde arribaron a finales de 1805.

En México se designó al Dr. José Salvany para que continúe el viaje al Perú, pero al llegar a Barranquilla naufragó la nave, pudiendo salvarse los niños y el fluido casi milagrosamente. Después pasaron todos a Cartagena de Indias y por allí a Bogotá y Pasto. En julio llegaron a Quito y fueron agasajados con un solemnísimo tedeum por el Presidente barón de Carondelet y el Obispo José Cuero y Caizedo.

El 3 de agosto se reunió el Cabildo con los médicos, el presidente y los miembros de la Comisión y se fundó la Junta de Vacunación de la Audiencia.

Salvany repartió algunos de los ejemplares de la traducción de Balmis del “Tratado histórico de la vacuna”, escrito por el Dr. Moreau de Sarthe, comentando el método de Jenner y el 13 de septiembre pasó a Ambato y Riobamba, siempre vacunando a los que se dejaban, que no eran todos, e instruyendo a los vecinos más curiosos.

El 12 de octubre estuvo en Cuenca y se organizaron fiestas en su honor, trabajó en el Azuay hasta fines de ese mes y vacunó a más de siete mil menores de edad, sobre todo en las zonas de Azogues y Gualaceo donde reinaba una epidemia benigna. Para el 16 de noviembre inició su trayecto a Loja y vacunó mil quinientos niños, luego vacunó en Gonzanamá, Cariamanga y Chachamarca y siguió a Piura donde enfermó tan gravemente que se temió por su vida, pero repuesto de su dolencia partió a Lima después de haber vacunado a casi cien mil niños entre Cartagena de Indias y Piura.

En Lima Salvany designó a su ayudante el Dr. José Julián Grajales para que viaje a Guayaquil a vacunar en su nombre. El Cabildo lo esperaba con verdadera impaciencia y por eso comisionó al Regidor Domingo Iglesias y García para que corra con los gastos de la Junta de Vacunación, entregándole un esclavo de raza negra de propiedad municipal, para que ayude en todo lo posible. Iglesias, sinembargo se excusó de la comisión y se lo reemplazó con el Ejecutor José Moran de Butrón y del Castillo.

Recién el 24 de febrero de 1806 Grajales llegó al puerto y comenzó a trabajar en los hombros de cuarenta niños escogidos y ante gran concurrencia de curiosos. Poco después organizó la Junta Conservadora de la Vacuna y para el l de abril siguió a Tumbes vacunando a más de dos mil niños, en su reemplazo quedó al Dr. Ignacio Hurtado de López.

En Lima Grajales siguió vacunando, luego pasó a Chile y en 1808, con motivo de la declaración de independencia de ese país, decidió quedarse en Santiago e instaló consultorio. Años después se hizo famoso por el “Agua de Grajales” que vendía en casi toda Sudamérica por ser muy buena para tonificar la salud, pero su carácter expansivo y alocado lo obligó a salir de Chile poco después en 1822.

Mientras tanto, en Guayaquil, la vacunación se hizo masiva hasta que en 1832 se perdió el fluido por descuido o error humano, teniendo el Dr. Hurtado que viajar a Lima a traerlo. En 1836 se descubrió el fluido en el ganado de la parroquia Chillogallo. En 1836 el presidente Vicente Rocafuerte ofreció premio en dinero para el medico que lograra crear fluido en el país. En 1840 se republicó en la gaceta oficial un interesante articulo sobre la vacuna. En 1841 se hablaba de la vacuna en los Reglamentos Municipales de Policía. ¡Había terminado el Misterio!