VERNAZA CARBO: Cornelio


Y la benéfica acción y prestigio de este ecuatoriano en el extranjero de haber sido allí tanta, que al renovarse el primer directorio, y la ciudad había tomado ya gran vuelo, Vernaza fue nombrado Superintendente de esa institución, según se consigna en el ante dicho libro. A fuerza de actividad, de inteligencia y de trabajo, había logrado ya formarse una esa ciudad sólida y ventajosa posición. Más el amor a la patria le hizo renunciar a todo cuanto supo la muerte del hombre excepcional cuya política férrea le impidió antes regresar al Ecuador. En septiembre de 1875 renunció a la Superintendencia; deshizo todo lazo que lo retenía en esa ciudad y volvió a su país en donde tomó parte activa en la política. El triunfo de la revolución del 8 de septiembre de 1876 le dio la efectividad de Coronel y el 16 de julio del año siguiente culminó su carrera militar colocándose las estrellas de general después de sangrientas luchas. La Convención del 78 legalizó ese ascenso. Acompañó al Capitán General Ignacio de Veintimilla durante toda su presidencia constitucional Ocupando los puestos más elevados en esa administración, ya como ministro de Gobierno, de Relaciones Exteriores, etc; ya como legislador o como ministro Plenipotenciario, en cuyo desempeño su labor fue tan atinada y habilita que en la nueva Versión del Concordato supo contentar a los radicales sin lastimar la fibra religiosa de los ecuatorianos cuya mayoría es católica. En marzo de 1862, siendo ministro de Guerra, fue depuesto y aprisionado por oponerse a la dictadura, y como consecuencia negarse a firmar el acta presentaba el Primer Designado don Leopoldo Salvador. Arrojado a las soledades del Oriente, emprendió otra vez el ya para el conocido camino del ostracismo. La recopilación comentada, de documentos oficiales desde la Bula de Alejandro Sexto, allá por el siglo XVI, hasta el tratado de paz después de la batalla de Tarqui, una de las últimas llamaradas del sol de la Gran Colombia. Y el luminoso y extenso trabajo bien documentado, sobre la cuestión de límites entre el Ecuador y el Perú.
También, como entendido militar, es autor de las siguientes obras: Cartas Militares, Tactica de Infanteria. Código Penal militar.- Estudio sobre los fusiles Mannlicher y Mauser. Catecismo Militar. Y sus proyectos sobre la ley orgánica Militar, sobre Juzgados Militares, sobre Leyes de retiro, Invalidez Montepío; sobre ley de Inscripciones y Reemplazos del Ejército, y otros más que sería largo enumerar. Patriota y hombre de acción la política lo atraía; y el 5 de junio de 1895 lo halló entre los directores de la revolución que estalló en esa fecha; siendo en la prensa donde jugó las Primeras batallas hasta que llegó el tiempo de desenvainar la espada.

Y cuando trece días después arribó el General Alfaro en el Pentaur, Vernaza era en esta ciudad el nauta de más actividades y ejecutorias que bregaba infatigable para organizar un ejército que navegaba sin control sobre mares de pasiones encontradas. Por eso se le encargó la Cartera de Guerra.
El principal cuerpo del Ejército, al mando del Jefe Supremo, tomó el 25 de julio la vía del ferrocarril; Y vernaza se dirigió a Babahoyo con el Segundo cuerpo de Tropa para operar paralelamente según el plan de campaña ya pactado de antemano. Al rendir la segunda jornada recibió Vernaza la orden de enviar sin demora una parte de su gente a tomar posiciones en los alrededores de San Miguel con el fin de obligar a la guarnición de Guaranda a retirarse, y que él, esperaría allí, fuera de las zonas de peligro, con el resto de la tropa nueva órdenes. Como consecuencia de esta disposición perentoria partieron inmediatamente 640 nombres al mando del Coronel José Fidel arín quedando el General Vernaza con los 500 restantes, estacionario, en cumplimientos de las órdenes recibidas.
Pronto supo que el enemigo marchaba sobre Marín, y aceleró la marcha, llegando en el preciso momento de evitar el exterminio de los batallon de Babahoyo, Vinces, Guaranda y Medardo Suárez, que caídos Sobre inmersos Charcos de sangre, y rodeados de centenares de muertes, hacia el último esfuerzo del agonizante antes de sucumbir. La artillería que jugó papel principal, y no se atrasó a pesar de la marcha acelerada de Ternaza, prueba la buena organización de ese puñado de soldados. En tanto que el valeroso ejército enemigo que se creía ya vencedor y dueño del magnífico armamento de los que consideraba vencidos, se encontró derrotado de repente el 6 de agosto de 1895. Murió este notable militar y caballero el 11 de marzo de 1893, en Guayaquil. (D7).