UGARTE DE LANDIVAR ZOILA

PERIODISTA y MAESTRA.- Nació en la hacienda “El Limonar” en el sitio Buenavista, parroquia San Antonio de Padua, Cantón El Pasaje (de las Nieves) actual provincia de El Oro, el 2 de Mayo de 1868 día que el Calendario romano recuerda a san Zoilo y al ser bautizada recibió los nombres de Zoila Clotilde. Hija de Juan de Dios Ugarte Benavides, natural de Machala en 1808, condueño con sus hermanos de varias haciendas, contrajo segundas nupcias con Juana Zea Pérez, machalera, el 14 de Febrero de 1874 legitimando a sus once hijos. (Hijo a su vez de José Ugarte y San Martín, vasco, natural del Somorostro y realista, quien adquirió tierras en la zona de Machala y El Guabo llegando a poseer varias haciendas, y casó in extremis el 14 de Mayo del 66 con Carmen Benavides Zea, de Guayaquil, Novena de una larga familia compuesta de nueve hermanos de los cuales solamente cinco llegaron a la mayoría de edad, llamados Juana, que falleció soltera; Mercedes casada con Baltasar Niemes, rico propietario de la zona, con hijos; Zoila; el Coronel Wenceslao Ugarte (Diputado por El Oro a la Convención liberal de 1896, Intendente de Policía del Pichincha, Comandante General en Quito, Gobernador de las provincias del Tungurahua y Chimborazo en 1898, Ministro de Guerra y Marina, falleció relativamente joven en 1907 con hijos y Tito, que habiendo pasado a Lima, casó y dejó descendientes en esa capital. Tuvo un medio hermano llamado José Ugarte Rico que casó con Margarita Fajardo Illescas con sucesión en Cuenca.
Recibió las primeras letras de su madre y descolló desde sus más tiernos años por una vivaz conversación que asombraba a los mayores pero pronto su niñez se volvió marchita pues pasó sin las alegrías de su infancia. “Las lágrimas de la orfandad velaron mis ojos antes de comprender mi alegría, sollocé sobre los cadáveres de mis padres y de cuatro hermanos cuando empezaba a vivir.” Entonces fue acogida en la casa del próspero comerciante Lizardo García Sorroza, situada en el centro de Guayaquil, esquina de Aguirre y Chimborazo, se terminó de criar hasta que en la década de los años ochenta volvió a Machala a vivir con una tía.
Era una joven desenfadada, desenvuelta y contaba con las rentas que producía la hacienda cacaotera familiar. En las vacaciones visitaba a su hermana Juana quien se educaba con las madres marianitas en Riobamba y fue soltera por su formación pacata que redujo su personalidad social, en otras ocasiones fue llevada a Lima varios meses por unos parientes, visitó la Biblioteca Nacional, hizo amistad con su Director Ricardo Palma con quien mantuvo numerosas e instructivas conversaciones, también conoció a varios intelectuales, se formó en el feminismo literario que ya había triunfado en el Perú con la novela anticlerical “Aves sin nido” de Clorinda Matto de Turner y el ambiente cosmopolita y moderno de esa capital; en fin, se benefició de una mejor instrucción.
En 1889, de veinte y un años de edad, soltó sus riendas y empezó a enviar delicadas y amenas crónicas a “El Tesoro del Hogar”, semanario de literatura, ciencias, artes y modas, fundado en Guayaquil por la poetisa Lastenia Larriva de Llona y lo hizo bajo el seudónimo de “Zarelia” nombre que según Justino Cornejo no hacía presumir que sirviera de túnica literaria a un temperamento máculo, empenachado de las más nobles rebeldías y predispuesto a las más violentas acometidas”, que pronto hizo famoso pues demostró tener un estilo literario propio y digno. I al decir de dicho periodista fue maestra de sintaxis y del puro aticismo, su lenguaje fue correctísimo siendo su tributo, de forma altísima y diseño cervantino, a la mujer; por eso nadie le disputa su bien ganado sitio de vanguardia en la literatura femenina ecuatoriana.
En esa etapa inició buenas amistades literarias en el puerto principal con los poetas Numa Pompilio Llona – esposo de doña Lastenia – Carolina Febres Cordero de Arévalo, Rita Lecumberri Robles, Mercedes González de Moscoso, Dolores Sucre y Lavayen, Carmen Pérez de Rodríguez – Coello.
El 24 de Noviembre de 1893, a los veintinueve años de edad, contrajo matrimonio en Machala con el Capitán Julio Landívar Moran, natural de Cuenca, acantonado por esos meses en la plaza. Era un hombre culto y sensible, alto y corpulento, lo que se dice de buena presencia, aunque mayor. De este enlace nació un solo vástago llamado Jorge, que con el correr de los años vivió en los Estados Unidos y de vuelta a Quito fue un activo periodista y militó en las gloriosas filas del Partido Socialista ecuatoriano.
Tras la revolución liberal guayaquileña del 5 de Junio de 1895 su esposo se sumó en El Oro a la columna militar que subió a la sierra al mando del Coronel Manuel Serrano Renda. A finales de año pasó con su familia a Ambato, luego vivieron en Riobamba donde desempeñó la Gobernación de la Provincia del Chimborazo y finalmente se asentaron definitivamente en la capital. Zoila encontró un mejor ambiente para sus aficiones literarias y escribió como “La Mujer X” y “Zoraida”, mientras su esposo hacía vida de cuartel en el ejército.
En 1903 Zoila había iniciado una campaña en pro del poeta Numa Pompilio Llona solicitando una pensión vitalicia del gobierno. En agradecimiento el insigne vate le dedicó desde Portoviejo los siguientes versos: // Gracias Zarelia noble e inspirada / entre las frescas ráfagas del viento. / Aún otra vez tu generoso acento / llega hasta mi recóndita morada. / Tu voz a mi alma de dolor postrada / alza de su mortal abatimiento / y le devuelve el ya perdido aliento / para tan buena y áspera jornada. // Cual en la playa enantes extranjera (Lima) / ayer te he visto en mi natal rivera / y hoy mi espíritu absorto te divisa / como Clorinda intrépida del Arte / como del ideal portaestandarte / como del Patrio altar sacerdotisa. //
El 15 de Abril 1905 fundó en Quito la primera revista femenina del país titulada “La Mujer”, publicación mensual de literatura y variedades, donde aparecieron poesías, cuentos, ensayos y artículos feministas escritos por mujeres deseosas de expresar públicamente sus ideas y experiencias literarias tales como Mercedes González de Moscoso, María Natalia Vaca, Josefina Veintemilla, Ana María Albornoz, Clorinda Chiriboga, Antonia Mosquera, Dolores Flor, Isabel de Espinel.
“La Mujer” ha pasado a la historia de la cultura ecuatoriana porque sirvió de tribuna de las ideas progresistas y democráticas de las mujeres que planteaban derechos y conquistas en ese campo social y político de la sociedad.
El Editorial inicial de Zoila dice: al bautizar nuestro periódico con el nombre de “La Mujer”, manifestamos claramente que es a la bella mitad del género humano a quien lo dedicamos ¡La mujer¡ ¿Hay algo más noble de qué ocuparse? No pediremos nada que ataque los derechos ajenos; queremos solamente que se la coloque en su puesto o más bien que se coloque allí, ella misma, por el perfeccionamiento de todas sus facultades. No os escandalicéis señores, no vamos a abogar por mujeres como Luisa Mitchel, nuestra campaña será prudente y razonada, queremos que tengáis en las mujeres colaboradoras inteligentes, compañeras amables, esposas e hijas seductoras que os hagan la vida menos difícil…… aún así, a pesar de tan prudentes inicios, “La Mujer” causó cierto escozor entre los caballeros capitalinos y Zoila tuvo que responderles en el segundo número con un editorial escrito en solfa que dice así: Perros no coman, si es mentira que estamos en un atolladero por haber exhibido ante el público la hija de nuestras entrañas… ¡Válgame Dios¡ I quien creería que este pedacito de mujer tenga tantos augures y que hubiese levantado tamaña polvareda, cuando aún no arrastra falda de cola ni cauda de canónigo ¡Pobre chica¡ Apenas nacida hay quienes le pida programas como si fuera Presiente electo ¿Qué será si llega a salirle el primer colmillo?
En Octubre pronunció un discurso en la velada literaria de la sociedad artística y musical del Pichincha. En Noviembre fue designada socia de honor del periódico “El Tipógrafo”. De esta época es su pensamiento feminista cuando dice: “La mujer tiene derecho a que se le de trabajo pues necesita vivir y no se vive ni se adquieren comodidades sin trabajar. La miseria reinante en Europa es uno de los motivos que con más fuerzas ha despertado el feminismo moderno. Las falanges de obreras que llenan las fábricas, no han podido menos que comparar la diferencia de salarios señalados para los dos sexos por idéntico esfuerzo, por las mismas horas de trabajo.
Mas, a pesar de tan razonables pensamientos, por falta de recursos “La Mujer” tuvo corta existencia, pues dejó de salir en el número seis.
También colaboraba en “La Ondina del Guayas” y en “El Hogar Cristiano” revistas fundadas por las hermanas guarandeñas Rosaura Emelia y Celina María Galarza y por la guayaquileña Angela Primitiva Carbo de Maldonado respectivamente, en Guayaquil.
Al producirse en Enero de 1906 la revolución alfarista que destituyó al presidente Lizardo García, casi su padre y su protector, en solidaridad con él, a su familia que consideraba casi suya, y con su hermano el Coronel Wenceslao Ugarte, preso en el Panóptico tras la batalla de Chasqui, se volvió contraria al nuevo gobierno y en Mayo escribió una Proclama que firmaron las damas de Quito y apareció el día 6 de Mayo en el semanario “La Patria”, dirigida a doña Ana Paredes de Alfaro, pidiéndole que aconseje a su esposo para que se retire buenamente de la primera magistratura a fin de que la paz retorne a la República; pero fue contestada con pseudónimos conteniendo sátiras y burlas, algunas bastante groseras. En Riobamba los soldados fusilaron su retrato a balazos y en plena vía pública, ante las burlas de numerosos curiosos congregados para tan absurdo espectáculo.
En 1907 ingresó a la Escuela de Bellas Artes y aprendió dibujo, colorido, escultura, litografía, anatomía, estética e historia del arte y grabado, completó los cursos correspondientes a los años 7 y 8. De esos tiempos es una bellísima acuarela de su autoría, que revela buen gusto y suma habilidad, pero al mismo tiempo sufrió por su hermano Wenceslao fallecido tras su liberación en Quito.
En 1909 colaboró en “El Grito del Pueblo” de Guayaquil y desde junio comenzó a escribir diariamente para “La Prensa” de Quito, formando parte del cuerpo de redacción. El diario se imprimía en los bajos de la Casa de los Guarderas Villavicencio en la Mejía y Guayaquil, allí compartió labores con el Director Luís Napoleón Dillon, con Nicolás Jiménez Mena, Julio E. Moreno y Nicolás F. López, a) el Manco, por haber perdido uno de sus brazos en la batalla de Gatazo. En 1910 presentó varios dibujos y acuarelas en la Exposición Nacional del Centenario de la Independencia mientras la política subía el tono hasta alcanzar la violencia cuando los redactores de “La Prensa” anunciaron la existencia de un negociado del Coronel Olmedo Alfaro Paredes, quien supuestamente había vendido en sesenta mil sucres su quinta ubicada en el sector de La Magdalena para nueva casa presidencial. El asunto resultó enteramente falso y el Presidente Eloy Alfaro, dolido por este ataque a su familia íntima, respondió el 20 de Octubre disponiendo que los pesquisas asalten los locales de “El Guante” de Guayaquil” que había republicado la historieta de la supuesta venta y “La Prensa” de Quito, la soldadesca echó los cajetines por los aires, sus redactores terminaron perseguidos.
Luís Napoleón Dillon fue apresado, Gonzalo Córdova salió confinado del país, Manuel Ramón Balarezo a) El Cojo y Nicolás y Jiménez tuvieron que esconderse y al no quedar nadie disponible Zoila asumió desde el siguiente día la dirección de “La Prensa” pues siendo periodista, por su condición de mujer – de intrépida y admirable escritora la catalogó la prensa de oposición – nadie se atrevió a atacarla; sin embargo, la citaron a la Intendencia y aunque no concurrió empezó a ser víctima de los insultos de la prensa oficialista y la dirección del periódico la puso de moda.
El día 28 se realizó un nuevo asalto al local de “La Prensa.” En esta ocasión las máquinas fueron destruidas, su hijo Jorge – de solamente doce años – cayó preso y aunque salió libre a las pocas horas el asunto se prestó a múltiples comentarios pero la incansable periodista volvió a la brega y en una semana consiguió sacar nuevamente a “La Prensa” aunque en formato menor, pero eso a nadie le importó pues el público seguía en la república su lucha y en solidaridad sus colegas de “El Ecuatoriano” de Ricardo Cornejo la defendieron desde Guayaquil y numerosos periodistas como Manuel J. Calle, Miguel E. Neira, Gustavo Lemos Ramírez, Antonio Salguero Salas, Ramón Ojeda, Aníbal y Homero Viten Lafronte gastaron tinta en alabar su “brillante acción combativa” y no contentos con ello, reunidos el 17 de Noviembre en uno de los salones de “El Grito del Pueblo” de Guayaquil formaron un Comité Nacional denominado “Zoila Ugarte de Landívar”, que presidido por Miguel Valverde mandó a confeccionar en París un artístico álbum que costó mil francos, para entregárselo en ceremonia pública, debidamente autografiado.
El álbum fue despachado desde Marsella pero nunca arribó, sin embargo el homenaje se realizó de todas maneras y sirvió para que sus amigas las poetisas Mercedes González de Moscoso, Dolores Sucre Lavayen, su prima Lastenia Larriva Lavayen de Llona, Carolina Febres Cordero de Arévalo y Angela Carbo de Maldonado le dedicaran sentidas composiciones literarias.
Caído el régimen alfarista en 1911 dejó de aparecer “La Prensa” y en 1912 pasó a dirigir “La Patria”, donde siguió haciendo campaña en pro del liberalismo radical dentro del ala placista, junto a Gonzalo S. Córdova, los antes citados defensores suyos, Manuel Ramón Balarezo, Luis Robalino Dávila, Luis Felipe Chávez y Leonidas García. Ese año formó parte del Comité Pedro Gual de Guayaquil que presidió Virgilio Drouet Franco.
Tras el fallecimiento de su amiga Mercedes González de Moscoso, fue electa Directora de la Biblioteca Nacional, se alejó del periodismo e inició una gran labor en dicho centro de estudios pues muchas de sus principales colaboraciones pueden encontrarse en el Boletín que empezó a salir en 1918.
También en 1912 disertó en el local de la “Sociedad Artística e Industrial del Pichincha” y defendió con su pluma a Manuel J, Calle que había sido vilipendiado, pero se hizo víctima de uno de sus inmortales artículos, escritos medio en serio, en retribución a los “piropos” recibidos de Doña Zoila.
En 1913 pasó por el dolor de perder a su esposo y desde entonces comenzó a vestir de luto, costumbre que no abandonaría jamás y solo tenía 49 años de edad y veinte de matrimonio. En Diciembre salió su retrato en la portada de la revista “El Telégrafo Literario” de Guayaquil. El 14 fue redactora de “El Demócrata”, publicación mensual de literatura, arte, sociología.
En 1918 dio a la luz varios documentos sobre Huachi, escribió para la revista “La Mujer Ecuatoriana” órgano del Centro Feminista La Aurora de Guayaquil dirigido por Clara Aurora Potes de Freire y durante la polémica suscitada sobre la veracidad de la Historia del Reino de Quito del padre Juan de Velasco, sostuvo con estilo literario que dicho historiador fue hombre honrado y veraz aunque crédulo pero al mismo tiempo y con mucha sagacidad defendió a la tradición como fuente del conocimiento del pasado, también colaboró con la revista “Páginas Literarias” de Cuenca, en Octubre fue invitada a la inauguración de la Columna del Centenario de la independencia en Guayaquil y dio a la luz las primeras noticias que se conocieron en el país sobre la revolución esmeraldeña de Agosto de 1820.
En 1920 el Ministro de Educación Manuel Escudero adquirió un nuevo domicilio para la Biblioteca Nacional pero no resultaba el apropiado y la Directora se negó al traslado. Los numerosos interesados en su empleo, Jacinto Jijón y Caamaño y Cristóbal de Gangotena y Jijón, con quienes no mantenía buenas relaciones tras la polémica suscitada por la obra del Padre Velasco así como terceras personas, llegaron a sindicar directamente a su hijo Jorge de haberse llevado varios libros incunables al exterior, la noticia trascendió a los periódicos, el Cónsul ecuatoriano en New York inició la investigación pero al comprobar que era maliciosa echó por tierra la malévola acusación, mas ya el daño estaba hecho.
En Agosto, una Comisión presidida por el Dr. Lino Cárdenas, formada para examinar el archivo de la presidencia de Quito que estaba en la Biblioteca, informó al Ministro del Interior, José María Ayora, que de acuerdo a los archivos del poder legislativo entregados a la señora Zoila Ugarte de Landívar, estos se dividían en libro y legajos. Los libros de 1548 a 1901 se hallaban en su lugar, en orden y delicadamente tratados. En cuanto a los legajos de 1601 a 1904 la señora Ugarte había formado con los documentos de ellos, por orden de materias y dentro de cada materia, por orden cronológico dividiendo las secciones en un Indice original. El Informe detalló todo el Indice de manera que la catalogación y organización de los documentos históricos desde la Real Audiencia de Quito hasta la república debe ser considerada enteramente obra de su administración; pero, a pesar de ello, resultó cesada.
Entonces quedó sin medios de subsistencia. Era una periodista combativa, líder de la corriente feminista en el Ecuador pero nunca se había molestado en recoger sus artículos y como la prensa es volandera no existía una obra científica que la respalde. Por otra parte, tampoco era una historiadora ni una bibliotecaria en el estricto sentido de la palabra, de manera que Cristóbal de Gangotena y Jijón, viajado por Europa, miembro de la Academia Nacional de Historia, investigador y paleógrafo, la reemplazó exitosamente y también pudo hacer en ese archivo – biblioteca una valiosa labor.
Zoila, en cambio, en mitad de su vida, vio terminados sus anhelos investigativos y para colmo de males quedó sola, pues vio partir a su hijo con destino a New York donde desvaneció los cargos infundados que le hacían desde Quito. Entonces, pobre y desempleada, vivió una triste etapa que se prolongó algunos meses, que pudo sobrellevar porque su esposo le había dejado una pequeña extensión de terreno en La Carolina que parceló y vendió para sobrevivir, hasta que el 14 de Marzo de 1922 volvió a la prensa nacional como redactora de “El Día” de Quito, pero la paga era ínfima; sin embargo, con motivo de este reingreso a las filas del periodismo, su amigo Ismael Pérez Pazmiño la felicitó desde las columnas de su diario “El Universo” y hasta publicó su retrato.
El 23 asistió a la Asamblea Liberal, fue la única mujer en dicho conclave machista. Entre el 23 y el 25 desempeñó la secretaría de la Dirección de Estudios del Pichincha y renunció en Diciembre de ese año porque no la ascendieron. De esos tiempos son algunas de sus colaboraciones en “El Telégrafo” y en “El Universo” de Guayaquil. El 26 le fue ofrecida una cátedra en el Normal Manuela Cañizares de Quito que no pudo aceptar por no disponer del título de bachiller.
En 1928 colaboró en “El Diario del Pueblo” de Guayaquil, que se editaba en la imprenta del desaparecido diario “El Ecuatoriano” de Ricardo Cornejo. El 3 de Enero de 1930 fue designada Profesora de literatura y castellano del Normal de Señoritas pero fue rechaza por no tener título de normalista. Poco después fue nombrada para el Colegio femenino Manuela Cañizares y figuró entre las personalidades que invitaron a Quito a la notable intelectual Belén de Sárraga para que dicte dos charlas.
En 1932 Zoila ingresó al cuerpo de profesoras del Liceo femenino “Fernández Madrid” y tuvo a su cargo la cátedra de castellano. Allí trabajaría hasta los años 40, que salió por una renuncia masiva del personal y con María Angélica Idrovo y varias profesoras pasaron a fundar el Liceo particular “Bolívar” siendo la Vicerectora.
En 1934 se reunió con otras mujeres que habían participado directamente en diferentes revistas a través de los años, tales como Victoria Vásconez Cuvi, María Angélica Idrovo, Rosaura Emelia Galarza y lograron publicar dos números de “Alas”, revista dedicada a toda mujer de habla española bajo los ideales de la Liga de Mujeres Hispanas e Iberoamericanas. Dicho grupo solicitó el 37 a través de María Esther Cevallos de Andrade Coello, una pensión vitalicia para Doña Zoila, dado sus setenta años y extrema pobreza; pero el gobierno dictatorial de Federico Páez creyó más barato y oportuno conferirle la Orden Nacional al Mérito en el grado de Oficial, delegando al Ministro de Gobierno Aurelio Bayas para que se la imponga en los salones del ministerio el día 24 de Mayo. El público acogió con agrado la noticia. La ceremonia contó con numerosos invitados, la homenajeada subrayó que era condecorada por el gobierno nacional y no por el dictador, quien, por entonces, perseguía a las izquierdas. Justino Cornejo le bosquejó una biografía novelada que editó en 47 páginas el 38, bajo el título de “Doña Zoila”, donde dijo: vive sola y en pobreza, en un cuarto lleno de libros y papeles, cuidada por su hijo. Invariablemente vestía de negro, de ordinario envuelta en su tosco sobretodo oscuro, con sombrero noche y día, sola o acompañada de su cordial amiga María Angélica Idrovo, se le veía de tarde en tarde por esas silenciosas y tristes callejas de Quito, testigos de sus afanes, sus ensueños y sus glorias.
Pequeña de talla, enjuta de carnes, quemada su tez por ese implacable sol tropical, negra y ensortijada su antes abundante y ensortijada cabellera, con mucho polvo en el rostro y mucha tristeza en las miradas”.
Para los aciagos días de Julio de 1941 cuando el Perú invadió extensos territorios ecuatorianos en la costa y oriente, ocupando diversas poblaciones de la provincia de El Oro. Zoila formó parte del comité de ayuda quiteño que acogió a los niños refugiados, a los que atendieron casi un año hasta que a causa de la terminación del conflicto pudieron regresar a sus hogares.
En 1942 casó su hijo con Fanny Silvers Tinajero natural de Ambato y Zoila fue llevada a vivir con ellos, gozando con el paso del tiempo de las travesuras y gracias de cuatro nietecitos que alegraron sus años postreros, que transcurriendo lentamente, casi en el olvido. Ya no escribía, pero seguía leyendo constantemente, costumbre que jamás abandonó; sin embargo no estaba totalmente sola pues la visitaban sus numerosas discípulas.
El 46, retirada de toda ocupación, con ochenta y dos años a cuesta, concurría mensualmente a los almuerzos del Círculo de la Prensa y como miembro de Honor se sentaba a la derecha del presidente de esa institución el General Angel Isaac Chiriboga. También formaba parte de la Sociedad Bolivariana, que tanta trascendencia tuvo en esos años.
El 49 apareció su semblanza biográfica en la obra “galería del espíritu, mujeres de mi patria” de la escritora Morayma Ofir Carvajal. En los años cincuenta vivía en un modesto departamento de la calle Esmeraldas entre la Venezuela y García Moreno, rodeada de libros y papeles, siempre leyendo y ayudada de un lápiz rojo para subrayar, añadir, tachar. Ya no salía sino de tarde en tarde por su avanzada edad, prefiriendo pasar en su cama la mayor parte del tiempo. En 1954 María Ramona Cordero y León a) Mary Corilé, le dedicó un vibrante ensayo. El 28 de Diciembre de 1961, con motivo de celebrarse el día del periodista, sus amigos del Círculo de la Prensa la visitaron y entregaron un diploma que dice “A la egregia decana de los periodistas e insigne maestra.”
El 62 murió su hijo de un cáncer al estómago. El 64, muy deprimida, contando únicamente con una magra pensión jubilar, pasó de su nuevo domicilio en la calle Briceño al pensionado San Antonio de Padua de las madres franciscanas ubicado detrás de esa iglesia, después estuvo en el hogar para ancianos “Corazón de María” en Cotocollao donde no se sintió cómoda. Allí permaneció hasta el 68 que la sacó su nieto Jorge a la casa ubicada en la Avenida Orellana y ya no salió porque había perdido la vista. Falleció en Quito de ciento cuatro años de edad el 16 de Noviembre de 1969 a consecuencia de un paro cardíaco, en senectud.
Fue un espíritu estoico pues nunca llegó a quejarse de nada ni de nadie. Su velatorio se realizó al día siguiente en la iglesia de Santa Teresita y fue enterrada en el cementerio de El Batán.
Su vida se elevó enhiesta y luminosa hacia dos motivos supremos, el ideal y las letras. No sabemos cual de ellas tenga primacía en el alma diáfana y tersa de esta mujer, según acertado pensamiento de Mary Corilé.
En 1934 la revista “Alas” dijo: Aún no tenemos su biografía completa pero un talento pujante como el suyo, el relato de la vida admirable de una mujer extraordinaria, merece un estudio que la muestre en sus múltiples facetas de artista, escritora, periodista, luchadora política, educadora, batalladora en la palestra de la acción femenina y de mujer de encantadora feminidad en el hogar y en los círculos sociales; empero el 2.010 la notable escritora Raquel Rodas Morales publicó el tan esperado libro que denominó: Zoila Ugarte de Landívar, Patriota y Republicana, heroína ejemplar del feminismo” en 251 pags.
Como dato curioso cabe indicar que el feminismo en el Ecuador durante los primeros años, que coincidieron con los de periodismo en el caso de Zoila Ugarte de Landívar (1890 – 1920) se expresó a través de las bellas letras, en forma por demás tímida, sin adquirir los ribetes de lucha que en otros países llegó a tener. Pero no todo fue peritas en almíbar como antes se decía pues en alguna ocasión que los esbirros del gobierno quisieron ir a empastelar el periódico donde ella colaboraba, alguien dijo en sorna: “Cuidadito con tocar a la araña de La Prensa”, refiriéndose a sus delicadas manos.
Fue extrovertida, graciosa y sabía darse a los demás. Dejó un gran material recogido para su libro de Sinónimos, en el que trabajó casi veinte años al final de sus días y que ha desaparecido para siempre, pues la familia dice que no lo tiene.
Los últimos años fueron dolorosos, estaba tendida en una cama sin levantarse, sin apetencias ni angustias, simplemente porque sí, apenas escribía con su lápiz de dos colores pero las letras se le montaban; sin embargo, quienes la visitaban sabían que en ese cuerpo debilitado por los años aún vibraba la luz de una inextinguible llama interior.