Tovar Ugarte Miguel.

Los quiteños resuelven mandar una carta a Túpac Amaru encareciéndole que prosiga la lucha iniciada y, singularmente, que viniera por estas tierras donde estaban listos para seguirle. Las palabras textuales que conocemos por la cita de Pedro Torres Tanzas son: “animándola a que siga su empresa y a que se traslade a aquella provincia”. Es un convencido hombre de Quito, Miguel Tovar Ugarte quien acarició el propósito y quien copió la carta memorable. Un tímido obrero llamado Jacinto Fajardo, ebanista, aceptó la riesgosa empresa de viaja: al Sur del Perú y entrevistarse con Tupac Amaru. Le llevaría los documentos del caso escondidos en la suela de los zapatos que expresamente se trabajaron con este fin maravilloso. Fajardo tuvo miedo y el miedo le llevo a la traición: delató al Presidente de la audiencia, León y Pizarro, y efectivamente capturaron esos papelas.

Tovar Ugarte fue encarcelado con brutal esmero. Le condenaron a destierro por diez años en el castillo de chagre, “de donde cumplidas, no salga sin orden de la sala” . A los dos años de prisión perdió la vista el infortunado Quiteño. Impetró misericordia al virrey-arzobispado de Bogotá, Antonio Caballero y Góngora. El mitrado, con crueldad inaudita y después de oír lo que digiera el informe de la Audiencia de Quito, sentencio bárbaramente: “que se le trate con más estreche. En 1.783 sucumbió sepultado en el calabozo de la espantosa prisión.