TERAN VACA ENRIQUE

POLITICO, MUSICO Y ESCRITOR.- Nació en Quito en 1887. Hijo legítimo del ilustre General Emilio María Terán cuya biografía puede verse en este Diccionario y de Hortensia Vaca Merizalde, una de las populares “Ñatas Vacas” de Quito.
El mayor de una familia compuesta de ocho hermanos que habitaban una casa propia en la calle Benalcázar frente a la iglesia y plazuela de San Juan, donde creció feliz a pesar de su cortísima estatura pues casi era un enano. De siete años ingresó a la escuela de los Hermanos Cristianos y como su padre tenía una marcada afición a todo lo que fuera arte, le hizo seguir estudios de música en Quito.
En 1905 se graduó de Bachiller en el Instituto Mejía. En Enero del 6 acompañó a su padre en la campaña militar contra el presidente Lizardo García y estuvo en la Batalla de Chasqui. A fines del año viajó con todos los suyos a Inglaterra, por haber sido designado su padre Ministro Plenipotenciario en Londres, tuvo de profesores de música a Harold Samuel y a Humbert Bath. El 7 regresaron a Quito y como tenía diecinueve años y no más de 1,30 mtrs. de estatura, para quitarle cualquier complejo su padre le organizó varias fiestas con trago, chacota y damiselas, de donde le quedó el gusto por la vida disoluta para el resto de su vida.
El lunes 3 de Julio de 1911 su padre fue asesinado a la entrada del hotel Royal. El entierro fue apoteósico y Enrique, siendo el hijo mayor, fue el más impactado. El 13 regresó a Londres con sus hermanos Teodelinda y Augusto en goce de una beca del gobierno ecuatoriano y en la “Royal Academy of Music” tuvo de profesores a los examinadores de dicho centro de enseñanza.
El 14 volvió al país y reanudó su vida con mujeres fáciles; mas, cuantas veces las compañías de operas y operetas visitaban Quito, como sucedió con la Cía. de Opereta Lombardi en 1917, mantuvo vigorosamente el prestigio de los conjuntos orquestales que actuaron en el teatro Sucre, pues fue un violinista admirable, siempre pronto a rendir magníficamente para que triunfara la belleza.
Ese año 17 formó con su hermana Teodelinda (violoncelo) su hermano Augusto (flauta) y con Gustavo Bueno (piano) el Cuarteto de Cuerdas Terán – Bueno que ofreció públicos conciertos mensuales de gran éxito a las doce del día y cinco de la tarde (tandas de vermouth y tandas de té) en el saloncillo del Royal Edén, con habaneras, polonesas y valses. En Junio del 19 se disolvió el Cuarteto para dar paso a la Sociedad “Audiciones Musicales” bajo la dirección del músico Pedro Paz.
También destacaba como dibujante, especialmente en las caricaturas a colores y desde que la revista “La Ilustración” de Guayaquil publicó una caricatura del Mariscal Hindemburg en ángulos rectos, asimiló dicha técnica y comenzó a imitar modelos, trabajando maravillosamente y si agregamos que escribía Composiciones musicales, música elevada casi siempre, que acaso no es muy conocida entre nosotros, tendremos una visión aproximada de nuestro personaje.
En Diciembre del 18 fundó con Alberto Coloma Silva, Jorge Diez y Guillermo Latorre la revista humorística, semanal e ilustrada “Caricatura,” colaborando con numerosos dibujos que aparecieron en sus portadas y páginas interiores. En dicha publicación también figuraron Nicolás Delgado, César y Jorge Carrera Andrade, Benjamín Carrión, Eduardo Batallas, Luis F. Rueda, Antonio Aguilera, etc.
“Caricatura” marcó época en el periodismo del Ecuador por sus dibujos y humor satírico y urticante. Una escena con desnudo femenino dibujada por Nicolás Delgado atrajo las críticas moralistas del clero pero el país siguió comprándola porque “Caricatura” era obra de jóvenes idealista que apoyaban al arte en sus principales manifestaciones.
Entre 1920 y el 25 presidió la “Sociedad Deportiva Gladiador”, creó el uniforme del equipo, obtuvo la aprobación de los estatutos y alentó a los socios en el deporte.
En Noviembre del 24 comenzó a editar el periódico “Antorcha” en seis pags. de formato tabloide, que circuló bajo el epígrafe de Semanario de la Vida Nacional. Con varios de sus colaboradores organizó en Mayo de 1925 el grupo socialista “La Reforma” y en Riobamba el partido Social Demócrata (de tinte claramente socialista)
En 1925 conformó otro cuarteto de cuerdas: 1er violín Enrique Terán; 2do violín Enrique Muñoz; Viola Víctor Aurelio Paredes y Violoncello Carlos Tipán y presentaron varios recitales públicos en Quito. También fundó el Núcleo Socialista de la Universidad Central y el Grupo de Acción Lenín. El resto del año trabajó como activista político organizando otros núcleos socialistas en Otavalo, Ambato e Ibarra como paso previo para la Gran Asamblea Socialista del 28 de Mayo de 1926 en Guayaquil, De allí en adelante se dedicó por entero al partido, editando desde Febrero del 27 el quincenario “La Fragua”, tabloide de cuatro págs. órgano de los amigos de Lenin, que Terán escribía en su totalidad.
Su figura era ampliamente conocida en los medios políticos del país a la par que respetada y querida. Tenía carismas y don de mando, se daba por entero a la labor doctrinaria y no escatimaba medios para acercarse a dialogar con el pueblo. En lo físico era “carirredondo, lampiño, de lacia y abundante melena, vestía siempre de negro y usaba unos grandes lentes con un cerco del mismo color. En temporadas, los días domingo, vestía de blanco y se paseaba por el Ejido de Quito”.
En “La Fragua,” publicación que alcanzó el séptimo número, se demostró escritor de sólida formación. Ya no era el caricaturista sutil, el fino humorista de sus primeros años, sino el ideólogo socialista, biógrafo claro y sencillo de Marx, Lenin, Trozky, Stalin, Lunacharsky, Zinoviec, informador veraz de los acontecimientos del mundo.
En Marzo del 28 fue designado Secretario General del Partido Socialista, el 30 de Julio dictó una brillante Conferencia sobre la dictadura del proletariado en la cual destacó que el imperativo histórico de los pueblos es la organización del proletariado bajo la bandera de la lucha de clases y guiado por los partidos de Vanguardia hacia la conquista del poder político, para la instauración de la dictadura del proletariado como etapa transitoria hacia la sociedad comunista sin fronteras ni clases y agregó, no porque la realización de la dictadura del proletariado sea en el Ecuador remota, hemos de descuidar su análisis. Renunciar a la dictadura del proletariado es renunciar a la revolución social y hacer una cruz sobre el socialismo. Frente a la subordinación y penetración del capital imperialista que forma con el despótico capitalismo criollo un frente único, planteó como tareas partidarias: levantar el espíritu público, buscar con el arma de la idea la dignificante inquietud de la clase trabajadora que es la que forma el pueblo; agitar el espíritu colectivo con el huracán del periodismo rojo. Oponer la ciencia que es la luz, a la religión que es la tiniebla. Romper con la octaviana paz que es fruto de todas las cobardías.
Abrir una Interrogación a muerte con el imperialismo de Norteamérica, a la amenaza que entraña y a los hechos concretos que empezaron con la infiltración progresiva del capital de Wall Street, y terminaron con los asesinatos y las invasiones. Despertar a las clases indígenas de sus largos y esclavizante sueño colonial. Combatir con ardor al negro fascismo, que lleva en sus entrañas la criminalidad. Pero, a no dudarlo, el aporte más trascendental suyo como hombre de acción y posición socialista, templado en la lucha, recto y firme, fue su llamamiento a la organización de un Partido Socialista Revolucionario que sea creador y no imitador, criterio suscrito por el gran teórico marxista peruano José Carlos Mariátegui, años antes.
En 1930 el Socialismo ecuatoriano se adhirió a la III Internacional pero la actitud poco conciliadora del Dr. Ricardo Paredes, quien había asistido como Delegado a las reuniones en Moscú, originó en Enero del 31 la división definitiva del socialismo ecuatoriano en dos grupos, el de los llamados Ortodoxos con Enrique Terán y el Comunista con Ricardo Paredes.
El 6 de Enero del 31 siete delegados provinciales del Consejo Central del Partido Comunista: Juan G. Jaramillo por León (hoy Cotopaxi) Enrique Terán Baca por Chimborazo, Juan F. Karolys por El Oro, Leonardo J. Muñoz por el Oriente, Rafael Campuzano por Esmeraldas, Luis Gerardo Gallegos por Azuay y José Alfredo Llerena por las Juventudes Comunistas del Ecuador, difundieron un Manifiesto al Proletariado ecuatoriano dando cuenta de su marginamiento del Partido Comunista, después de destacar los cambios que se habían operado en la III Internacional que le habían llevado a una degeneración burocrática, por la prescindencia del estudio de las realidades nacionales, lo que había significado que lanzara definiciones dogmáticas, elaboradas en el escritorio, al pie del polo norte, cuando nuestras realidades están cerca al polo sur, por eso llamaron a todos los trabajadores manuales e intelectuales sin distingos ni odios a conformar el nuevo partido Socialista que difundiría en el país un programa con principios y postulados que se acoplen al ambiente nacional y a sus propias características, sin sujeción a ningún organismo extranjero y capaz de liberar a los trabajadores ecuatorianos de la explotación del capitalismo. Esta decisión estuvo fundamentada en el viaje a la U.R.S.S. realizado meses atrás por Luis Gerardo Gallegos, Ermel Quevedo y Neptalí Pacheco León como delegados al V Congreso de la ISR. Ellos se dieron cuenta de que la Internacional se había desviado de la técnica leninista, habiendo dado lugar al estancamiento o retroceso del movimiento revolucionario internacional. Gallegos había escrito el libro “Rusia Soviética y la revolución mundial”, publicado en la imprenta de la Universidad Central.
En 1931 escribió “Huacay-Ñan” o camino de llanto, novela que narra una pasión que nace súbitamente en el corazón de una joven durante un largo viaje en tren de Quito a Guayaquil, relato romántico de un amor que termina irremediablemente al final del viaje. El texto estuvo casi perdido hasta 1995 que fue editado por “El Conejo” y fue dedicodo a Jorge Carrera Andrade en su momento. El autor consideró que su novela no valía mucho por llorona aunque realmente lo que la salva es el talento del narrador. Este relato inspiró al pintor Oswaldo Guayasamín, que llegó a leer el original, a componer su serie del mismo nombre sobre el dolor indígena.
El 33 un grupo de poetas e intelectuales entre los que se encontraban Ignacio Lasso, Jorge Fernández, José Llerena, Jorge Reyes, Atanasio Viteri, Raúl Andrade, Pablo Palacio, Mario Suárez y Francisco Borja afiliados al Vanguardismo lírico, le confiaron conjuntamente con Jorge Carrera Andrade la exposición de las doctrinas estéticas de esta nueva escuela en la revista “Elan”.
Terán escribió por entonces una carta pública a Jorge Carrera Andrade que apareció en el diario “El Día” de Quito. Allí indica: “Nuestra Internacional, a la que amamos románticamente como una bella lejana, aquella en la que pusimos el amor oculto de nuestro deseo de amar, de nuestra sangre India – hispana, se volvió una prostituta en estado de explotación por los demagogos de su círculo. Al Ecuador han tratado como una tribu; jamás contestaron nuestras informaciones ni quisieron tomarnos en serio hasta que las últimas directivas nos toman demasiado en serio y transmiten consignas copiadas… No han querido estudiar nuestra realidad, los informes enviados por nosotros en todos los órdenes, los han calificado de pequeños burgueses y oportunistas…”
Entre el 33 y el 34 mantuvo en el diario socialista “La Tierra” del Dr. Ricardo Jaramillo una muy leída sección titulada “Lecturas para el pueblo A.B.C.” escrita bajo el pseudónimo de “Iskra” que significa “Chispa” en ruso y que tomó de un periódico leninista de comienzos de siglo, con artículos sencillos y de corte claramente marxista – dieciocho en total – dirigidos al adoctrinamiento obrero y que acaban de ser republicados por la Universidad de Guayaquil en 1986.
En 1936, al producirse la dictadura del Ing. Federico Páez, fue llamado a la dirección de la Biblioteca Nacional y con su amigo y secretario Ignacio Lasso se hizo cargo de la edición de la revista “Mensaje” que apareció en Febrero con una secuencia bimensual hasta el número once en Julio del 39. Igualmente fue autor de varios proyectos. Uno sobre la creación de las Bibliotecas Públicas, otro sobre la protección al Documento Nacional, demostrando que poseía una vasta cultura y fina sensibilidad.
En 1937 renunció a la dirección cuando la dictadura inició la persecución a las izquierdas y motivado por sus lecturas en la Biblioteca comenzó una novela de trasfondo histórico nacional.
Entre el 37 y el 39 aparecieron varios artículos suyos en “Mensaje” y en la “Panamericana Book Shelf” de Washington. Ese último año se conocía en los círculos intelectuales que se encontraba muy atareado escribiendo. El 40 finalmente publicó “El Cojo Navarrete” en 329 pags. con prólogo de Ignacio Lasso en 12 pags. contando las aventuras de Juan Navarrete, cholo que perdió una pierna en las luchas del liberalismo el 95 y se enamoró de una mujer de clase social superior a la suya, que le correspondió por su valentía. Fruto de ese amor fue un hijo que ella entregó a una india para su crianza. Mientras tanto Navarrete se había vuelto bandolero y la policía comenzó a perseguirlo. Enterado de la entrega del niño, trató de rescatarlo y cuando lo consiguió se fue a vivir escondido en la soledad de las lomas hasta que fue encontrado y cayó herido por sus perseguidores los soldados. Su ex amante, Rosa Mercedes, halló muerto a Navarrete, que había estrangulado a la criatura “para que el nuevo cholo no sea pasto de la miseria de los de abajo,” pero como su autor falleció al poco tiempo, la obra circuló, en escasos ejemplares y el público lector no pudo apreciar las páginas maestras de descripción y colorido que contiene, como las que relatan la lidia de gallos, lograda como en ninguna otra novela en América.
Esta obra de Terán, considerada una de las mejores que se ha escrito en el país aunque su final es tremendista, alcanzó la fama literaria al punto que nuevas ediciones han aparecido desde entonces, siendo la primera del 65 en la imprenta de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.
Sus últimos tiempos fueron penosos y dejó de salir a la calle con los dos perrazos que siempre le acompañaban y que eran mansísimos aunque le servían de guarda espaldas dada su pequeña estatura y los numerosos detractores que tenía por su credo revolucionario.
Vivía en un departamento alquilado en la Mejía No. 76 con sus perros y su secretario Ignacio Lasso, amigo de toda su confianza y también, porqué no decirlo, de sus continuas jaranas y francachelas con mujeres y licores baratos, pues era lo que se dice un solterón divertido, pero ambos fueron contagiado por igual, pues acostumbraban prestarse las mismas mujeres y Terán falleció el 13 de Abril de 1943, de cincuenta y seis años de edad solamente y casi en forma simultánea con Lasso, de infección y fiebres. Lasso escribiría casi al final de su vida sobre un hongo maligno y destructor. ¿se refería a la espiroquera pálida? Quién sabe.
Dejó inédita una novela también de fondo histórico titulada “En cada pan una gota de sangre” sobre la lucha y organización campesina de los años 30, cuyo protagonista es el indígena Espíritu Santo, quien está asesorado por abogados socialistas y emprende la lucha por la legalidad de la tierra para su comuna, en enfrentamiento con los gamonales de la zona de Cayambe.
De carácter dulce, afable, con un don de gente especial, contagiando su sano optimismo, derrochando alegría y vitalidad a pesar de su enanismo que le cerró las puertas al amor verdadero y le impidió formar familia y hogar, Terán Vaca es uno de los pioneros de las ideas socialistas en el Ecuador y como novelista formó grupo con Pablo Palacio y Jorge Icaza en Quito. Su vida es ejemplo de superación y su persona constituye una de las figuras más complejas y sugestivas de nuestra historia nacional, tan plagada de héroes y heroínas de cartón, lo cual no es el caso de Enrique Terán Vaca.