TÁBARA, Enrique


Cuando en 1964 Enrique Tábara llegó al Ecuador, Guayaquil era todavía, una ciudad donde se podía trabajar (pintar en este caso). Como poco a poco con la televisión, los familiares, amigos, compradores, etc. El pintar fue cada vez más difícil, Tábara decidió pasar su taller a Chongón. Ahí se recluyó a meditar, observar y pintar. Pero al igual que su ciudad natal, Chongón perdió su tranquilidad. ¿Dónde pintar? Es entonces que, por esas cosas del destino, apareció Cuatro Mangas. Apartado de Guayaquil y de los ojos curiosos que buscan siempre ver lo que está haciendo «el maestro», parecía ser el lugar ideal para pintar. Y así, Tábara decide mudarse nuevamente.
Con su taller de Chongón convertido en bodega y el de Guayaquil relegado para los toques finales, Cuatro Mangas sigue siendo, después de catorce años, el lugar ideal. «Ahí nadie sabe quién es Tábara, sólo soy un señor que hace cuadros».
Pero a diferencia de muchos (de los poquísimos) moradores de Cuatro Mangas que no saben quién es Enrique Tábara; él y su obra son conocidos y reconocidos en los medios artísticos más importantes. Una prueba de ello es la larga lista de ciudades donde ha expuesto: Guayaquil, Quito, Cuenca, Barcelona, Madrid, Lausanne, Brasilia, Milán, Munich, Lisboa, Bremen, Washington, Bogotá, San Juan de Puerto Rico, La Habana, Nueva York, Taipei, Venecia, Buenos Aires, Medellín, Sao Paulo, París, etc.
En 1952 expuso en la Casa de la Cultura. «Yo tenía 22 años y era la primera vez que realizaba una muestra individual. De treinta y cinco cuadros vendí treinta y empecé a preocuparme por lo que hacía. Al día siguiente, alguien entrevistó a Guayasamín por la radio y él afirmó: “En Ecuador hay dos pintores: Guayasamín y Tábara). Entonces, decidí que debía pintar otras cosas». En efecto, al año siguiente realizaba en el mismo lugar su segunda exposición donde mostró sus primeros óleos y dibujos abstractos. Faltaron los compradores y los buenos comentarios.
En 1955 viaja a España -Barcelona- becado por el Gobierno ecuatoriano. «Era una beca para un año y me daban 66 dólares al mes. No es que fuese mucha plata pero ayuda mucho a sobrevivir, Al término del año decidí quedarme uno más y ellos decidieron que 44 dólares serían suficientes. Me quedé 9 años y los últimos seis sin ninguna ayuda del gobierno».
Viviendo en Barcelona toma contacto con la intelectualidad catalana y forma parte de los grupos de vanguardia del país.
En 1960 firma un contrato con una galería suiza y abandona España a pedido de su marchante. Entre 1961 y 1963 realiza cerca de 20 exposiciones en Europa, hasta que acepta una oferta más «interesante» y decide regresar a Barcelona. «Llegué a España alegre por el regreso y el nuevo contrato. No pasó mucho tiempo para darme cuenta que no habría tal contrato ya que la persona que me lo ofreció, lo hizo presionada por mi ex-esposa, quien desesperadamente buscaba la forma de hacerme volver a España».
En 1964 viaja a Estados Unidos, invitado por la «Unión Latinoamericana» para exponer en ese país. «Cuando viaje a Nueva York, yo era considerado un pintor abstracto. Aprovechando que tenía que exponer en Puerto Rico, hice una breve escala para asistir a su inauguración. Fui invitado a un coloquio donde los presentes estaban claramente divididos en 2 bandos: los defensores del «nuevo realismo» y los de la «pintura abstracta». Yo me incluí en el último. Ya en Estados Unidos pude ver mucha pintura y me decepcioné terriblemente de la pintura abstracta. Me pareció que se había convertido en líneas y colores»
En ese viaje, Tábara pensó mucho en la nueva figuración. Buscó poner al hombre en el lienzo pero sin tratar de copiar a los realistas. «Quería y tenía que mostrar la figura humana con la base de mi experiencia abstracta».
Es en el Hotel de Nueva York, donde estuvo hospedado, que hizo sus primeras piernas: «unas piernas de color amarilloso en un fondo azul». En la actualidad, esa acuarela forma parte de la Colección del Museo del Banco Central. Ya había abandonado lo «precolombino» y después de un tiempo de búsqueda, encontró en el tema de las piernas la forma de fusionar el arte abstracto y el figurativo. Era en el fondo, un pretexto para trabajar el color, el espacio y las composiciones.