STORNAIOLO PIMENTEL LUIGI

PINTOR.- Nació en Quito el 9 de Junio de 1956. Hijo legítimo de Bruno Stornaiolo Miranda, Psicólogo clínico y uno de los introductores de la sexología en el Ecuador, periodista, autor de la novela “Réquiem por un Dinosaurio”, de un volumen de cuentos y de otros libros, y de Victoria Pimentel Franco, naturales de Nápoles y Quito respectivamente.
El segundo de una familia de cuatro hermanos. Estudió en el Colegio salesiano Cardenal Spelman y vivía en la Cordero y Amazonas. De siete años se enfermó con gripe y fiebre y su padre le obsequió el libro “Cómo dibujar” para que se distraiga mientras guardaba cama. Aún conserva el libro, cree que su lectura fue la primera motivación que recibió hacia el arte y agrega: “Mi madre desde los cuatro años me llevaba al campo y cuando estuve frente a los insectos, a las mariposas, que me llamaban mucho la atención, pretendí copiar los colores de sus alas. Dibujaba también plantas raras. La naturaleza siempre me ha fascinado. Después me encontré con la sorpresa que cavando la tierra de Puná hallé pequeñas piezas arqueológicas, me llamaron la atención sus dibujos y pienso que ahí formé mi concepto respecto a la pintura y al arte”
Su madre, muy hábil para todo tipo de artesanías, cose, teje, cocina y hacía perfiles pequeñitos de personas amigas. Su abuela paterna Ana Miranda Lalama vivía su viudez en la casa vecina, fumaba y conversaba mucho, jugaba naipes y pronto se lo llevó con ella para que la acompañe, además era autora de un poemario impreso bajo el título de “Risas y Lágrimas”.
De doce años comenzó a hacer caricaturas de los principales deportistas de Quito, que su padre hacía publicar en “El Comercio” y en “Ultimas Noticias” por S/. 5 cada una.
En 1974 se graduó de Bachiller luego de figurar con honor en el equipo de fútbol de su Colegio como guardameta de exitosa carrera. Motivado por su padre ingresó a la Facultad de Arquitectura pues no sabía que funcionaba una de Arte, estudió tres años sin mayores ganas y aprendió nociones de diseño, dibujo técnico y otras materias afines.
En 1977 abandonó la Facultad y visitó a sus tíos los Stornaiolo en Nápoles. Fue una época de intensas experiencias, concurrió a los principales museos de Italia, admiró las telas de los grandes maestros y se formó una idea de lo que realmente quería ser en la vida. Hernán Rodríguez Castelo ha opinado que fue en ese viaje que “descubrió las posibilidades de la pintura grande, asumiendo aunque obscuramente, el que sería su estilo con el paso del tiempo”.
A su regreso montó en la parte posterior de la casa, con sus amigos Roberto Valdez y Frank Beleón, una pequeña fábrica artesanal de juguetes de corcho, que llamaron “Napablaza”. Las ideas eran suyas, salieron muy hermosos pero a la larga fracasaron por falta de experiencia comercial.
En 1978 conoció a Nelly Witt Vorbeck, quien le inspiró un gran afecto. Desde entonces comenzó a pintarla y en la actualidad conserva cerca de cuarenta óleos de ella.
En 1979 vivió de la venta de retratos al carboncillo, asistía a muestras, se ejercitaba en el dibujo, para lo que siempre tuvo especial facilidad.
En Abril de 1980 expuso por primera ocasión y tuvo éxito. La Galería “Club de Arte” mostró sus dibujos irónicos dentro de un realismo lúcido y casi fotográfico en sus detalles, al punto que el crítico colombiano Alvaro Paredes Ferrer se atrevió a augurarle uno de los primeros puestos en la nueva plástica nacional; meses después presentó en la Galería “Sosa Larrea” propiedad de Jorge Sosa, varias tizas o pasteles, también con éxito y favorable crítica.
Ese año contrajo matrimonio con Nelly y nació su hija Silvia Anna. En Enero del 81 se cambiaron a una pequeña casa prefabricada en el barrio Dammert, hizo retratos cobrando diez mil sucres por cada uno y con la venta de la casa, para Febrero del 82 viajó a Europa con su familia.
Arribaron a Amsterdan, vieron museos y pasaron a Londres. Allí hizo varias copias con permiso de cuadros famosos, que vendió enseguida. Luego siguieron a Madrid, admirando a Goya, recreándose en Velásquez, Murillo y también en el Bosco, a quien ya conocía por su anterior viaje y estudios de arte. Igualmente se impresionó con la Escuela Flamenca de los siglos XV y XVI. Estuvieron en Florencia donde pudo comprobar la alta calidad de los retratistas callejeros, todos ellos con gran formación, finalmente visitaron Roma y Nápoles. El viaje había durado tres meses y le puso nuevamente en contacto con las viejas escuelas y con obras de pintores contemporáneos como Salvador Dalí, a quien imitaría en su estilo surrealista con telas tan insólitas como “Moscas”.
De regreso, en Agosto, se cambió a la Mitad del Mundo, a pintar al borde del desierto, en contacto con la aridez de esa zona y la belleza de las montañas; permanecería allí siete años, madurando. Había días en que pintaba dieciocho horas y hasta cinco cuadros..
En 1983 expuso en el Colegio de Arquitectos grandes óleos de tendencia realista que llegaba al preciosismo y por eso no tenía futuro. “Cosa menor, expresión contemporánea aberrante con atisbos de caricatura”.
En 1984 abrió una muestra en la Galería “Marcos y Arte” de Abdula Arellano pero la gente no estaba enseñada al arte futurista y peor al feísmo, por eso algunos buenos amigos, preocupados por el destino económico de su arte, le aconsejaron en confianza que no pinte pendejadas, que se dedique a algo serio; pero él les contestaba: yo voy en contra de no se quien, yo soy mi peor enemigo, genero en mi mismo a mi peor enemigo.
El 85 formó con sus amigos pintores Byron Richardson, Juan Reese, Mauricio Cobo y Mario León, el grupo San Pascual, de búsqueda y trabajo. Hizo scultopintura durante tres meses y expusieron en un local vacío de la Avda. República y Almagro, pero terminaron por disolverse.
En 1986 fue su año consagratorio al ganar el Primer Premio en Caricatura en el Salón Municipal de Quito y el Tercer Premio en Tempera. También estudió grabado sobre metal en el Taller Gráfico de los Profesores Carlos Rosero y Luciano Mogollón situado en la 9 de Octubre y Washington y aprendió Xilograbado con el profesor colombiano Carlos Neira.
En Diciembre fue seleccionado con otros veinte pintores entre ciento ochenta, para representar al Ecuador en la I Bienal Internacional de Cuenca.
En Abril de 1987 expuso en la “Galería Larrazabal” de Eudoxia Estrella y una semana después, al inaugurarse la Bienal, se reveló en “un estilo seguro y una expresión rica y vigorosa, que recupera, con sentido contemporáneo, muchas líneas antiguas, hasta de venerable antigüedad”.
Rodríguez Castelo opinó que era un conjunto de gran unidad, luciendo sabiduría de oficio, todo presidido por una ironía muy contemporánea y pintando con nerviosidad y detallismo.
Ese año envió seis grandes telas a la Bienal de Sao Paulo con “pintura enérgica, gestual, que entra en conflicto y tensión plásticos con el dibujo detallista y con la caricatura esperpéntica”.
En Junio de 1988 expuso en el almacén de su esposa, llamado “Nueva Galería”, sus últimas telas, luciendo “trazos violentos, materia en hilos, vehementes raspados, o hace emerger rostros monstruosos de entre un frenesí de manchas, a veces bastante texturadas. Exasperación formal pero dislocación de la cosmovisión”. En Diciembre fue nuevamente seleccionado con otros quince pintores para representar al Ecuador en la II Bienal Internacional de Cuenca, con cuatro obras.
En Mayo de 1989 se presentó en el Salón Nacional Mariano Aguilera de Quito y obtuvo el Primer Premio por su “Gavillas advenedizas haciendo tabla rasa II”, parte de una serie de cuatro grandes óleos. En Septiembre abrió una muestra en la Galería “Ricardo Florsheim” de Guayaquil, con otras telas, pero siempre presentando “el aquelarre humano a brochazos, manchas y chorreados. Un mundo goyesco, en suma, de su época negra, pero con el desenfado de un lenguaje visual contemporáneo”. Concurrí a la muestra, había un cuadro de grandes dimensiones, dividido en dos paneles puestos juntos, el primero era figurativo, el segundo estaba mitad manchado y mitad chorreado sin ser propiamente un abstracto, la obra mantenía su unidad, el colorido de ambos concordaba y la fuerza expresiva era igual. Me dijo que el primer panel podía repetirlo pero el segundo no, pues estaba motivado por la inspiración artística de un momento, irrepetible. La gente se quedó alelada, con la boca abierta, era la primera ocasión que se presentaba obras de tanta libertad gestual (transvanguardista) escuela de reciente data en Italia pero totalmente desconocida en el Ecuador. Este fue su mejor momento.
En “Quien no come arroz no merece la vida”, óleo de casi dos metros de alto por dos de largo, escogido por la revista Diners para iluminar su página central, “la tensión entre lo dibujado – grupos humanos – y la violencia neo expresionista cromático – matérica, llega a un punto casi de conflicto”. De esta época son algunas de sus más importantes obras, todas ellas gigantescas, de 2 x 3 mtrs. Con títulos irreverentes como “Espectáculos energumenescos de gente ebria en noche plenilunada,” “Streptease en la Mariscal”, “La Ultima Cena”, “El Churo de la Alameda.” Me sacaba el aire pintando, además también hacía de carpintero, relata.
Planeaba un largo periplo por Australia para acumular técnicas y mejorar su oficio, viajó a Melbourne el 90 con su familia, el 91 expuso en el Doncaster Gallery y el 92 volvió a Quito. El 94 regresó a la bienal de Sao Paulo y el 95 asistió a la de Venecia.
El 96 expuso en el Museo Sívori de Buenos Aires. El 99 en el Instituto Italo Americano de Roma, pero su matrimonio no resistió esta tensión existencial y aunque no se han divorciado, Nelly vive con los hijos en Buenos Aires.
Por entonces empezó a sentir dolores en la pierna derecha y debilidad en su cuerpo, la mano derecha se le inmovilizó y fue aquejado de una distrofia muscular que prácticamente le paralizó por años y de la que se ha repuesto pintando con la mano izquierda, siempre en la misma escuela artística aun que no con la perfección y brillantez de antes.
El 2006 aprendió a utilizar la mano izquierda para pintar y para la computadora. El 9 le fue a entrevistar el poeta Juan Carlos Mussó a quien declaró: El arte es un arreglo de cuentas, nuestra batalla es el poco de alma que nos queda; por eso se prefiere la victoria a la verdad, y ríe como uno de esos seres esmirriados que pueblan sus pinturas. Estaba delgado y barbado, vistiendo ropa casual y no se había peinado.
La suite en que trabaja tiene dos ambientes, el taller y la biblioteca y está situada al lado de la casa de sus padres, que le protegen y acompañan a causa de su enfermedad.
Lo recibió entre óleos y acrílicos. Los primeros pueden demorar semanas en secarse, los últimos unos pocos segundos. Respira profundo y toma el libro que sobre su obra publicó la Latinweb Publishing Editorial el 2.005, donde aparecen desde sus primeras obras, que fueron dibujos figurativos y retratos, desde cuando sus dibujos eran sinónimo de minucias hasta ahora en que sus trabajos son casi insolentes pinceladas de color. Como paciente poeta, titula uno a uno sus cuadros. I aparecen en variadas posiciones seres erotizados que se regodean en su lascivia y con fuertes tonalidades y desvergonzados rostros y cuerpos construyen una sátira social. Recuerda cuando con motivo de una de sus exposiciones se cayó en plena avenida Nueve de Julio de Buenos Aires y paró el tráfico porque no podía levantarse. Porque ya estaba comenzando su enfermedad.
Arregla su melena y anuncia no haberse visto al espejo en más de un año pues la esclerosis ha perjudicado ciertos movimientos de su parte derecha y por ello se educó y ahora es zurdo. Cree que su trabajo constituye una intensa radiografía de la cotidianidad y su humor tiene tintes corrosivos, como su obra entera. Su barba revuelta resalta su figura quijotesca, toma un trago que ha permanecido en una repisa de su biblioteca y elevando el vaso, brinda y dice ¡Salucita¡
El 2011 expuso en el local del Ministerio de Cultura en Quito, el 12 obtuvo el Premio Nacional de Cultura Eugenio Espejo en actividades artísticas y expuso “La Risa” con pinturas que recrean seres de ficción que configuran un carnaval aterrador, oscuro, asfixiante pues cada risa es un laberinto.
En Abril del 12 presentó una muestra de trece óleos de diferentes épocas en la galería guayaquileña de su pariente Patricia Meier en el Samborondon Business Center. Sus cuadros ven a la sociedad con una agudeza psicológica y eso es precisamente lo que atrae de la obra, el drama psicológico de esos seres humanos, en este mundo desgarrador pero real. El devela la cortina falsa de este mundo de apariencias, desnuda a esos seres y ve su verdadero yo.
Lo que más impresiona de él es su total desenfado y libertad expresiva, dentro de una honda angustia que implica crítica acerba y drama social. Irreverente, directo, sencillo, irónico, habla en broma y en serio.
Su técnica poderosa encierra un fluido melódico y los personajes se retuercen placenteramente, de dolor o de risa, con quejidos o con susurros casi audibles. Lúdico y dramático, critica con su pincel lo que va mal en la vida y en el mundo. Se considera un personaje dentro de su imaginario y efectivamente lo es pues se mostró despeinado y barbado, vistiendo guayabera blanca, terno café y corbata anticuada y bicolor, algo realmente estrafalario, “out” como suelen calificar las revistas de moda, y pese a haberse desvinculado del virtuosismo de sus inicios, ha logrado en los últimos tiempos un tipo de expresión mucho más fuerte, por eso siempre despierta la curiosidad de los espectadores y sigue reclutando seguidores incondicionales que aman su forma de expresión artística.
En razón de su dolencia ya no puede pintar las grandes obras – casi murales – de sus comienzos pero no pierde la esperanza de mejorar en algo siquiera. Sus padres le llevaban a un médico que realizaba terapia con células madres. “Ya me hice una pinchada y eso me tiene mejor”.
Consciente de que el tiempo se le acaba indica que se le ha hecho chicle, antes había tiempo hasta para perder el tiempo, ahora éste pasa con asombrosa velocidad.
Frontal, inteligente y casi genial, tiene frases célebres para todo y para todos: El que no ha intentado suicidarse a los veinte y cinco años merece morir. El pensamiento es la enfermedad del alma, el 2020 falleció su madre quíen le cuidaba.