SILVA RODAS: Medardo Angel


SILVA MEDARDO ANGEL (1898-1919)

Nace en Guayaquil el 8 de junio de 1898.
Cantor de aconteceres tristes, su destino estaba signado por la fatalidad. Se educó en el Colegio “Vicente Rocafuerte” de su ciudad natal, a pesar de los escasos recursos económicos de su hogar. Hombre del pueblo, naclo de su entraña y él lo guarda reverente en su memoria. Poeta ante todo, delicado y cordial. Gustaba de ejecutar el piano, siendo ferviente admirador de Omar Khayyam, según Eduardo Castillo, Funda la revista “Ateneo” y “Renacimiento”. Sus colaboraciones se publican en varias revistas de la época. Escribe en “El Telégrafo”. En 1918 publica su primer libro de versos: “El Árbol del Bien y del Mal”, perteneciendo también la novelita publicada en folletín de periódico, “María de Jesús” no habiéndose editado hasta la fecha muchas composiciones suyas que se hallan inéditas.
Su canto es patético, dulce y melancólico, como su adolescencia, como los recuerdos que laceraba su alma contaminandola de melancolía: “Madre: la vida enferma y triste que me has dado / no vale los dolores que ha costado” (Lo tardío); o su cumpleanos decididamente fúnebre, con acento a derrota y anismo. “Hoy cumpliré veinte años: amargura sin nombre / de dejar de ser niño y empezar a ser hombre… / Me son duros mis años y apenas si Son Veinte / ahora se envejece tan prematuramente”. Y poeta, aquel poeta, adolescente aún que cantaba a la muerte ya lo duro de su trajinar por este mundo desaparece prematuramente el 10 de junio de 1919, en presencia de su colegiala predilecta Rosa Amada Villegas”. Un revólver, dicen, puso punto final a su existencia.
Posteriormente se han publicado varias versiones, una de las cuales indica que el poeta no se suicidó: un rival en el amor haría, tal vez que su vida se tronchase cuando entraba con paso seguro a la definitiva consagración.
La figura de Medardo Angel Silva marca una época, aquella de la generación frustrada, la de esos seres extraordinarios que miraban con ojos absortos la muerte, como pidiendo que viniese al cariñoso llamado. Y tempranamente se agosta con: Arturo Borja, Humberto Fierro, Ernesto Noboa y Caamaño…
Voz permanente y de las mejores, está allí, emocionada y grande, total de poesía, identificando a una de las mejores del Ecuador.
EL ALMA EN LOS LABIOS
Cuando de nuestro amor la llama apasionada dentro tu pecho amante contemples extinguida,
ya que sólo por ti la vida me es amada,
el día en que me faltes, me arrancaré la vida.
Porque mi pensamiento, lleno de este cariño, que en una hora feliz me hiciera esclavo tuyo,

lejos de tus pupilas es triste como un niño
que se duerme sonando en tu acento de arrullo.
Para envolverte en besos quisiera ser el viento y quisiera ser todo lo que tu mano toca;
ser tu sonrisa, ser hasta tu mismo aliento
para poder estar más cerca de tu boca.
Vivo de tu palabra, y eternamente espero llamarte mía como quien espera un tesoro.
Lejos de ti comprendo lo mucho que te quiero y, besando tus cartas, ingenuamente lloro.
Perdona que no tenga palabras con que pueda decirte la inefable pasión que me devora;
para expresar mi amor solamente me queda
rasgarme el pecho, Amada, y en tu mano de seda
dejar mi palpitante corazón que te adora !