SARASTI: Aguileo


En 1865
En las poblaciones de Alausí y Cañar se habían formado grupos de patriotas, que al mando del valiente joven Fiallos, combatieron y triunfaron en Curiquinga, avanzaron a Cuenca, donde otra vez presentaron combate, y fueron vencidos el 16 de noviembre de 1865. Cayeron prisioneros Aquileo Sarasti, Pedro José Cavero y un labriego llamado David Campoverde. Una joven de Riobamba, de apellido San Miguel, había asesinado a su amante, un militar Lavayen, y por este crímen, fugada de la prisión de Quito al Perú, en compañía de otros de sus amantes, quien se halla bà a Oficial de guardia en su prisión. Años más tarde regresó la delincuente a Guayaquil, sin pasaporte; y entonces García Moreno mandó aprehender, y que la condujeran a Quito el Capitán Aquileo Sarasti. La joven volvió a huir con Sarasti al Perú. Algún tiempo después, cuando la invasión de Urbina, de la que hablamos, Sarasti reapareció en el Ecuador: andaba de aldea en aldea, y se esforzaba en encender el amor de la libertad en sus amigos. En su permanencia en el Perú, había aprendido a aborrecer al tirano. Amistoso con la familia de Fiallos, de Azogues, levantó se con uno de ellos en armas, combatió, pero cayó, como hemos visto, prisionero. Se encaró con Sarasti, y le dirigió, airado, esta pregunta: ¿Qué pena merece el que fuga con un preso?. “La de la muerte”, respondió Sarasti, sereno. Dominó esta contestación al déspota, y a ella debió la vida aquel bizarro prisionero.