Salguero Antonio

Otra de las hijas de Antonio Salas, Josefina, transmitió la habilidad artística a su hijo Antonio Salguero, nacido en 1864, cuatro años después de la muerte del abuelo. Educado en el colegio San Gabriel, adquirió un respaldo de conocimientos y el hábito del equilibrio clásico. Sin salir del espíritu y el ambiente de familia, halló en el estudio de su primo Alejandro Salas todo el caudal de experiencias para especializarse en el arte de la pintura. Desde 1886 se independizó para seguir su camino personal. Pintor hecho y derecho, en 1896, cuando contaba 32 años de edad, viajó a Chile, donde ejército su arte con aprecio del ambiente. En 1901 el gobierno del presidente Alfaro le envió becario a Roma, para que en esta ciudad y París,  asimilasen las nuevas corrientes de la pintura, con el objetivo de dirigir a los alumnos en la Escuela de Bellas Artes, que se proyectaba restablecer en Quito. Regresó, casado con una dama romana en 1904, año preciso del establecimiento de la mencionada Escuela.

De su permanencia en Roma y París aprovechó para hacer copias de los grandes maestros de la pintura universal. Este ejercicio le familiarizó con la franqueza al colorido y el vigor psicológico de los personajes representados. De esta experiencia participó a sus alumnos en la escuela de bellas artes. Con estilo propio captó los arcos folclóricos de sujetos populares, conocidos en el ambiente. 

A partir de 1912 se redujo a la tranquilidad del hogar, como un gran señor que había hallado en el Arte el secreto de la felicidad. A su muerte, la viuda inconsolable regresó a Roma. El matrimonio artístico de don Antonio fue a parar por suerte, a través de la generosidad patriótica del padre Aurelio Espinoza Pólit, en la galería de arte de la casa del Colegio de Cotocollao.