SAENZ DEL CAMPO JOSÉ MARIA

PROCER DE LA INDEPENDENCIA.- Nació en Quito y fue bautizado el 11 de Diciembre de 1797. Octavo hijo del matrimonio del realista Simón Sáenz de Vergara y Yedra, nacido el 8 de Marzo de 1754 en la villa de Villasur de los Herreros en la provincia castellana de Burgos, quien vino a las Indias en 1780, pasó a Popayán en 1781 casó allí, ese año, con Juana del Campo Larraondo y tuvieron numerosa progenie. En 1789 se trasladó con su familia a Quito y actuó como Teniente de la Segunda Compañía de las Milicias arregladas de esa capital, en 1791 ascendió a Comandante, en Diciembre del 95 tuvo a Manuelita Sáenz su hija natural en Joaquina de Aispuro y Sierra, el 96 fue Colector de Rentas Decimales del Obispado y Regidor del Cabildo, en 1802 Alcalde Ordinario de Primer Voto, en 1803 Mayordomo de la Construcción de la Catedral, en 1808 denunció a su enemigo personal el Capitán Juan Salinas, ante el fraile mercedario Andrés Polo con quien era compadre, Polo contó el asunto al padre Torresano y éste lo divulgó en la Audiencia, motivando la prisión de varias personas. Cabe indicar que Sáenz, así como su hija María Josefa y el Auditor Francisco Xavier Manzanos del Castillo su marido, eran íntimos amigos y compadres de Polo por ser éste padrino de uno de los hijos de la pareja. Ese año fue promovido a Oidor de la Real Audiencia. Para la revolución del 10 de Agosto de 1809 fue cercada su casa por un destacamento revolucionario, su familia se dispersó y él huyó a Guayaquil donde vivió al amparo del Gobernador Bartolomé Cucalón. De regreso a Quito con las tropas del Coronel Manuel de Arredondo se dedicó con José Vergara y Gaviria y otros europeos, a pagar a los mozos de los barrios para que acometieran el cuartel con el fin de que fueran asesinados los presos que allí se encontraban como efectivamente ocurrió la trágica tarde del 2 de Agosto de 1810. Con motivo de la llegada del Comisionado Regio Carlos Montúfar, volvió a escapar a Guayaquil.
Ese año de 1811 cuando las tropas realistas de Arredondo fugaron hacia Guaranda y ante la acometida de Montúfar la abandonaron sin ofrecer resistencia, quedó entre los bienes abandonado la cantidad de cuarenta mil pesos pertenecientes en su mayor parte a Sáenz de Vergara, mientras en Quito Mariano Merizalde pedía a gritos la muerte de su esposa Juana del Campo Larraondo y de4 su hija María Josefa casada con el Oidor Francisco Xavier Manzanos del Castillo era encerrada en un convento. Incorporado en 1812 a las tropas del Presidente de la Audiencia Toribio Montes, intervino en el combate de Mocha en Septiembre de ese año y continuó en las tropas realistas hasta la toma de Quito. En 1813 enviudó y se dedicó al comercio de géneros con Panamá. Allí pactó el matrimonio de su hija Manuela Sáenz con el médico inglés James Thorne, mayor a ella, en veinte años a quien entregó ocho mil pesos de dote al año siguiente en Lima, cuando se realizó la boda. Tras la batalla del Pichincha en 1822 volvió a España junto a dos hijas solteras y falleció en la península el 7 de Junio de 1825 de setenta y un años de edad.
Entre 1809 y el 12 fueron tiempos peligrosos por la odiosidad despertada en ambos bandos pero tras la derrota de los patriotas en 1812 pudieron los Saenz reunirse y vivir tranquilamente en la casa familiar de las actuales calles García Moreno y Bolívar, diagonal al Hospital San Juan de Dios. Entonces el joven José María estudió en el Seminario de San Luis.
Ese año ingresó de Cadete de las Milicias del Rey. En 1814 “estuvo en Pasto, en el rechazo del insurgente Antonio Nariño, luchando bajo las órdenes del realista Blas de la Villota y ascendió a Subteniente. Por haber contribuido a la pacificación de las provincias quiteñas y conducido los pliegos y banderas de la derrota patriótica de la cuchilla del Tambo, el Presidente Toribio Montes, mediante decreto del 17 de Julio de 1816 lo ascendió a Teniente de Milicias mientras prestaba servicios en Cuenca”.
Cuando en 1819 pasó por Quito el batallón Numancia, marchó con él al Perú en calidad de Teniente. En Lima hizo vida de cuartel dentro del batallón Infante y trató a su media hermana Manuela Sáenz Aispuro residente con su esposo el médico James Thorne y también a la hermosa guayaquileña Rosita Campusano que arrribó al Perú como amante de un comerciante español que le duplicaba en edad y por entonces vivá publicamente con el general Domingo Tristán y Moscoso. Entre ambas le convencieron de plegar a las ideas patriotas. En Septiembre arribó la expedición Libertadora de San Martín a la bahía de Paracas y pronto las armas patriotas extendieron su radio de acción sobre Pisco, Chincha, Cañete y otras poblaciones menores situadas al sur del Perú.
San Martín dispuso que al General Juan Antonio Arenales se internara a las sierras a distraer la atención de los realistas mientras él seguía con el grueso de la expedición hacia Ancón y a Huacho, al norte de Lima, donde estableció su cuartel general y que el General Alvarado marchara por Sayán y Oyón y se uniera a Arenales, mientras el Virrey Joaquín de la Pezuela despachaba al General Joaquín Valdez con el Numancia para contenerlos, ignorante que dicho batallón había sido ganado en secreto a la causa insurgente.
El 27 de Noviembre la caballería de Valdés derrotó a una avanzada patriota, tras lo cual, dicho General se dio por bien servido y ordenó el repliegue de sus tropas a Chancay, para continuar hacia Aznapuquio, punto de convergencia de todas las fuerzas del Virrey. El Numancia – donde iba Sáenz – quedó a la retaguardia y en la noche del 2 de Diciembre sus oficiales lo desviaron a Retes, hacia el norte de Huacho, donde se unieron a la caballería patriota de Alvarado y pasaron al campamento de San Martín.
Fueron veinte y ocho Oficiales -Sáenz entre ellos – y novecientos sesenta y ocho soldados que cambiaron de bandera. Desde entonces la suerte de los realistas quedó sellada en el Perú, Sáenz recibió la Medalla del Numancia – Fiel a la Patria – y San Martín le ascendió a Capitán efectivo pues desde diciembre era Capitán graduado.
Integrado al Batallón Voltígeros de la Guardia sirvió directamente a las órdenes de San Martín desde el 20 de Abril de 1821 en la llamada Segunda Campaña de la Sierra que no tuvo mayor trascendencia pues ambos ejércitos contendientes evitaban un enfrentamiento directo.
En la columna Cazadores pasó a Lima de Segundo Comandante en persecución de los realistas de Huamachuco, donde con solo diez compañeros desalojó a dos Compañías que defendían las alturas. Por esta hazaña fue condecorado el 25 de Agosto con la Cruz de los Libertadores.
En Junio de 1822, conocido el triunfo de Sucre en Pichincha, fue comisionado por el batallón Numancia para llevarle una Felicitación. Regresaba a Quito tras ocho años de ausencia. Sucre se entusiasmó con el gesto y le encargó la formación de un Cuerpo de Infantería quiteña con el nombre de Batallón Sol, por el sitio donde se había librado la batalla del Pichincha, que según la tradición había sido ocupado por un templo incaico del siglo XVI.
Sáenz era un joven educado, amable, de buen ver, que ganaba las simpatías por su noble apostura y exquisitas maneras. En 1823 contrajo matrimonio con Josefa Salvador y Gómez de la Torre y realizó la campaña militar de Ibarra contra el realista Agustín Agualongo que terminó prisionero y murió pasado por las armas.
Entre 1824 y el 27 fue jefe del Batallón Quito formado por sujetos de esa capital. El 10 de Octubre de 1825 recibió la Medalla del Busto del Libertador decretada por el Congreso Nacional peruano a los más importantes próceres de la independencia. En 1826 ascendió a Coronel Graduado.
El 27 fue pintado por Antonio Salas para la galería de retratos de veinte y un Generales de la independencia que mandó a confeccionar Juan José Flores y permaneció largos años en la quinta El Placer situada en las faldas del Pichincha hasta que se fundó el Instituto Normal y fueron expuestos en la parte exterior de ese edificio donde comenzaron a deteriorarse por acción del sol y del viento. En 1922 fue adquirida la colección al Estado por Jacinto Jijón y Caamaño quien la mandó a restaurar por el pintor Luís Velóz, no así los marcos tallados y recubiertos en pan de oro que se habían apolillado. Actualmente se conservan en el Museo de la Universidad Católica de Quito.
A fines de 1828 pasó al austro comandando el Batallón Quito pues se hacía inminente la guerra contra el Perú. I cuando Flores quiso abandonar la región para fortificarse en Riobamba se opuso con todas sus fuerzas prevaleciendo su opinión entre los oficiales.
Poco después Sucre anunció que marchaba a Cuenca y Flores reunió a una Junta Privada para sondear las opiniones de los Jefes respecto al reconocimiento de un Director Supremo de la Guerra, pero el General Brown protestó contra semejante tentativa por considerarla injuriosa a Sucre, de mayor jerarquía que todos, quien finalmente se hizo cargo del mando y se cubrió de gloria en el portete – puerta estrecha – de Tarqui, derrotando el 22 de Febrero de 1829 a ocho mil soldados peruanos del Mariscal José de Lamar.
Sáenz fue elevado a Coronel efectivo en el campo de Batalla y Bolívar lo ascendió en Octubre a General de Brigada y Prefecto del Departamento de Quito. Con tal dignidad encabezó el 13 de Mayo de 1830 el Acta de Separación del Distrito Sur de la Gran Colombia y al día siguiente se trasladó a Pomasqui a juramentar a Flores como Jefe Civil y Militar del nuevo Estado. Por entonces se llevaban muy bien. Sáenz tenía a cargo las obras de refacción de la quinta “El Placer” de propiedad de Flores. Existe numerosa correspondencia cursada entre ambos.
Mientras tanto el General Rafael Urdaneta habíase proclamado en Bogotá a nombre del Libertador pidiendo su inmediato regreso. Con tal fin despachó a su hermano Luis a Guayaquil para que soliviantar a las nuevas autoridades y las vuelva otra vez a Bolívar, a tiempo que Sucre viajaba a toda prisa a sostener la unidad. Parecía que la vuelta a la Gran Colombia estaba próxima. Así lo pensó el Vicepresidente ecuatoriano José Joaquín de Olmedo que en Noviembre apoyó a Urdaneta quien designó delegados ante el Encargado del ejecutivo Dr. José Fernández – Salvador y López, suegro de Sáenz y miembro de la camarilla floreana que detentaba el poder.
Por esos días hizo su arribo a Quito el Coronel Sebastián Ureña con el secreto propósito de levantar los cuarteles en favor del Libertador y de Urdaneta. Con Sáenz tuvo varias entrevistas que lograron convencerlo y el 9 de Diciembre se tomaron esa capital. Sáenz pasó a desempeñar interinamente la Prefectura pero a los dos días cayó por el contragolpe revolucionario de los generales Manuel Matheu, Isidoro Barriga y de su suegro Fernández – Salvador, quien dispuso su captura. Entonces Flores arribó de Pasto y con astucia ganó voluntades para su partido. Los delegados de Urdaneta solicitaron la inmediata libertad de Sáenz y demás oficiales presos por la asonada y como las conversaciones se dilataron y se conoció la muerte del Libertador ocurrida el 17 de Diciembre en Santa Martha, perdido el ideal bolivariano que los unificaba, se derrumbó la revolución. Finalmente Guayaquil volvió a formar parte del Ecuador el 13 de Febrero de 1831, pero el General Flores no perdonó a Sáenz el haberle querido arrebatar el poder.
La revolución de Luis Urdaneta había dejado claramente establecido que los firmantes del Acta Separatista del 13 de Mayo de 1830 lo hicieron en su mayor parte movidos por algún compromiso o por el afán de figuración política, más no por convicciones profundas, pues algunos actuaron después a favor de la vuelta a la Gran Colombia, como fue el caso del General Sáenz, considerando el más importante General quiteño de este tiempo.
Por entonces salieron del territorio ecuatoriano el General Luis Urdaneta y la mayor parte de los oficiales comprometidos, otros fueron desterrados al Perú como Juan Illingworth y solo quedaron aquellos que no disponían de medios económicos suficientes para realizar un viaje.
Sáenz había sido un oposicionista de buena fe y cuando a principios de 1833 empezó a acentuarse el disgusto general de la población contra el régimen floreano, con la elocuencia que le era característica dijo a sus amigos. “Que ceguedad la de ustedes. No haber comprendido que Urdaneta era la tempestad que pasaba y Flores el cólera devastador que quedaba arrasando la tierra día por día y hora por hora!”
Por esos días se concertó con el Coronel Francisco Hall, inglés de más que mediana edad que vivía en Quito como un filósofo, para formar un Partido Político que con el nombre de Nacional pudiera enfrentar a Flores con éxito.
La primera reunión tuvo lugar en Mayo en casa del General Manuel Matheu y asistieron más de sesenta personas. Sáenz fue designado Presidente y José Miguel Murgueytio Secretario, se acordó fundar un periodiquito dándole el nombre de “El Quiteño Libre”. Hall se comprometió a redactarlo y Pedro Moncayo se hizo responsable de su edición. El 13 de Mayo apareció el primer número causando una grata impresión entre el pueblo y los notables de esa capital. En febrero hizo su arribo a Guayaquil el Dr. Vicente Rocafuerte tras casi trece años de servir a la libertad de América. Le precedía tan buena fama que enseguida “El Quiteño Libre” saludó su llegada y sacó Diputado por Pichincha.
El 10 de Septiembre se instaló el Congreso y desde el primer momento Rocafuerte se opuso con todo ardor a la concesión de las facultades extraordinarias al ejecutivo. En la sesión del 14 la mayoría gobiernista las concedió y al día siguiente Rocafuerte renunció a sus funciones y lanzó una de sus inflamadas filípicas denostando contra el honor de los áulicos congresistas, que reaccionaron expulsándole de la Cámara. El gobierno ordenó su destierro y fue llevado a Guayaquil pero lo liberaron sus partidarios en el camino, mientras en Quito los miembros del Partido Nacional eran perseguidos con órdenes de prisión.
Flores tramó la terminación de la conjura y se valió de dos obscuros sargentos de apellido Peña y Medina, sobre todo de este último, que engañó a los patriotas de “El Quiteño libre” ofreciéndoles entregar un cuartel, cuando en realidad solo quería llevarlos de noche a esas inmediaciones para que fueran masacrados.
El 19 de Octubre se produjo tan desigual enfrentamiento y quedaron muertos el Coronel Francisco Hall cuyo cadáver desnudo amaneció colgado de un farol, Camilo Echanique, José Conde, Nicolás Albán, N. Camino y otros hombres del pueblo. La consternación fue general pero lograron salvarse los Generales Sáenz y Matheu, su sobrino Roberto Ascázubi Matheu, Ignacio Zaldumbide Izquierdo y otros más, que cruzaron la frontera con la Nueva Granada y se internaron en dicho territorio. Para entonces Rocafuerte comandaba la revolución de los Chihuahuas en Guayaquil.
Sáenz se puso en contacto con los Generales José Hilario López y José María Obando quienes le ayudaron con pertrechos y municiones y en Abril de 1834 cruzó las márgenes del río Carchi y abrió las operaciones militares de acuerdo con José Félix Valdivieso en Quito. El 20 entró por el páramo de El Ángel y arribó a la hacienda Santa Rosa de su amigo Valdivieso para caer por sorpresa sobre la población de Tabacundo donde hubo un leve cruce de disparos. Le acompañaban doscientos paisanos inexpertos en los gajes de la guerra pero dispuestos a enfrentar a las tropas regulares del general Antonio Martínez Pallares, quien había logrado infiltrar a varios espías a fin de conocer sus planes.
Pallares despachó a su caballería y milicia hacia Cuchicaranqui instruyéndoles que tenían que arribar de noche para que no les viera Sáenz, quien había pasado a Ventana Grande y se dirigía a la loma de Batán en terrenos de la hacienda Pesillo situada en mitad del camino de Ibarra a Quito. También dispuso que la infantería formada por la Guardia Nacional de Ibarra y dirigida por su cuñado Agustín Posse y Amado siguiera a las fuerzas de Sáenz paso a paso hasta cercarlo, pues había resuelto un ataque frontal con su caballería.
Sáenz solo distinguía a la dicha caballería pues en las alturas de Pesillo únicamente dominaba la parte frontal y no sabiendo que era seguido de cerca, descendió centelleante al Batán, punto en que empeñaría el combate con provecho, mientras Pallares siguió firme en su posición por más de tres horas hasta que sabiendo cerca a los suyos se decidió a atacar. Entonces Sáenz arregló sus líneas y rompió los fuegos.
Diez minutos después oyó por atrás una descarga de fusilería y vio que la caballería de Pallares se desviaba de su frente y atacaba por el costado izquierdo y comprendiendo que estaba rodeado quiso resistir, pero con gente colecticia como la que tenía no pudo hacerlo y en tan brusco desconcierto todos echaron a correr, alanceados por las espaldas. Allí murieron el Capitán Rafael Vicendon, David Arboleda, el Comandante Ignacio Zaldumbide Izquierdo, etc. dispersándose la restante oficialidad y los reclutas.
Eran las cuatro de la tarde del día 21 de Abril de 1834 y todo se había perdido. Saénz desmontando de su caballo y en el suelo ordenó a su ayuda de campo que levante bandera blanca de rendición. Tomado prisionero, permaneció cosa de un cuarto de hora hasta que un oficial de apellido Cárdenas ordenó su ejecución, ignorándose si fue ajusticiado a puñaladas o lanceado o si por el contrario lo sometieron a la pena de fusilamiento. Cárdenas moriría pocos días después cerca de Otavalo en un encuentro furtivo con fuerzas revolucionarias, pagando su crimen.
La muerte de Sáenz no significó el fin de la revuelta pues Quito se volcó a favor del Partido Nacional levantando la bandera de la insurrección. Era, sin embargo, el más importante militar quiteño de su tiempo, no solamente por sus cualidades físicas y de conducta, sino también por las posiciones ocupadas y por su Hoja de Servicio.
Poco después se produjo la batalla de Miñarica que llevó a Rocafuerte al poder tras su pacto con Flores volviendo todo a su estado original; y cuando regresó al Ecuador para arreglar sus asuntos económicos, su hermana Manuela Sáenz, fue obligada a salir al destierro de Paita porque las autoridades del gobierno la consideraron peligrosa para la tranquilidad del país, debido a que según se creía, regresaba para vengar la muerte de su hermano.