Sáenz de Viteri Gómez Cornejo José María.

El nuevo Rector es un abogado distinguido, muy jóven aún, es el Dr. José María Sáenz de Viteri. Por su nacimiento pertenece a una de las familias patricias más honorables de Guayaquil, pero de escaso patrimonio: muy escaso es éste, sin duda y muy poco los recursos económicos producidos por el ejercicio de su profesión, supuesto que ni el uno ni los otros le eran suficientes a subvenir las necesidades de aquella y los propios. “Quiero hacerle presente escribía, siendo ya Rector del San Ignacio, al Secretario del Libertador (Pérez), invocando la protección de este funcionario; quiero hacerle presente a U.S. que soy un jóven de ningunas proporciones y que sólo con mi trabajo personal sostengo honradamente a una anciana madre viuda con numerosa familia que tiene a su cargo. Concejero Municipal (lo fue por primera vez ese mismo año 1828), ya como Corregidor de Guayaquil (1837-1839), o como Diputado al Congreso Nacional (1841), o como Ministro Superior de la Corte del Distrito del Guayas (1841-1842); fue hombre sincero, leal, de conciencia recta, de espíritu tranquilo, paciente, incapaz de hacer el mal ni pensarlo de nadie, llevándose bien con todos y considerado y respetado de todos, aún en medio de los contrastes de la vida política nacional, a que no era posible se sustrayeran los hombres representativos de la época; fue un buen servidor de Guayaquil y, por lo mismo y por sus cívicas virtudes, querido y tenido en un muy alto concepto por todos sus conciudadanos y sentido y llorado por ellos cuando, antes de alcanzar la madurez de su meritísima vida, lo arrebató la tremenda epidemia de la fiebre amarilla que devastó a Guayaquil aquel año funesto de 1842.

Era el mayor de los hijos del Dr. (abogado) Mariano Sáenz de Viteri y de Doña Juana María Gómez-Cornejo. En 1830 el cargo de colector del Colegio de San Ignacio lo ejercía graciosamente el mismo Rector Viteri, por falta de quien quisiera encargarse, ya que el Colegio estaba en decadencia y no tenía fondos ni rentas con que sustentarse ni pagar a sus empleados.

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