Ricaurte Leon.

Nació en Pastaza en 1934, por casualidad, pues como a su padre lo designaron Teniente Político de Mera, la familia toda se tarsladó hacia allá. Sus primeros años transcurrieron en el Oriente, luego vivió en otras ciudades del Ecuador y ya adulto en varios países del orbe, pero el verdor de la vegetación que percibió en su infancia, se quedó con él. Quizá eso lo motivó para que en los inicios de su carrera firmara sus obras como León Pastaza.

Ganador de varios salones de artes plásticas, trabajador incansable, buen dibujante, gran lector y también escritor, León Ricaurte Miranda es en la actualidad uno de los artistas ecuatorianos de mayor prestigio. Y es con una exposición de su autoría que el Centro de Arte de la Sociedad Femenina de Cultura inicia su acitividad plástica del presente año.

Alejado de las salas de exposiciones desde hace algún tiempo, 1994 significa el retorno del artista, que retirado del bullicio propio de ciudades grandes, y radicado en Salinas, se ha dedicado durante los últimos años a rever su trabajo, o, como él mismo afirma, “a realizar una especie de resumen de los treinta y cuatro años que llevo como pintor”.

En días recientes presentó una exhibición en la Posada de las Artes Kingman de la capital, y esta noche se inaugura la del Centro de Arte, en Guayaquil. “A ésta la llamó anamórfica, y me baso en el término anamorfosis, que, como abemos, es una pintura que ofrece a la vista una imagen deforme y confusa, o regular y acabada, según desde donde se la mire”, manifiesta León Ricaurte, luego de lo cual indica que toda su obra está basada en el hecho cotidiano, del cual toma uno que otro detalle, lo analiza y de acuerdo a la emotividad que pueda producir en él, lo traduce en un objeto artístico. Para ello utilizó cualquier tipo de recurso.

Es decir, no me interesa si es óleo, acrílico o lo que sea, lo único que me interesa es que sea el material idóneo para expresar esa emoción. Con eso me siento absolutamente satisfecho, pero pienso que la obra se completa cuando llega al observador y éste logra sentir la misma emotividad que experimenté yo”.

LOS INICIOS.

Antes de ser artista, León Ricaurte ingresó a la Marina Ecuatoriana y a la Escuela Naval, al igual que sus parientes, ya que desciende de una familia de militares, “pero sólo estuve tres años – confiesa – luego me di cuenta que tenía otro tipo de intereses en mi vida. Desde muy chico me había gustado dibujar, pintar y contruir objetos, en madera especialmente, así que primó más mi deseo de ser un artista, un creador”.

En 1959 incursionó por primera vez en el mundo de las artes plásticas presentándose en el Salón de Julio de ese año, en Guayaquil, y la aceptación que tuvo lo impulsó a continuar. En 1960 se inscribió en un curso de pintura que dictaban en el Centro Ecuatoriano Norteamericano el maestro León Wooten. En ese mismo año, y en el mismo sitio de estudio, realizó su primera muestra individual, hecho que marcó su ingreso definitivo en el mundo del arte.

La carrera de León Ricaurte ha ido en constante ascenso, y los reconocimientos no se han hecho esperar. Entre sus galardones más importantes se cuentan el Primer Premio Salón de Dibujo, Guayaquil, 1969; Primer Premio Nacional de Dibujo, Salón de Quito, 1975; y Segundo Premio Salón de Diciembre, Castelldefels, 1982.

Asimismo, en 1967 Ricaurte participó en la creación del grupo VAN, junto a Tábara, Almeida, Molinari, Muriel, Villacís, Cifuentes y otros, que cuestionó la posición estética de las grandes figuras plásticas del país.

Refiriéndose a este acontecimiento, nuestro inerlocutor manifiesta que el grupo constituyó una abierta protesta contra el arte oficialista que se daba en ese entonces. “Cosas como el indigenismo eran pasadas, ya habían sido superadas en todos los países de América y aquí se mantenía como el gran arte. Pensábamos que debíamos irrumpir con lo nuestro, que era totalmente distinto, y así formamos el grupo VAN, con el cual realizamos la Antibienal.

Supimos mantener nuestra postura y lo hicimos con valentía, dignidad y conocimiento. Y fue tan grande el éxito que más visitantes tuvo la Antibienal que la Bienal misma. Eso marcó nuestra presencia en la plástica y ya forma parte de la historia del arte del Ecuador”.

Afirma León Ricaurte que una vez desintegrado el grupo, cada quien siguió por su lado y en la actualidad si bien no tienen ninguna similitud a nivel plástico, en el plano personal sus contactos continúan. “Todos seguimos siendo muy buenos amigos y con frecuencia recibo la visita de los ex integrantes el VAN”.

UNA OPTICA DIFERENTE

Con gran espíritu viajero y siempre con deseos de incrementar sus conocimientos, Ricaurte ha realizado estudios en varios países y vivido en otros, lo que le ha permitido ver la plástica desde una óptica diferente, tomar contacto con buenos pintores, adquirir conocimientos técnicos y aprender historia del arte. Además, ha hecho investigaciones y se dedica esporádicamente a la escritura. “Por cierto – indica – tengo un libro de cuentos inédito, que me gustaría publicar próximamente. En ellos cuento hechos insólitos de la vida diaria y con un lenguaje tal vez heredado del realismo mágico, pero con una visión muy personal”.

Dice sentir simpatía por García Márquez, tanto que algunos de sus cuadros tienen títulos de obras del Nobel colombiano. “Leo mucha literatura, pues me apasiona”.

Se me ocurre pensar que la entrevista se está extendiendo más de lo debido, así que para concluir le hago una última pregunta: ¿Si le pidieran que con pocas palabras defina lo que ha sido su vida qué contestaría?

Yo contestaría que quise ser un gran narrador y no tuve tiempo, que quise ser un gran poeta y no tuve tiempo, que quise ser un gran muralista y no tuve espacio y que quise ser un gran pintor y aún sigo tratando de serlo.

(Clara Medina).