REINBERG DE MAULME CARLOTA

FEMINISTA.- Nació en Guayaquil el 16 de Enero de 1897. Hija legítima de Martín Reinberg Eder, comerciante y banquero, y de Alyce Tyler Donegan, naturales de Riga y Guayaquil respectivamente. Vino al mundo traída por la célebre partera Herlinda Bravo Arcia más conocida como la mamá Herlinda y fue la quinta de una larga familia compuesta de seis hermanos, inscritos como ciudadanos norteamericanos en el consulado en Guayaquil.
En 1899 quedó huérfana de madre y pasó bajo los cuidados de su tía Mary Tyler de Febres Cordero. En 1900 la llevó su padre a Alemania y vivió con sus hermanos dieciocho meses en Hamburgo. Nuevamente en Guayaquil habitaron en un departamento alto de 9 de Octubre y Pichincha. Su tía era muy religiosa y la llevaba siempre al cementerio a ver la tumba de su madre: “Aquí está enterrada tu mamacita, arrodíllate y rézale”.
De seis años empezó a estudiar el abecedario con la profesora Alejandrina Breilh Lefrancois, luego recibió clases durante varios años y en su domicilio, de Gramática, Aritmética, Geografía e Historia, de la célebre Pedagoga Victoria Pérez Rivera, que, cuando perdía la paciencia, le daba de peñizcones.
En 1906 el presidente Alfaro visitó al Cónsul de los Estados Unidos que vivía en el departamento contiguo, posiblemente para tratar sobre el ferrocarril a Quito, Carlota salió con sus hermanitos a esperar con santa paciencia en el corredor, haciéndole guardia de honor con unas escobitas puestas a manera de fusiles sobre sus hombros y cuando al fin salieron el Viejo Luchador y el Cónsul, quedaron gratamente sorprendidos de la gentileza.
Alfaro les sonrió, habló unas cuantas palabras, les acarició los rostros y hasta ofreció regresar en cuanto pudiera, pues el ferrocarril le tenía muy preocupado.
A principios de 1914 fue enviada con sus hermanos a estudiar idiomas e instrumentos musicales a Alemania. Arribaron en Marzo a Hamburgo, al chalet de su tía Hettíe Vda. de Reinberg, situado en la calle Bluewenhour No. 155 y prontamente empezó el aprendizaje de violín, que no le serviría de mucho porque por los años treinta empezó a padecer de la misma sordera que había aquejado a su madre; sin embargo viajó y paseó dos años por el norte alemán y la región del Rhin hasta cuando los Estados Unidos amenazó a las potencias centrales con entrar a la Guerra.
De regreso sufrieron numerosas molestias como norteamericanos y hasta tuvo que desvestirse para ser sometida á una inspección de documentos comprometedores o de secretos militares. Una guardia de aduana le rompió la foto de su novio holandés, que llevaba dentro de un pequeño guardapelo de oro, porque podía contener algún mensaje escrito con tinta invisible. Arribaron sin más tropiezos a Inglaterra, pasaron a Guayaquil, se encontró con la sorpresa, desagradable por cierto, que en nuestro medio social una jovencita no tenía nada que hacer, pues no se Íes permitía salir solas a las calles ni emplearse como dependientes y cualquier otra actividad era mal vista. Y como venía enseñada a una vida libre en una sociedad desarrollada, con bibliotecas, museos, parques y sitios de distracción, donde las mujeres se movían solas, sufrió por la opresión del medio y tras pensarlo mucho encontró que la única posibilidad que se le ofrecía de ser útil, era trabajar en las obras de beneficencia de Ana Darquea de Sáenz de Tejada en el Belén del Huérfano. Y así fue como en 1918 participó en una comedia ligera de un acto solamente, que se estrenó en el teatro Olmedo, donde le correspondió hacer de dama joven y rica que consolaba a una amiga viuda – Maria Barredo Hidalgo -que se quejaba y lloraba amargamente, mientras una mucama – Francisca Avellán Ordóñez – arreglaba la escena y también participaba en el diálogo.
El papel le caía de perillas porque iba con su carácter asaz alegre y vivaz, con su forma de ser nerviosa y agitada, con sus movimientos rápidos. Enseguida se ganó las simpatías del público, especialmente cuando se le ocurrió inventar algo que estaba fuera del libreto: “Yo tengo una hija que se llama Carlota como yo y es loquísima”. Grandes carcajadas corearon la frase, que se hizo célebre y fue comentada después en sociedad.
De allí en adelante la buscaban todas las instituciones benéficas de la ciudad a las que jamás negó su contingente, sin importarle sacrificio alguno; pues amaba el baile y las fiestas y se familiarizó con el trabajo social serio a través de la organización “Cultura y Regeneración de la Mujer” que patrocinaban desde 1916 las monjas del Buen Pastor, recogiendo niñas y educándolas en una escuelita donde se enseñaban manualidades hasta que, ya mayorcitas, las empleaban en casas particulares o en tiendas de comercio.
En 1919 formó una estudiantina con varias amigas. En 1920 dieron conciertos de música semiclásica y popular, uno de ellos en el Paraninfo de la Universidad.
Su padre, que mucho la prefería, la llevaba para las vacaciones anuales de Carnaval a la zona del Canal de Panamá donde tenía negocios y amigos. Allí participó Carlota en numerosas comparsas de carros alegóricos, conoció gente importante y hasta fue presentada al príncipe de Gales luego Eduardo VIII de Inglaterra y al príncipe Fernando María de Baviera esposo de una de las hermanas de Alfonso XIII de España.
En 1920 la operaron de la vesícula en esa ciudad y el 22 fue tratada en Guayaquil por el Dr. Hermán Parker, que le extirpó un tumor de grasa debajo del brazo y las amígdalas. Entonces dejó de enfermarse de gripe y estando asilada en la clínica, la visitó su novio Fernando Maulme Eguez y la pidió en matrimonio.
A principios de 1923 le volvieron los cólicos, viajó a Rochester y se internó en el St. Mary Hospital de los célebres Dres. Mayo. William se especializaba en operaciones del cerebro y Charles era Cirujano general, por eso cayó bajo su cuchilla y a través de un novísimo método inventado por él le quitó la vesícula y quedó definitivamente sana. Cinco años después, aún recibía cartas del Hospital preguntando por su estado de salud; pues su caso había despertado el interés científico.
El 27 de Mayo del 23 contrajo matrimonio y fue feliz aunque sin hijos. Su esposo trabajaba para la Sociedad General de Juan Francisco Marcos Aguirre (1)
En la década de los años 30 recogió a su anciano padre a vivir con ella, cuidándole cariñosamente hasta su muerte en 1936.
En 1931, una amiga suya muy mayor, llamada Ofelia Araya de Gayangos, de nacionalidad peruana, la había llevado de vocal al Comité “El Ajuar del Niño” que presidía desde su fundación. Dicho Comité estaba formado por señoras y señoritas de diferentes edades que se reunían una o dos veces a la semana a coser ajuares para los recién nacidos, hermosas chambritas, escarpines y útiles pañales, que distribuían entre las madres del pueblo. En Septiembre del 36 y por ausencia de la señora de Gayangos a Chile, Carlota fue ascendida a Vicepresidenta para que pudiera reemplazarla. El Comité mantenía una pequeña escuelita que era necesario salvar a través de fondos recogidos en rifas, fiestas y presentaciones, cuyo objeto no solamente era ese, sino también ayudar a las señoritas a escapar del aburrimiento, venteándolas en artísticas veladas para que perdieran la natural timidez de una educación pacata y pueril, que acortaba la personalidad social. Para entonces había muerto Ana Darquea y casi nadie se preocupaba de la mujer en Guayaquil.
Carlota había venido ayudando a Rosa Borja de Ycaza en la Legión Femenina de Educación Popular y sabía lo duro que era la labor social, pero no se amilanó pues era mucho su temple, como lo había demostrado cuando al inaugurarse el Comedor Popular en Clemente Ballén, frente al Palacio Municipal, sirvió los platos a los comensales; así es que ocupó la presidencia del comité Ajuar del Niño desde el 36 y de entrada agasajó a los niños de la escuelita en una linda fiesta que les dio en su domicilio.
Luego se ausentó por dos años a las Galápagos acompañando a su esposo; pero al regreso tomó a pecho su cargo y preparó un primer gran festival en el American Park, que constituyó todo un acontecimiento social y popular.
Por la tarde hubo juegos infantiles, golosinas y sorpresas para los niños y como la Coca Cola recién había salido en Guayaquil a la venta, consiguió que se la proporcionaran gratuitamente y así fue como empezó a entrar tal producto en nuestro medio. Desde las ocho de la noche se inició el Baile a los acordes de la Orquesta de los Hermanos Blacio y se calculó en mas de 3.000 personas la concurrencia, cantidad inmensa para la época si se considera que solo habían 200.000 habitantes.
Todo fue en orden, no hubo borrachos ni peloteras y a las 11 se terminó con alegría y tranquilidad, según comentó favorablemente la prensa. Poco después celebró las Navidades de San Nicolás con un simpático viejecito disfrazado y numerosos niños pobres.
En Noviembre del 40 introdujo el Hallowen que nadie conocía, en una velada en los patios interiores de la Escuela Modelo Municipal de Sucre y Chimborazo. Sus chicas se disfrazaron de brujas, gatas, murciélagos y calaveras, a esas últimas las obligó a usar unos guantes de caucho llenos de agua fría, para que cuando dieran la mano al público, asustaran, como efectivamente así ocurrió. El suceso vino a constituir un nuevo triunfo económico para el Comité y sus simpáticas patrocinadoras.
El 41 fue un año difícil. En Julio se produjo la invasión peruana y Carlota tuvo que trabajar muy duro como Vocal de la Cruz Roja Provincial del Guayas a tiempo que recibía en los bajos de su casa en Rocafuerte y Bolívar a 20 refugiados, que mantuvo con alimentos recibidos de la Cruz Roja, que ella misma les preparaba, por espacio de casi cuatro meses. Otro tanto hizo en el local de la escuelita del Ajuar del Niño que funcionaba en Sucre y Pichincha, que cerró meses después por falta de fondos.
Superada la crisis volvió a sus actividades de siempre y comenzó a dar una kermese anual en el Parque Seminario, repartiendo mensualmente los ajuares a las madres pobres y unas suculentas canastas de víveres a las familias vergonzantes cada fin de año.
En 1949 celebró en el parque Seminario la fiesta del matrimonio de los Conejitos y yo hice de Jefe del Registro Civil con orejas, rabo y todo lo demás. El 52 la Exposición de las muñecas rubias y morenas que se llevó a efecto en el Parque de Recreaciones Infantiles donde hoy se levanta el Palacio de Justicia. La Navidad se prestó para otra tiesta titulada Merry Christmas. El 54 presentó la fiesta de los Gatitos.
El 55 el Circo y sus Payasos, y fue la tesorera del Comité “Alas Ecuatorianas para el Oriente” que recaudó fondos y compró una avioneta en los Estados Unidos, para obsequiarla al presidente Velasco Ibarra, quien se alegró mucho y vino al puerto principal acompañado de su esposa Corina de! Parral Durand a recibir tan patriótico obsequio. El 57 la fiesta de las Holandesas, el 59 un Viaje a La Luna, el 60 la Fiesta de los Caballitos, el 62 la de los Marineritos, el 63 los Puerquitos, el 64 los Pollitos, el 65 la de los Elefantes. Entonces trató de que se fundara una cárcel de mujeres pero evitar la promiscuidad, pero no lo consiguió.
Mientras tanto la colectividad reconocía en ella a una mujer de incansable tesón. La Iglesia le concedió la condecoración “Eclesia et Pontífice”, la Municipalidad le entregó un Diploma de Honor y el gobierno la Orden Nacional al Mérito.
El 2 de Abril de 1974 falleció su esposo y decayó en algo su labor, aunque no del todo, pues recién en 1989 dejó el Comité Ajuar del Niño de funcionar, debido a la avanzada edad de todas sus miembros.
Vivía con sus 93 años a cuestas en el Edificio de la Filantrópica, con la cabeza lúcida y el cuerpo sano, añorando los viejos tiempos.
La estatura baja, los ojos azules, su trato siempre llano y cordial, no excento de noticias del pasado que recordaba como si hubiera sido recién ayer pues teníe una gran memoria. (2)
Su fallecimiento ocurrió años después.