PLAZA GUTIÉRREZ LEONIDAS

PRESIDENTE DE LA REPUBLICA.- Nació el 18 de Abril de 1865 (1) Hijo legítimo de José Buenaventura Plaza Centeno, colombiano, maestro de escuela. Diputado a las Cámaras de Barbacoas, a las legislaturas del estado, del cual fue Procurador y representante al Congreso de 1864. Después se trasladó a Bahía de Caráquez y actuó como agente de la Casa Seminario y en el periodismo (sobrino a su vez de Bernardo Plaza de la Tejera quien era hermano de monseñor Manuel Plaza de la Tejera, insigne misionero y Obispo de Cuenca) y de Alegría Gutiérrez Sevillano, mujer hermosa, alta, de facciones aristocráticas y exquisitas maneras sociales, ambos barbacoanos en Colombia.
“Desde pequeño vivió en Charapotó y para ganarse la vida vendía chicha en las casas particulares e impedía que los borricos se coman el cacao recientemente cosechado y puesto al sol a secar. Muchacho, viajaba a Canoa donde sus parientes los Andrade Plaza, después huyó de la casa de sus padres y pasaba el día revolcándose en la arena en las playas del mar, ora cuidando del ganado en una hacienda de sus tíos los Santos Centeno”.
En Febrero de 1883 se sumó en un cuartel de Bahía a las fuerzas Regeneradoras del General Alfaro y avanzó con ellas sobre Portoviejo, Montecristi, Jipijapa y Mapasingue. El 3 de Junio tomó parte en el combate de los baños del estero salado y desalojaron a las fuerzas del gobierno que los ocupaban. El General José María Sarasti, que comandaba las fuerzas del interior de la República y se hallaba presente, consiguió de Alfaro que disponga el cese de los fuegos, impidiéndole tomar ese día Guayaquil.
También asistió al combate de Puerto Liza con el vapor de guerra “Huacho” y otros de la flotilla dictatorial, a los que pusieron en fuga con bastantes daños y bajas. Finalmente el 9 de Julio entró a Guayaquil como Teniente del Batallón Esmeralda. El 14 de Noviembre de 1884 plegó en Charapotó a la revolución liberal contra el presidente Plácido Caamaño y formando parte del contingente armado de su pariente Juan Francisco Centeno pasó a Bahía y se embarcó en Diciembre en el vapor “Alajuela”.
Al día siguiente se produjo el desigual combate naval de Jaramijó. El Alajuela dio buena cuenta del Huacho en pocos minutos. Plaza estuvo entre los primeros que lo abordaron con Fidel Andrade y el Contramaestre Pancho Domínguez. Las restantes fuerzas navales del gobierno al mando del General Reinaldo Flores, llegaron a toda máquina en el “Nueve de Julio”, tratando de ayudar a los suyos pero ya era tarde pues el Huacho había sido tomado y había contaminado de su incendio al Alajuela de Alfaro y aunque éste último embistió en varias ocasiones al Nueve de Julio que era más nuevo y tenía mayor andar, este logró esquivar las embestidas. Finalmente a causa del incendio el Alajuela también se fue a pique.
Mientras tanto Alfaro y los suyos habían ganado las playas a nado y se internaban en las selvas de Esmeraldas, combatiendo en retirada hasta las fronteras por Tumaco. Después de sufrir esta odisea el joven Plaza huyó a Panamá y tuvo que ganarse la vida como simple jornalero, pero el 18 de Agosto de 1885 el gobierno colombiano le obligó a salir de allí. Entonces Alfaro le recomendó ante su amigo personal Francisco Menéndez, presidente liberal de la República de El Salvador, quien le ascendió a Mayor y confió la custodia de la plaza fuerte de Santa Ana. El 89 le ascendió a Gobernador del estado de Sonsonate con capital en el puerto de La Unión.
Contra dicho Presidente se levantó el caudillo conservador Carlos Ezeta y en la lucha murió Menéndez en 1890. Plaza plegó a Ezeta y fue ascendido a Coronel y destinado a la guerra contra Guatemala. Entonces se rebeló contra Ezeta el General José María Rivas apoyando al Dr. Rafael Ayala, que como vicepresidente de la República era el llamado por la Constitucón a asumir el mando. Plaza salió en defensa de Ayala y fue derrotado por el General Letona, mereciendo la repulsa de su jefe Ezeta que hasta llegó a amenazarlo con el fusilamiento, pero después cambió de idea y lo envió a la frontera hondureña en persecución de unos guerrilleros. Llegado Plaza a la población de Sensuntepeque, que acababa de ser desocupada por los guerrilleros y la condenó al saqueo. Ezeta le premió con la Subsecretaría de guerra y le mandó a la frontera con Guatemala.
Finalmente y en audaz maniobra que tuvo buen resultado, Plaza y Antonio Ezeta hermano del presidente de la República, atacaron a Rivas en la ciudad de San Salvador, venciéndolo. De allí en adelante pasó a desempeñar la Inspección General de Aduanas hasta que el General Amaya le convenció para conspirar contra Ezeta, pero al ser descubierta la trama fue expulsado a California.
Al arribar a Acapulco telegrafió a su amigo Antonio Ezeta pidiéndole protección y el presidente “le colmó de oprobios por su deslealtad” en dos telegramas que mandó a publicar en los periódicos.
Plaza comprendió que ya nada más podía hacer en Centroamérica, regresó a Panamá “donde lavó botellas”, siguió a Guayaquil y tomó a consignación varios cientos de quintales de azúcar en Valdes y Cía. que llevó a vender a Nicaragua, donde se puso al servicio del presidente conservador Roberto Sacasa en 1892, contra quien conspiró al poco tiempo el General liberal Juan de Dios Zelaya, que triunfó en la batalla de Masalla.
Plaza figuró entre los vencidos pero usando de la Influencia de Alfaro consiguió nuevamente entrar al ejército nicaragüense, aunque por poco tiempo, pues se dedicó a conspirar con un señor Ortiz hasta que fueron sorprendidos y expulsados a Costa Rica en 1893, donde el presidente Rafael Iglesias Castro el 8 de Diciembre le nombró Comandante de armas del puerto de Alajuela con el grado de General.
Ese año y con motivo del serio conflicto con el Perú se apresuró a enviar un telegrama ofreciendo su espada y persona en la defensa de la integridad territorial ecuatoriana y como el asunto no pasó a mayores siguió viviendo en Costa Rica.
En Junio del 95 se valió de cuanto medio estuvo a su alcance para que Alfaro le trajera a Guayaquil y no lo consiguió por su pasada conducta. En el puerto, varios familiares y amigos intercedieron en su favor y finalmente Alfaro consintió en su venida.
Llegó cuando el ejército había viajado a la sierra y estuvo en Cajabamba poco antes de la batalla de Gatazo. Alfaro le nombró Jefe de Estado Mayor y le puso a la cabeza del batallón Daule, que sostuvo en todo momento los fuegos prestando oportuna ayuda a Medardo Alfaro en lo más recio del combate.
Desde el 26 de Enero de 1896 fue designado Gobernador del Azuay y como anécdota jocosa aún se recuerda que al ingresar a Cuenca fue recibido con estenteoros saludos y frases como esta: ¡Qué viva el hijo del obispo Plaza” pero renunció a las pocas semanas dejando en su reemplazo al Coronel Carlos Otoya, quien tuvo que hacer frente a la reacción conservadora del 23 de Mayo de ese año, apoyándose en el Coronel Ullauri, para dispersar a los revolucionarios del Azuay.
A principios de Junio se puso a las órdenes del General Juan Francisco Morales, quien le nombró Comandante en Jefe de la Campaña del centro. El 3 de Julio batió a las guerrillas conservadoras en Quimiag, al tiempo que el presidente Alfaro las arrollaba en Chambo. Luego siguió con Flavio Alfaro al punto denominado Santo Domingo y en Huapante derrotaron al Coronel Francisco Bucheli y lo ahuyentaron. Mientras tanto en Cuenca la situación era muy diferente pues la ciudad acababa de ser ocupada por los conservadores del General Antonio Vega Muñoz.
Alfaro se dio cuenta de la gravedad del momento y dejando de Gobernador del Chimborazo al Coronel Daniel Andrade y de Comandante de Armas a Plaza, se trasladó con el grueso del ejército y tomó Cuenca el 23 de Agosto, mientras Plaza abandonaba Riobamba y abría operaciones en el Tungurahua ayudado por el Coronel Pedro Concha que triunfó en Daldal el 18 de Agosto de ese agitado año 96.
En Octubre asistió como Diputado a la Convención Nacional que se inauguró en Guayaquil y Alfaro le obtuvo la concesión del generalato, confirmándole el grado que ya había usado en Centroamérica.
En 1898 viajó a esas repúblicas. En 1900 fue Comandante en Jefe de las provincias del Sur con sede en Loja, salió electo Diputado por el Tungurahua y cumplió en todo con la voluntad del presidente Alfaro, incluso acostumbraba viajar las mañanas a Pomasqui donde veraneaba la familia presidencial y empezó a cortejar a América Alfaro, de solo quince años, hija del viejo luchador, quien como padre amoroso, se emocionó y hasta pensó en algún momento en planes matrimoniales. Plaza tenía 35 años y una vida lleno de aventuras y vicisitudes.
En 1901 volvió a la Cámara de Diputados y con el apoyo oficial la presidió respaldando los proyectos del gobierno, especialmente el relacionado con el empresario norteamericano Archer Harman para la construcción del ferrocarril Guayaquil – Quito.
Terminadas las sesiones pidió a Alfaro que le nombre Cónsul en los Estados Unidos o en Europa, pero el presidente prefirió tenerlo cerca en Quito.
Para la sucesión presidencial de 1901 surgieron las candidaturas del General Manuel Antonio Franco, del banquero Lizardo García y del Dr. Manuel Benigno Cueva. El primero contaba con la oposición conservadora que le atribuía equivocadamente el crimen del joven periodista Víctor León Vivar, el segundo no era mayormente conocido en el país y el tercero estaba invalidado legalmente por haber desempeñado la vicepresidencia de la República entre 1897 y el 99.
Entonces, ante el fracaso de esas candidaturas, José Peralta, Abelardo Moncayo y Juan Benigno Vela intercedieron reiteradamente ante el presidente Alfaro para que apoye a Plaza quien era un joven pero experimentado militar de inteligencia despejada, de claro ideario liberal radical, trato educado y finos modales.
El 11 de Noviembre de 1900 se inauguró el primer Comité placista en Quito y el 14 de Diciembre el de Guayaquil. Alfaro cedió y Plaza triunfó ampliamente en las elecciones como candidato oficial con 65.781 votos, contra sus oponentes Lizardo García y Manuel Antonio Franco que solo lograron 7.916 y 196 votos respectivamente; pero Alfaro se arrepintió de su apoyo y le pidió que renuncie, pues habían rumores de un entendimiento de Plaza con los conservadores y no quería que el liberalismo fuere traicionado pero ya era muy tarde.
El electo tomó posesión del mando el 1 de Septiembre y no designó a Alfaro para la comandancia general del Ejército o para la gobernación del Guayas como se lo tenía prometido. El distanciamiento fue por demás evidente y Alfaro tuvo que rumiar en silencio su difícil situación de líder indiscutible de la revolución pero sin mando y lo que era peor sin nada que hacer. “Plaza ocultaba la energía indomable de su carácter tras una permanente sonrisa placentera y tras una benevolencia ingénita que los observadores superficiales confundían con visible incapacidad para las grandes resoluciones”.
El gabinete ministerial placista quedó conformado de la siguiente manera: En el Interior Miguel Valverde Letamendi. En Relaciones Exteriores César Borja Lavayen, que se excusó y dio paso a José Peralta. En Instrucción Pública Julio Arias. En Hacienda Juan Francisco Game Balarezo. En Guerra y Marina Flavio Alfaro. Entonces, con gran habilidad y fondos del estado compró algunas plumas espléndidas, hizo publicar periódicos como La Linterna y Sanción y dio verdadera libertad de prensa. Suprimió la policía secreta, impuso orden en la marcha administrativa, intentó dar cierta sensación de honradez y hasta pasó por tacaño en los gastos públicos, pero no se paró en los medios para conseguir sus fines. Con gran sentido práctico procuró que se continúen los trabajos del ferrocarril y prosiguió la política alfarista de reformas liberales a través de un Congreso dócil y obediente. El 26 de Junio de 1902 se había producido un enfrentamiento armado en el puesto fronterizo de Angostero y el 28 ocurrió otro peor en Torres Causana donde murieron varios soldados ecuatorianos pero no se llegó a la guerra con el Perú.
En esa primera administración Plaza abrió las cárceles y dio entera libertad a la oposición. Se despojó de las facultades omnímodas y suprimió la pena de ostracismo, recibiendo a los ex combatientes fronterizos que arribaron desde Colombia, conservadores a ultranza que estaban cansados de tantas luchas y guerrillas, de suerte que su período restauró la armonía social del país. Entonces pudo comenzar la labor de progreso a través de nuevas leyes. El 3 de Octubre de 1902 se dictó la Ley de Matrimonio Civil y Divorcio y el 13 de Octubre de 1904 la Ley de Cultos, ambas fueron obras de su nuevo ministro Gonzalo S. Córdova.
Ese año 4 se trató de poner fin al problema territorial con el Perú entregándole una salida al Brasil por el Pacífico, lo que no pudo ser aplicado por la falta de colaboración de los diplomáticos de ese país. La obra del ferrocarril avanzó hasta Alausí y se construyó el famoso paso de la nariz del diablo; sin embargo, la reacción clerical siguió activa y los conatos de sublevación, aunque en menor escala que con Alfaro, siguieron produciéndose en la sierra.
Ese año se prendó de la bella señorita Avelina Lasso Ascázubi y comenzó a frecuentar por las tardes el café de Gaston Charpantier en los bajos del hotel Paris, justamente al frente del antiguo caserón de los Lasso, desde donde la enamoraba con miradas, cartas y acrósticos. El 30 de Marzo de 1905 se casaron por poder dada la oposición del padre de la novia que no admitía el matrimonio de su hija con un liberal por mucho que fuera el presidente de la República. El novio fue representado por Gonzalo S. Córdova que era Ministro de Estado y la novia por su hermano Juan Manuel Lasso. Plaza fue a buscarla en un coche tirado por caballos, subió las gradas y dijo: “Vengo a buscar lo que es mío”. La luna de miel fue en la hacienda Tajamar en el valle de Pomasqui, siempre fueron bien avenidos.
Al término de su período impuso la candidatura oficial de Lizardo García antiguo oponente suyo en 1901 y luego su aliado común contra Alfaro. García triunfó ampliamente, asumió el poder el 1 de Septiembre de 1905 y designó a Plaza Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en los Estados Unidos con sede en Washington. Este viajó el 22 de ese mes con su esposa embarazada, y fijaron la residencia en la capital norteamericana.
Había demostrado en el ejercicio del poder ser un hombre frío, calculador, no violento, que en las reuniones sociales gustaba cambiar los pesados bailes de etiqueta con las rumbosas chilenas, no sin disgusto de las aristocráticas damas, pero con gran regocijo de la democrática concurrencia. Era amigo de ganar la buena voluntad de todos y no le importaba prometer en falso cualquier cosa y eludir luego el cumplimiento con una excusa y una delicada sonrisa, que aún al perjudicado por la falsía le cortaba las alas para ir a engrosar las filas de la oposición. Andaba por las calles sin escolta, es decir, sin el andamiaje de la etiqueta presidencial. No se incomodaba ni ante los insultos más groseros ni ante los ataques más despiadados a su honra según opinión del historiador Wilfrido Loor.
El 1 de Enero de 1906 estalló en Riobamba la revolución alfarista. El Vicepresidente Alfredo Baquerizo Moreno le llamó al Ecuador de urgencia, pero arribó el 18 de Enero es decir tres días después de ocurrida la batalla de Chasqui que abrió las puertas de Quito a la revolución, sin embargo ni eso lo inmutó, lanzando su célebre frase: “Esta revolución se la sofocará a sombrerazos” y se proclamó Director de la guerra. El 19, en vista que el presidente Lizardo García se había asilado en la legación de Colombia en Quito, reconoció como gobierno legítimo al del vicepresidente Alfredo Baquerizo Moreno, quien formó su gabinete en Guayaquil; pero ese mismo día el Cuerpo de Policía se declaró por Alfaro, abrió las puertas del cuartel al pueblo, repartieron fusiles y municiones y designaron al Dr. Emilio Arévalo Jefe Civil y Militar de la plaza. Al medio día atacaron el Cuartel de Artillería y al batallón Vencedores. En medio del fragor del combate se vio a Plaza con el revólver en la mano pero viéndose amenazado de muerte, se dirigió a uno de los muelles y embarcó a Panamá, de allí siguió a New York y llevó vida de proscrito pero a cuerpo de Rey, usando el dinero de su esposa durante cinco años y medio (1)
En el lujoso aristocrático barrio del Greenwich Village nacieron sus hijos Galo (1906) Leonidas (1907) José María (1909) Al año siguiente viajaron todos a Europa en goce de vacaciones. Visitaron Inglaterra, Francia y España. En Septiembre de 1911, caído el Presidente Alfaro por obra de una revolución, pudo volver al Ecuador, siendo recibido en Quito con estruendosas ovaciones.
Alfaro había sido derrocado a consecuencia de un cuartelazo militar y gobernaba constitucionalmente el presidente Emilio Estrada, quien designó a Plaza para ocupar el ministerio de Hacienda, donde permaneció poco tiempo, renunciando por diferencias de criterio con el primer magistrado y para ocupar una diputación por Esmeraldas.
Muerto Estrada el 21 de Diciembre de ese año, se encargó del poder Carlos Freile Zaldumbide, que pasó a ser un títere en manos de Plaza por el temor reverencial que le guardaba. El día 22 Plaza lanzó su candidatura a la presidencia en Quito y fue respondido el 28 con la proclamación de la Jefatura Suprema del General Pedro J. Montero en Guayaquil. Así las cosas, arribó Alfaro a Guayaquil mientras subía el ejército costeño a la sierra bajo el mando de Flavio Alfaro y bajaba a la costa otro ejército llamado Constitucional a las órdenes de Plaza y del General Julio Andrade Rodríguez.
Los primeros encuentros se dieron en los cerros cercanos a Huigra el 11 de Enero de 1912 y fueron favorables al ejército de la sierra, que el 14 arribó en tren a Naranjito, ocupando esa plaza tras largo tiroteo. De allí a Guayaquil sólo había un paso, que fue sangrientamente disputado.
La población de Milagro, con Enrique Valdez a la cabeza, plegó a favor de Plaza. Alfaro aconsejó desde Guayaquil el abandono de Yaguachi, mas su sobrino Flavio no le obedeció y el día 17, haciendo prodigios de valor, resistió varias horas de cruento ataque, fue herido en un muslo y perdió su caballo. Por eso tuvo que retirarse Flavio Alfaro a Guayaquil como había sido el plan original y a su arribo fue cancelado por Montero, diviendose aún más el liberalismo con la separación de los partidarios flavistas que no eran pocos. Plaza llegó a enterarse de esto y les mandó a proponer la paz, que fue aceptada en principio.
El día 20 se reunieron los comisionados en Durán. Las bases fueron presentadas por los monteristas, el 21 las aprobó Plaza, quien accedió a dar amplias garantías a los vencidos. El 22 entró en el puerto y lo primero que hizo fue mandar a apresarlos pues en la confianza de que se respetaría lo firmado ni siquiera habían buscado asilo.
Los Cónsules de los Estados Unidos e Inglaterra Herman Drietrich y Alfred Cartwright, respectivamente, que habían suscrito el Acuerdo como testigos de honor en Duran, empezaron a gestionar la libertad de los caudillos. El Canciller ecuatoriano Carlos R. Tobar protestó de esta intromisión ante el Ministro yanqui Evan E. Yong, que por esa circunstancia tuvo que ordenar al Cónsul Dietrich, que se abstenga de tomar parte en la política interna del país y limite sus atribuciones al cumplimiento de los deberes de su cargo.
Ese mismo día, 24 de Enero, arribó a Guayaquil el Ministro de Guerra Juan Francisco Navarro, quien tomó a su cargo la dirección de la situación y ordenó a Plaza que inicie un Consejo de Guerra al General Montero.
Plaza telegrafió al presidente Freile Zaldumbide pidiéndole autorización para permitir la salida del país de los prisioneros pues temía justamente por sus vidas, pero se le contestó que debía remitirlos a Quito.
Por la tarde, el 25 de Enero, al instalarse el Consejo de Guerra en la Gobernación, el Sargento primero Alipio Sotomayor, de la Compañía del batallón No. 1 de Guayaquil, le disparó un tiro de pistola en la frente a Montero. Luego lanzaron casa abajo el cadáver, lo arrastraron hasta la plaza de San Francisco e incineraron. Plaza concurrió esa noche al sitio de los acontecimientos e hizo recoger los restos. Entonces apreció en toda su magnitud la gravedad de la situación y comprendiendo que los prisioneros estaban perdidos si eran trasladados a Quito, optó por ausentarse a Manabí dizque a pacificarla, cuando dicha provincia estaba en paz.
En horas de la madrugada los prisioneros fueron embarcados en ferrocarril por la disposición emanada en Quito por el gabinete de Freile Zaldumbide; sin embargo, a última hora el gobierno dio contraorden cuando ya habían realizado más de la mitad del trayecto y era imposible su regreso, de suerte que Alfaro y sus tenientes ingresaron al panóptico de Quito a las doce del día del 28 de Enero y poco después eran bárbaramente asesinados y sus cadáveres arrastrados hasta El Ejido donde se les incineró.
Olmedo Alfaro y varios connotados escritores como José Peralta, Roberto Andrade, José Maria Vargas Vila, Manuel de J. Andrade escribieron largamente sobre el tema. Plaza resultó el principal acusado, mas el sumario terminó con una sentencia tardía y meramente declarativa, que atribuyó en 1917 la responsabilidad principal de esos crímenes al Encargado del Poder Carlos Freile Zaldumbide y a los miembros de su Gabinete.
Mientras tanto habían surgido tres candidatos presidenciales: Plaza por los liberales antialfaristas, Julio Andrade por los liberales moderados y Carlos R. Tobar por los conservadores. Esta división dio lugar a que muchos liberales soliciten una Asamblea en Quito mas Plaza se opuso y sus partidarios gritaron “Plaza o bala. Plaza o nadie”.
La tarde del 4 de Marzo se acentuaron los rumores de un golpe de estado en favor de Plaza y para evitarlo Freile Zaldumbide ordenó el cambio de tres altos oficiales comprometidos.
El Ministro de Guerra, que estaba con Plaza, le puso en alerta, y éste se encaminó a protestar. Llegado al Palacio, Freile Zaldumbide trató de explicarle de buenas maneras que solo se trataba de una separación de ciertos oficiales politiqueros pero fue replicado: “Entienda, que si persiste en ese cambio de jefes, los cuerpos se pronunciaran y no respondo si Ud. y su Gabinete son arrastrados por las mismas calles que lo fueron los Alfaro”. El Encargado del Poder, más muerto que vivo, se asustó y llamó al General Julio Andrade. “El General Plaza acaba de salir de aquí y ha venido para amenazarme con un cuartelazo y con hacernos arrastrar”. Andrade le tranquilizó y esa misma tarde el Encargado reiteró su orden al Ministro Juan Francisco Navarro, pero éste fue a donde Plaza a seguir complotando.
El gobierno tuvo noticias de esa nueva reunión y convocó a una conferencia en Palacio para el día siguiente 5 de Marzo, a la que concurrieron el Encargado del Poder, sus Ministros y los Generales Plaza y Andrade. Lo que allí se trató y dijo ha sido muchas veces publicado. Andrade enrostró a Plaza su ambición y díjole: “Mientras yo viva, no será Ud. presidente de la República del Ecuador”. Plaza palideció y optó por retirarse con Navarro.
Entonces se produjo entre los miembros del gabinete la euforia que es de imaginar y le fue ofrecida a Andrade la cartera de Guerra, que aceptó en principio, pero luego meditó mejor y lo consideró impropio de su condición de candidato presidencial; por eso prefirió dirigirse al Ministerio para conferenciar con su amigo Navarro, a quien halló con varios oficiales. “Tengo que hablarle en reserva de un asunto importante”. Navarro le replicó “Hable no más, aquí todos somos de confianza”. -”Si Ud. no quiere oírme en reserva, se lo diré públicamente. Está Ud. destituido y yo he sido nombrado para esta cartera”. El Ministro quedó anonadado pero reaccionando inmediatamente hizo salir a todos y dio explicaciones, que Andrade cometió la debilidad de aceptar pues le consideraba su amigo; sin embargo le hizo jurar por su honor que cumpliría las órdenes del Encargado del Poder, tras lo cual le condujo amistosamente al gabinete presidencial, donde Navarro hizo reiteradas protestas de lealtad y se retiró aparentemente de a buenas. Entonces Andrade aceptó el Ministerio de Instrucción Pública y poco después se sirvieron una copa de champagne en casa de Freile Zaldumbide.
Tras la escena del gabinete Plaza se encontraba muy deprimido y había resuelto partir a Guayaquil donde posiblemente hubiera hallado el apoyo militar que necesitaba, pero varios amigos suyos lo impidieron y en tan dramática circunstancia se le unió Navarro, quien acababa de salir del gabinete. Fue pues, en ese momento, que Plaza, Navarro y los tres jefes que quería separar Freile Zaldumbide, empezaron a tramar el cuartelazo militar y quizá hasta la muerte de Andrade, único obstáculo para la subida de Plaza al poder.
El 6 de Marzo el Intendente Leopoldo Narváez denunció que Plaza se hallaba en esos momentos conferenciando con los Jefes de los cuerpos. Andrade contestó “Mejor que mejor, vamos a visitar los cuarteles”. Allí les vitorearon y el Encargado y sus Ministros se retiraron a sus domicilios.
Esa tarde, a las cinco, se organizó un mitin de Plaza, quien habló desde el balcón de su casa mientras Navarro visitaba los cuarteles y Freile Zaldumbide era alertado.
A las ocho de la noche hubo otro mitin placista que disolvió la policía, pero ya el Intendente Narváez había sido comprometido por Navarro y actuaba con ellos, pues a esa hora se fue con el Jefe de Zona y unos sesenta oficiales más al cuartel Central de Artillería y desde allí envió Navarro su renuncia, a la que se unió la del Ministro de Hacienda J. Federico Intriago, también comprometido.
A las nueve de la noche se reunió el Gabinete. Andrade comprendió que el golpe se daría a la medianoche y fue al cuartel de Policía donde finalmente se hizo cargo de la cartera de Guerra, mientras el Encargado y el resto del gabinete se trasladaban a la Intendencia. A las doce se insurreccionó la policía a favor de Plaza y cuando Andrade salió a enfrentarlos, el Subteniente de Policía Alfredo García le disparó.
Muerto Andrade, se hizo cargo de la situación Plaza, arrestó en sus domicilios al Encargado del Poder y al candidato presidencial conservador y le ordenó al Dr. Francisco Andrade Marín que asuma la presidencia de la República, hasta tanto se realizaran las elecciones y el cambio de mando. Eran las tres de la mañana.
Realizadas las elecciones triunfó ampliamente Plaza con 83.312 votos y prácticamente no tuvo opositor. El 1 de Septiembre de 1.912 asumió el mando y designó gabinete de la siguiente manera: En Interior Modesto A. Peñaherrera. En Relaciones Exteriores Antonio E. Arcos. En Instrucción Pública León Becerra. En Hacienda Juan Francisco Game Balarezo y en Guerra y Marina Juan Francisco Navarro. Su familia arribó a principios de 1913 habitando la casa presidencial de la calle Chile cerca del templo de la Merced.
I hubiera gobernado en paz de no haberse producido el 24 de Septiembre de 1913 la revolución de Carlos Concha Torres en Esmeraldas que conmocionó no solamente esa provincia sino también al país hasta 1915.
Inicialmente Concha fracasó en el asalto al cuartel de la capital de Esmeraldas y tuvo que replegarse a Tachina donde se fortificó. El día 29 de Septiembre arribó a Esmeraldas el Ministro de Guerra a bordo del cazatorpedero “Libertador Bolívar” y hubo un desembarco de tropa, mas los revolucionarios detuvieron a las avanzadas gobiernistas en Vinzade y Viche y las dispersaron.
Ante ese fracaso Plaza envió al Coronel Manuel Velasco Polanco con 1244 hombres de refuerzo del batallón “Constitución” y una sección de artillería. Velasco avanzó nuevamente hacia el norte y entre el 10 y el 12 de Diciembre se mantuvo cercado en “El Guayabo”, hasta que desesperado, intentó una retirada por Chinca, pero perdió el rumbo y tuvo que capitular. Entonces, ya libre el camino de enemigos, Concha entró triunfador en Esmeraldas el 16 de ese mes y como las autoridades abandonaron el resto de la provincia, ésta pasó enteramente a su poder.
Plaza comenzó 1914 sintiéndose sólo, acusado y acosado pues no podía renunciar la presidencia como hubiera sido lo más lógico para obtener la paz de la república por temor a que le removieran los juicios criminales iniciados por el arrastre de los Alfaro y el asesinato de Julio Andrade. Además, la situación fiscal se había deteriorado desde 1912 al punto que los empleados se encontraban impagos y las obras públicas detenidas.
Para superar la crisis política convocó a los principales jefes del liberalismo en afán de obtener la unificación del partido pero no le respondieron y en cuanto a la crisis económica sólo atinó a contratar varios empréstitos millonarios con el Banco Comercial y Agrícola de Francisco Urbina Jado en Guayaquil, al que se le permitió emitir billetes sin respaldo metálico, iniciándose un proceso inflacionario de agudas consecuencias, de manera que Urbina Jado se convirtió por obra y gracia de esta inusitada situación en el factótum del país, pues quitaba y ponía gabinetes a su antojo.
El 10 de Enero de 1914 Plaza ordenó al “Libertador Bolívar” y al batallón “Constitución” que bombardeen la población inerte de Esmeraldas como medida desesperada para ablandar a los revolucionarios, pero sólo consiguió incendiarla. Este crimen contra la población civil que nada tenía que hacer en política le granjeó el odio del elemento pensante del país y no trajo beneficio alguno a la paz de la República, pues la revolución continuó con mayores bríos en los campos esmeraldeños y numerosos grupos guerrilleros se alzaron en Manabí y Los Ríos.
A fines de ese mes envió a Esmeraldas al Coronel Enrique Valdez Concha, sobrino del caudillo rebelde. El 27 de Febrero entró Plaza en la rada de Esmeraldas para tomar a cargo las operaciones bélicas, dejando en Quito encargado del poder al Dr. Alfredo Baquerizo Moreno.
Al día siguiente siguió a Limones con el Ministro Navarro e intentaron un desembarco. Nuevamente en Esmeraldas, en compañía de su Estado Mayor, ordenó para el 15 de Marzo un nuevo desembarco en Atacames, que trajo como consecuencia la desocupación de Esmeraldas por las tropas conchistas y su ocupación por el gobierno.
Navarro regresó a Quito, Plaza quedó al frente de las tropas y designó al Coronel Moisés Oliva – uno de los tres oficiales cuya baja había ordenado Freile Zaldumbide en 1912 – que avance hasta río Verde como Jefe de Operaciones, donde el 1 de Abril derrotó a una fracción revolucionaria.
Prosiguiendo la marcha a Tachina, cuartel general de los guerrilleros conchistas, Oliva cometió el error de dividir sus fuerzas en dos columnas. Una con Valdez iría por el bosque y otra con él por la playa. El 10 de Abril arribaron al estero de Tacusa situado antes del caserío de Camarones, donde fueron acorralados y sufrieron la más completa derrota. Valdez murió macheteado y Oliva huyó y precipitadamente se refugió en el “Cotopaxi” perdiendo a la totalidad de sus efectivos. Plaza quedó desprotegido y temiendo un asalto a Esmeraldas, hizo cavar trincheras y se encerró en esa población.
El 15 de Mayo las fuerzas conchistas se acercaron y tomaron la vecina hacienda “La Propicia” donde cayó prisionero el infeliz Oliva. Plaza consideró su situación desesperada, abandonó Esmeraldas, se refugió en el “Cotopaxi” y al día siguiente partió a Quito, dejando instrucciones para que sus tropas resistieran hasta el final.
Mientras tanto debía hacer frente a otras graves situaciones. En Abril Carlos Andrade había levantado una montonera en el norte y tras intensos combates en las provincias de Imbabura y Carchi era aprisionado en “La Quinta”.
Entre tanto concha cometió el error de no ocupar militarmente la población de Esmeraldas, que fue rodeada de alambradas por sus escasos defensores quedando el resto de la provincia en poder de los rebeldes.
En Junio Concha abrió operaciones sobre Manabí, cuyo litoral norte era placista mientras que el Sur era Alfarista. En Noviembre se produjo una insurrección en Guadual y el Diputado José Vicente Trujillo interpeló en el Congreso al Ministro de Guerra y Marina J. Federico Intriago; quien, para defenderse de la acusación de haber ordenado el bombardeo de la ciudad de Esmeraldas, tuvo que declarar que la orden la había impartido el propio Plaza, cuya situación personal y política estaba completamente debilitada.
En 1915 Carlos Concha fue tomado por sopresa en su hacienda San José y llevado prisionero al panóptico de Quito y aunque la revolución continuó en diversos sitios de la provincia ya no constituyó el grave problema de antes. Ese año surgió el escándalo de la firma del tratado Muñoz Vernaza – Suárez por el cual el Ecuador cedió gratuitamente grandes extensiones territoriales a Colombia, sin conseguir nada a cambio, a no ser la simple promesa de ese gobierno de no prestar auxilios a los revolucionarios anti placistas, lo que fue considerado no solo un error sino también una traición a los sagrados intereses del país.
En esa segunda administración Plaza inició los trabajos del ferrocarril Quito – San Lorenzo, se llevó a cabo la canalización de Quito, se comenzó el saneamiento de Guayaquil y se dotó de agua potable a Riobamba. Quito tuvo sus primeros tranvías eléctricos, inauguró el parque Bolívar, el Liceo Fernández Madrid y el monumento a los Académicos franceses. En Guayaquil la casa de Artes y Oficios y en Loja la de Gobierno. En Ambato se fundó el Instituto de Agronomía, vino de Alemania la I Misión Pedagógica presidida por Walter Hinmelmann que formó normalistas y técnicos; se expidió la Ley de Moratoria que terminó con el sistema bimetalista y se fundó el Normal Rita Lecumberry en Guayaquil merced a la acción de los Ministros de Educación Luis Napoleón Dillon y Manuel María Sánchez Baquero que le reemplazó el año 14.
En 1916 logró terminar su período presidencial no sin antes hacer triunfar la candidatura de su colaborador Alfredo Baquerizo Moreno, quien firmó el decreto de Amnistía de los revolucionarios conchistas de Esmeraldas y volvió la paz a la República.
De allí en adelante la influencia política de Plaza decayó notablemente aunque seguía apareciendo como el hombre fuerte en el ejército y era considerado el poder tras bastidores. Estaba pletórico, con sobrepeso, vivía dedicado a las faenas agrícolas en la hacienda “Zuleta”, propiedad de su cónyuge, con quien mantenía un hogar feliz y numerosos hijos.
En 1920 subió al poder su aliado el Dr. José Luís Tamayo Terán quien gobernó cuatro años. Durante su mandato se produjo el alzamiento del 15 de Noviembre de 1922 en Guayaquil que finalizó con la matanza de pueblo y obreros.
En 1924 logró imponer la candidatura presidencial de su amigo Gonzalo S. Córdova pero el 9 de Julio de 1925 ocurrió la sorpresiva revolución Juliana en Quito y Guayaquil. Un grupo de militares jóvenes se tomaron los cuarteles y en el puerto principal Francisco Urbina Jado fue detenido. Plaza se asiló en la Embajada argentina. De allí salió a Guayaquil, donde inició un destierro voluntario en California pretextando que las escuelas de los Estados Unidos eran buenas para sus hijos. Se encontraba con el ánimo decaído, decepcionado y sin deseos de intervenir nuevamente en la vida política del país, dejó de apoderado en Guayaquil a su fiel amigo José Rodríguez Bonín, tenia sesenta años de edad.
En 1929 el presidente Ayora autorizó su regreso. Su situación económica no era buena y el tren de vida a todo lujo que llevaba en los Estados Unidos le resultaba extremadamente caro. Una molestosa diabetes le amargó estos últimos años.
Al llegar a Quito el sobrepeso le causó problemas, estaba cardiaco sin saberlo y para buscar mejoría los médicos le aconsejaron viajar a la costa. En Huigra se hospedó en casa de su sobrina Blanca Iturralde Plaza casada con el Dr. Luís Alcívar. Estaba achacoso, le dio un vahido, su médico el Dr. Luís Vela Monsalve lo internó en el hospital de esa población, donde se le presentó el coma diabético. El Dr. Luís Felipe Cornejo Gómez que se encontraba de vacaciones con su familia también le asistió y falleció posiblemente de infarto, el sábado 17 de Noviembre de 1932, de solo sesenta y siete años de edad.
En un tren expreso viajó la mayor parte de la familia para conducir su cadáver a Quito, donde recibió los honores propios de un ex presidente de la República. El duelo fue presidido por sus hijos Galo, Leonidas y José Maria, por su cuñado el Coronel Juan Manuel Lasso y su esposa María Carrión Mata y por su pariente político Modesto Larrea Jijón.
Su muerte fue muy comentada pero su figura no era querida ni reverenciada por misteriosa y enigmática. Alto, garboso, blanco, atractivo, grueso y algo presumido aunque en sociedad campechano, amable y dicharachero, jovial y simpático. Gustaba usar una flor en el ojal y había sido aventurero y enamorador en su juventud por eso le decían “El Gentilhuomo”, aunque después se tornó serio y circunspecto.
La historia lo acusa de maquiavélico e implacable en el cumplimiento de sus designios. Gustó de la buena vida y dejó muy disminuida la fortuna de su mujer, al punto que sus hijos tuvieron que vender la hacienda Isinche en doscientos ochenta mil sucres para abonar la mayor parte de un préstamo mayor, vencido en un banco guayaquileño.
Sus actuaciones sindican ante la historia ecuatoriana como un político maquiavélico.