PROCER DE LA INDEPENDENCIA.– Nació en Quito de una familia de clase media de origen portugués establecida en esa ciudad en el siglo XVIII. Fue burócrata, contador de varias tesorerías menores, casó en Quito con Maria Dorotea Villalta Pacheco, con hijos.
Desde 1815 vivía en Loja con su familia y al saberse la noticia de la independencia de Guayaquil el 9 de Octubre de 1820 y la de Cuenca el 3 de Noviembre siguiente, el Cabildo cuencano envió una invitación al de Loja presidido por Pío de Valdivieso, de familia de ricos terratenientes, para que se adhiera a la independencia, pero éste contestó negativamente.
Entonces los patriotas lojanos alborotaron los ánimos y algunos miembros de la clase media convocados por Pinto se reunieron la noche del 16 de Noviembre en casa de José del Espíritu Santo Correa y decidieron proclamar la independencia dos días después. Valdivieso, hombre viejo y manipulador, quiso desviar el asunto y como solo contaba con la ayuda de veinte soldados con sus viejos y enmohecidos mosquetes, que hubieran sido presa fácil del populacho, convocó a todos los habitantes en el convento de San Sebastián, intentando con esta maniobrar aplacar los ánimos, pero el asunto le salió al revés pues los líderes populares salieron a la plaza de San Sebastián e iniciaron un desfile por las calles dando vivas por la Libertad, la independencia y Loja. El bullicio subió de tono con la presencia de Segundo Cueva, maestro de la única escuela que funcionaba en Loja, quien concurrió con sus alumnos. Finalmente la manifestación desembocó en la Plaza Mayor al caer la tarde y quedó declarada la independencia ese 18 de Noviembre. La cosa hubiera ido para grande con el ardor de triunfo tan fácil de no haber sobrevenido una fuertísima lluvia.
El patriota José Maria Peña empezó al día siguiente a hacer circular unos ingeniosos pasquines en verso, de los que se han conservado tres, a saber: // Que al fin termine este lío / del Alcalde tío Pío, / que por ser un Valdivieso / es del Rey, último hueso. // En Loja no hay quien soporte / al Rey de España y su corte / nadie quiere más mandones / venidos de otras naciones. // Que se vayan al infierno / los hispanos opresores / pues brotó el germen eterno / de nuestros Libertadores. //
Los realistas no se dieron por vencidos. Pío de Valdivieso y otros ricos terratenientes contraatacaron al día siguiente. Valdivieso publicó un bando que en su parte medular dice “No esperándose de esta débil ciudad un movimiento como el que se experimentó anoche, en que juntándose unos pocos individuos del pueblo, en el Convento de San Sebastián, en donde los cité para saber sus deliberaciones, y el resultado fue que después de algunas conferencias, salir por las calles cuatro o cinco hombres con gritería de muchos chiquillos, tambor y pito, proclamando Viva la Libertad, Viva la Patria”.
José Maria Lequerica, en carta que se conserva, acusó a Ramón Pinto de ser el cabecilla y único promotor de estas asonadas y le sindica con Nicolás García de haber armado a un grupo faccionario de cuchillos y llenado de aguardiente su cabeza. I en misiva dirigida al Obispo de Cuenca le dice “nos hallamos aquí en los mayores conflictos. Amenazados por el pueblo que han formado don Nicolás García y don Ramón Pinto. Los pocos que han recogido andan de día y de noche con tambor, pito y cohetes.”
Poco después los gobernantes realistas, que no querían ser despojados del goce de sus centenarias prebendas, con la ayuda de los realistas de Cuenca que habían retomado el gobierno en esa ciudad, aplastaron al débil gobierno patriota lojano, apresando a sus principales cabecillas, entre ellos a Pinto y a García, contra quienes iniciaron un enjuiciamiento criminal el 7 de Enero de 1821 y mal la hubieran pasado éstos, de no haber sido por la presencia del ejército combinado de guayaquileños y colombianos comandados por Sucre, que subió de Guayaquil a la sierra y ocupó Cuenca en Febrero, atemorizando por su proximidad a los lojanos.
De allí en adelante la situación cambió radicalmente y el 17 de Febrero de 1822, unida ya la familia lojana, es decir, de común acuerdo los padres de familia realistas y patriotas, juraron la independencia definitiva y la incorporación a Colombia en la Plaza Mayor, pasando a la Iglesia Matriz donde hubo misa y Te Deum.
El acta fue firmada por los realistas Mariano Riofrío, Juan José Burneo, José Segundo Palacio, el Dr. José Maria Lequerica y Pío de Valdivieso y por los patriotas Ramón Pinto, Nicolás García, José Gabriel Peña, José Maria Peña, Manuel Zambrano, José del Espíritu Santo Correa, José Picoita, Segundo Cueva, Toribio Medina y Manuel Sánchez. Otros sujetos patriotas fueron Manuel y Mariano Jaramillo, Vicente Olmedo, José Manuel Aguirre, Javier Piedra, Angel Ludeña y Angel Palacio.
Ramón Pinto siguió habitando en Loja con los suyos dedicado al comercio y progresó económicamente. Su fallecimiento ocurrió en 1837 en Loja mientras se desempeñaba como Interventor de Rentas. Su sobrino Joaquín Pinto alcanzaría justa fama como pintor nacional en Quito.