PERALTA VASQUEZ JUAN H.

ESCRITOR.- Nació en Cuenca el 17 de Mayo de 1873 y fueron sus padres Juan Peralta de profesión comerciante y Carmen Vásquez Beltrán, cuencanos de clase media y pobres. Fue el último de una familia compuesta de cinco hermanos, estudió en el Colegio Nacional, destacando por su conducta y aprovechamiento hasta graduarse de Bachiller en 1891. 

Enseguida inició sus estudios en el Seminario Conciliar y fue alumno del Padre Julio Matovelle en Derecho Público Eclesiástico. Era un lector con avidez que trataba de obtener los íntimos secretos de las cosas, primero a través de las teorías mecánicas y naturistas siguiendo el curso de las ideas desde los misteriosos orígenes, después estudiaría las ciencias políticas. Matovelle quiso que ingresara al sacerdocio pero como no tenía vocación se excusó. 

En lo personal era alegre y extrovertido, sabia tocar música de oído en un pequeño acordeón que le acompañó mucho tiempo, deleitándose con tonadas nacionales. 

Entre 1895 y el 97 dejó de estudiar por la grave situación política que atravesó el austro, intentó viajar a Francia y tuvo un hijo en una señorita Malo. 

En Diciembre de 1900 se graduó de Abogado. Al año siguiente fue designado Agente Fiscal y contrajo matrimonio con Cecilia Moreno y aunque les nació un hijo no se entendieron. En 1904 recibió el nombramiento de Agente Fiscal en El Oro pero prefirió ejercer la Sindicatura del Concejo Cantonal de Cuenca. 

De 32 años, en 1905, tomó hacia la costa guiado por un arriero y atravesó las regiones de Molleturo y Naranjal hasta llegar a Guayaquil que fue su meta. En el puerto principal logro que le dieran la Sindicatura Municipal de Vinces, instalándose en ese rincón soleado del trópico. 

Su vida había sido una fuga constante y en compensación halló refugió en el regazo de una bella estudiante del Colegio de las madres francesas de San José de Tarves, llamada Noemí Bajaña Ronquillo, quien se transformó en su todo, pues era joven y bella, cariñosa, callada, hacendosa y poseía una hermosa caligrafía, permitiéndole que alternara sus labores de abogado con febriles sesiones de lectura en su basta biblioteca. Con el tiempo tuvieron una larga familia compuesta de once hijos, pero no pudieron legalizar su union por que el seguia casado en Cuenca. 

Ese año defendió los intereses del 187 Colegio Vicente Rocafuerte en el juicio de sucesión de los bienes de Agustina Bossne. En 1913 impulsó el juicio contra el Ing. Paúl Thur de Koos por la colocación de los grifos contra incendios en Vinces. En 1920 le nombraron Asesor Fiscal Primero de Los Ríos pero se excusó y en Noviembre leyó un hermoso discurso por el centenario de la independencia de Cuenca. 

En 1921 hizo amistad epistolar con el escritor José Ingenieros autor de “El Hombre mediocre” y el 22 publicó un estudio sobre su obra titulado “La Psicología científica del Dr. José Ingenieros”(1) 

En 1924 editó “La Propiedad” en 168 págs. con prólogo de Emilio Pardo B. reseña con la evolución histórica del dominio, redactada con soltura y dividida en capítulos. Una segunda edición consta en el N° 15 de la Biblioteca Ecuatoriana de la U. de Guayaquil en 1978 y varios de estos capítulos se pueden hallar en la colección Pensamiento Básico Ecuatoriano. 

Su obra le puso en contacto con las principales figuras del continente; el mexicano Rafael Ramos Pedrueza, Director del Consejo Nacional de Educación Superior y la Investigación Científica (2) le hizo ingresar a la Liga Antiimperialista de las Américas y a la Liga pro luchadores perseguidos. 

En 1925 fue Consejero Cantonal, el 26 Sindico Municipal de Vinces y construyó una casa de madera y amplio patio en las calles Rocafuerte y Veinza que habitó en los altos e instaló su estudio profesional en los bajos. 

En 1927 dio a la luz un ensayo corto “El Gran Problema: viejos y nuevos fundamentos sobre el Derecho de Propiedad y comenzó varias colaboraciones en los diarios del país. 

En 1928 editó “Mensaje a los trabajadores” y “El Pasado, el Presente y el Porvenir” folleto calificado de vibrante y pleno de ansias de redención, uno de cuyos ejemplares envió a la Liga de las Naciones donde fue bien recibido. Su amigo César A. Naveda le aconsejó seguir trabajando por los ignorantes y los miserables, es decir, por la masa montubia e Indígena, sin temor a tergiversaciones, pues no tardará el día en que los que se ganan el pan con el sudor de su frente, gobernarán el país. 

En 1930 fue Consejero Cantonal y Juez Segundo suplente de Letras y con motivo del centenario de la República publicó “El Ecuador, cien años de vida republicana”. Vicente Lecuna le envió sus obras y varios tomos de Arístides Rojas, así como diez volúmenes de Cartas del Libertador. 

En 1931 publicó en la “Revista de las Españas”, presidió la Municipalidad de Vinces y con motivo de la proclamación de la república española felicitó al Ministro Plenipotenciario en Quito. 

En 1932 dio a la publicidad “EI nuevo Código Penal de México en lucha contra la delincuencia’’ y volvió a la Sindicatura de la Municipalidad de Vinces. En Abril empezó a escribir para la revista “Claridad”de Buenos Aires, allí salió “La Economía cósmica y la vida humana” abogando por la formación de una ciencia denominada Cosmonomía, basada en el equilibrio o la ley de la armonía de las fuerzas que mantiene en sus órbitas a los astros que pueblan el espacio Infinito. El 33 “La Internalización del bien patrimonial de estados”. 

En 1934 fue Agente Segundo Fiscal en Vinces, la Academia de la Historia de Venezuela le obsequió los catorce primeros volúmenes del Archivo Miranda y en Buenos Aires editaron su trabajo “Psicología de la Música” que tuvo difusión continental. 

En 1936 el Ministro de Gobierno de la Dictadura del Ingeniero Federico Páez le nombró Juez de la Corte Superior de Justicia de Manabí pero se excusó por no ausentarse de Vinces. El 37 Lecuna le remitió sus nuevos trabajos y como requería de ciertos datos sobre la Geografía del Ecuador para la edición de su Historia de las Guerras de Bolívar, le nombró agente investigador. Se escribía con numerosas personalidades de América a pesar de vivir alejado de los cenáculos culturales del país, por eso lo sentían como un forastero entre nosotros, tampoco formaba parte de ningún grupo. En lo internacional colaboraba con los profesores de la Historia de México” y de “La Estrella Roja”. Fue ministro plenipotenciario de su país en el Ecuador en 1932. criminalistas de la Escuela de Derecho de la Universidad de Santiago de Chile, enviando artículos a la revista “La Idea”, órgano de dicha entidad. 

Además tenía otras apetencias intelectuales, era miembro de la Federación Espiritista de la Argentina, estudiando las obras de esa doctrina que impregnaba su vida de la dulce bondad de todos sus actos. 

Esa fue quizá su mejor época. De su pluma salían incesantemente nuevos artículos: “El tiempo, coloquio de un Filósofo”, “Moral, Justicia, Derecho”, “Reflexiones de la hora presente”, “Estudios Monográficos: Ernesto Quezada, Rafael Barrett”, “El leninismo y la revolución rusa”. 

Su tarea era de madurez intelectual, poseía claridad de expresión, poder de síntesis, profundidad de ideas y belleza en el estilo pues sabía redactar muy bien, solamente que vivía alejado de todos; era un escritor sustantivo de Indoamérica y su obra estaba plena de un profundo humanismo dentro del positivismo liberal. 

En 1938 publicó “La Paz en América” y fue designado Juez Segundo del Crimen con sede en Vinces. El 39 lo confirmó la Corte Suprema de Justicia y escribió “Nuevas orientaciones del Derecho de Gente”. 

En 1940 pasó a Juez Segundo de Letras (Civil) en Vinces y publicó “Estado actual de la Criminología, el factor de la etiología del delito” como ponencia para el II Congreso latinoamericano de Criminología celebrado en Chile, que mereció elogios y comentarios. En 1941 el Director Cultural de Venezuela, José Nucete Sardi, le envió varias publicaciones y dos cuadernos de Canciones Populares. 

El 18 de Octubre de ese año por simples chismes y malquerencias fue cancelado de su Judicatura por Decreto cuasi dictatorial del presidente Arroyo del Río. El asunto conmocionó a los medios judiciales pero la Corte Suprema, dócil instrumento del ejecutivo, ni se inmutó. 

Peralta publicó una Exposición en El Universo y se afectó en su salud porque siempre había sido un hombre de honor; sin embargo, en Enero del 1944 la misma Corte Suprema le desagravió eligiéndole Vocal del Tribunal del Crimen de Vinces. 

En 1943 había dado a la luz pública “El Sr. Dr. Julio Matovelle en la cátedra. Reseña histórica del Derecho Publico 

Eclesiástico en el Ecuador” en 42 pags. síntesis muy bella del devenir de las ideas políticas en el siglo XIX y visión del ambiente en que desarrolló su labor Matovelle. 

Después de la revolución del 28 de Mayo del 44 ascendió a Juez Tercero Provincial. En la revista “Cosmos” de San Juan de Puerto Rico salieron varios artículos suyo sobre “El espiritismo ante la Psicosis bélica” con los principios de paz, amor y solidaridad para lograr un nuevo orden humano. 

En 1945 fue reelecto como Juez y colaboró en “Ciencias y Vida”, revista científica que se editaba mensualmente en Guayaquil con su articulo “La economía cósmica y la vida humana”. 

Era un alma grande que amaba la soledad que convida a la meditación trascendente. Gustaba por eso del aire puro del campo vinceño, encontrando en la contemplación de la naturaleza su más dulce complacencia. 

Comenzó entonces a padecer de una insuficiencia cardiaca que aumentó el 46 y comprendiendo lo cercano de su fin arregló papeles y ya no pudo volver a su despacho, todo le causaba asfixia, vivía con una profunda paz interior y el 24 de enero de 1947 falleció tranquilamente, de 73 años de edad. Espíritu de selección que tuvo la rebeldía propia de los que avizoran horizontes más dignos; se inquietaba por múltiples aspectos y escribía de todo, siendo a medias biólogo, filósofo y penalista. Su obra espera una selección y critica. 

Callado, jovial, recto y honorable en sus actos, abogado pobre que trabajaba casi sin cobrar. En su hogar celebraba anualmente los carnavales con baile y comida criolla, casi siempre cuyes asados con mote y papa. Muy devoto de la Virgen de la Nube que se venera en Azogues, anualmente enviaba su contribución para la fiesta. 

A las siete de la noche acostumbraba tomar su sombrero de paño y el bastón y salía a conversar al parque central con sus amigos y paisanos, especialmente con el Dr. Pío Vicente Corral. Los domingos de tarde se iba con los suyos a bañar a un remanso del río nuevo cercano a Vinces, donde se asoleaba y preparaba naranjada; a las cinco regresaban contentos, saludables y en alegre camaradería. 

Mantuvo la perpetua juventud que dan las lecturas encogidas, se hizo conocer más afuera que en su país y aunque añoraba su tierra, que no olvidó nunca, jamás salió de Vinces por no dejar a su familia. 

Su exacta valoración intelectual le ha llegado con su tiempo, pues en la Colección “Pensamiento Básico Ecuatoriano” publicada por el Banco Central y la Corporación Editora Nacional, dentro del tomo relacionado con la Propiedad en el Ecuador, constan varios de su libro de 1924 y figura como uno de los más altos exponentes del pensamiento racionalista ecuatoriano del Siglo XX.