ESCULTOR.- Nació en Loja el 9 de Agosto de 1912, hijo de Manuel Belisario Moreno Coronel, Canónigo de la Catedral de Loja, orador, autor de la novela “Naya o la Chapetona” aparecida por entregas en 1904 en la revista mensual “El Album Literario” de Loja y reeditada posteriormente en 1912 y el 54, fallecido en 1917 y la poca herencia que dejó fue reclamada por sus hermanas solteras las señoritas Moreno quedando los niños Palacio, por su condición de naturales, sin ninguna protección, y de Eloína Palacio Vélez quien debió trabajar muy duro en costuras para mantener a sus cuatro hijos.
Alfredo era de los menores y “con el deseo de ganarme unos centavitos a los seis años me puse a cargar sacos de arena pero en mis horas libres me dedicaba a bocetar en cualquier pared o papel que veía y cuando comencé la primaria en la escuela Miguel Riofrío; una prima, directora de una escuelita rural, se dio cuenta de mi vocación y no se qué argucias utilizó porque al poco tiempo, mientras asistía al Colegio de los Hermanos Cristianos, me vi contratado de profesor de dibujo para dar clases a niños que me superaban en edad”.
En 1925 la Municipalidad de Loja le concedió una beca a su hermano Daniel Elías para estudiar pintura en la Escuela de Bellas Artes de Quito. También viajó Alfredo en pos de su hermano mayor a quien siempre admiró muchísimo, ingresó al Instituto Mejía, despuntando como alumno sensible y muy inquieto, pero al poco tiempo se cambió a Bellas Artes, ilusionado por lo que le refería su hermano, tuvo excelentes profesores como el español Luís Casadío, los pintores Víctor Mideros, Luis Ruíz y Pedro León y fue compañero de Alba Calderón, Bolívar Mena, América Salazar, Judith Cabezas, Diógenes Paredes, Eduardo Kingman, Leonardo Tejada.
En 1926 los hermanos Palacio empataron en puntaje para la beca Alfonso XIII del gobierno de España, consistente en un pasaje y estadía en Madrid con estudios de arte en la Academia de San Fernando. El Profesor Trajano Mera Iturralde decidió sortearla pero luego comprendió que sería muy cruel enfrentar a dos hermanos y con el Director de la Escuela Luis Veloz, decidieron que la Municipalidad de Loja conceda una beca adicional para que ambos viajen y partieron a España a bordo del vapor Oracio. En Octubre ingresaron a la Real Academia de Bellas Artes, de San Fernando, donde recibió el apodo de El Chaval por su corta edad y pequeña estatura; sin embargo, a los pocos meses, los concejales lojanos dejaron de remitir la renta y los dos tuvieron que sobrevivir únicamente con el dinero de la beca española.
Madrid era por ese entonces un centro de cultura y cobijaba en su seno a talentos tan preclaros como el Dr. Gregorio Marañon, quien hacía una intensa vida universitaria. Alfredo empezó a asistir a reuniones artísticas y en 1929 logró el Premio Molina Higueras en la Academia y una Medalla de Oro en la Exposición Universal de Sevilla, pues despuntaba como excelente dibujante.
El 30, al fundarse la Federación Universitaria Latinoamericana hizo amistad con el ecuatoriano César Naveda Avalos, alumno de la Escuela de Medicina de San Carlos y con Abel Romeo Castillo, quien seguía los cursos de Historia. El 32, al completar cinco años de estudios y cuando se encontraba listo para obtener el título de Profesor de Artes Plásticas pues pintaba retratos y esculpía magníficamente, los trastornos políticos originados por la iniciación de la República cortaron la beca y faltos de recursos los hermano regresaron al Ecuador.
Alfredo arribó a Guayaquil en plena crisis económica por la caída de las exportaciones de cacao pero logró emplearse como profesor de modelado en la Escuela 9 de Octubre de señoritas que dirigía la profesora Mercedes Moreno de Irigoyen y cuando en Octubre volvió su amigo Castillo y ocupó la Subdirección de El Telégrafo, fue contratado como ilustrador y caricaturista y en la redacción trabó amistad con Francisco Ferrandis Albors, crítico literario español que escribía bajo el pseudónimo de Feafa, en cuyo departamento alquilado en Clemente Ballén casi al llegar a Boyacá, vivió hasta el 36, en alegre camaradería con otros jóvenes que acababan de casarse: Joaquín Gallegos Lara y Nela Martínez, Enrique Gil Gilbert y Alba Calderón, con la madre de Joaquín llamada Emma Lara de Gallegos, con Miguel Angel León que poco después regresó a su nativa Riobamba a ocupar el rectorado del Colegio Maldonado y a tiempo que leían numerosa bibliografía política de corte marxista, se discutía de arte, literatura, poesía y otros tópicos culturales. También fue de esa época su activa participación en el grupo cultural Alere Flamma formado por el profesor italiano Enrico Pacciani, quien era muy unido al grupo de intelectuales de El Telégrafo pues lo había traído al país José Abel Castillo para que realice el mausoleo de su hija Celeste Graciela en el Cementerio General de esta ciudad.
Industrioso e imaginativo, para ganarse la vida de vez en cuando hacía los arreglos de las llamadas Capillas Ardientes que se levantaban en el Municipio y en la Gobernación principalmente, cuando ocurría la muerte de un ciudadano ilustre, pero también se estilaban en los centros obreros.
Su dedicación, especialmente a la pintura figurativa, dentro del realismo, le confería singular importancia en el medio artístico de nuestra urbe. I ocurrió que en 1934 ganó el Concurso del monumento al Bombero con un premio de cinco mil sucres. El grupo escultórico está formado por figuras dramáticas y vigorosas “donde los personajes desbordan el pedestal en actitud de despegue o vuelo”. La revista Ercilla de Santiago de Chile envió un delegado a entrevistarlo, pero la maqueta no se convirtió en la obra final por desidia de las autoridades; sin embargo, fue fundida al bronce por Alfredo y vendida después de muchos años al Museo del Banco Central de Guayaquil.
Por esos días también participó en la Exposición colectiva de Arte realizada en el antiguo y abandonado edificio del Correo en la esquina de P. Ycaza y Córdova. Las jovencitas del Alere Flamma (Alba Celeste Rivas, Pacífica Ycaza Aspiazu y Aracely Gilbert Elizalde) baldearon el piso y salieron a invitar a los transeúntes a que visitaran el Salón, tal el atraso y el ambiente anodino que se vivía en Guayaquil.
En 1937 se separó de Alere FIamma por cuando el dictador Federico Páez visitó – sin estar invitado por supuesto – la Exposición realizada en el claustro interior de la casa de la familia santoa, que para entonces la habían vendido a los cabezas, ubicada en el boulevard 9 de Octubre frente al edificio de la Zona Militar, lo cual trajo la escisión del grupo pues los izquierdistas formaron la “Sociedad de Artistas y Escritores Independientes” que presidió Carlos Zevallos Menéndez.
Habitaba un departamento de la calle Mendiburo con los esposos Gil Calderón y cuando estos fueron invitados por la mamaleja – Alejandrina Gilbert Pontón de Gil – a su casa del callejón Gutiérrez, les siguió y estuvo con ellos tres años hasta su matrimonio en 1939 con Anita González Villegas, tan buena como bella y abnegada, con sucesión.
En el Concurso Internacional de la Galería Waltson de New York triunfó con su obra Llucayacta o nuestra herencia, alegoría al subdesarrollo de los países latinoamericanos, representada por una mujer con los brazos atados y sosteniendo billetes. Ese año los miembros de la SAEI montaron en pocas horas una Exposición de saludo a David Alfaro Siqueiros, quien estaba de tránsito por Guayaquil.
Desde su llegada ambicionaba la creación de una Escuela de Bellas Artes. A comienzos del 41 logró interesar a la Municipalidad, fue designado Director y empezó una larga etapa de su vida, la más importante, por formadora de varias generaciones de artistas de gran talento y categoría. Tuvo que crearlo todo, desde conseguir un local adecuado hasta los primeros profesores, que no ganaban sueldos. Antonio Bellolio se ofreció con entusiasmo, luego fue José Maria Roura Oxandaberro, tras ellos los alemanes Hans y Elsa Michaelson, Rafael Rivas, Marcos Martínez, César Andrade Faini, etc.
Diariamente se le veía asistir a la Escuela con renovados bríos, sin escatimar horas de trabajo ni esfuerzo alguno.”Era una escuela creativa y democrática. Había cursos a todas horas, desde la mañana hasta las once de la noche. Ni el grado de instrucción ni la edad establecían diferencias entre los educandos. Solo exigíamos vocación, de manera que bien podríamos tener a una ama de casa con educación primaria junto a un arquitecto de campanillas o a un adolescente talentoso al lado de un aficionado cincuentón. Cada uno tomaba las materias que le interesaban. El sistema tuvo muchas críticas pero era el mejor. El índice de artistas que formó la Escuela de Bellas Artes no tiene parangón…”
En la Escuela tuvo la oportunidad de emplear a su amiga la escultora Carmita Palacio, esposa del escritor Pablo Palacio, quien se hallaba muy desmejorado en su salud mental y para que pudiera dictar sus clases que eran vespertina, Anita González de Palacio la reemplazaba en el cuidado del enfermo, de lunes a viernes entre las 2 y 5 de la tarde y esto lo hizo por años, sin ser parientes, simplemente por cariñosa amistad. El enfermo habitaba en una covachita de caña ubicada en la esquina de Tungurahua y 9 de Octubre, que meses fué propiedad de María Cucalón Concha de Orcés, quien la prestaba sin cobrar la renta. Años más tarde el terreno fue vendido a Julia Costa de Chalela, hermana de padre de Pablo Palacio quien hizo construir una elegante villa de cemento para su familia Chalela Costa.
En 1944 participó activamente en la propaganda política de la revolución del 28 de Mayo con Carteles que circularon en todo el país. Uno de los más conocidos se llama “29 de Mayo” de fuerte colorido festivo que documenta la victoria del pueblo sobre la tiranía civil del presidente Arroyo del Río. El 45 sus pinturas se exponían en los mejores Museos de América y se planeó una gira por el sur del continente con Oswaldo Guayasamín y César Valencia. La crítica calificó sus composiciones pictóricas como vivas y esenciales, todo movimiento y color, por eso trasmitían mensajes sin ser cartelistas y presentaban la realidad escuetamente y sin tapujos. La Cancillería apoyó el proyecto y concedió los pasaportes abiertos, pero a última hora Alfredo no pudo viajar y fue representado por sus compañeros que llevaron la totalidad de las obras y recibieron elogiosos comentarios de la crítica internacional.
Desde ese año, empezó a dejar la pintura por la escultura. Fue un paso natural dentro del desarrollo de sus facultades artísticas. En el segundo Salón Nacional de Bellas Artes de Quito en 1946 presentó una pequeña figura titulada Tagua Negra, calificada como lo mejor del Salón por el crítico Jorge L. Guerrero. La década de los años cuarenta fue de entera dedicación al arte tanto en la Escuela Municipal como en la recientemente creada Casa de la Cultura Núcleo del Guayas que comenzó funcionando en un edificio de madera de la calle Pichincha que se quemó el 47.
El 51 creó el busto del Dr. Leopoldo Izquieta Pérez para el Instituto Nacional de Higiene que lleva su nombre. De allí en adelante creó para el Banco La Previsora dos bustos de Víctor Emilio Estrada y su estatua pedestre que adorna uno de los parques de esta ciudad. Estaba casado en segundas nupcias con Pichusa Urrutia Herrería de quien divorció para volver a contraer matrimonio con su primera esposa. El 13 de Noviembre del 53 se conformó en Guayaquil un comité pro monumento al General Eloy Alfaro que convocó el 58 a un concurso de maquetas. Alfredo presentó la suya y triunfó.
En 1956, dada la situación a la que se había llegado en el Núcleo del Guayas de la C. C. E. donde el Presidente se había dedicado a tiempo completo a formar el Museo de Oro y a fomentar el cuerpo de ballet, fundó con el pintor Edmundo González del Real y con otros artistas e intelectuales el famoso grupo “La Manga”, cuyas sesiones se hicieron proverbiales en el Guayaquil de esa época. El grupo era mixto porque aceptaban señoras. Se reunían en diversas casas, conversaban de todo, comían un plato de espagueti acompañado de vino y cerveza. Escuchaban música selecta, recitaban. Fue una época inolvidable que no se ha vuelto a repetir.
El 58 fue designado Director del I Salón Municipal de Pintura y Escultura que por celebrarse con motivo de las fiestas de la fundación de la ciudad se denominó de Julio. El Salón tuvo resonancia nacional y sirvió para que la deprimida alcaldía de Luís Eduardo Robles Plaza cobrara nueva vida a pesar de la férrea oposición que le hacía el gobierno del Presidente Camilo Ponce Enríquez.
Ese año logró el Primer Premio en el Concurso privado para la construcción del monumento a Eloy Alfaro, que realizó en bronce, sobre un grupo compacto de seres que simboliza al pueblo, todo en pasta de cemento, sobre una base de piedra y cemento que construyó su amigo el Arq. Rafael Rivas Nevares. Este monumento constituye su obra más importante por la grandiosidad y expresividad, por la fuerza de sus figuras que se entrelazan hasta formar una masa de seres desnudos que simbolizan el sentido revolucionario de esa gesta. El monumento fue inaugurado el 8 de Octubre del 61 en el círculo de ingreso a la avenida de las Américas, sector que va a Urdesa, pero el crecimiento de la urbe y la proximidad de un paso a desnivel comenzaron a erosionarlo, finalmente fue cambiado el 6 de Enero del 2007 al círculo que se encuentra a la entrada del puente de la Unidad Nacional, que cruza el río Guayas con destino a La Puntilla, Durán y el resto del país.
Su hijo Alfredo ha relatado los detalles de la fundición: Mi padre solía fundir sus obras en el taller de Soro al sur de la ciudad, pero una obra de la magnitud del monumento a Alfaro requería fundirse cerca del barro, yeso y moldes originales que mi padre había levantado en los patios y jardines de la Escuela de Bellas Artes. Con éste propósito adquirió todo el equipo de fundición a mi tío Daniel Elías, que lo tenía desparramado entre Loja y Portovelo. La primera etapa fue recogerlo y transportarlo a Guayaquil. Mi tío Daniel, su hijo Paul y yo lo hicimos. Atrás del boceto se construyó un corralón techado, se fundía el bronce en un crisol de unos cincuenta centímetros de alto y cuarenta de diámetro. Cuando el crisol se ponía al rojo vivo y el bronce hervía, se sujetaba el crisol con una doble tenaza de doble agarradera. Un operador de cada lado levantaba el crisol hasta la altura superior del molde y vertían el hierro incandescente en la boca del molde, lentamente para no producir burbujas y el espeso líquido iba llenando los espacios encerados del molde. El calor era infernal, trabajaron los dos hermanos Baque, Enrique Palacios y N. Macías, que por su fuerte musculatura se ganaba la vida como modelo masculino en la Escuela de Bellas Artes.
En los años 60 realizó el busto de Francisco Urbina Jado para el parterre de 9 de Octubre y Machala y el monumento a Medardo Angel Silva que contiene la faz de un poeta joven, de cuello largo, que mira obsesionado a la muerte, representada por una calavera finamente estilizada. El conjunto es bellísimo no solo por su significado altamente poético sino también por las figuras que lo conforman, muy bien logradas.
Otra de sus facetas, quizá la menos conocida, es su dedicación al comercio y a la industria para redondear su presupuesto. Hizo pequeños bustos en bronce del General Alfaro que enviaba con su hijo Alfredito a vender, baldosas, muñecas, estampados en metales finos, joyas, etc. Siempre fue un artista muy industrioso.
El 64 llevó a pintar delante de sus alumnos de la Escuela al gran maestro catalán Manuel Viola. Fue una experiencia maravillosa. El 66 reunió a un grupo de artistas en el local de la Escuela con la finalidad de fundar una Asociación dedicada al fomento del arte y la cultura, así nació la Asociación Cultural Las Peñas, que presidió ad honorem hasta su muerte. Ese año recibió la Condecoración Municipal al Mérito Artístico. El 68 creó la monumental cabeza de Juan Montalvo para el parque de su nombre en Guayaquil. El escritor ambateño se encuentra representado en grandes proporciones, con el gesto altivo, la melena alborotada, el rostro inteligente y la mirada del visionario. El parecido es exacto a las fotografías que se conservan.
Al finalizar los cursos del 72, coincidió que “se decretó a nivel nacional la nivelación de sueldos de los profesores y se les abrió el ojo a los licenciados de la Facultad de Ciencias de la Educación, que se tomaron la Escuela para convertirla en Colegio de Artes obligandome a renunciar”. Sus ex alumnos le homenajearon y el país aplaudió este reconocimiento a su increíble labor, realizada en pro del arte nacional. La Escuela, en cambio, perdida entre tantos Colegios que tiene la ciudad, decayó notablemente y desde entonces mantiene un bajo perfil y gradúa bachilleres pero no artistas. Una lástima que su obra fuera traicionada por el simple afán de unos cuantos avivatos ganapanes sin conciencia.
El 75 fundó la “Unión Democrática Popular” U. D. P. fue designado su Presidente Nacional y el 78 presentaron la candidatura del Dr. René Maugé Mosquera, quien obtuvo una significativa votación en todas las regiones del país. El 80 construyó uno de los Murales interiores del edificio del Banco Central de Guayaquil. El 84 ganó el Gran Concurso Nacional para la creación y construcción del mural de la fachada del edificio de la Casa de la Cultura Núcleo del Guayas que debía realizarse en bronce. La incuria burocrática demoró innecesariamente su ejecución y los materiales subieron escandalosamente de precio por obra de la inflación, de suerte que el 89 tuvo que acceder a ejecutarlo simplemente en resina acrílica. Este mural, que se pierde por la uniformidad del color oscuro en que fue trabajado, es una maravilla de creatividad y fuerza expresiva. Cientos de detalles de enorme interés le dan una rareza y una vitalidad única convirtiéndole en uno de los íconos de la ciudad; mas, la crítica, algo miope, aún no le hace justicia y la gente pasa casi sin notarlo.
En el 86 falleció su esposa Anita María González Villegas, quien le había acompañado con una dedicación total. Falleció de un cáncer secundario al pulmón, por su habitualidad en el fumar.
El 91 modeló y fundió un busto denominado Cabeza del Che para el Movimiento Cubano por la paz. El 92 modeló el busto del profesor Lauro Ordóñez. El 93 recibió el Premio Nacional de Cultura Eugenio Espejo y como estaba pobre, declaró con mucha gracia a la revista Diners: Es un reconocimiento que me honra, que agradezco y viene a aliviar mi situación. Más que un Premio me parece una boya.
El país se alegró y la Municipalidad de Loja le dispensó un merecido homenaje. Desde entonces no volvió a participar en actividades públicas y aunque se encontraba anciano gozaba del entero uso de sus facultades mentales y asistía permanentemente a las exposiciones y demás eventos culturales de la ciudad donde solía tomarse uno o dos wisky que le agradaban mucho, sin abusar jamás de la bebida pues aparte de ser un fumador empedernido y bebedor de incontables tacitas de café, no se le conocieron otros vicios.
Vivía de una módica pensión jubilar de S/. 82.000 mensuales que no le alcanzaba, en una villa de cemento propia, en las colinas del Bim Bam Bum, le hacía compañía su hija Cecilia y varios de sus nietos, trabajando obras en acrílico, técnica que había descubierto tardíamente y que le fascinaba, creando, siempre creando para el porvenir. Sus discípulos le visitaban de continuo y era respetado y hasta venerado pero dada su proverbial modestia, vivía oculto a la publicidad, sin dejarse sentir, hasta su fallecimiento ocurrido en 1998, a los ochenta y seis años de edad, también de cáncer y en la Clínica Alcívar de Guayaquil.
Generoso con los jóvenes artistas sobre los que ejercía una marcada influencia paternal, era el maestro por antonomasia. Concebía el quehacer artístico como mitad instinto y sensibilidad y mitad inteligencia y análisis. Su estatura mediana, blanco, bigote y pelo lacio y negro, bastante escaso en su vejez, nariz afilada y pronunciada y ojos negros y vivísimos aunque pequeños. Buen deportista en sus años mozos, solía nadar en el Estero Salado y en alguna ocasión hasta salvó la vida a un joven que se estaba bañando. Siempre muy delgado, viril y lleno de vitalidad, vestido de pantalón y saco de un blanco impecables, era famoso por sus salidas de humor.
En cierta ocasión que se discutía la construcción del edificio del Núcleo del Guayas a alguien se le ocurrió proponer que solo se trabaje la planta baja y la fachada hasta el último piso mientras se obtenía el resto de los fondos. Mientras los miembros del directorio se trataban de formar una idea gráfica de semejante propuesta, el Maestro muy serio comentó: Muy bien ¡Pero quien cierra las ventanas? Años más tarde, se encontraba inaugurando una exposición al aire libre y recibió el excremento blanco de una paloma en plena calva. El público quedó mudo de la sorpresa pero estalló en carcajadas cuando el Maestro limpiandose con su pañuelo exclamó: Menos mal que las vacas no vuelan. A mi me contó en cierta ocasión y con mucha gracia que el wisky era riquísimo pero venenoso si se abusaba de él.
Amaba las reuniones entre amigos debido a que siempre fue un insigne conversador de todo lo humano y lo divino y su mayor obra fue la Escuela Municipal de Bellas Artes que sirvió por espacio de treinta y dos años.