Astrónomo guayaquileño de indiscutible capacidad y de meritorio aporte al quehacer científico de nuestro país. Nació el 14 de agosto de 1900 y desde niño puso de manifiesto su predilección por la astronomía, ciencia que cultivo hasta los últimos días de su fecunda existencia a base de sacrificio, dedicación y admirable talento.
Bastante joven fue a vivir en Quito e instalo un centro fotográfico; su permanencia la aprovecho también para realizar estudios en el Observatorio Astronómico por varios años, con enseñanzas e intercambio de experiencias junto a otros brillantes investigadores como Luis f. Tufiño y Gabriel Martínez.
Eloy A. Ortega Soto al paso del tiempo se convirtió en uno de los más serios cultores de la astronomía, pues la mayor parte de sus predicciones, pese a la falta de instrumentos modernos, fueron acertadas. Por eso su nombre alcanzo respeto a nivel nacional y traspaso los linderos patrios.
Fue un asiduo y muy leído colaborador de los diarios El Comercio y El Universo, que por años publicaron los inteligentes artículos que reflejaron no solo su versación en la disciplina astronómica, sino además su porte de humanista y ciudadano de ejemplares virtudes cívicas. Entre sus obras de gran valor están Teoría del Sol Frio, Teoría de las Manchas Solares y la lluvia artificial. Su Almanaque Ortega tenía demanda en el medio urbano y en el campesinado compatriota. Libros inéditos de Ortega son Teoría de los Cometas y Naturaleza del Universo.