ONTANEDA LEON MARIANO

ORADOR.- Nació en Quito a mediados del siglo XVIII y fueron sus padres legítimos Juan Ontaneda y Manuela León. 

Hacia 1770 inició sus estudios religiosos con los padres de la Compañía de Jesús y al terminar el Curso de Teología el 75, creyó su deber retirarse a la alejada Recolección del tejar de la Orden de la Merced, realizando un año de noviciado bajo la dirección del Maestro fray Juan de Barona. 

El 11 de Abril de 1776 hizo su profesión religiosa en presencia de fray Cristóbal Auz y Pueyo, Comendador del Tejar, actuando como su padrino fray Francisco de Jesús Bolaños también conocido como el Padre grande, por su estatura física y moral. El 77 fue Corista, el 78 celebró su primera misa. Pocos meses después se opuso a las cátedras de Filosofía y Teología en el Convento de Quito y tras lucidos exámenes le concedieron el título de Lector, con lo cual comenzaron sus clases, que pronto se hicieron famosas, al punto que el 29 de Octubre de 1786, por vacancia dejada por el padre Joaquín Benalcázar de Bustamante, fue ascendido a Presentado de Número y Lectura. 

Posteriormente rindió exámenes para optar en la Universidad de Santo Tomás el grado de Doctor en Teología, le tocó presidir las conclusiones teológicas del padre José Casamayor, mercedario igual que él, y como Replicante asistió a numerosos actos académicos pues era considerado uno de los sacerdotes más ilustrados de Quito. 

Por ese entonces escribió en latín un texto para sus alumnos en 782 págs. en cuarto, que se conserva inédito en la biblioteca del convento mercedario de Quito bajo el título de “Cursus Philosophicus in Logicam, Phisicam et Methaphisicam”, que no contiene ningún concepto moderno pues es una simple copia de lo antiguo y revela cuan atrasado estaba el conocimiento colonial. La obra se completa con un Proemio y una Dedicatoria en latín del padre mercedario Manuel Silva. 

Era compañero inseparable de labores del fundador de la Recolección padre Bolaños, sobre todo en las misiones, siendo las últimas que ambos realizaron en Latacunga, Ambato, Riobamba y Cuenca y cuando el 14 de Diciembre de 1785 Bolaños dejó de existir a causa de la epidemia del sarampión que asolaba Quito, le solicitó la continuación de su obra en la Recolección del Tejar. Por eso le correspondió pronunciar la Oración fúnebre en la Iglesia de la Merced el 20 de Enero de 1786, ante el Presidente, Obispos, Cabildos, Ordenes y público en general, publicada en la imprenta de Raimundo Salazar. En Octubre fue designado Comendador del Convento del Tejar en reemplazo del padre Benalcázar. 

En el desempeño de dichas funciones alcanzó el 7 de Julio de 1789, del Padre General fray José Mezquía, la patente que erigió a la Recolección del Tejar en Convento formal y Colegio de Misiones, pero la Audiencia no concedió el pase hasta el 92, en que resultó electo Visitador del Tejar. Durante la visita nombró Secretario al Padre Lector José Casamayor, que poco después – por el mucho estudio – asegura el Padre Joel Leonidas Monroy, sufrió una grave enfermedad que le ocasionó la pérdida total del juicio. Nosotros creemos que el dicho padre Casamayor debió ser un sujeto algo atarantado, pues nadie normalmente pierde el juicio cuando estudia. 

Nuevamente fue electo Comendador del Tejar en 1792 y el 95, habiéndose jubilado como Lector por propia voluntad tras haber dictado por espacio de trece años consecutivos las cátedras de Filosofía y Teología. Ese último año fue juez de Cuentas y Examinador Sinodal y junto con el franciscano La Graña denunció al padre Juan Pablo Espejo como conspirador. El Deán Pedro Mesía receptó las declaraciones, inició el sumario eclesiástico y de allí pasó el asunto a la justicia civil que encontró complicado a Eugenio Espejo y se dispuso su inmediata prisión, donde contrajo una disentería amebiana que le llevó a la tumba el 17 de Diciembre de ese año. 

En el Capítulo Provincial en 1798 insistió en que se dictaran las providencias tendientes a convenir a la Recolección del Tejar en Colegio de convertir Misiones, idea que lamentablemente no se aceptó. 

El 4 de Agosto de 1800, el Maestro General de los mercedarios fray Diego López Domínguez, le despachó desde Madrid la Patente de Maestro y el 19 de Noviembre de 1801 recibió la Muceta de manos del Provincial fray Alvaro Guerrero y León. Ese año fue designado Visitador General de la provincia y Presidente del Capítulo que estaba por reunirse. 

El obispo José Cuero y Caicedo le pidió que se hiciera cargo y diere vida a la obra del “Santo Celo” (¿?) que surgió abundantísima bajo su dirección. 

El 9 de Octubre de 1807 fue electo Provincial de la Orden mercedaria en la Audiencia de Quito por 34 votos contra 1 que recibió el Maestro fray Isidro San Andrés, emitido por el propio Ontaneda. Le correspondió, pues, figurar para la revolución del 10 de Agosto de 1809, en la cual no quiso participar porque era un sacerdote muy simple y desprovisto de toda idea social, por eso su desafecto a intervenir en política. Poco después entregó la dirección de la Provincia a su sucesor el Padre Alvaro Guerrero. De allí en adelante, dedicado únicamente a sus funciones sacerdotales, aconsejó a los Provinciales Alvaro Guerrero, Juan Ferrín, Pedro Bou y Antonio Albán, y falleció en Junio de 1823 cuando ya eramos independientes del dominio español, aunque al padre Ontaneda debió darle lo mismo.