Ollague


El teniente Coronel Venezolano Nicolás López, que había servido constantemente a los españoles, fue el alma de esta conspiración. Tomado prisionero en Machachi por una partida de campesinos patriotas, sublevados en el tiempo en que Urdaneta marchaba a su desgraciada campaña que termino en Guachi; López que como prisionera estaba con Urdaneta siguió la suerte de este y le acompaño en su fuga a Guayaquil. Allí tomo servicio; y la junta Gubernativa le dio el mando de uno de los batallones que había levantado, después de destruidas sus primeras tropas en Guachi y Tanisagua. Alrededor de López se reunieron casi todos los españoles europeos que había en la ciudad particularmente Dn. Vicente Martin y Dn. Juan Ferrusola casados con dos hermanas Paredes, que formaban así, una sola familia. Con unas de las hijas de Ferrusola se había casado recientemente el coronel Arauco, antiguo oficial del batallón Reserva que figuro también entre los revolucionarios del 9 de octubre de 1820 y que últimamente era el comandante militar de la Plaza. Extendiéndose más los hilos de la conspiración se puso López de acuerdo con el oficial español Benito Caamaño que tenía un mando importante en las lanchas cañoneras a los gritos de viva el Rey, seguramente para poner en movimiento a los cómplices que tenían en la plaza. Nadie los apoyo sin embargo, las autoridades, la población y las tropas se pusieron en armas y tomaron las medidas necesarias para contener y someter a los insurrectos, hostilizándolos con los pequeños cañones de campaña. El capitán del puerto Dn. Manuel Antonio Luzarraga desplego en esta ocasión un valor, una inteligencia y una actividades pocos comunes. Los revolucionarios viendo que en la ciudad no se hacia el menor movimiento para apoyarles, se creyeron perdidos. No contando para sostenerse con recursos de tierra, se apoderaron de la Corbeta Alejandra, mercante Inglesae, pues en las cañoneras no podían salir al mar. Puesto en fuga, el Gobierno hizo armar otros buques y los puso a las órdenes de Luzarraga para que los persiguiese. A tiempo llego de Zamborondón el Batallón Albion, despachado por Sucre, que se embarco inmediatamente aunque ya los enemigos llevaban dos días de delantera. Así es, que no hubo dificultad en capturar las lanchas; uno solo opuso alguna resistencia. Los buques mayores perseguidos hasta la embocadura del rio lograron escaparse.