OCHOA DONOSO FRANKLIN

GENEALOGISTA.- Nació en Cuenca el 18 de Julio de 1948. Hijo legítimo de César Ochoa Ochoa, Profesor de Idiomas del Colegio Nacional “Benigno Malo” y de María Agar Donoso Vivar, naturales de Cuenca.

El cuarto de una familia de cinco hermanos que crecieron en un caserón de cuatro pisos de propiedad de la familia Donoso Vivar en la Bolívar entre Tarqui y General Torres; recibió las primeras letras de sus padres, concurrió a la escuela San Francisco de Borja de los Jesuitas y terminó la primaria.

“Mi padre me enseñaba inglés a las seis de la tarde y desde los doce años comencé a escribir poesías que luego quemé porque no encontré el ambiente adecuado en mi casa pues preferían que estudiara. Leía historias y biografías, había retratos antiguos de mi abuela Vivar Correa y al sentir curiosidad por ellos, quise descubrir mis ancestros, pero nadie me refirió sus historias. Por otra parte, siempre escuchaba hablar sobre mi tío abuelo Víctor León Vivar Correa, el gran crítico y escritor, asesinado por su labor política”.

Cursó el Primer Año en el Colegio Rafael Borja pero lo perdió en una materia y su padre le matriculó en el Benigno Malo, donde era Vicerrector. Allí acabó la secundaria en 1968. Practicaba tennis, se enamoró de una prima y luego de una colegiala, tornándose rebelde, bohemio; luego ingresó a la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Católica.

En 1971, mientras trabajaba en el Departamento de Cuentas Corrientes del Banco del Azuay con S/. 1.100 mensuales de sueldo, falleció su madre a consecuencia de un cáncer que la había martirizado cuatro años. En 1972 pasó a las oficinas de Contabilidad del Instituto Ecuatoriano de Telecomunicaciones IETEL, con igual sueldo. A los cuatro meses, su tío, el Cor. Emiliano Donoso Vivar, Director del IETEL, le dio el pase a Guayaquil, donde permaneció un año.

En 1974 decidió establecerse en Quito y trabajó en la Librería CIMA con S/. 1.200 mensuales. En Febrero del 75 su tío el Cor. Octavio Ochoa Ochoa le nombró Auxiliar de Operaciones de la Oficina de CEPE en Alausí con S/. 2.400. A fines del año pasó a Duran como Oficinista Operador del Depósito de CEPE en dicho lugar. El 76 regresó a CEPE de Quito, trabajando en el Terminal del Beaterio. El 80 fue trasladado al Dpto. de Programación hasta el 83 que fue internado en el Hospital San Juan de Dios y tras egresar después de cuatro meses curado de su bohemia para siempre, le enviaron a CEPE de Cuenca como Auxiliar de Tesorería, donde permaneció casi ocho años hasta 1991, que renunció voluntariamente, acogiéndose a la gratificación especial acordada por el directorio para disminuir al personal.

Hasta entonces su vida había sido la de cualquier burócrata ecuatoriano, pero desembarazado de su trabajo pudo dedicarse de lleno a su pasión por la investigación.

Efectivamente, desde 1982 venía practicando pesquisas familiares para descubrir los rastros del pasado. Ese año, de visita en Quito donde su tío Octavio, trataron temas familiares y como era relativamente poco lo que ambos sabían, se comprometió a averiguarle más a su regreso a Cuenca, iniciando una larga aventura por los archivos del austro, en busca de los orígenes de las familias Ochoa, Cobos, Marchan y García.

En Cuenca le auxilió Miguel Malo González y luego se metió al Archivo Histórico de la Casa de la Cultura y al de la Curia donde tuvo el apoyo del Arzobispo Luis Alberto Luna Tobar, quien se interesó por su trabajo.

Desde el 84 fue formando un bosque de datos familiares. Ese año visitó en Quito a Maxiliano Borrero Crespo, autor de “Orígenes Cuencanos” en dos tomos publicados en 1962. El 85 descubrió que casi todas las familias actuales de Cuenca entroncaban en el pasado con los Ochoa y rehizo sus notas sobre las cuatro que había venido investigando, hasta formar un solo cuadro genealógico partiendo de esa familia troncal.

En 1986 se hizo amigo de Agustín Valdivieso Pozo, también genealogista, quien tuvo el acierto de relacionarlo con el Dr. Fernando Jurado Noboa, Presidente de la Asociación Amigos de la Genealogía del Ecuador, que lo tomó a cargo con mucha paciencia y le dio las directrices necesarias para que tecnificara sus trabajos pues, la Genealogía, como cualquier otra ciencia del conocimiento, tiene sus métodos propios de investigación, sus programas de desarrollo y le entregó valiosos informes sobre los Donoso y otras familias allegadas.

Tales muestras de cordialidad culminaron en 1988 con su ingreso en la mencionada Sociedad (SAG) que en Octubre de 1990 editó en el Número 64 de su Colección “Los Ochoa en el 13 Austro 1590 – 1990” en 167 pags. pero en solo 260 ejemplares, de suerte que antes del año se ha convertido en una rareza bibliográfica, especialmente por todos quienes descienden de dicha familia.

La obra fue recibida con general complacencia pues está bien escrita, con orden y precisión, dentro de los nuevos lincamientos de la genealogía social que no persigue noblezas ni entronques con familias notorias sino la mera aplicación de una verdad familiar poco después de publicada se descubrió que la fotografía de la portada no correspondía a Doña Josefa Marchan García sino a su sobrina Panchita Marchan, error que el autor rectificará en la segunda edición que ya tiene lista para entregar a la imprenta notablemente corregida y aumentada y que saldrá en breve en mejor papel y presentación.

De allí en adelante, reconocido como uno de los más preparados investigadores de Cuenca, quizo formar el SAG azuayo pero no tuvo éxito por la falta de interés de las personas citadas a la reunión inaugural. Trabajaba las mañanas en el Archivo de la Curia y las tardes en el Histórico de la Casa de la Cultura, visitaba Oña, Nabón y Piura vivía en casa de un hermano, soltero igual que él.

El 2003 editó “Los Malo” en 423 pags. con la genealogía de esta familia, ampliando sustancialmente el trabajo de Cristóbal de gangotena editado en Quito medio siglo atrás.

Baja estatura, blanco, pelo negro, miope (usaba lentes) trato agradable y gentilísimo, tenía por delante el amplio panorama del coloniaje azuayo y primeros años de la independencia. Poseia conocimientos profundos sobre los hombres más importantes del austro y manifestaba que sus
próximas genealogías no serán lineales pues contendrán biografías y el anecdotario en cada caso, para lo cual estaba copiando en todos sus detalles los testamentos, ventas y juicios que encuentra, ya no con el interés puramente genealógico inicial sino como complemente sociológico para cada personaje. Lamentablente falleció en Cuenca en mitad de estos trabajos.