Muñoz Othon

(1945)

Estudios de Literatura y Castellano en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Guayaquil. Escritor, actor y director teatral, promotor de cultura, relatista, periodista, sobre todo poeta.

Ganador de numerosos concursos literarios de significación: Primer premio del XX Concurso Nacional de Poesía “Ismael Pérez Pazmiño”, 1978, Diario “El Universo”; I Premio del Festival Nacional de Poesía Popular “Rosa de Agosto”, 1976, organizado por la Universidad de Guayaquil, FEUE y AFU; I Premio del VIII Festival Nacional de Poesía “Salón Primero de Mayo”, 1975, organizado por la Asociación de Jóvenes Intelectuales de Guayaquil; I Premio del Concurso Nacional de Poesía auspiciado por el Patronato Municipal de Bellas Artes de Guayaquil, 1972; I Premio de Poesía del Salón Nacional de Mayo, 1970; I Premio de Poesía Mural del Festival de las Artes, 1968, Guayaquil, entre otras distinciones.

Organizador de festivales de teatro a nivel nacional. Comisionado de Teatro del Centro Municipal de Cultura, Guayaquil. Autor de la obra “La lluvia pudre sus huellas”. Profesor de Literatura y Redacción en los Colegios “5 de Junio”. “Libertador Bolívar”, “Pedro Carbo”, “Ismael Pérez Pazmiño”. Profesor asesor del Club de la Unesco del Colegio Experimental Laico “5 de Junio”. Redactor de la Revista “Impacto Internacional”, Redactor de planta de diario “Expreso”, Jefe de Redacción del periódico estudiantil “Primicias”.

En 1972 publicó “Mayo, Calibre 29”. Patronato Municipal de Bellas Artes, Guayaquil. En 1970 integró “Generación Huracanada”, Antología Poética que editó la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Núcleo del Guayas; en 1969, “Lamentos subversivos; en 1967, “Cantos a Guayaquil”, conformó con su producción esta antología, a igual que “Poesía de tres generaciones” en 1965. “Elegías beligerantes” aparece en 1979, Departamento de Publicaciones de la Universidad de Guayaquil.

Su producción se vertebra en la denuncia social, en el afán de transformar el mundo, en el cuestionamiento crítico. Compromete su actitud al destino de las muchedumbres, al dolor del hombre, al señalamiento de los males colectivos. A la postre, una voz valiente hacia la fraternidad y la canción de sosiego que advienen luego del ciclón.