En 1601 se declaro en el cabildo quiteño que “Hace muchos años en esa ciudad no hay médico”. Pero encontrándose allí por entonces el Dr. Fernando de Meneses, se acordó con el que el cabildo le daría 150 pesos anuales, “y el corregidor y los capitulares hicieron concierto e iguala con el Dr. Meneses por cuenta separada”. En noviembre del mismo año ya los Capitulares se habían arrepentido del convenio y le revocaban el salario, iniciándose así una larga serie de incidentes que evidencian la falta de madurez institucional que aun afecta tanto a los ecuatorianos. El Alférez real Diego Sancho de la carrera se acordó entonces del Doctor Meneses, quien se había ido a ejercer a Guayaquil, a raíz de la cambiado, etc. Habían cambiado efectivamente pues se le duplico el sueldo anterior de 150 pesos pero era más por la inflación, de tan antiguas raíces, que por ser “médico de experiencia y confianza” como se manifestó en el cabildo (Julio 1609). En 1610 se le renueva el salario. Pocos meses después (marzo 1611), por otro de esos súbitos e inexplicables cambios de opinión, se le notifica la revolución del sueldo “y que se tenga por despedido”. Se consideraba que con su clientela particular ya tenía ingresos suficientes…Mal momento escogieron los capitulares recapacitaron entonces. Al fin y al cabo sabia que de presente anda en esta ciudad, enfermedad de tabardillo y sarampión y otras, de que hay muchas personas enfermas y muchas se han muerto, por lo cual se recurrió en noviembre a plegarias y procesiones. Así que restituyeron su cargo a Meneses, y con un aumento de sueldo, a 400 patacones anuales que fueron confirmados al año siguiente.