MENDOZA MOREIRA LUIS AUGUSTO

MAESTRO.- Nació en Portoviejo el 29 de Agosto 1896. Hijo legítimo de Agustín Mendoza Briones y de Delmira Moreira Izaguirre, mujer caritativa, sensible, callada, que dio a los suyos un hogar lleno de amor y cuando llegó la pobreza supo sobrellevarla admirablemente, sin amarguras ni reproches.

Inició sus estudios primarios en la escuela San Luis Gonzaga y los secundarios en el Colegio Olmedo, destacando como inteligente, aplicado, laborioso y fue siempre el primero de su clase. Tocaba el piano y cantaba al igual que sus hermanos; pues, en su hogar, la música llenaba las horas del día. Sus hermanas Hilda y Emelia formaban un dúo que deleitó por muchos años a la juventud portovejense y su hermano Constantino fue inspirado compositor de pasillos y de la famosa “Canción de los Andes”, poema musical que conquistó aplausos y arranques de admiración.

Muy joven comenzó su vida literaria bajo el seudónimo de “Hugo Suat.” También hacía versos aunque por timidez y cortedad de carácter nunca quiso publicarlos. Con el tiempo fueron saliendo de su pluma hermosas composiciones en prosa poética con reminiscencias modernistas o influidas por las nuevas tendencias.

En 1912 se graduó de Bachiller en Filosofía y comenzó de profesor primario en la escuela Tiburcio Macías (antigua San Luis Gonzaga) El 14 ejerció el cargo de amanuense de la Intendencia General de Policía. El 15 el Ministerio de Educación le concedió una beca para ingresar al Normal Juan la colaboración de varias Comunidades hizo construir locales escolares y realizó cursos de perfeccionamiento del profesorado provincial.

En 1926 sacó en Bahía de Caráquez su texto de “Geografía del Ecuador”, que ha merecido varias ediciones. El 29 salieron publicadas en Ambato sus “Lecciones de Geografía del Ecuador”.

El 33 escribió para el diario socialista “La Tierra” de Quito. El 34 fue designado Diputado suplente por Manabí y le eligieron Delegado al I Congreso Nacional de Empleados. El 35 volvió a la Municipalidad de Portoviejo electo Concejal. El 36 fue escogido para Director – Profesor de la Escuela Normal rural de Chone.

Ya era un antiguo periodista, su pluma lucía airosa en publicaciones manabitas como “La Provincia” de Portoviejo, el bisemanario “El Oriente” y el inter diario “El Progreso Ecuatoriano” de Manta que dirigía Marco Delgado.

Él 40 editó una “Monografía del Cantón Portoviejo”, trabajaba de editorialista de “El Diario Manabita” de su amigo Pedro Zambrano Barcia y había asumido el Vicerrectorado del Colegio Olmedo por renuncia de Publio A. Falconí, cuando recibió una comunicación del director fundador de “El Universo” de Guayaquil, ofreciéndole los cargos de redactor, editorialista y secretario de la redacción con S/. 400 mensuales de sueldo, en reemplazo de los fallecidos periodistas Nicolás Jiménez y José Antonio Campos, respectivamente.

La oferta era tentadora por tratarse de un periódico que se estaba convirtiendo en un gran diario y alentado por sus amigos, resolvió viajar a Guayaquil y se encargó de tales funciones el 1 de Febrero de 1941; allí permanecería hasta pocos días antes de su muerte.

El 44 fue profesor del Normal “Rita Lecumberry” y después de la revolución del 28 de Mayo el nuevo gobierno le ofreció la Dirección de la Sección de Información Periodística Nacional y Agencia Noticiosa Internacional, que declinó aceptar porque nunca fue propiamente un político, prefiriendo el Vicerrectorado del Rita Lecumberry, que ejerció por espacio de diecisiete años, hasta su jubilación en 1961.

El 45 concurrió a la sesión inaugural de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Por entonces adquirió una villa en el barrio Orellana con un préstamo a la Caja de Pensiones. El 47 fue primer Senador suplente por la prensa e institucionesculturales. El 48 el Ministerio de Educación le otorgó el título de profesor secundario. El 53 colaboró en la revista del Rotary Club de Chone. El 55 fue delegado por el periodismo ante la Junta Provincial del Guayas del Partido Liberal Radical Ecuatoriano, al que se había afiliado cuando el socialismo se fragmentó en múltiples grupos el 52 tras haber colaborado con el gobierno del presidente Galo Plaza..

Entre el 59 y el 61 fue Síndico de la Liga Alfabetizadora de Enseñanza LAE. El 60 concurrió al Seminario de Planeamiento de la Educación Popular celebrada en Quito. Ese año falleció su hijo Raúl a consecuencia de una violentísima reacción alérgica a la penicilina. Con tal motivo el Presidente Camilo Ponce Enríquez prestó un avión para tratar de salvarlo en Guayaquil.

El 61 salió electo Vicepresidente honorario de la Asociación de egresados del Normal Juan Montalvo y fue condecorado por la Municipalidad de Portoviejo.

El 62 fue profesor ad – honorem de la Escuela de Periodismo, de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Guayaquil. El 63 Vicepresidente de la Sociedad de Beneficencia Manabita. El 68 fue condecorado con la Medalla al Mérito Educacional de Primera Clase. El 73 ocupó la dirección de la revista del Núcleo del Guayas de la CCE.

Hacía mucho tiempo que ya no trabajaba en la redacción de “El Universo” pero infaltablemente seguía concurriendo, hacía los editoriales diariamente y percibía sueldo. Se había transformado en algo así como un consejero, por sus años, seriedad, respetabilidad y firmeza de carácter eran frios carecían de estilo literario y las lectores dejaron de interesarse en ellos, por que había envejecido como escritor.

El 30 de Abril de 1976 falleció su cónyuge y el 77 su hija Sonia de Villacís. Desde entonces permaneció en su villa, acompañado únicamente de una empleada doméstica muy antigua en su familia, que le atendía. Gozaba de buena salud, tenía hábitos frugales y vivía para sus trabajos intelectuales, de suerte que se conservaba sano, activo y con el corazón juvenil; leyendo, estudiando constantemente, aunque había perdido a los seres que más quería y eso le hacía sufrir.

En 1982 la Municipalidad de Guayaquil le condecoró al Mérito Periodístico. Con tal motivo fue visitado y felicitado Santander. Su tía Perpetua le leía en voz alta novelones por entregas, más o menos literarios, que escuchaba con gran atención y de los que su memoria prodigiosa le permitía retener páginas enteras, y por las noches leía hasta altas horas.

Era un niño bueno y afable, respetuoso y demasiado comportado, que unido a sus excepcionales dotes le rodeaban de una aureola de respeto. Su vocación por las bellas letras le exigía una dedicación extraordinaria pues ambicionaba realizar una obra seria. De solamente doce años para las navidades pedía que le obsequien libros y con sacrificios fue reuniendo una colección de impresos, que al principio los iba amontonando en el armario del comedor familiar y que a su muerte llegarían a cuarenta mil ejemplares, siendo la biblioteca privada más importante de Europa.

Es necesario mencionar que durante el siglo XIX se enseñaba en las escelas y colegíos de España, casi al detalle, la historia de la Edad Media, de suerte que sus personajes eran no solo conocidos si no también populares.

De trece años concurrió con los suyos a una feria donde se exponía por un lado la cabeza cortada del Condestable don Alvaro de Luna, decapitado en el siglo XV puesta sobre una jofaina y aparecía por otro lado el cuerpo. Sobreponiéndose a la impresión el niño se dirigió a la célebre cabeza con preguntas relativas a aquella época histórica siendo respondido satisfactoriamente, pero se entusiasmó y continuó exigiendo nuevos detalles, cada vez más concretos, que pusieron en aprietos a la cabeza, dando al traste con su desparpajo, lo que despertó el interés del público en el examen que el chiquillo sometía a tan importante cabeza.

Realizó el bachillerato con enorme éxito y tuvo de maestro de latín a Francisco María Ganuza que se interesó tanto en su discípulo, que puso a su disposición su biblioteca. De Ganuza se contaba que solía invitar a su mesa a los alumnos más distinguidos, pero si el comensal no sabía pedir el postre en latín, se quedaba sin él. Por esos días ya realizaba traducciones de poetas latinos y componía poesías. Suyo es de esta época un poema épico de gran extensión y en octavas reales titulado “Don Alonso de Aguilar en Sierra Bermeja”. Graduado de bachiller de quince años, un amigo de su padre llamado Ramón de Luanco se ofreció llevarlo a estudiar Letrasen la Universidad de Barcelona donde fue discípulo en Estética y Literatura del ilustre Manuel Milá i Fontanals, hizo amistad con su compañero Antonio Rubio, tradujo las tragedias de Séneca, ofreció un discurso en el Ateneo sobre Cervantes considerado como poeta, compuso poesía sáfica y hasta se enamoró de su vecina Isabel, hija del impresor santandereano Martínez, pero como era algo tímido con las mujeres, nunca le expresó su amor más que en cierto verso en latín.

En 1873 se trasladó a estudiar en la Universidad de Madrid, ganó la amistad de su profesor Juan Valera en cuya tertulia literaria fue partícipe y se reveló contra las clases de filosofía del ilustre profesor republicano Nicolás Salmerón.

Arreglando para examinarse libremente en Valladolid publicó un furibundo artículo en la Miscelánea de Barcelona contra las doctrinas filosóficas krausistas, tan en boga por esos días en España. Doctorado con brillantísimos exámenes, su profesor el conservador Gumersindo Laverde le tomó a cargo con útiles consejos, revelando la trascendencia patriótica de una restauración de la cultura española, es decir, católica. De esta manera le sesgó de su liberalismo inicial. De estos diálogos saldrá más tarde “La Ciencia española” y la “Historia de los heterodoxos españoles”.

Mientras tanto había publicado varios trabajos de importancia: “La Ciencia Española” en 1876 reivindicando la existencia de una tradición científica, “Horacio en España” en 1877 con un análisis erudito de sus traducciones en la península, también tenía iniciadas la “Biblioteca de Traductores españoles”, una “Bibliografía de escritores españoles” y un “Estudio de escritores montañeses” (de Santander) y debido a ellos los miembros del Ayuntamiento de su ciudad natal acordaron una subvención de doce mil reales anuales para que viaje por el extranjero

Entre 1875 y el 77 recorrió ciudades y bibliotecas de Portugal, Italia, Francia, Bélgica y Holanda haciendo un acopio de datos, comprando libros raros y cuando regresó encontró que su padre había mandado a colocar anaqueles como para diez mil libros en un espacioso pabellón construido en el jardín. El 78, tras la muerte del célebre profesor Amador de los Ríos, obtuvo que le permitieran concursar a esa cátedra dispensando su minoría de edad (25 años) pues solo tenía veinte y dos. En el examen se lució y sin ningún Inconveniente logró el cargo en la Universidad de Madrid, que ejercerá por veinte años hasta 1898 que pasó a la dirección de la Biblioteca Nacional, en reemplazo de Manuel Tamayo y Baus que había fallecido.

Sus clases eran únicas pues no se circunscribía a explicar las obras literarias sino que hacía aparecer a cada personaje, vaciando su alma, revelando sus oscuros sentimientos, los misterios de sus vidas. I luego leía para finalmente recitar de memoria párrafos enteros de diversas obras, por eso eran encantadoras pero al mismo tiempo profundas pues tocaban en los linderos de lo prodigioso…y duraban varias horas, más de las debidas, pues no se contenía en los horarios y así como las dictaba, permitía a sus discípulos trabajar a su lado, consultando sus libros.

De veinticinco años fue elegido Académico de la Lengua. Su vida social era también brillantísima pues se lo disputaban en todos los salones, a cuyas tertulias, fiestas y comidas asistía con asiduidad. I de otros países también le llegaban encargos, trabajos y conferencias.

Aparecía como un católico convencido y cuando se celebró otro centenario de Calderón de la Barca, tomó la palabra durante un almuerzo en el parque del Buen Retiro, para brindar por las ideas católicas del literato. Gestos como éste la ganaron la confianza del partido conservador español y fue lanzado como candidato a Diputado a Cortes, saliendo electo por Palma de Mayorca. Posteriormente lo fue por Zaragoza y presentó un proyecto de reforma de la enseñanza universitaria. Ejerció ocho años la diputación, entre 1884 y el 92.

Para el desastre español de 1898 se avivó su deseo por una restauración de la ciencia y la literatura nacionales, ideales a los que había entregado toda su vida. A principios del siglo XX perdió dos elecciones valiosas, la de Director de la Academia de San Fernando y la de la Española de la Lengua, pero en 1905 fue propuesto para el Premio Nobel de Literatura, en 1906 fue homenajeado por el Ateneo de Madrid, en 1909 salió electo Director de la Real Academia de la Historia. En 1911 viajó a Santander por vacaciones y tuvo que ser quirúrgicamente intervenido de una lesión hepática de la que salvó milagrosamente pero quedó flaco de cuerpo y desmejoró su forma de vestir, aparentando por sus descuidadas interna y sucesivamente las ideas que tuvieron los tratadistas y escritores españoles a lo largo del tiempo aunque nada hubieran escrito sobre la belleza como tal”.

Las obras de López de Vega en trece tomos es por su profundidad una visión general sobre el teatro español. La Antología de poetas líricos castellanos también en trece tomos recoge la poesía lírica desde sus comienzos hasta el renacimiento y es, en verdad, una historia de la poesía castellana en la edad media. La Antología de poetas Hispano Americanos escrita en cuatro tomos con motivo del IV Centenario del descubrimiento de América celebrado en 1892 es una obra realizado por encargo de la Real Academia Española de la Lengua. Por este trabajo, exclusivamente de crítica y erudición, se le considera el príncipe de los Americanistas de todos los tiempos. Los Orígenes de la Novela contiene rasgos magistrales sobre la novela de caballería, la histórica, la pastoril y la Celestina.

En desmedro, si se quiere, de su buen nombre, algunos críticos han alegado su integrismo en materia religiosa, pues no faltan en sus obras algunas parrafadas – felizmente no muchas por cierto – en defensa de la Inquisición, institución tan torpe como maligna, permanente vergüenza para España y el catolicismo.

En 1940 se publicaron sus Obras Completas en sesenta y cinco tomos por parte del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, sin contar su epistolario, notas y bibliografía.

Su influencia sobre los escritores latinoamericanos fue innegable al punto que se ha dicho que con Menéndez y Pelayo se inicia la crítica literaria en idioma español. En el Ecuador durante el siglo XIX Federico González Suárez se motivó hacia las ideas estéticas y compuso “Hermosura de la naturaleza y sentimiento estético de ella, con magníficas descripciones del paisaje ecuatoriano, que dio a la imprenta con prólogo de don Marcelino, su amigo personal. Después escribió un hermoso tratado sobre la belleza literaria de la Biblia, siguiendo igualmente sus lineamientos.

En el siglo XX, Hernán Rodríguez Castelo, que es quien más ha estudiado las obras de Menéndez y Pelayo en el Ecuador, partió de su método y estilo, que unió a la teoría generacional expuesta por José Ortega y Gasset en la Revista de Occidente de Madrid en 1926, para componer los Cien Prólogos, tan hermosos como magistrales, de la colección Clásicos Ariel, que revolucionan desde 1970 el horizonte cultural de nuestro país.