Religioso de extraordinario virtud y notable misionero, fue quien estuvo a la cabeza de los religiosos que se ocuparon en la conversión de los Indios de Popayán, donde padecieron muchos trabajos. Eran los indios indómitos, comían carne humana, sin sujetarse a los Caciques, ni querer rendirse a los españoles, cuando les querían sujetar, quemaban las casas y se iban a los montes. También el Padre Meléndez y sus compañeros trabajaron en la reducción de Pasto, donde padecieron iguales trabajos: fundo el convento el año de mil quinientos treinta y nueve, cuando el Capitán Lorenzo de Aldana fundó la ciudad. Adoraban los Indios de aquel paraje al Demonio en horrible figura, teniéndolos persuadidos que habían de resucitar para reinar con él en un gran Reino; y para esto mandaba que con los difuntos enterrasen sus mujeres y amigos; mucho costo a los nuestros disuadir a los indios de aquel error.