Martínez Augusto N.


Hasta días antes del decreto de supresión de la Escuela, Dresel trabajaba en la formación de investigadores nacionales y profesores de ciencias. Un nombre ilustre en la cultura ecuatoriana está vinculado a la obra del catedrático alemán, el del ambateño Augusto N. Martínez. Intuyo Dressel, desde el principio, la extraordinaria inclinación científica de aquel joven que, con tenacidad de hombre maduro, identificaba desde catorce años su vocación con el ideal científico. A Dressel, en primer lugar y en los años más decisivos, y luego a Wolf el prolongado influjo posterior debemos la maduración de estudioso ecuatoriano de la consagración y valía de Martínez.  Acompañemos a este en sus evocaciones: “Desde la trágica muerte de García Moreno, Dressel tuvo la visión del fin, en breve plazo, de la Escuela Politécnica; así, me tomo a su cargo, como suele decirse, para obligarse a estudiar lo que más pudieran mis facultades casi infantiles, pues creía el que no será difícil obtener para mí, la gracia de rendir el examen de grado para el título de profesor de Ciencias Físicas y naturales. Por otra parte, desde el primer año me eligió compañero para sus exploraciones científicas. Estas fueron: tres: en marzo de 1875, al Quilotoa y Sigchos, en la Provincia de León; en agosto del mismo año a Baños y Riobamba, con el fin de estudiar las fuentes termo-minerales de uno a otro lugar (en Baños recibimos la noticia de la muerte de García Moreno); por ultimo en julio del año siguiente (1876) al Sangay a los depósitos de antracita de Penipe, a la célebre quebrada fosilera de Chalang, en Punín, etc. Fuera de estas tres grandes exploraciones hicimos varias sin alejarnos mucho de la Capital. El Profesor Dressel quería que las tesis para mi grado de Profesor de Ciencias, sea el estudio geológico de la montaña volcánica Antisana, y para lo cual, al regreso de Riobamba de nuestra última exploración habíamos convenido que él me llamaría (pues ya quede en Ambato) después de algunos días para verificar nuestra visita al Antisana”. 

Sesenta años de recuerdos. El Dr. Teodoro Wolf. Anales de la Universidad Central Quito, T. 52, enero-marzo 1934, N° 287, pp. 179-206.
El 11 de Enero de 1886 despertó repentinamente de un sueño con gran furia, y devastó horriblemente el valle de baños y todos sus alrededores. El señor Augusto N. Martínez describió esta erupción en algunos artículos, publicados en “La Nación” de Guayaquil en el año citado.
Augusto N. Martínez es cuanto quiere ser, con un estupendo espíritu de asimilación y un enorme talento: yo le he conocido de astrónomo, geólogo y botánico, por un lado; de militar, intendente de policía y director de una Escuela de Artes y Oficios, por el otro; y por el tercero, agrónomo, fotógrafo, literato y gobernador de provincia. ¡Una maravilla de hombre! Y siempre honrado y buen muchacho, esto último especialmente cuando no rehuía romper un vidrio con los amigos.    
Nació en Ambato el 25 de Marzo de 1860. Como sus otros hermanos Luis, Anarcasis, Ricardo y Nicolás, recibió la primera enseñanza en los establecimientos de los HH.CC. de Quito. Su ilustre padre el doctor Nicolás Martínez nunca contrarió sus inclinaciones; y tan luego como supo que el inteligente alumno de los Hermanos Cristianos quería estudiar más bien Geología con los sabios alemanes recientemente llegados a la Escuela Politécnica de Quito, dejó que abandonase los banquillos escolares.
En Febrero de 1874 fue, pues, admitido como alumno oyente de las clases de Geología que dictaba el sabio Profesor Teodoro Wolf. En octubre del mismo año matriculó se definitivamente, y desde entonces, hasta la clausura de la Escuela Politécnica (1876), fue considerado como el mejor de los estudiantes de tal asignatura.
Durante este tiempo, le toco estudiar también bajo la dirección del Profesor Dressel; pues que Wolf, disgustado con los frailes y los fanáticos que condenaban sus explicaciones de las teorías darwinianas, había renunciado la cátedra juntamente con los hábitos de jesuitas que había traído de Alemania.
Dressel comprendió las aptitudes y entusiasmos de Martínez para la ciencia, y le tomo cariño. Con el realizo las primeras ascensiones a volcanes ecuatorianos y exploraciones de carácter netamente científico. 
<<Estas fueron tres- cuenta el propio señor Martínez en sus memorias sobre el doctor Teodoro Wolf,- en Marzo de 1875, al Quilotoa y Sigchos, en la Provincia de León; en Agosto del mismo año, a Baños y Riobamba, con el fin de estudiar las fuentes termo – minerales de uno y otro lugar (en Baños recibimos la noticia de la muerte de García Moreno); y por último, en Julio del año siguiente (1876), al Sangay, a los depósitos de antracita de Penipe, a la célebre quebrada fosilífera de Chalang, en Punín, etc. –Fuera de estas sin alejarnos mucho de la Capital….>>
En marzo de 1880 realizo, él solo, su ascensión al Antizana; y sobre las observaciones científicas que hizo durante ella, escribió una memoria que fue publicada primero en <<La Nación>>, diario guayaquileño, y luego traducida al alemán por el Profesor Dressel con el título de <<Das Vulcangebirge des Antizana>> , para una revista de Alemania.
Fue así su iniciativa científica.
Luego se consagró por completo a la cátedra y al estudio –mediante viajes y exploraciones personales,- de la geología ecuatoriana, escribiendo y publicando valiosas monografías que han llamado seriamente la atención en el mundo científico europeo. Lo que no le ha impedido, en los lozanos años de su juventud, ser también un luchador político de arrestos, poniéndose de lado de los buenos ideales. Fue soldado de las huestes liberales que, con Eloy Alfaro, consiguieron el triunfo en el año de 1895. Como resultado de esa brillante campaña de Martínez y de otros valiosos servicios en el Ejército, posee el grado de Teniente coronel. También fue, en la vida política del Ecuador, Gobernador de Tungurahua e Intendente de Policía de Quito.
Fuera de estos cortos periodos de fervor político, toda la vida de Martínez se ha consagrado a la investigación científica y a la actividad docente.
He aquí algunos cargos desempeñados: Director del Observatorio Astronómico de Quito; Ayudante del ilustre P. Menten en ese mismo Observatorio; Director de la Escuela de Artes y oficios de Quito; Vicerrector y Profesor de Ciencias Naturales del Colegio Nacional <<Mejía>> de Quito; Rector y Profesor de Química del Colegio Nacional <<Bolívar>> de Ambato; Rector y Profesor de Ciencias Naturales del Colegio Nacional <<Vicente Rocafuerte de Guayaquil, y Director de la Quinta Normal de Agricultura de Ambato.
La colaboración científica de Augusto N. Martínez en publicaciones nacionales y extranjeras ha sido enorme. La mayor parte de sus estudios acerca de botánica, geología, astronomía y mineralogía, se encuentran, con todo, en mayor proporción, en los Anales de la Universidad Central del Ecuador. Contribuciones para el conocimiento geológico de la Región volcánica del Ecuador >>, en la que no sólo se completan observaciones de Humboldt, Bompland, Whimper, Teodoro Wolf, y de cuantos volcanólogos y exploradores científicos conocieron los Andes ecuatorianos, sino en la que también se consigan nuevos datos para la ciencia, a base de conocimientos inmediatos y experiencia adquiridas mediante propios recursos. La colección de fotografías que acompañan al texto de esta obra, es realmente asombrosa.
Títulos honoríficos. El Profesor Augusto N. Martínez es miembro de las principales asociaciones científicas del mundo; y entre ellas, de la Sociedad Geológica de Alemania, del Museo de Vulkerkunde y de la Sociedad Astronómica de Francia. 
Hace algunos años el Gobierno Francés le concedió las Palmas Académicas, por eminentes servicios prestado a las ciencias.
Actualmente vive consagrado a la revisión de sus trabajos y a escribir las apuntaciones que juzga indispensables para dar una visión cabal de sus estudios.
Hombre de formidable constancia y la boriosidad, no ha vacilado ante ningún obstáculo – ni intelectual ni económico,- para reunir los medios necesarios a la investigación y proceso comparativo, en un país pequeño y lejano. Y hasta las lenguas mayores de Europa –alemán, francés, ingles,- fueron aprendidas por él sin gran esfuerzo.