MARTÍNEZ AGUIRRE FRANCISCO

CIRUJANO, CARICATURISTA,

PERIODISTA.- Nació en Baba, cuando esa población pertenecía a la Provincia del Guayas, el 6 de enero de 1850. Hijo legítimo de Ignacio Martínez Arzube (de los buenos Martínez originarios de Riobamba y no de los de Daule que son otros) y de Josefa de Aguirre Maximín, miembros de la nobleza, propietaria de fincas cacaoteras en esa región.

Recibió las primeras letras en Baba, después pasó a Guayaquil a estudiar en los colegios Seminario y San Vicente del Guayas y fue Bachiller en filosofía en 1864, viajando a Francia e Inglaterra por consejo del Obispo José Tomás de Aguirre Anzoátegui, Director del Seminario, quien había notado que poseía una despejada inteligencia, y aprendió idiomas. De regreso permaneció en los Estados Unidos varios años, estudiando medicina en la Universidad de Pensilvania en Filadelfia, se graduó de Doctor en Medicina y Cirugía el 14 de marzo de 1871 con la tesis: “An essay on epilepsy” y obtuvo por oposición los cargos de Demostrador Auxiliar de Anatomía y profesor de Obstetricia en dicha Universidad y Médico del Hospital de Niños de Filadelfia; sin embargo, al conocer el asesinato de García Moreno, que significó el final de esa tiranía y permitió al país volver al régimen de libertades, decidió regresar al Ecuador con una Carta laudatoria del Director del Hospital de Niños para el Ministro de los Estados Unidos en Guayaquil, donde se le calificaba de “eximio estudiante y hábil anatomista, digno de toda confianza no sólo como médico sino también como caballero”.

En 1877 viajó a Quito y luego de un brillante examen en la Facultad de Medicina de la Universidad Central se incorporó como médico de la República.

Nuevamente en el Puerto Principal, instaló su consultorio y empezó a realizar exitosas intervenciones quirúrgicas que le atrajeron una notable clientela de toda las regiones del país, mientras en el resto del Ecuador aún se discutía y hasta se negaba la existencia de lo microbios como agentes patógenos causantes de las enfermedades, utilizó por primera vez en la República el autoclave de Chamberlain para esterilizar el instrumental, siendo en este campo de la asepsia, un fiel exponente de la mentalidad positivista del siglo XIX, en lucha con trasnochados métodos y medievales ideas que aun imperaban en el mundo occidental.

En noviembre de 1877 figuró en la fundación de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Guayaquil y tomó a cargo la difícil cátedra de Anatomía Topográfica y Descriptiva que mantuvo con gran éxito y por muchos años; pues, aunque al principio las prácticas de anatomía se hacían con moldes o maniquíes o explicadas sobre láminas que él mismo pintaba o dibujaba, ya que los cadáveres se descomponían rápidamente por las condiciones climáticas; comenzó a inyectarles soluciones de hipoclorito de zinc y el 28 de enero de 1878 introdujo en la carótida del cadáver de una mujer de veinte años, una solución concentrada y ácido de cloruro de zinc fenicado y logró la conservación deseada por casi treinta días. El asunto armó tal revuelto que hasta llegó a oídos del Gobernador, quien designó una Comisión médica que estudió los tejidos del cadáver al microscopio e informó favorablemente, siendo conocido éste descubrimiento por la Convención Nacional reunida en Ambato; sin embargo, Martínez Aguirre siguió pintando sus cuadros al óleo de anatomía como ayuda de las demostraciones prácticas; pues, al igual que los hombres del renacimiento, era tan buen científico como notabilísimo artista, que dibujaba, pintaba, grababa y hacía caricaturas. Ese año contrajo matrimonio con Rafaela Serrano Ruiz, natural de Cuenca y tuvieron una feliz unión y numerosos hijos, pero ella murió relativamente joven tras catorce años de feliz unión.

Martínez Aguirre se calificaba a sí mismo de “liberal de principios y convicciones sin lazos que lo liguen a ninguna bandería” y por ello el 7 de noviembre de 1885 fundó el Semanario satírico “El Perico”, que salía los sábados de tarde, llevando como encabezado bajo el nombre, el siguiente texto: “Doy la pata por un real” (diez centavos) tenía por lema: “Cada pájaro teja su propia pluma y enristre”.

El Perico gozó de gran popularidad, quizá como ningún otro impreso lo había conseguido hasta entonces; pues era una publicación de “estilo correcto, frases ligeras y chistes oportunos y agudos” y lo redactaban José de Lapierre en verso y Martínez Aguirre en prosa, utilizando varios seudónimos que se hicieron célebres, tales como Canario, Paloma Cuculí, Ruiseñor, Pico Carpintero, Clarisa la infortunada, Gallinacito gallipavo, Cirilo Cacatúa, etc. Tenía varias secciones denominadas Gorjeo (poesías) Picotazos y Grasnidos (críticas al gobierno) y El loro predicador) con sermones religiosos).

Las caricaturas de El Perico así como los demás dibujos eran de su autoría. El personaje principal tenía cuerpo de hombre y cabeza, alas y rabo de perico y se tomó muy popular, de suerte que Martínez Aguirre, por la creación de éste y la publicación de su Semanario, está considerado el pionero de la narrativa secuencial en el país o lo que se ha dado en llamar “el comic ecuatoriano.”

“El Perico sale los sábados de tarde para emprender el vuelo hasta que lo dejen con vida o lo encierren en sólida jaula y seguirá dando la pata por el módico precio de un real.” Desde el comienzo atacó al régimen del Presidente Plácido Caamaño “con gorjeos, picotazos, arrullos, graznidos y sermones del loro predicador” cuando la revolución liberal amagaba los campos del litoral como respuesta al inicuo fusilamiento del Coronel Nicolás Infante, ocurrido el 1 de Enero de 1885 en Palenque.

El Perico marcó una época en el periodismo ecuatoriano por su humor zumbón, en verso chispeante y en limpia prosa, por sus mordaces ocurrencias y sesudas críticas. Martínez Aguirre hacía los dibujos y caricaturas, que irremediablemente llevaba a sus víctimas al ridículo, haciendo las delicias del público lector. Pronto se transformó en el periódico más popular de la ciudad y algunos de sus números hasta llegaron a las principales ciudades del interior de la República pues cada edición o vuelo era esperada con impaciencia, pero solo aparecieron en esta primera época quince números y empresa tan peligrosa terminó cuando el 13 de febrero de 1886 su director fue apresado por la policía y deportado sin ningún miramiento a Panamá. De allí viajó al Perú, donde formó parte del núcleo de exilados ecuatorianos que el 6 de marzo recibieron a Alfaro en Lima y prepararon la campaña revolucionaria de ese año.

Volviendo al Perico cabe indicar que en Noviembre reinició su aparición de manera clandestina, impreso y distribuido desde la población de Palenque, habiendo aumentado su precio a una peseta (veinte centavos)

Mientras tanto y con la ayuda de los doctores Bambarén y Ulloa logró revalidar su título en la Facultad de Medicina de la Universidad de San Marcos de Lima, donde su Decano el Dr. Odriozola, le confió la reorganización del Anfiteatro y la enseñanza de Anatomía; en 1887 se instaló en Trujillo con su familia y tuvo consultorio, publicó un periódico contra Caamaño, que circulaba difusamente entre los exiliados ecuatorianos en el Perú.

En agosto de 1888 ascendió al poder el Dr. Antonio Flores Jijón quien decretó una amnistía general y recién entonces pudo regresar a Guayaquil, fundando el 1 de diciembre el periódico “El Zancudo” y el 5 de enero de 1889 volvió a sacar “El Perico” amparándose en la amplia libertad de prensa que gozaba el país. En esta época aparecieron once números hasta el 9 de agosto de 1890 que dejó de salir.

El 4 de julio de 1889 también había fundado el periódico vespertino “La Reacción” que duró cuatrocientos tres números y terminó el 21 de noviembre de 1890. Ese año fue designado miembro de la Sociedad Protectora del Cuerpo de Bomberos y Vicepresidente de la Sociedad Liberal Democrática.

El 4 de Enero de 1890 ilustró con hermosos dibujos el Semanario infantil “El Atomo”, que aparecía los días sábados en pequeñísimo formato y contenía lectura en su mayoría religiosa, escogida y consagrada a la niñez, contando con la decidida colaboración de Rita Lecumberry Robles, conocida educadora de niñas de nuestra ciudad, pero la publicación solo duró nueve números.

En 1891 fue electo miembro de la Junta Municipal de Beneficencia y de la Sociedad Filantrópica del Guayas, y el 16 de noviembre fundó el periódico satírico y humorístico “El Cordero” contra la candidatura progresista del Dr. Luis Cordero.

En 1892 falleció su esposa del corazón y publicó tres folletos titulados: “Epitelioma cutánea”, “Caso raro de herida por arma de fuego” y “Tratamiento quirúrgico del eciro de la mama”.

En 1893 fue designado a pedido del Rector de la Universidad Dr. Alejo Lascano, profesor interino de Anatomía Demostrada y de Regiones e Histología.

En 1894 aparecieron nuevos escritos: “De la trepanación de la pelvis”, “Estudio del manual operatorio en el tratamiento de los accesos de la fosa iliaca en general y de la psotis en particular” e introdujo de los Estados Unidos por primera vez en el Ecuador la anestesia por éter aumentando el tiempo de duración de sus operaciones, ideando y “haciendo construir instrumentos de cirugía y entre otros, una pinza para el cuello uterino” que hoy se conserva en el Museo de la Sociedad Médico Quirúrgica del Guayas, así como “unos tubos rígidos para drenaje de los operados de acceso hepático, que fue la intervención que más hizo en ese tiempo y la que mayores molestias ocasionaba por no disponerse de tratamiento etiológico, sino del reducido poder amebicida de las preparaciones de raíz del Brasil, con lo que las supuraciones se eternizaban y el buen drenaje de los acceso ayudaba a la recuperación del paciente”. Ese mismo año contrajo segunda nupcias con María Teresa del Pozo Santos y también tuvo larga sucesión.

El 5 de junio de 1895 firmó el Acta de la Revolución Liberal y al arribo a Guayaquil del Coronel Plutarco Bowen, presidió la Comisión de recepción y lo acompañó en el interior del coche descubierto que fue tirado por estudiantes universitarios, a quien el vulgo llamó de allí en adelante “los Caballos de Bowen”. Igualmente asistió a la llegada del General Eloy Alfaro y éste lo designó Cirujano Mayor del ejército que viajó a la sierra y en el campo de batalla de Gatazo “efectuó notables intervenciones de urgencia, aún con riesgo en su vida” pues operaba en pleno campo de batalla.

Nuevamente en Guayaquil dio a la publicidad los folletos: “Amputación por el método del profesor Neudorfer de Viena” y “Cirugía Conservadora”, con sus experiencias en el campo de batalla.

Entre 1896 y el 97 desempeñó la Jefatura Política del Cantón Guayaquil. Entre 1898 y 1907 ocupó el decanato de la Facultad de Medicina de la Universidad de Guayaquil en reemplazo del Dr. Pedro José Boloña Roca y fue miembro nato de la Junta de Sanidad.

Largo tiempo mantenía la cátedra de Topografía anatómica y su especialidad eran los partos, pero operaba con igual facilidad, especialmente los casos de amebiasis, que entonces se presentaban con frecuencia en la población guayaquileña, dada la falta de salubridad en el abastecimiento de agua. De esta época fue su folleto “La oportunidad en las intervenciones quirúrgicas”. En 1901 salió electo Senador por la Provincia de los Ríos y concurrió al Congreso de ese año, siendo reelecto en 1902 y 1903.

El 3 de Diciembre de este último año volvió a aparecer “El Perico” en su tercera época pero sólo salieron veinte y siete números hasta el 27 de agosto de 1904. En enero de 1906 apoyó la revolución de Alfaro; quien, luego del triunfo de Chasqui’ entró en Quito y asumió el mando por segunda ocasión. Martínez Aguirre fue designado Gobernador del Guayas a fines de 1907 y al año siguiente presentó un informe al Ministro del Interior en 69 páginas ascendiendo a Ministro de Instrucción Pública y le correspondió actuar durante las celebraciones del Centenario de la Independencia donde lució como políglota.

En 1910 pasó a ocupar el Ministerio de Guerra y Marina y mereció del Congreso de ese año grandes elogios por su gestión en los momentos de peligro durante el conflicto internacional con el Perú, porque el 10 de Mayo de ese año había organizado el servicio de Sanidad Militar repartidos para cada división de ejército creando también la sección de ambulancia, por ello le fueron reconocidos sus servicios militares y obtuvo el ascenso a Coronel; mas, el 11 de agosto de 1911 ocurrió la revolución que derribó al régimen y cayó el Ministro Martínez Aguirre, quien viajó a Guayaquil, reintegrado a sus actividades particulares.

En diciembre apoyó la Jefatura Suprema del General Pedro J. Montero y aunque no intervino a la campaña militar, después del arrastre de Alfaro en enero de 1912 salió desterrado a Lima y allí permaneció con su larga familia hasta el 12 de octubre de 1915 que volvió a Guayaquil, concurriendo al día siguiente al I Congreso Médico Nacional que se desarrollaba en el puerto, siendo recibido con entusiastas aclamaciones y designado Presidente de la II Sección, produciéndose en esos momentos su reconciliación con el Dr. Julián Coronel Oyarvide, de quien estaba distanciado “por un resentimiento tenido por ideales” (Coronel era placista y Martínez Aguirre alfarista).

De estatura más bien elevada, fornido, nervioso y de buen parecer; fisonomía altiva, agradable, que reflejaba la dignidad de su alma y la nobleza de sus procedimientos; jocoso, expansivo y de conversación anecdótica. De ojos café claros, melena y bigotes negros que luego se tornaron blancos, miope que usaba espejuelos sobre la nariz, tez blanca y curtida por el sol. El “perico Martínez” como lo solían llamar sus amigos, fue el iniciador de la cirugía abdominal en nuestro medio; operador habilísimo que practicó por primera vez delicadas laparotomías, trepanaciones, resecciones de huesos, histerectomías, traqueotomías, resolviendo arduos problemas y despejando incógnitas y por ello se le puede llamar “El padre de la Cirugía en el Ecuador”.

Hablaba inglés y francés, hacía grabados en madera (Xilografía) con piedra de esmeril y utilizaba buriles mandados a fabricar donde un herrero, escribía íntegramente sus periódicos con la colaboración en verso de José de Lapierre su gran amigo de siempre. Era pues, un hombre polifacético y de los últimos que usaron levita larga en el presente siglo en Guayaquil, que la llevaba muy bien en su cuerpo esbelto y prócer.

Falleció en Guayaquil el 8 de Febrero de 1917 a la edad de sesenta y siete años, su entierro fue apoteósico y la Facultad de Medicina le honró poniendo su ilustre nombre a una de sus más importantes salones de conferencias. I no estaría completa su biografía, si no se dice que también fue padre en 1897 del ilustre pintor guayaquileño Enrique Martínez Serrano, habido en su cuñada Semira Serrano Ruiz, cuando ya estaba casado en segunda nupcias desde 1894 con María Teresa del Pozo Santos.