León Manuel


Manuela León fue una mujer hermosa, según los relatos. Algunos le califican de “muy bella”. Natural de un humilde caserío llamado Poñenquil, revela su oriundez guerrera en su cuerpo de líneas inquietudes para la danza y la contorsión, así como para la elástica y resbaladiza violencia del desafío feroz. Cuando  Manuela León ha coronado y siembra su pie en el valle, seguida de centenares de indios hambriento, fugan algunos en compañía de los habitantes empavorecidos. Puesto en guardia, acero listo, le llama también, Manuela, como un venablo, se arroja hacia Vallejo tendiendo su lanzón. Se baten como fieras. Manuela, inundada de gozo mórbido, avanza hacia su víctima y le amontona de heridas, cebándose. Por fin, le sacara los ojos para guardarlos, esconderlos quizá, entre sus seños que se bañan en la sangre de su enemigo.