POETA.- Nació en Loja el 18 de abril de 1951. Hijo legítimo de Carlos Enrique Lasso Cabezas, dirigente del gremio de transportistas y activo militante en las filas del velasquismo provincial y de Laura Cueva Espinosa, separados el 62 porque él mujeriego y divorciados el 68. De corta edad asistió al jardín de infantes Pío Jaramillo Alvarado y luego fue llevado por sus padres a Guayaquil y matriculado en la escuela San Agustín que se fundó entonces. Sacaba buenas notas y siempre era el primero en llegar por las mañanas. Para el tercer grado pasó al Instituto Particular Abdón Calderón y fue alumno del señor Fiallos, a quien recuerda como un excelente pedagogo. En esa época el Presidente Velasco Ibarra visitó su casa dos veces pues su padre era su ferviente partidario y dirigía varios comités como Presidente de la Asociación de Propietarios de Buses y Colectivos. Una vez los cefepistas le apedrearon un carro y el incidente apareció fotografiado en la primera página de los periódicos.
“Cuando tenía diez años mis padres se separaron y se dedicaron a hacerse la guerra. Mi padre prácticamente se esfumó porque se fue a los Estados Unidos huyendo de una amante que entiendo que lo tenía amenazado. Con eso desapareció de mi vida. Años más tarde mi padre se asomó un par de veces a visitarme y debido a su personalidad recia y seria mis abuelos le estimaban. Había que verle la manera cómo se paraba para saber la clase de hombre que era, tenía la costumbre de llamarle al pan, pan y al vino, vino. Con él, las cosas eran claras y el chocolate espeso. Estoy seguro que ni se imagina cuanto influyó en mí.”
A los onces años, el 62, su madre lo llevó a Loja y fue alumno del hermano Daniel en la escuela de los lasallanos, pero al año siguiente se trasladó a Quito, a casa de su abuelo materno el ilustre músico y compositor Segundo Cueva Celi, quien le matriculó en la escuela de El Cebollar pues era muy amigo de los Hermanos Cristianos debido a que les afinaba gratuitamente el piano del Colegio, allí fue jefe de la brigada compuesta por tres compañeros más que todos los jueves eran los encargados de limpiar la celda del famoso Hermano Miguel, también actuaba de solista en el coro, abanderado de la Banda de guerra y el día que asesinaron al Presidente Kennedy le encargaron que diera la noticia por el micrófono.
Después fue becado por los Hermanos para seguir la secundaria en el colegio La Salle, pero su madre le interrumpió los estudios debido a otro pleito familiar y lo trajo a Guayaquil, matriculándole en el Colegio Nocturno “20 de Abril” en el que perdió el año en aritmética. Entonces su abuelo Cueva Celi lo llevó nuevamente a vivir con él porque decía que éste era el nieto que lo inspiraba para su creación artística. Era un mocetón alto y fornido, blanco, refinado y parecía de más edad.
Matriculado en el Colegio San Pedro Pascual, ganó en el antiguo Coliseo la Medalla de Oro del II Festival Estudiantil de la Canción, pero el secretario del Colegio le decomisó un cuaderno donde había poemas satíricos a los profesores, tuvo que salir y al siguiente año pasó al Colegio Bolivariano y solo permaneció el segundo curso. Fue la época de su militancia activa en la Federación de Estudiantes Secundarios del Ecuador FESE que presidía su amigo Manolo Bustos. “Hubo huelgas colegiales y obreras que fuimos a apoyar e hicimos amigos. Entonces, por motivos políticos, hubo alumnos expulsados de una serie de colegios, les hablé del mío en esas noches de intensas pláticas resistiendo el frío. I el caso es que cuando pasé al tercer curso, todos los expulsados fueron a parar a mi Colegio. No les mientos si les digo que ese fue el año más feliz de mi vida. Tenía enamorada, estaba solventado para mis gastos y a pesar de una serie de cosas siniestras, disfruté ese año intensamente. Gocé de empatía, identificación, solidaridad. A pocos pasos del colegio había una tienda y en su interior tras un biombo, estaba oculta una pequeña cantina a la que concurrían eventualmente diputados liberales de los que nos hicimos amigos: Uno de ellos fue Pedro José Arteta. En el primer recreo nos escapábamos para tomar un par de tragos ahí, mientras sonaba en alguna parte la música de Los Angeles Negros. El Colegio estaba ubicado en la Chile y Cuenca. En la esquina quedaba el restauramnt donde se hicieron famosos los poetas Tzánzicos con sus recitales de protesta. Entiendo que esa casa había pertenecido a Marieta de Veintemilla. Nuestro rector estaba casado con una linda dama de apellido Guarderas y era de la Izquierda Democrática. Cuando la gente de ese partido (Rodrigo Borja, Manuel Córdova Galarza, Manuel Pallares Zaldumbide) realizó un miting en la plaza de la Merced, se concentraron la noche anterior en la oficina del rector de nuestro Colegio. En ese tiempo Rodrigo Borja usaba bigote para disimular su juventud. El Colegio funcionaba en un edificio de tres pisos situado en el interior de una cuadra y en el edificio del exterior habían oficinas. A menudo, en el segundo recreo yo subía las gradas que conectaban con el edificio externo y a salvo de cualquier mirada indiscreta allí nos besábamos. A mi enamorada (Liliana) le dediqué un poema titulado Epoca de Lluvias. Dos veces a la semana la iba a visitar a su casa en Chillogallo”.
Solo tenía 15 años pero ya comenzaba a desbocarse.
El 67 se apasionó por las sesiones de la Asamblea Constituyente y conoció a su pariente (después también su compadre, pues era el padrino de su hija) el Diputado Carlos Cueva Tamariz, representante de las Universidades. Fue una bella amistad y en ocasiones Cueva Tamariz hizo de padre, aconsejando y ayudándole a resolver problemas. Entonces quiso matricularse en la recién fundada Escuela de Teatro de Favio Paccioni, pero su abuela materna se opuso radicalmente y lo obligó a continuar en la secundaria tradicional, que concluyó por un camino inédito tres lustros más tarde.
Su abuela también lo obligaba al estudio de la música para la que no tenía vocación aunque llegó a ganar en el Coliseo de Quito una medalla de oro para su Colegio en el Festival Estudiantil de la Canción; entonces, el Secretario del Colegio Mercedario San Pedro Pascual le decomisó un poema satírico y a pesar de ser Presidente interino del Consejo estudiantil y miembro de la Academia literaria que dirigía Marco Antonio Rodríguez, fue obligado a salir.
En esos días la muerte del Che Guevara le impactó mucho y se dedicó a buscar la solución a los problemas del país y del mundo, radicalizando sus ideas, estudiando a fondo el marxismo, la praxis leninista, frecuentando las mesas redondas universitarias que organizaba su pariente Agustín Cueva Dávila, concurría de oyente a la Escuela de Sociología a la que llamaban “la casita del bosque” y leía el periódico “En Marcha” que dirigía Alejandro Moreano. Un amigo religioso, Walter Crespo Guarderas le prestó un libro de la CIA y para descubrir sus falacias se presentó donde su coterráneo el Dr. Manuel Agustín Aguirre, amigo personal de su abuelo, quien le regaló libros, revistas y folletos que leyó con avidez. Esto afectó notablemente sus ^ relaciones con su abuela y tías que acostumbraban quemarle estos textos y se fue a Guayaquil a trabajar con su voz de barítono como locutor de Radio Atalaya; sin embargo, por leer demasiadas noticias de la Agencia rusa TASS fue cancelado por Voltaire Paladines.
Vivía a salto de mata, estudiaba en el colegio “6 de Septiembre” de la Autoridad Portuaria y frecuentaba diariamente en el invierno de 1968 la casa de Enrique Gil Gilbert junto a Enrique Astudillo Vega y otros compañeros del colegio, diariamente, a eso de las dos de la tarde. A principios del 69 fundó el Centro Camilo Torres de la Juventud Comunista, tomó parte en la famosa huelga estudiantil por la supresión de los exámenes de ingreso y por la Segunda Reforma Universitaria que terminó con la masacre del 29 de Mayo de ese año. Entonces cayó preso por pegar carteles contra el gobierno de Velasco Ibarra y estuvo cuatro días detenido en el calabozo común del cuartel Modelo hasta que Rene Maugé lo fue a sacar. Otro día y junto a Gabriel Abad, René Castro, César Jácome, Vladimir Velasco y un compañero de apellido Verduga, se robaron un tanquero de leche Indulac y la repartieron gratuitamente en el suburbio, acción que consiguió primeras.
En La Habana vivió desde el 71 hasta el 74, primero en un departamento compartido con otros latinoamericanos en el barrio residencial de Miramar, luego en el Hotel Nueva Isla, situado en la Habana vieja, que funcionaba en un edificio destartalado, como casi todos los de esa otrora gran capital.
Apenas llegado comenzó a estudiar en la Universidad las carreras de Periodismo y Literatura hispanoamericana, trabajó en el Valle de Picadura donde conoció a Ramón Castro Ruz, quien le enseñó a fumar cigarros habanos a los que hasta ahora es adicto, luego trabajó en la revista Bohemia y en el departamento de publicaciones de la Escuela de Sociología, pero principiaron sus contradicciones con el sistema político monopartidista y dictatorial imperante en Cuba y cayó detenido en una redada nacional realizada en 1973 con motivo de la llegada del líder soviético Leonid Brezneb, pues se había corrido la voz de que un grupo de heterodoxos entre los que se encontraba Carlos, le iban a arrojar tomates a la cara. Estuvo once días en el interior del Cuartel de Migración del Miramar, bien atendido y alimentado y salió gordo y colorado, cosa que sorprendió mucho a sus amigos, que no suponían que había estado comiendo del rancho de los militares, superior en todo a la alimentación racionada y pobrísima del pueblo llano.
Desde el episodio de Brezneb, sujeto importantísimo para la sobrevivencia de la dictadura castrista pues la mantenía mensualmente entregándole millones de dólares en calidad de ayuda, Carlos pidió su salida de Cuba y estuvo más de un año tramitándola pero los militares querían que se quedara a vivir en la isla. Su nueva enamorada Nancy Ledesma, miembro del Partido, trataba de que no le permitan la salida y por fin el 10 de mayo del 74, luego de casi tres años de permanencia, tomó el avión en “Rancho Boyero” para Lima, en donde viven muchos parientes descendientes de lojanos. “No me dejaron sacar cinco cuadernos de poemas, un ensayo sobre Máximo Gorki, mi diario personal. Apenas un libro de Javier Heraud, “El Capitalismo Monopolista” de Paúl Swezzy, y “Una Quena”. Ni siquiera pude despedirme de mi hijo”.
“Al llegar al aeropuerto el cónsul cubano trató de hacerme deportar a Bogotá y el piloto ruso del avión de Cubana de Aviación se puso a lanzar gritos contra mi. Ventajosamente los funcionarios de la Cancillería peruana que fueron a recibirme se pusieron
opinado de la poesía de Lasso Cueva que “acierta en fórmulas poéticas casi sapienciales, irónicas y sardónicas de serena grandeza. Muchos de sus pasajes son frescos y vigorosos pero otros son laboriosos; tiene toques de poesía auténtica junto a lo vacilante o recargado. Es el caso de una decidida y total pasión política que busca cauces líricos a su cosmovisión y su cólera. Otro crítico manifestó que “su poesía se debate entre lo objetivo y lo subjetivo, saliendo mejor en esto último. En total son como ocho las antologías literarias en que la poesía de Carlos ha sido comentada de manera elogiosa. Posteriormente se dedicó a editar por 1980 “La Gaceta Socialista”, periódico personal que hizo circular; al interior de sus amistades. Después, con el grupo llamado Liga Espartaco publicó media docena de manifiestos ideológicos políticos de carácter anti leninista, rescatando las tesis de Rosa Luxemburgo y de la Izquierda de la Tercera Internacional, estableció relación con el Grupo Comunista intemacionalista (GCI) de Bélgica, que publica revistas en idioma español, combatiendo la tesis de la Revolución Socialista en un solo país.
En 1982, y merced al decreto No. 537 del gobierno de Roldos, que permite a los autodidactas graduarse de bachilleres, dio sus exámenes escritos en el colegio Vicente Rocafuerte y obtuvo el tan ansiado título. “Este decreto fue emitido gracias a la mediación de Galo Plaza Lasso, con la cooperación de Galo García Feraud, entonces Ministro de Educación.
En 1986 ingresó entusiasmado a estudiar literatura en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Guayaquil y aguantó en ella tres años. Se desilusionó mucho al ver la lumpenización. El Decano, un ex Atala y de tendencia derechista, quiso castigarlo por su criticidad obligándolo a repetir un año mediante una anulación de matrícula. Carlos llegó a la conclusión que tenía más categoría retirarse que continuar en un ambiente tan vulgar. Manifestó que históricamente tendría más rango decir yo me retiré de esa porquería, antes que decir me gradué de licenciado en esa Facultad, pero en ella fundó el Círculo Cultural Pío Jaramillo Alvarado, convertido en un taller de cultura y en un comité ecologista que edita el boletín Minaya y con sus miembros ofrecieron actos culturales en la propia Facultad de Filosofía.
En Abril 89, aprovechando que lo nombraron Presidente de la Comisiónde Cultura del Centro Ecuatoriano Alemán de Guayaquil organizó un Seminario de Literatura que duró nueve jornadas y al que concurrieron como expositores sus amigos escritores de la Casa de la Cultura. Después participó en los dos primeros Encuentros Nacionales de grupos ecológicos, celebrados en Guayaquil (1989) y Cuenca (1990) y colaboró en Expreso con artículos dedicados a esta causa, defendiendo la calidad de la vida en la tierra. En Septiembre 90 fue nombrado Presidente de la Coordinadora Ecológica del Guayas, integrada por seis grupos y fue postulado para la presidencia de la Casa de la Cultura Núcleo del Guayas. Lo respaldó lo más selecto de la institución y obtuvo el 47 o/o de los votos. En su campaña planteó la fiscalización del Núcleo y la investigación rigurosa del robo e incendio del Museo de Oro, la resurrección de las secciones, la integración de la entidad a la lucha ecológica y la creación de una Escuela de Teatro. Rafael Díaz Icaza escribió en El Universo (25 VI 91) explicando el motivo de la alta votación obtenida por Lasso, pese a que era un debutante en estas lides electorales. Fue el ganador moral, su prestigio creció.
De allí en adelante compitió por dos ocasiones más a la presidencia el Núcleo pero ya su hora había transcurrido. Recluido en su villa al sur de la ciudad, herencia de su madre, dedicado a leer y a enviar e mails a sus principales amigos, ha ido madurando lentamente hasta situarse en el altísimo plano de crítico de las cosas y sucesos de la Patria.
El 2015 salió su libro “Época de lluvias” en 144 págs. con pensamientos y poesía libre que más parece prosa poética. I quien lo creyera, apareció en la editorial del Núcleo del Tungurahua como una muestra fehaciente de que el talento no tiene fronteras. Al Amanecer.- // Al amanecer empieza el canto / inefable ruptura del silencio cuando el sueño aún respira // Abecedario de sonidos que suenan dulcemente / como disparo de revólver en la letanía del viento. // El día es una encrucijada abierta a las posibilidades del enigma / magnificencia de la luz en los aposentos territoriales / cadencia del fuego en el crucigrama del aire. // La jornada es una promesa que camina radiante / presintiendo del otoño. //
Alto, fuerte, vital. Su dedicación a la política ha decrecido para dar paso a una actitud de entrega a la literatura, especialmente a la poesía.
Está llegando a la madurez lírica y empieza a sentir una suave tristeza en el alma. Espíritu de selección, bondad ingénita y conversación chispeante. Generoso hasta el extremo, amigo fiel y sincero. Sabe de historia, entronques y está escribiendo mucho y bien. Su nombre consta en el tomo tres de la obra de Fernando Jurado Noboa sobre los descendientes ecuatorianos de Sebastián de Benalcázar. Su amor a la libertad y su entrega a la verdad le ha causado problemas y contratiempos que tiene olvidados pues no es rencoroso. Además goza de numerosos amores con damas gentiles que le quieren bien.