HERRERA EGAS PABLO

POLÍGRAFO.- Nació en Quito el 25 de enero de 1820 según se desprende de unos apuntes escritos en un simple sobre de su

propiedad, pero el bautizo jamás quedó documentado porque fue uno de los dos hijos que tuvo fray Manuel Herrera

Salcedo, quien huérfano casi en la infancia, creció pobremente y fue empujado a temprana edad por sus parientes al

convento franciscano, donde destacó por su contracción al estudio hasta formarse un “sujeto culto, de vasto saber y

buena pluma.” Durante trece años ejerció el curato en Pujilí (1834 – 47) Su biografía puede verse en este Diccionario.

Fue la madre del niño Pablo una señora de apellido González miembro del pueblo llano, quien lo crió a él ya su hermano

Gregorio nacido en Quito en 1826, que con el tiempo se hizo fraile mercedario y tuvo una vida inmaculada y penitente,

expiando pecados ajenos como a veces ocurre, y falleció a los ochenta años de edad en 1906 en la capital, sin que se

pueda decir nada más a su favor pues siempre fue un personaje tímido y cohibido.

Nació débil, contrahecho y para colmos con una tutuma en la espalda. Su padre le enseñó las primeras letras y muy joven

lo envió a Quito a estudiar en el Convictorio de San Fernando que dirigían los sacerdotes dominicanos donde sus

compañeritos le apodaron “El ratón Herrera,” se graduó de Bachiller a los quince años en 1835 y adoptó como segundo

apellido el de Egas, que le venía por su padre, que era nieto de Margarita Egas – Venegas de Córdova. Realmente en el

Quito de mitad del siglo XIX los Egas tenían cierta posición y sonaban bien, no así los González que eran prácticamente

desconocidos. Tuvo, pues, una niñez y juventud pobre y tesonera, pero no desvalida.

Llamado por su padre se instaló en Pujilí y fue Director de la escuela de varones durante cinco años hasta 1840 que volvió

a Quito para vivir nuevamente con su madre y matricularse en pobreza en la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad

Central y siguió estudios de Derecho. Allí conoció y fue compañero de Gabriel García Moreno. Entre 1846 y 50 se

desempeñó como Jefe de la Biblioteca Pública y encargado del Museo, aprovechando ese tiempo para leer

incansablemente todo libro, folleto y periódico que caía en sus manos sobre cualquier materia, especialmente leyó todo lo

relacionado con su Patria, formándose como anticuario, es decir, como erudito conocedor de los sucesos acaecidos en

nuestro país. Egresó y se recibió de abogado en Julio de 1850 de treinta años de edad.

Este último año empezó a ejercer su profesión con notable éxito, superando su enanismo pues media escasamente 1,45

metros de estatura. De esta época son algunos alegatos publicados en revistas especializadas. En 1848 fue Profesor de

Derecho Civil, heredó la Hacienda Munligua por fallecimiento de su padre el año anterior, la vendió, casó el 13 de

Septiembre con Ana Donoso Quevedo y tuvieron once hijos, de los cuales cinco fueron mujeres y tres hombres y tres

fallecieron en la infania. De las mujeres dos entraron en convento y terminaron de monjas, los tres varones se hicieron

sacerdotes pero ninguno sobresalió, como a veces ocurre con los hijos de los grandes hombres que por regla casi’ general no heredan los méritos paternos y terminan siendo

sujetos, de mediocre talento y escasa personalidad, además hasta pasaban por ser poco

afectos a la lectura y a los libros.

El 49 ganó por oposición la cátedra de Filosofía en el Colegio de San Luís. El 56 fue Síndico

Municipal de Quito. El 57 ejerció la secretaría de la Cámara del Senado y figuró entre los

redactores de “La Unión Nacional” junto a García Moreno y a Rafael Carvajal, periódico que

combatió al gobierno del Presidente Francisco Robles.

El 59 Regidor del Cabildo quiteño y con su compañero el doctor Mariano Mestanza protestó por

el traslado de la capital a Guayaquil, ciudad que acababa de ser bloqueada por la flota peruana aunque la noticia aún no

había llegado a Quito. El Gobernador del Pichincha ordenó su prisión, la de Mestanza y la del director de la imprenta

apellidado Valencia, donde se publicó la protesta, pero Herrera y Mestanza lograron escapar cuando eran conducidos por

las calles, no así el impresor que fue fusilado por orden del jefe de escolta. Por este crimen protestó altivamente el

Diputado Pedro Moncayo. Por este crimen ^ protestó altivamente el Diputado

Pedro Moncayo. Herrera vivió algunas semanas escondido en una hacienda hasta que

desapareció el peligro y pudo regresar a Quito.

En 1860 publicó “Ensayo sobre la historia de la literatura ecuatoriana” en 149 págs. este

esfuerzo hizo que otros ingenios también editen sus producciones, tales como Ignacio Casimiro

Roca Molestina, poeta y bibliógrafo, heredero de la riquísima biblioteca de su padre Ignacio

Roca y Garzón; Vicente Emilio Molestina y Roca, autor de “La Lira Ecuatoriana” y

“Antigüedades Literarias”; y Juan León Mera, autor de “Ojeada histórico – crítica sobre la

poesía ecuatoriana”. El ensayo de Herrera fue criticado por Pedro Moncayo en un “Opúsculo” y

a visto dos ediciones más, la de 1889 que apareció intercalada en las páginas de la “Revista

ecuatoriana” de Quito y la de 1929 en el Boletín de la Biblioteca Nacional, Quito.

Al triunfar García Moreno en 1860 fue nombrado Oficial Mayor o lo que es lo mismo,

Subsecretario del Ministro de lo Interior, ejerció dichas funciones entre el 61 y el 63 y publicó

“Observaciones sobre el Tratado del 25 de Enero de 1860 celebrado en Guayaquil entre los

Generales Ramón Castilla y Guillermo

biblioteca de Quito” dando a entender que lo llevaba consigo por su erudición y conocimientos. En

1869 y durante el interinazgo del Coronel Ascázubi, fue Ministro del Interior y de Relaciones

Exteriores. El 70 Diputado por la Provincia de León y Ministro Juez de la Corte Suprema por

designación del Congreso, presidiendo tan alto organismo. El vulgo le apodaba “Ratón con

corbata” pero él se hacía el desentendido.

En febrero del 72 fue clausurada la Universidad de Quito subsistiendo únicamente sus facultades

de Jurisprudencia y Medicina. Entonces se fundó la escuela Politécnica para el estudio de las

ciencias; Herrera intervino en las discusiones del proyecto de creación y después colaboró con los

profesores, todos ellos jesuitas, venidos expresamente de Alemania.

En la reorganización de la Universidad fue designado profesor de “Principios de administración y

organización política.” El 74 escribió la parte histórica de la “Crónica sobre los fenómenos

volcánicos y terremotos del Ecuador” del doctor Teodoro Wolf, también editó “Apuntes para la

Historia de Quito” en 84 págs. En Mayo del 75 volvió a presidir la Corte Suprema. El 75 decreció su

influencia con el asesinato de su protector García Moreno y figuró entre los fundadores del partido

conservador o garciano también llamado terrorista, constituyéndose en uno de sus jefes con Juan

León Mera y el Obispo de Riobamba Ignacio Ordoñez Lazo y el 76 fundaron el periódico “La

civilización católica” para combatir al Presidente Antonio Borrero a quien acusaban de liberal y

cuando éste ganó las elecciones y asumió el poder, defendió la existencia de la Politécnica en vías

de extinción por falta de apoyo gubernamental.

En 1880 Veintemilla lo nombró Director de Instrucción Pública pero el 82, al producirse la dictadura, Herrera se opuso a

ella, renunció y para combatirla publicó con otros conservadores “El Republicano”. El 83 editó “Reseña histórica sobre la

Universidad de Quito” en cuatro entregas que aparecieron en los Anales de la Universidad y logró su inclusión como

miembro suplente del Pentavirato de Gobierno formado por los Restauradores en la capital. Después apoyó la candidatura

de Plácido Caamaño para la presidencia de la república contra su opositor Rafael Pérez Pareja, en 1884 ocupó portercera

vez el Ministerio del interior y Relaciones Exteriores.

En 1885 habitaba una amplia casona en la esquina noroccidental de la García Moreno y convocó en varias ocasiones a

numerosos políticos para crear el partido Republicano, estableciendo una gran sociedad dividida en Círculos en todas las

provincias. Juan León Mera redactó las bases que fueron aprobadas. Finalmente el tal Partido no llegó a formarse.

Entonces publicó “Espejo y sus escritos” y “Apuntes biográficos del doctor José Joaquín de Olmedo” que reeditará.

En Noviembre del 86 era miembro de la Corte Suprema Marcial y votó a favor para que los guerrilleros liberales apresados

en Celica y prisioneros en Cuenca, fueran ultimados, demostrando que como todo tímido poseía dos personalidades, una

era la propia y permanente: corta, educada y servicial; otra la que afloraba de vez en cuando, totalmente distinta a la

primera, por violenta.

El 87, como miembro del Consejo de Estado votó con José Modesto Espinosa para que no se acepte la condonación de la pena de muerte solicitada por los abogados del héroe liberal Coronel Luís Vargas Torres, lo cual significó su fusilamiento

en Cuenca. Ese año editó “La imprenta de los Periódicos”. El 88 “Elenco de rectores de la Universidad de Quito” y se

opuso tenazmente a la formación del partido “Unión Republicana” o Progresista, fundando el “Semanario Popular” que

hizo activa oposición al Presidente Antonio Flores Jijón y a su gobierno.

En 1889 fue Ministro Juez de la Corte Suprema y Juan Benigno Verla a través del periódico “La idea” de Ambato, dio su

nombre para que nos represente en las negociaciones de un tratado de límites con el Perú que pusiera fin a las cuestiones

de límites pendientes y habiéndose entrevistado con el Plenipotenciario peruano doctor Arturo García, el 2 de Mayo de

1890 suscribió en Quito el Tratado Herrera -García que fue aprobado por el Congreso ecuatoriano.

En este Tratado el Ecuador reconoció por primera vez al Perú derechos sobre la margen izquierda del Amazonas

renunciando a una buena parte de su territorio en las zonas de Jaen y Tumbes, pero conservando Quijos y parte de la

región de Macas, así como el acceso directo al Marañón entre los ríos Chinchipe y Pastaza.

A los pocos meses de haberlo suscrito se convenció de su error y pidió a los congresistas “no firmen, por favor, digan que

soy un traidor, pero no firmen”. Tobar Donoso ha dicho de Herrera que “era como un niño” y que tenía “tal naturaleza

candorosa que fue envuelto.”

Mas, el Congreso del Perú lo rechazó en sesión celebrada el 20 de Febrero del 91 con modificaciones sustanciales que nos

privaba del acceso directo al Marañón y por eso no entró en vigencia. Posteriormente, el 94, el Congreso ecuatoriano

retiró la aprobación dada.

El 90 salió a la luz “Apuntes cronológicos de las obras o trabajos del Cabildo o Municipalidad de Quito desde el año 1534

hasta 1714” con datos tomados de las Actas capitulares; esta obra será reeditada en 1916 por Alcides Enríquez con varios

aumentos.

Ese año fue designado por el gobierno como “Arbitro arbitrador para la resolución de los contratos del ferrocarril del sur y

del centro.” El l de Julio ganó la Vicepresidencia de la República por fallecimiento de Pedro Fermín Ceballos, titular de

dichas funciones. Herrera obtuvo 13.313 votos y derrotó al candidato liberal Manuel A. Larrea, ejercerá hasta el 94.

En 1891 recibió la Orden Pontificia de San Gregorio que le envió el Papa León Xiii desde Roma. El 92 dio a conocer la

noticia que tenía en su poder finalmente la colección completa e inédita de las poesías del padre Juan de Velasco, en

cinco tomos, dadas por perdidas durante muchos años en Faenza y que este feliz suceso se debía a las investigaciones

realizadas en Italia por el padre Lorenzo R. Sanvicente.

El 93 sacó “El ilustrísimo fray Gaspar de Villarroel” pequeña pero muy completa biografía, que apareció en la “Revista

Ecuatoriana” y el 94 escribió una refutación al tomo cuarto de la historia de González Suárez que circuló con la firma de

fray Reginaldo María Duranti, superior de los dominicanos en Quito, bajo el título de “La Veracidad del señor doctor don

Federico González Suárez, en orden a ciertos hechos sufridos en el tomo cuarto de su Historia General”. González Suárez

le agredió manifestando que el menos llamado a hablar sobre el relajamiento del clero era el Dr. Herrera (por su condición

de hijo de cura) y lo dejó callado.

Ese año asumió por cuarta ocasión el ministerio del interior y Relaciones Exteriores, tratando de calmar los ánimos

exaltados por el negociado de la venta de la bandera y cuando el 15 de Abril del 95 renunció el Presidente Cordero,

durante del interinazgo del doctor Vicente Lucio Salazar y Cabal, presidió el Consejo de Estado.

Desde esta época se le agravó una hipertrofia de la próstata con retención de orina que le obligaba a vivir con una sonda

de caucho, larga y dura, conectada de la vejiga a un frasquito, la cual limitaba sus movimientos y provocaba infecciones y

malos olores; por ello usaba permanentemente un largo abrigo, ocultando el frasquito en uno de los bolsillos y disminuyó

su vida social. Escribía en casa, casi no salía a la calle.

En 1894 publicó su célebre “Antología de prosistas ecuatorianos” en dos tomos de 417 y 301 págs en homenaje al iV

Centenario del descubrimiento de América, con textos propios y de terceros. “Fundada en amplios estudios en archivos

americanos.” Estos volúmenes causaron la natural sensación en el país, por contener material interesante, inédito y

valioso.

La revolución liberal del 95 lo envió a su casa y a fines de ese año sufrió un “empeoramiento de su condición”, testó el 3

de Febrero del 96, pidiendo que lo enterraran sin ataúd por pura humildad, condición que no se cumplió por supuesto y

terminó su existencia el 19 de ese mes a las cinco de la mañana, en plena vorágine política.

Al día siguiente se realizaron solemnes honras fúnebres en el templo de la Compañía donde tomó la palabra su amigo el

jesuita Manuel José Proaño Vega, S.J. y en el cementerio del Tejar lo hicieron Víctor León Vivar, Vicente Enríquez y Telmo

N. Viten’ y como Víctor León Vivar era un joven exaltado, su discurso fúnebre lejos de ser un panegírico de loa al difundo

se convirtió en una arenga política contra el régimen, lo que le costó la prisión y muerte a corto plazo.

“Desgarbado, bisojo y sin atractivo físico alguno”. Su biblioteca ocupaba tres enormes habitaciones en una casona del

centro de Quito, esquina noroccidental de la García Moreno y Sucre, tenía muchísimos libros más regados en los restantes

cuartos y fue heredada por un hijo sacerdote que murió tuberculoso y sus herederos trataron de quemar para evitar el

contagio pues entonces no se conocíael origen de la enfermedad. Solía llevar un diario de los acontecimientos de Quito,

sus libros, revistas, periódicos y papeles pasaron a poder de los Jesuitas y hoy se conservan en la Biblioteca de Cotocollao,

salvándose así buena parte de la bibliografía quiteña del siglo XIX.

Sereno en medio de su intransigencia, de convicciones absolutas pero pasadas de moda, periodista por vocación. Erudito,

mejor conocedor de documentos nacionales que González Suárez, fue superado por éste en el manejo de archivos extranjeros.

Después de su muerte se publicó en 1897 una “Selección de la obra de la madre Sor Catalina de Jesús Herrera” con un

prólogo que originó la réplica de González Suárez en su “Defensa de mi criterio histórico”. Igualmente el 97 salió “Teresa

de Jesús, la primera religiosa ecuatoriana.” una biografía corta del pintor “Miguel de Santiago” apareció en 1899;

“Apuntes biográficos del gran magistrado ecuatoriano doctor Gabriel García Moreno con motivo de su primer centenario”

en 1921 y también varios alegatos discursos y exposiciones que seria largo enumerar.