GUZMAN Y ABREU ANASTACIO

BOTANICO.- Nació hada 1770 aproximadamente, en Andalucía, España. De familia de clase media y escasos recursos, desde

muy joven descolló por su afán de aventuras, amor a las ciencias naturales y por sus dotes de dibujante y pintor, que lo

llevaron a estudiar con ahínco hasta recibirse de profesor práctico de farmacia galénica y química en la Escuela de

Botánica de la Universidad de Sevilla, donde fue discípulo de los profesores Antonio Ramos y después de Pedro Abat,

quienes implantaron y difundieron el sistema de clasificación de las plantas ideado por el sabio Linneo, tanto en la

enseñanza como en la organización práctica del Jardín Botánico de la Sociedad Médica de Sevilla, ejerciendo la profesión

de boticario que equivalía a la de químico y farmacéutico entre 1790 y 1791 en la Cartuja de Cazalla de la Sierra situada

en la diócesis de Sevilla y en el Puerto de Santa María. Era un producto del movimiento cultural iniciado por los Ministros

de la ilustración liberal en tiempos del Rey Carlos III, que permitieron el ingreso masivo de los burgueses a las

universidades españolas, anteriormente reservadas únicamente a la nobleza.

En 1792 ganó un concurso de botánica promovido por la Sociedad Médica de Sevilla y partió de Cádiz embarcado en la

corbeta La Descubierta pasó a Montevideo y Buenos Aires donde adquirió el “Almanaque y Guía de Forasteros para el año

de 1792” y comenzó a anotar las incidencias de su viaje; siguió a Chile, trabajó un tiempo con José Tafalla, “herborizando

por todos los caminos, colectando plantas y animales de las diversas regiones del país, levantando Cartas Orográficas,

ensayando mediciones astronómicas y barométricas, recogiendo datos estadísticos geográficos, sociales y económicos,

unas veces entre las altas malezas del bosque y de la selva, otras entre el inclemente frío y tremendo fuetear del viento

de los paramos, pero todo caía en su visión y análisis.”

De Chile siguió a Lima y compuso “Las virtudes de las producciones naturales del Perú” manuscrito en cuarto. En dicha

capital vivió un año que aprovechó para trabajar “Géneros nuevos y especies recogidas en el Perú” en 500 fojas en cuarto y siguiendo hacia el norte en el paquebote Copacabana, cuyo Capitán le presentó al Coronel de milicias Jacinto Rodríguez

de Bejarano, quien le propuso hacerlo mayordomo y director general de sus obras (haciendas) en vista de sus

conocimientos de molinos, arquitectura, albañilería, pero como su objetivo no era material sino científico, rehusó tan

beneficiosa oferta. En Guayaquil anotó una valiosa información que le sirvió para su “Descripción de los pueblos de

Guayaquil” en 34 fojas en cuarto.

En 1797 viajó a la sierra, sufrió los estragos del terremoto que destruyó Riobamba y a casi todo el callejón interandino

hasta Ibarra, anotando una “Razón de lo acaecido”.

En 1801 se avecindó en Quito y trabó amistad con José Mejía que lo hospedó gentilmente en su casa por espacio de tres

años. Guzmán inició a Mejía en el conocimiento de las ciencias naturales, fue su maestro en numerosas expediciones

botánicas, frecuentes y fatigosas, juntos recorrieron las zonas de Otavalo y Cocaniguas con Vicente Alvarez Torres,

Mariano Ontaneda y el médico peruano Juan Manuel de la Gala.

Por entonces José Celestino Mutis dirigía los trabajos de la Expedición Botánica al Nuevo Reino de Granada con sede en

Bogotá, para colectar, clasificar y dibujar la flora de estas regiones. La expedición contaba con el apoyo moral y

financiero de la Corona y estaba formada por numerosos sabios, ayudantes y dibujantes. Uno de ellos era el joven

Francisco José de Caldas, quién se había trasladado a Quito en 1801 a herborizar y enseguida amistó con Guzmán y su

discípulo Mejía, quienes le mostraron sus colecciones y apuntes. Guzmán hasta le facilitó sus resúmenes explicativos, que

Caldas no apreció en su real valer ni descubrió en Guzmán los méritos que aquilataría meses más tarde Humboldt; por eso

escribió en marzo del año siguiente a su amigo Santiago Arroyo: “Un español, andaluz, botánico que está aquí, ha formado

una obra cuyo prospecto incluyo. Yo no salgo de fiador de si satisfará lo que propone: no obstante, si Ud. quiere, riegue la

especie y vea si puede conseguir alguna suscripción”, porque Guzmán estaba por publicar sus obras.

En 1802 arribó Humboldt a Quito y Guzmán le presentó sus esquemas contenidos en 165 paquetes de mariposas, 7 y V

pliegos de prospectos de templos y casas iluminados de colores, 46 mapas geográficos de distintas porciones territoriales

de la Audiencia de Quito, 4 claves geográficas de los Virreinatos de Lima, Buenos Aires y Santa Fe, 1.889 láminas de V

pliego cada una de varias plantas preciosas perfectamente bien dibujadas, 22 cuartillas de papel con dibujos iluminados

de insectos y mariposas, algunos apuntes en 6 pliegos, 428 cuadernitos en octavo y manuscritos refiriéndose a

descripciones de plantas, igual número de cuadernitos de Linneo traducidos por Guzmán al castellano, un cajón con 85

conchas, 1 canasta de conchas grandes y pequeñas, 164 dibujos de plantas en medio pliego, 171 dibujos de plantas en

borrador, 129 dibujos de pájaros en papel azul, 8 dibujos de cuadrúpedos y vivíparos, 7 dibujos de cuadrúpedos y ovíparos,

en cada medio pliego tres o cuatro dibujos tanto en uno como en otro lado, 4 dibujos de peces por uno y otro lado, 15

dibujos de culebras, 1 dibujo de cangrejo, nombres de aves por orden alfabético en 6 fojas de V pliego, 82 fojas en octavo

con descripciones de plantas y animales y 68 fojas en octavo con descripciones de muchas especies de plantas con dibujos.

También le mostró sus obras más importantes tales como la Clave General de todo su sistema escrita en forma de cuadro

sinóptico sobre papel de marquilla de 1 % varas de largo, resumiendo su teoría sobre la división de los tres reinos naturales

que explicaba claramente en otros libros suyos, que así mismo dio a leer a Humboldt y eran: 1) “Nueva nomenclatura

botánica con climatología de los nombramientos griegos dados a todos los géneros de plantas, granjas y plantas conocidas

hasta el presente, arreglada según la nueva orden de familia”, en seis fojas de cuarto mayor, que comprendía un gran

número de géneros nuevos de palmas, plantas, etc., 2) “División natural de los animales según su estructura interna”, en

latín, en 14 fojas en cuartilla mayor. 3) “Tabla de la división sistemática del reino animal, coordinación de sus géneros y

descripción de sus caracteres”, 4) “División natural del reino mineral” en 14 fojas en cuartilla mayor, 5) “Clave de los

vegetales” en 11 fojas que también tenía por título “Clase primera espatacias” y comprendía 14.095 especies de plantas

6) “Floquitación circular de la naturaleza u orden natural fundado.”

Tal cantidad y calidad de material, de anotaciones y conclusiones científicas, maravillaron a Humboldt, que jamás pensó

encontrar en Quito a hombre tan docto y tan conocedor de las ciencias naturales, a quién calificó de superior al sabio

Linneo.

Ese año 1802 instaló con Mariano Ontaneda una farmacia en Quito y solicitó el correspondiente permiso.

A mediados de 1804 pasó seis meses en Otavalo viviendo en casa de su amigo Agustín Patraña y

recogió numerosos ejemplares de los tres reinos que remitió a Quito, con un cajón de botellas

llenas de agua y espíritus (bebidas a base de alcohol) pertenecientes a la botica que había

instalado para ganarse la vida. También le hizo llegar a Mejía media resma de papel que había

escrito.

El 5 estuvo nuevamente en Quito se visitó con sus amigos Agustín Bustamante y Mariano

Ontaneda, siguió a Guaranda y el Corregidor Gaspar de Morales lo tuvo en su casa.

De Guaranda se trasladó a Píllaro y vivió en casa de Vicente Alvarez. Por un corto tiempo puso

botica en Latacunga, pero atraído por ciertas noticias que allí recibió sobre la supuesta

existencia de un tesoro, se dedicó a estudiar y a copiar el derrotero o camino para hallarlo,

dibujado por un español de apellido Valverde, que según se cuenta hasta ahora, había sido el

feliz descubridor de una parte del oro quiteño recogido para el rescate de Atahualpa, que se

supone enterrado en las montañas de los Llanganatis.

Guzmán realizó alguna salidas a las zonas de Mulaló, a los páramos de Jaramillo y hasta

localizó las entradas de varias minas de plata y cobre abandonadas durante la conquista.

Igualmente logró cerciorarse de la existencia de otros minerales.

Con tan buenos auspicios “creyó enriquecerse fácilmente beneficiando las minas con ardor;

pero, al poco tiempo, perdió su entusiasmo debido a las riñas surgidas entre sus acompañantes

y mayormente a la manera lenta de adquirir la riqueza, cuando se suponía que había oro a

manos llenas”. Al final, en 1806, abandonó las minas y regresó al pueblo de Patate, viviendo

bajo la protección del teniente de Corregidor Manuel de la Cuesta y Zelada.

Allí dibujó una Carta geográfica de la zona de los Llanganatis, el río Patate desde Latacunga y

el río Pastaza; mas, una noche, que caminaba sonámbulo por el campo y completamente

dormido, sufrió una aparatosa caída en la quebrada de Leitillo en el valle de Leito cercano al

pueblo de ese nombre y llevado a una pequeña casa de campo, expiró a poco y le sepultó

Andrade Marín Vaca tenía una pegada a un trozo de sarasa, con dibujo nítido efectuado con lápiz

de tinta india. El original de tan publicado mapa, es meramente alegórico e imaginativo, pues

Guzmán jamás entró a los Llanganatis profundos y no sabemos mayor cosa de Valverde. La copia

de Andrade – Marín lo tenía Salvador Zoilo Ortega en Ambato, dividido en ocho pedazos de papel

en tamaños desiguales y para 1860 fue exhibida en Quito.

Guzmán fue un genial representante de la ilustración del siglo XVIII caracterizada por el dominio

de la razón sobre el imperio de la fe, que practicaba el progreso como ideal del hombre sobre la

tierra y el cosmopolitismo de franca dirección materialista, orientada a la creación de los grandes

sistemas y a la vuelta del hombre a la naturaleza, fuente primera del movimiento romántico que

se estaba gestando en Europa.

Las listas de sus obras, donde aparecen su “Diario de Viaje” escrito en cuarto, “Consejos

Saludables” cuadernillo manuscrito en cuarto, así como otras también suyas tales como la llamada

“Viaje desde Buenos Aires hasta Guayaquil” en 89 fojas en cuarto y “Descripciones de especies de

plantas de Chile, Guayaquil y Quito” en 181 fojas en octavo, hoy perdidas, lo revelan como uno de

los más importantes viajeros de estas regiones de Sudamérica.

Su descripción física se desconoce, pero debió ser de estatura mediana, trigueño como la mayor

parte de los andaluces y de contextura delgada, de índole aventurera, por infatigable

expedicionario, científico curioso y visionario soñador que tuvo en América una vida azarosa y

llena de peligrosas aventuras, matizada singularmente por la pobreza que siempre le rodeó. Su

amigo José Mejía dijo que era un hábil y laboriosísimo botánico andaluz.