DIRIGENTE SINDICAL.- Nació en Quito el 2 de Septiembre de 1900 y fueron sus padres Ignacio Guzmán García, sastre, liberal y libre pensador y Zoila Victoria Silva, ambos quiteños.
El último de cinco hermanos, perdió a su padre el 4 de julio de 1907. Su abuela paterna, en lugar de protegerlos, les abandonó a la más espantosa miseria, al punto que sus dos hermanitas murieron de inanición y fueron sepultadas de caridad, quedando vivos solo los varones. Entonces su madre dejó a dos de sus hijos en poder de una hermana y viajó a Guayaquil con José Ignacio – porque era el más chiquito – llamada por una sobrina; pero como la pobreza en el puerto principal era agobiante, de nueve años de edad el joven se fue a trabajar a la hacienda de una familia Viteri arriba de Pimocha, donde desempeñó oficios montubios, aprendió a vigilar las siembras, a nadar, a bogar en canoa por el río, a sembrar arroz, yuca y maíz, a limpiar las huertas de cacao y a cosechar las mazorcas.
En 1911 llevó a su madre consigo y vivieron en dicha hacienda en una especie de ranchito. El 12 se desató un invierno feroz y la guerra civil, así es que desde Babahoyo salieron por barco con seiscientos sucres y algunas libras esterlinas ahorradas a punta de sacrificios y llegaron a Guayaquil con ese pequeño capital, alquilando una casita de caña en el barrio del Astillero.
Primero laboró en curtiembres y aserríos, luego en la Empresa de Fuerza y Luz Eléctrica, finalmente en la de Gas. Por las noches se reunía a jugar con otros muchachos y cuando no había trabajo estable iba en canoa a la Puntilla a pescar para vender y ganar el sustento para los dos.
En 1915 aprendió a leer y a escribir con unos periódicos viejos bajo las enseñanzas de su madre, que le hacía practicar las letras con un cuaderno y un lápiz. Después trataría de aprender lo más posible para surgir en la vida, adquiriendo vastos conocimientos como buen autodidacta. Ese año se enroló en una cuadrilla de trabajadores de la Compañía White. El 17 dejó de ser peón y entró con menos sueldo a un taller de plomería de un tío materno, decidido a aprender el oficio y para compensar la merma trabajó por las noches en la Empresa Eléctrica primero y luego en el río, sacando la leña que caía al lado de las balsas.
Desde 1920 frecuentaba un grupo de maestros y obreros sindicalistas muy solventes y serios que hacían propaganda en pro del movimiento gremial, aprendió mucho de ellos y formaron la Gremial del Astillero. El 21 estuvo entre los fundadores de la Compañía de bomberos 24 de Mayo. El 22 fue delegado por la Gremial del Astillero ante la Federación Regional Ecuatoriana formada un tiempo atrás por el contador Luis Maldonado Estrada, Manuel Echeverría y el poeta y tipógrafo Alejo Capelo Cabello, entre otros obreros. Después participarían sujetos tan caracterizados como Narciso Vélez, Elías Genaro, Aurelio Granda, Casimiro Moncayo, Julio Paredes, Delfín González, Alejandro Mena. Para el aciago día 15 de Noviembre participó en la manifestación popular que fue criminalmente dispersada. acompañó al Dr. Julián Lara Calderón por las calles de la ciudad, administrando los primeros auxilios a los numerosos heridos que encontraban al paso, con peligro de sus vidas, pero nada malo les ocurrió.
Después de la matanza quedó como experiencia el saber que la precariedad organizacional fue la principal debilidad en esa fecha pues los obreros renunciaron a sus pedidos originales: el alza de los salarios y el respeto a los horarios de trabajo, para aceptar otras agendas, extrañas como la forjada por el banquero Víctor Emilio Estrada, que pensaba que el problema obrero se solucionaría con la obtención de la baja de la cotización del dólar, lo que incidiría favorablemente en el costo de los víveres.
Terminadas la Federación y la Gremial a causa de la matanza, dispersos sus miembros y perseguidos sus dirigentes, el movimiento obrero guayaquileño sufrió la más negra de sus horas y la mayor parte de sus integrantes se recogieron en las Sociedades que agrupaban a sus ramas y oficios. Cierta ocasión, cuando estaban deliberando en un departamento ubicado en Chile y Maldonado, entró la policía y apresó a los concurrentes, salvándose únicamente Guzmán y un compañero de apellido López Concha y como a los detenidos los confinaban a diversas provincias de la sierra o a Esmeraldas, permanecieron algunas semanas escondidos, redactando un interesante Boletín de propaganda que contenía las normas de la organización y aspiraciones de la clase trabajadora, titulado “El Anuario Sindicalista”.
Ya había iniciado un compromiso del que tuvo tres hijos pero se separó reteniendo a los niños para que los criara su madre. También se cambió a otro taller donde lo trataron mejor. En Enero del 24 recibió el título de Maestro Plomero de primera clase tras siete años de prácticas. Su madre se alegró muchísimo pero en Marzo del 25 falleció y entonces se unió a María Luisa Cuesta, quien tocaba muy bien la guitarra, tenia excelente carácter y desde ese momento fue una verdadera madre para los niños. Después tendría tres hijos más y contraería matrimonio con ella.
Ese año presidió la Sociedad de Plomeros y fue miembro nato de la Confederación Obrera, donde realizó una excelente campaña para extender el movimiento obrero en todo el país, con el decidido apoyo de Tomás Regato, delegado por la Sociedad de Sombrereros, quien adquirió una imprenta con Manuel Donoso Armas, que pusieron en manos del poeta Alejo Capelo Cabello y se logró editar el “Periódico Obrero” con las aspiraciones clasistas que censuró fuertemente a los gobiernos por el descuido con que veían los acuciantes problemas del obrerismo nacional.
También colaboraron en esa época gloriosa Leonidas Casares por los tipógrafos, Ovidio Sánchez por los electricistas, Manuel Echeverría por los peluqueros, Anastasio Cordero por los carreteros, Agustín Freile Icaza, por los profesores Federico Ruiz, etc. y al ocurrir la transformación política del 9 de julio de 1925 se incrementó e intensificó el movimiento y con dinero de Tomás Regato adquirieron un local propio en Colón entre Pio Montúfar y 6 de Marzo; sin embargo, frente el doloroso recuerdo de la matanza del 15 de Noviembre subsistía el resentimiento clasista, por eso – en un primer momento – los dirigentes no quisieron apoyar la revolución, a pesar que esta tenía un marcado carácter anti oligárquico y solo merced a la intervención del Dr. Manuel Célleri Ramírez, médico y Mayor de ejército, muy vinculado a la clase trabajadora, se logró limar asperezas.
Meses después la Confederación redactó un telegrama quejándose de la carestía de la vida y responsabilizando a los miembros de la II Junta de Gobierno del problema de la subsistencia. Guzmán era Vicepresidente y firmó a nombre del Presidente de la Confederación, Atanasio Cordero, quien tuvo miedo de hacerlo. Publicado el reclamo, causó el revuelo que era de esperarse y Guzmán recibió un telegrama del Ministro Pedro Pablo Eguez Baquerizo, anunciándole su venida al puerto principal.
Al día siguiente fue llevado por un pesquisa a la Gobernación, donde ya se habían congregado numerosos obreros y curiosos. El incidente con Eguez Baquerizo terminó con el nombramiento de Inspector Provincial del Trabajo en Manabí en favor del dirigente Manuel Echeverría, quien se adaptó a esa provincia y se quedó por allá varios años.
A principios de 1926 el Dr. Carlos Puig Vilazar le había invitado a establecer en el Ecuador el Partido Socialista, designando comisiones de trabajo en el resto del país. Durante la última semana de abril se realizó la Asamblea en el local de la Sociedad Hijos del Trabajo que eligió a los delegados que debían viajar a Quito para el magno Congreso a celebrarse el 16 de mayo en el salón de esa Municipalidad, donde se redactó la Declaración de Principios y el Programa de Acción política, acordándose que el Partido no debía depender de ninguna organización internacional. De vuelta en Guayaquil fue electo Vicepresidente de la Confederación Obrera del Guayas, sufrió persecuciones por causas políticas y hasta una que otra prisión pero todo lo sobrellevaba por el ideal sindicalista.
En 1928 presidió el primer y único Congreso Obrero Nacional que presionó para que la Asamblea Nacional Constituyente promulgue las primeras leyes de Trabajo (jornada laboral de ocho horas, la de Accidentes, la de Despido Intempestivo, la del Trabajo de las Mujeres y su protección, la del Trabajo de menores y otras) encomendándose a los Intendentes de Policía el control y cumplimientos de ellas.
Durante algún tiempo trabajó con el Arquitecto Ramón, de nacionalidad española, que le ayudó a sacar un Curso en una escuela de Plomería de Barcelona. A través suyo llegó a vincularse con ingenieros nacionales y extranjeros que le concedían contratos en las edificaciones más importantes de la ciudad.
En 1934 fue vocal de la Junta Consultiva Económica organizada por el Gobernador del Guayas, Dr. César D. Andrade, médico bien intencionado que logró reunir a diversas personalidades. Allí trató a Jacinto Jouvin Arce entre otros, que deseaban poner fin a la tan terrible crisis económica que azotaba a Guayaquil, pero nada pudieron conseguir por falta de apoyo del gobierno. Casi enseguida el Encargado del mando supremo Dr. Abelardo Montalvo designó nuevo Gobernador a Rodolfo Baquerizo Moreno, quien le nombró Primer Inspector del Trabajo. Guzmán se negó a recibir sueldo alguno y puso por condición que el Intendente General de Policía, Coronel Jorge Quintana Dueñas, no interfiera en su labor. Enseguida designó Secretario de la inspectoría a Luis Maldonado Estrada y pidió a la Asociación de Empleados cuatro Subinspectores, que fueron Tomás Ramírez Idrovo, Pedro Segale, José Mosquera y Alfonso Lazo, equipo de trabajo que se desempeñó a satisfacción de la ciudadanía.
Para las elecciones presidenciales de ese año se negó a apoyar la candidatura del Dr. José María Velasco Ibarra por cuanto dicho señor había sido Secretario del Tribunal de Garantías Constitucionales en Noviembre de 1922, impidiendo que prospere la denuncia puesta por el Director del diario “El Telégrafo”, José Abel Castillo, para que se estableciera sanciones contra los autores de la masacre, pues según su opinión “los muertos en aquella ocasión solo eran unos cuatro ladrones que habían roto los almacenes, por lo cual debían ser castigados…” Guzmán trabajó por el candidato liberal de Colón Eloy Alfaro que perdió. I cuando el Dr. Velasco ascendió a la presidencia y ocurrió la huelga de panaderos en Guayaquil, le puso un furibundo telegrama exigiendo la libertad de los compañeros detenidos. El reclamo salió publicado en “El Telégrafo”, le acarreó una feroz persecución y tuvo que ir a esconderse en Baba, donde le ayudaron varios amigos hacendados. Después pasó a Matecito, Junquillo, Playas de Vinces y Vinces y trabajó en el ramo de plomería con su amigo el maestro Luis Castillo, hasta que en Septiembre recibió un telegrama que le anunciaba la gravedad de uno de sus hijos, tomó una lancha pasó a Guayaquil y arribó en el momento en que el niño moría. Esa fue la mayor tragedia que registró en su vida, pues el golpe le dejó anonadado.
En 1936, durante los primeros meses de la dictadura civil del Ing. Federico Páez, fue nombrado Concejal del Cantón Guayaquil, a instancias de su amigo personal el Ministro de Hacienda, Jerónimo Avilés Aguirre. Su posición de representante de los obreros le daba cierta fuerza frente al presidente de la corporación municipal, Enrique Baquerizo Moreno, de suerte que pudo llevar adelante varios proyectos de innegable valor social como el de la Gota de Leche, cuya dirección fue confiada al Dr. Antonio
Moya. El Servicio Funerario para los pobres que comenzó a funcionar a través de la ayuda prestada por el Concejal José A. de Rubira Ramos, miembro del directorio de la Junta de Beneficencia. El departamento de Subsistencias para regular los precios de los víveres y las pesas y medidas. El de las Casas baratas para el pueblo, cuyas construcciones se iniciaron en las calles Quito y Maldonado. Por esos días viajó a la capital a fin de conseguir la expedición de unos bonos para la Municipalidad y fue incorporando a la Comisión que acababa de terminar el proyecto de establecimiento del Seguro Social obligatorio en el Ecuador, cuya ley firmó Páez a instancias de Avilés Aguirre. De regreso se instalaron servicios higiénicos en las covachas, se dictó la Ordenanza de creación de la botica y del Monte de Piedad Municipales.
Cuando se discutió la construcción del Yacht Club a orillas del río apoyó la moción y recibió severas críticas de sus representados. También consiguió que se traslade un barco mensual a las Galápagos para traer carne y pescados a los mercados. Poco después renunció para evitar nuevas críticas. En Noviembre se opuso terminantemente a la Ley de Seguridad Nacional, reunió a los obreros y la denunció, siendo llevado al despacho del Intendente, quien le recriminó.
Superado el incidente, tuvo que refugiarse en el apartamento de una comadre y partió a esconderse en la hacienda Angélica, pero al llegar a la parroquia Montalvo siguió hacia la Elvira donde halló a su dueño Antonio Carbo Paredes, quien le contrató para hacer un canal que pasaría por el medio de sus tierras llevando el agua que corría al fondo de esos terrenos, trabajo que resultó tan útil que Carbo Paredes le quedó eternamente agradecido.
En 1937 el General Alberto Enríquez Gallo asumió el poder. El 38 nombró Ministro de Gobierno al Coronel Jorge Quintana, que llevó nuevamente a Guzmán al Concejo Cantonal de Guayaquil, en la administración del Coronel Asisclo Garay a pesar que algunos de sus compañeros se opusieron, pero le defendió Humberto Gaibor en una memorable Asamblea.
Con Garay trasladó en 1938 a numerosas familias de la Sabana Grande, también llamada de San Pedro a un sitio que se estaba rellenando al suroeste de la urbe y que desde entonces dio en llamarse barrio Garay, siendo el primer barrio suburbano de Guayaquil. Consiguió la creación del primer Jardín de Infante que llamó Pedro José Huerta en homenaje a tan esclarecido maestro y controló el precio de los víveres aplicando mano dura a los vendedores de los mercados.
Ese año 38 fue miembro del Tribunal Supremo Electoral que presidía el Dr. Tobar Subía correspondiéndole absolver numerosas consultas de alguna gravedad sobre la nacionalidad de los candidatos a la presidencia de la Asamblea convocada para la vuelta al régimen constitucional. El Dr. Manuel María Borrero le ofreció la representación del obrerismo ecuatoriano al Congreso de México, que declinó en razón de su compromiso con el Concejo Cantonal de Guayaquil. En Julio presidió la delegación del Guayas al Congreso Obrero celebrado en Ambato, asistió a la Asamblea Nacional Constituyente y pidió que se decrete la vigencia del recién expedido código de Trabajo.
En 1941 presidió el “Club Guayas de Instrucción, Recreo y Beneficencia” por renuncia de su fundador Agustín Freile Icaza y al producirse en julio la invasión peruana, suspendió las clases en la Escuela – Taller y prestó ayuda a los numerosísimos refugiados de la provincia de El Oro, que encontraron un pronto y seguro abrigo, sobre todo los más enfermos, los ancianos, las mujeres y niños. Los consocios ayudaron con prendas, alimentos y dinero. Las alumnas cosían ropa en el portal. Víctor Manuel Janer y su esposa Lucia Porres, contribuían diariamente con dinero y comida. La Comisión de Auxilios de los Inmigrantes de EI Oro constató que a los asilados en el Club Guayas nada les faltaba. Más adelante volvió la Escuela – Taller a funcionar y realizó gestiones con Julio Estrada Icaza ante el jefe de la II Zona Militar, Coronel Ricardo Astudillo, para que los batallones Yaguachi y Esmeraldas se acomoden en el Club. También concurrieron ante el Concejo Cantonal pidiendo la cesión de otros locales con igual fin, pero la Municipalidad se negó. Poco después se conoció el asunto en Quito y Astudillo fue trasladado por que el gobierno no quería la intromisión de los civiles en asuntos de la defensa militar.
En 1942 protestó con los demás socios del Club por cuanto el Congreso Nacional había procedido a ratificar la suscripción del írrito Protocolo de Río de Janeiro y participó en los actos del recibimiento del líder mexicano Vicente Lombardo Toledano, Presidente de la Confederación de Trabajadores Latinoamericanos. El 43 fue miembro activo de “La Unión Sindical” que fundó Víctor Hugo Briones con Luis Albisuri Campos, Manuel Palacios, Guillermo Perelli, etc. “para aglutinar a los trabajadores a fin de que aprendan las normas sindicales y sepan sobre la defensa de las nuevas leyes laborales y el conocimiento pleno de todas las leyes”, ingresó a “Acción Democrática ecuatoriana” ADE fundada por el Dr. Francisco Arízaga Luque, líder de la oposición al régimen cesarista del Presidente Arroyo del Río y después del triunfo de la Revolución del 28 de Mayo de 1944 viajó a Quito para la fundación de la “Confederación de Trabajadores” CTE. y en la “Federación de Trabajadores del Guayas” representó al obrerismo del cantón Salitre.
En 1947 su coideario socialista Carlos Cueva Tamariz, Diputado al Congreso, le puso en la lista de los nuevos Concejales de Guayaquil, pues estaba por renovarse la Municipalidad. Presidió dicha Corporación el Dr. Leonidas Ortega Moreira, quien le ayudó a solucionar en parte el problema de la carestía de los víveres, pero cuando se trató asuntos políticos, se produjo el desbande. Como comisionado de Mercados hizo sacar una imagen de la Virgen que se prestaba para toda clase de abusos en el Mercado Central, a pesar que el Obispo José Félix Heredia Zurita le pidió que no lo hiciera; ese año ingresó al Centro social “Pro Defensa del artesano” fundado en 1928, al que antes había hecho algunos servicios. De inmediato propuso que se incorpore a los artesanos a todos los beneficios de la Seguridad Social pues se hallaban desprovistos de ello. Con tal finalidad se celebró el 1er. Congreso Nacional de Artesanos que inauguró el Presidente Galo Plaza el 9 de Octubre del 48 en los salones del Club Guayas
– presidido por Guzmán – aprobándose los estatutos de la Confederación Nacional de Artesanos del Ecuador, entidad que le correspondió dirigir entre el 49 y el 52 así como el Comité Ejecutivo de la Confederación.
En 1949 gestionó a favor de ese Estatuto ante el Ministro de Previsión, trabajó en la confección de un gran proyecto de Ley Artesanal que tomó a su cargo el Diputado Colón Serrano hasta su aprobación por el Congreso, pero el Presidente Plaza lo vetó y por más que Guzmán protestó en histórico telegrama, la ley quedó sin publicarse, hasta que el 50 Serrano consiguió que el Congreso insista y finalmente entró en vigencia.
En 1951 mientras trabajaba el Reglamento para el ingreso del artesanado al régimen del Seguro Social con todos sus derechos, el Dr. José Baquero de la Calle, de filiación conservadora, quien presidía la Cámara de Diputados, logró el apoyo de los miembros del Consejo Directivo de la Confederación de Artesanos y destrozando la Ley Artesanal hizo otra al gusto de los poderosos, tomando lo que le convenía de la anterior y hasta dictó un torpe Reglamento que creó la Junta Nacional del Artesano y las Regionales de Defensa de los Artesanos, que no han servido para nada, estancando el movimiento. Ese año concurrió al Congreso como Diputado suplente por el Guayas, cuando el principal Juan Alfredo Illingworth Baquerizo se retiró del Congreso por una más pingüe posición, la gerencia del poderoso Banco Nacional de Fomento.
En 1966 se le reventó una úlcera y estuvo muy mal de salud. Ya había construido un chalet mixto en Machala No. 402 entre Alejo Lascano y Padre Solano, que habitaba con su esposa e hijos. El 68 Cueva Tamariz le llevó de Vocal y luego fue Vicepresidente del Tribunal Provincial Electoral del Guayas, y tuvo acertadas determinaciones con relación a los reclamos de nulidad presentados, pero al año siguiente se excusó, recibiendo un conceptuoso Acuerdo de los Vocales. El 74 se accidentó y fracturó un pie mientras aminaba por la calle.
Disminuido físicamente aunque con su mente activa y con sus hijos graduados de profesionales, vivía cómodamente atendido por ellos, quienes le instaban repetidamente a que descansara; pero él no quería hacerlo pues siempre había sido un sujeto activo y la tranquilidad le causaba aburrimiento. Por eso salía diariamente aún con riesgos de correr un accidente.
Ese año escribió un folleto sobre el
15 de Noviembre que denominó “La Hora trágica y otros apuntes sobre el movimiento obrero”, relatando sus experiencias personales con notable poder de síntesis y veracidad a toda prueba. El 79 empezó a sentir molestias cardiacas que logró superar y sacó “Páginas del Libro de mi Vida” primera parte de una sugestiva autobiografía dedicada a sus hijos, en la Colección que el Lic. Elías Muñoz Vicuña editaba en la Universidad de Guayaquil. La segunda parte fue escrita en 1982 posiblemente y tituló “Memorias de José Ignacio Guzmán” que dedicó a su hijo el Ab. Jorge Isaac Guzmán.
En 1984 dio a la luz “La transformación política del 28 de Mayo de 1944” con motivo de los cuarenta años de haberse producido esa revolución y en 1989 complementó lo anterior con un pequeño escrito “Páginas sueltas de mi libro: La verdad en la historia”.
Su nieta María de Lourdes Guzmán de Becerra le recuerda siempre atareado con planos, rodeado de sus trabajadores, activo, lúcido, en un escritorio muy grande, querido y admirado por el gremio de Plomeros y Constructores de Guayaquil.
A principios del 91 sufrió un resbalón en la bañera. Las medicinas que tomó le afectaron su antigua úlcera que tuvo que ser cauterizada en el Hospital de IESS pero le sobrevino una infección generalizada o septicemia. En tales circunstancias sufrió a las tres de la madrugada del siguiente día 5 de junio – un infarto y como se encontraba solo en la habitación, no tuvo la oportuna ayuda y falleció de noventa años de edad.
En 1995 su nieto político el Ing. Carlos Becerra Escudero, reunió sus papeles en un hermoso libro de 177 págs. titulado “A cambio de nada” (Los documentos de José Ignacio) refiriéndose concretamente a la costumbre que él tenía, pues todo lo dio en su larga vida de lucha sindicalista, sin aceptar sueldos ni bonificaciones por sus servicios al país; sin embargo, por esta actitud permanente de lucha clasista fue perseguido en los gobiernos de Velasco Ibarra y en la dictadura de Federico Páez.
Alto, trigueño, pelo blanco y abundante, ojos negros, con la vivacidad propia de los luchadores natos que no conocen el reposo ni desmayan jamás en la consecución de sus altos ideales.
A través de su larga y fructífera existencia reivindicó la causa del sindicalismo como la expresión más alta y concreta de los intereses obreros. El sindicalismo es universal y por lo tanto no es patrimonio de ningún país. Es la bandera filosófica de los obreros del mundo, sinónimo de la acción política de los trabajadores. El Sindicato es la escuela del obrero, donde debe conquistar su cultura y bienestar y donde deben desplegar su acción reivindicadora de mejores condiciones de vida y de trabajo….