GUERRERO TORO JUAN AGUSTIN

PIANISTA, COMPOSITOR Y PINTOR.- Nació en Quito en 1818. Hijo del comerciante pastuso Manuel Guerrero Delgado en Manuela Toro, tabaquera de oficio, mujer pobre y humilde, de las llamadas bolsiconas, hija de una colombiana. Muy joven se formó como pintor en el taller de Ramón Salas y por su intermedio recibió una notoria influencia del arte de Miguel de Santiago, así mismo aprendió a componer música, a tocar piano y a hacer poemas muy del gusto romántico de la época por su lenguaje rebuscado. De esos se conserva uno dedicado a la muerte de su madre, a quien amó y respetó sin avergonzarse jamás de su humilde origen.

Para completar su formación artística en 1849 se inscribió en el Liceo Miguel de Santiago que funcionaba gratuitamente en el Colegio de San Fernando, dirigido por el artista francés Ernest Charton de paso por Quito, bajo el patrocinio del Dr. Angel Ubillús, que pagaba las clases y tuvo por compañeros a una pléyade de jóvenes pintores quiteños como Leandro Venegas, Ramón Vargas, Tadeo Cabrera, Ramón Salas, Luís Cadena, Nicolás Asencio y Juan Pablo Sanz, éste último era multfacético, pues fungía de arquitecto, construía casas y grababa para periódicos. Su actitud democrática le vinculó a la intelectualidad liberal de Quito y a la Sociedad Filarmónica Santa Cecilia. En 1850 obtuvo el grado de Capitán de la Compañía de Granaderos   en el Segundo Batallón de Milicias con la finalidad de organizar y dirigir su banda de música pues nunca fue militar de profesión. Desde entonces vivió de este sueldo y aprovechando el tiempo libre para escribir partituras y componer canciones populares (yumbos, yaravíes, etc.) que hacía ejecutar. En 1851 viajó a Latacunga donde trabajó de preceptor,  rodeado de párvulos y de sueños. Allí conoció al ilustre don Simón Rodríguez, el viejo maestro del  libertador, que estaba de paso. 

Lo retrató a la acuarela y se declaró su discípulo. El 31 de Enero de 1852 

se organizó en Quito la Sociedad Democrática Miguel de Santiago para propiciar el cultivo del arte, “obligando a los pintores a incluir en sus ocomposiciones al medio ambiente, sus habitantes, costumbres y situaciones” pero con la secreta finalidad de luchar hasta obtener la liberación definitiva de la nociva influencia del General Juan José Flores, que amenazaba volver y conquistarnos con la ayuda de una potencia extranjera. Allí figuró como vicepresidente y el día 6 de Marzo, aniversario de la revolución marzista, durante la sesión pública realizada para premiar a los tiunfadores del concurso de pintura, compuso un Canto Marcial a toda orquesta y fue galardonado por su lámina “El Pudor”, donde aparece el cuerpo de una mujer apenas cubierto por un manto, hacia el fondo se aprecia un paisaje rural “sin perspectiva pero con la modena técnica para superar la temática religiosa que aún imperaba tardíamente en los medios artísticos quiteños.

En 1854 figuró como profesor de Dibujo en la escuela de Santa María del Socorro y de Música el 57. En 1855 publicó en el periódico “La Democracia” dos piezas literarias, figurando varias veces como Elector principal de la provincia del Pichincha. El 57 ensayó e imprimió varios grabados en el taller tipográfico de Juan Pablo Sánez, recogió canciones populares para un álbum con dibujos, acuarelas y caricaturas que confeccionó por encargo de Pedro Moncayo, quien al salir dos años despues lo llevó consigo al Perú y Chile, donde terminó por obsequiarlo a la señora Julia Codecido de Mora, que fuera recuperado e impreso en 1981 en Quito por la Fundación Hallo con el título de “Imágenes del Ecuador del siglo XX y notas introductorias y biográficas, a cargo de Wilson Hallo.

El 23 de Abril de 1857 fundó el periódico “El Artesano” y escribió “Catecismo Musical” que ha servido de texto de enseñanza de los principios elementales en toda la República y fue premiado con la medalla de oro en la Exposición de 1857.” Ese año pidió su retiro como Capitán de la Compañía de Granaderos del Segundo Batallón de Milicias de Quito. El 59 practicó el dibujo litográfico. En 1862 vivió un año en Loja trabajando de pintor y músico, dibujando en varias láminas a los estudiantes del Colegio San Bernardo. Destacaba también por ser un virtuoso en el piano. Tuvo brillantes profesores, años más tarde escribirá que fue discípulo del pianista español Manuel Zaporta que vivió varios años en Guayaquil, contrajo matrimonio con Manuela de Santistevan Rocafuerte y terminó sus días dando clases en París. Zaporta debió ser contratado por el gobierno e “hizo conocer en Quito el verdadero sistema de enseñanza del piano.”

En 1864 los periódicos “La Prensa” y “El Catolicismo” de Bogotá reprodujeron una de sus piezas poéticas, que años más tarde insertó Manuel Gallegos Naranjo en El Parnaso Ecuatoriano, con los titulos de “A mi madre” y “consolatrix afflictorum”, entre las páginas 274 a la 278. El 65 los miembros de la Comisión Científica española en Sudamérica le encargaron recopilar melodías indígenas o populares. Marco Jiménez de la Espada se hizo muy amigo suyo y le perurgía al respecto, pues quería llevar dicho material al Museo de Ciencias Naturales de Madrid, fundado un siglo antes por el sabio guayaquileño Pedro Franco Dávila. El 66 fue Inspector de música del Batallón No. 2.

El 68 fue instructor de bandas de ejército como forma de ganarse la vida. El 69 enseñó canto y dibujo de la figura humana en la escuela municipal de niñas de Quito. El 70 fue designado Subdirector y tuvo a cargo las cátedras de teoría y piano en el recién fundado Conservatorio Nacional de Música y al arribar a Quito la Compañía e Operas Ferretti, don Antonio Neumane aconsejó al tenor de ella que fuera al domicilio de Guerrero a suplicarle que componga dos obras para la función que se pensaba brindar en beneficio del señor Limberti. Entonces le ocurrió el incidente que él mismo se encargó de referir de la siguiente manera:

Acepté y puse el Canto del llanero con letra de Juan León Mera y una zarzuela que por falta de argumento nacional tuvo que trabajar en verso, composiciones que llevadas a escena pasó la primera muy aplaudida y cuando se inició la segunda, después de correr la misma suerte hasta más de la mitad, se mandó bajar el telón por la policía, calificándola de inmoral. Al día siguiente toda la oposición estaba contra mí: sumario, cárcel, confiscación de bienes era todo lo que se pedía para el autor de la zarzuela. Tuve que recurrir a la imprenta, García Moreno pidió la pieza para su calificación oficial y a los veinte y cuatro días de esto, me llamó el Ministro del Interior Javier León y me devolvió el cuadernito de parte del presidente con un oficio que decía que nada tenía de malo y muy bien merecía la pieza el ser oída.

En 1871 seguía en el Conservatorio y fue designado Director en reemplazo de Maestro Neumane que acaba de fallecer y se desempeñó más de un año. Durante su período “tuvo lugar los dos primeros certámenes públicos y en su segundo año se inició el estudio de las reglas de la armonía y se establecieron reformas concernientes al órden y estudio en la investigación.”

Entre 1872 y el 73 preparó su “Curso elemental de música” y “La Historia de la música en el Ecuador” que concluyó el 75 y publicó un año después, dedicada a la juventud de su Patria y que por la flaqueza de apreciación “le valió su aislamiento, persecución y no ser mencionado en su real valor en la historia.”

El Curso elemental de Música comprende desde el conocimiento del sonido hasta las reglas de armonía, composición e instrumentación para orquesta y banda militar, y el sistema de las voces humanas, fue reimpreso en 1895 en Quito varios años después de su muerte, lo que explica la demanda que tuvo el libro.

En 1873 fue examinador de pintura y escultura en la Escuela de Bellas Artes y miembro honorario de la Sociedad Bolivariana fundada para recaudar fondos para la erección de la estatua del Libertador en Quito. “El Tesoro americano de las bellas artes” lo catalogó como uno de los pintores contemporáneos dignos de citarse y el más distinguido músico ecuatoriano.

El 76 publicó su trabajo “La música ecuatoriana desde su origen hasta 1875” con numerosos datos e información sobre el movimiento musical en el país y en Quito preferentemente y entró en polémicas periodísticas, burlandose de los partidarios del ex Presidente Borrero cuando éste tuvo que asilarse tras las derrotas sufridas en Galte y Los Molinos. Entonces zahirió a varios sacerdotes afines al extinto gobierno, tales como los padres José María Terrazas y Manuel José Proaño, S. J.

Durante el período veintemillista fue partidario de dicho General a quien dedicó varias piezas musicales tales como valses, minuets, etc. que hacía ejecutar por las bandas del ejército y hasta gozó de la confianza y amistad de la joven Marietta de Veintemilla, sobrina del Presidente, que cantaba con una muy bella voz.

En 1881 fueron presentadas sus melodías indianas y populares en el Congreso de Americanistas celebrado en Paris pero no obtuvieron el crédito debido pero que no eran de los antiguos indígenas si no escritas por Guerrero, aunque bien pudo inspirarse en ritmos originales.

A las cuatro de la mañana del día 20 de Abril de 1886 ocurrió su fallecimiento a la edad de sesenta y ocho años. El bisemanario “El Comercio” al dar la noticia, indica que en los múltimos años se dedicaba a dar clases de piano a señoras y señoritas de Quito. Entonces salió publicada su poesía “El cráter del Pichincha” en 7 págs.

Con Ramón Salas popularizó un estilo propio en las acuarelas que podría denominarse primitivo. Fueron los primeros pintores que   utilizaron en Quito la hiel de vaca para fijar y abrillantar los tonos de las acuarelas. También sobresalió en el dibujo por su trazo libre e incisivo, de suerte que pudo realizar toda clase de caricaturas políticas y sociales, siendo el primero que cultivó esta especialidad en la República. Igualmente antecedió a Joaquín Pinto como pintor costumbrista y de tipos populares.

Fue un demócrata permanente, escritor fecundo que cultivó el género dramático y con un estilo satírico practicó el periodismo, siendo en este quehacer de mucha confianza con Juan Montalvo. Su estilo directo, claro y bien informado nunca se amedrentó para decir la verdad, valiéndole este carácter agresivo varias persecuciones y hostilidades.

Lamentablemente la pérdida de la casi totalidad de sus obras pictórica y musical ha incidido en su poca fama, pues su producción ha quedado prácticamente desconocida. Segundo Luís Moreno escribió que alguna vez había escuchado el vals “Nueve de Octubre” de Guerrero, uno de los ecuatorianos polifacéticos que produjo el siglo XIX ya que incursionó en la cátedra y en el periodismo, fue un virtuoso del piano, compuso obras, pintó acuarelas de tipos populares, realizó caricaturas de gran fuerza expresiva y hasta espigó en el difícil género de la crítica. La Enciclopedia de la Música Ecuatoriana de Pablo Guerrero Gutiérrez editada en Quito entre el 2001-2002 le recoje en su primer tomo haciendo justicia a su memoria.